Los Aravena, la familia “dueña” de la noche santiaguina y que enfrenta la amenaza de cierre del recinto luego de que un carabinero muriera en las afueras del lugar en un confuso incidente, se ha convertido en una poderosa marca de ocio que controla más de una decena de locales de diversión. El conocido clan de 10 hermanos -y ahora sus hijos- cuya fortuna creó el famoso José “Padrino” Aravena en la calle San Diego, en el centro de Santiago en el siglo pasado, protagoniza el show business local con sus discotecas, saunas, cabarets, una cadena de hoteles, negocios inmobiliarios y empresas de apoyo a esos giros.