Para un niño puede ser difícil ponerle nombre a una emoción y en ocasiones este malestar se manifiesta en sus cuerpos como un dolor de guatita, náuseas o cefalea. Pero otras veces, cuando están sometidos a mucho estrés, estos síntomas suben de volumen y el ruido impide que los más chicos puedan disfrutar de su vida normal. Allí empieza una desafiante tarea para los padres y equipos médicos, quienes se sumergen en un viaje para encontrar esa pequeña herida emocional tras el dolor físico.
Por Juan Cruz Giraldo / Collage: Sofía Valenzuela
10 abr 2024 05:50 PM