Curiosamente, han sido sectores progresistas los movilizados con instintos dignos del conservadurismo más tradicional, horrorizados por las letras de los artistas más populares entre la juventud. Si en los 80 y 90 ese rol cabía a las iglesias cristianas en sus cruzadas perdidas en contra del metal, ahora los dardos y reprimendas son lanzados por intelectuales como Alberto Mayol en Chile y el presidente de Colombia Gustavo Petro, el primer mandatario de izquierda en ese país
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