Carmen Grau Vila
6 ene 2025 07:00 AM
Ni los 25 años a los que la justicia lo condenó por violaciones a los derechos humanos, ni la red de corrupción a su alrededor lograron que el apoyo al fujimorismo decayera. Al contrario, su hija llegó a segunda vuelta en las tres últimas elecciones presidenciales. Pero sin Alberto Fujimori, la situación podría cambiar.
El expresidente, fallecido el miércoles a los 86 años, gobernó con mano de hierro en una de las épocas más convulsas en la historia de ese país, que le achaca responsabilidad en matanzas a civiles, esterilizaciones forzadas masivas y desapariciones forzadas, entre otros delitos.
Un efectivo de la Armada perdió la vida durante enfrentamientos contra los extremistas maoístas mientras se neutralizaban los campamentos de esta organización guerrillera, dedicada en la actualidad principalmente al narcotráfico.
La región es reconocida como una cuenca cocalera y en la zona opera el Militarizado Partido Comunista de Perú, un grupo armado que protege al narcotráfico y cuyo jefe es un miembro del grupo terrorista Sendero Luminoso.
El Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas de ese país dijo que el líder del grupo terrorista, Víctor Quispe -alias “Camarada José”-, escapó al parecer herido, pero que la operación militar en la región selvática de Vizcatán fue “un duro golpe al terrorismo”.
Después de 30 años pudieron ser enterrados por su padre los restos óseos de sus tres pequeñas hijas y su madre, asesinados por una patrulla militar el 4 de julio de 1991, en la comunidad indígena quechuablante de Santa Bárbara, en los Andes peruano. Los soldados no sólo acribillaron a 15 personas, entre niños y adultos, sino también los despedazaron usando varias cargas de dinamita con el fin de desaparecer sus cuerpos.
En el marco de la interpelación a Iber Maraví ante el pleno del Legislativo para esclarecer sus vínculos con Sendero Luminoso, algunas bancadas pidieron su salida del cargo para asegurar la "gobernabilidad".
Tras su muerte el 11 de septiembre, el Congreso peruano creó una ley para que los cadáveres de condenados por terrorismo puedan ser incinerados y donde sus cenizas se esparzan en lugares desconocidos.
El camarada "Arturo" fue clave para la captura de Abimael Guzmán, en 1992, y tras el reciente deceso del líder senderista, su hombre de confianza estaría preparado para revivir al grupo armado.
El escritor peruano, autor del libro "La Cuarta Espada", asegura que el fallecimiento del líder guerrillero ocurre en un momento en que por primera vez hay simpatizantes evidentes del senderismo. Y agrega que hay “un enfrentamiento de dos miradas extremas de la realidad que no se encuentran y que no conseguimos superar”.
“Elena dice sufrir por los muertos, que le pesan y le pesaban durante la guerra, pero que lo había asumido como el costo inevitable que se paga por hacer una revolución y que no existe una sin violencia", dice a La Tercera el historiador peruano y biógrafo de la "camarada Miriam”, Antonio Zapata.
Elena Yparraguirre, viuda y número dos de la organización, había enviado este sábado -desde la cárcel donde se encuentra- una carta al fiscal a cargo, pidiendo que entregaran el cuerpo de Abimael Guzmán a una tercera persona. Tras rechazar la solicitud, el cadáver del líder maoísta se mantiene en una morgue en Callao, donde se han registrado diversas manifestaciones.
Tras conocerse el deceso de Abimael Guzmán, el Presidente peruano dijo que su “posición de condena al terrorismo es firme e indeclinable”. Sin embargo, políticos y analistas advierten sobre los vínculos de miembros de su gabinete con el senderismo.