El cineasta francés Jacques Audiard encontró inspiración en una novela de un escritor del que es amigo. Aunque inicialmente consideró crear un montaje teatral (y mantuvo conversaciones con figuras como Damon Albarn y Tom Waits), terminó descartando esa idea y filmando un largometraje con composiciones originales. Según su perspectiva, “el uso del canto y del baile otorga cierta distancia y eso permite que el mensaje sea mucho más efectivo”.
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