La dura dirigente del Registro Civil no tiene el corazón blindado. Se emociona recordando su infancia difícil, se pone picarona hablando de su marido diez años menor y se ríe al reconocer que les corretea las pololas a sus hijos. No quiso que sus compañeros la vieran con muletas cuando sufrió un accidente vascular. "Antes muerta que sencilla", dice. Y agrega: "A mí me dijeron que nunca confesara mi talón de Aquiles, porque por ahí me iban a dar".
Revista Paula.
1 dic 2015 11:23 AM