Hace cinco años, Argentina fue catalogada contablemente como una economía hiperinflacionaria, lo que obliga a las compañías con operaciones allá a corregir monetariamente sus balances. Ese, sin embargo, es el menor de los problemas: hoy el tipo de cambio oficial al cual se deben convertir los pesos argentinos a los locales no se condice con la realidad. Es prácticamente la mitad de lo que debería ser, situación que impide reflejar a ciencia cierta el desempeño de la operación en ese país. La autoridad internacional en temas contables ya toma cartas en el asunto.