Pero no todo pueden ser aplausos, porque la producción desde su primer capítulo y hasta el último cae en la falla de presentar a un Ayrton Senna prácticamente perfecto, que nunca se equivoca, que incluso frente a claras injusticias responde con mesura y control, que en sus rivalidades deportivas siempre es quien juega limpio, que en su vida privada no tiene caídas. Un santo y un mártir.
Daniela Lagos
30 nov 2024 06:00 AM