En el cierre de la cuarta jornada del Festival de Viña, el cantautor argentino presentó un show correcto en que hizo gala de un repertorio rico en variaciones estilísticas, el que fue seguido por la audiencia, que poco antes había solicitado a gritos el regreso de Fusión Humor.
La banda llegó esta noche a la Ciudad Jardín a bordo de un jet privado. El grupo liderado por Adam Levine se presenta este jueves en la Quinta Vergara, abriendo la quinta noche del festival, y el viernes en el Estadio Bicentenario de La Florida.
Después de hacerse de dos gaviotas, los animadores del Festival los despidieron del escenario sin la oportunidad de presentar el bis de su show. Las pifias no se hicieron esperar en la Quinta Vergara e hicieron vivir un tenso momento a las competencias.
En su debut frente al "Monstruo", los encargados de hacer reír a la Quinta Vergara cumplieron con su promesa: el estallido social fue parte fundamental de su rutina. Promediando su actuación debieron enfrentar las quejas de un sector del público debido a los problemas de sonido, pero no fue suficiente para amargar la noche que siempre esperaron: en su reencuentro con la ciudad jardín, Fusión Humor se llevó todo.
El cuarteto desaprovechó la oportunidad gigante que les dieron, y que ellos tanto pedían, para dar un salto en su carrera, si hubiesen elaborado un libreto más trabajado. A cambio, ofrecieron una rutina inofensiva, repetitiva, más básica de lo aconsejable y derechamente fome. Peor que eso, una rutina intrascendente.
No hay un sello que distinga a Pablo Alborán, un rasgo para recordar, un estremecimiento en el ambiente. La gente corea, sí. Exige premios, cierto. Pero el sitio no se viene abajo como ha sucedido tantas veces.
El cantante español cantó sus éxitos más reconocidos, bailó, enamoró al público e incluso le escribió unos pequeños versos a sus seguidoras sentado en su piano. Por tercera vez, Alborán triunfó en un escenario que años atrás le abrió las puertas del resto de Latinoamérica.
El artista habla con Culto de cómo en Viña se convirtió en un comodín para los cómicos: "Que me pifien todo lo que quieran, me da lo mismo". Además, revela una historia que le sirve para explicar su rechazo a Stefan Kramer.
El escenario de la Quinta Vergara y hacer reír al "Monstruo" fue siempre el sueño del particular cuarteto. Lo fue hace una década, cuando aún esperaban su oportunidad arriba de una micro, en alguna calle de Viña o en el Paseo Ahumada; cuando años más tarde irrumpieron fuerte en la escena humorística, compitiendo en El rey del show y luego alcanzando la victoria en Hazme Reír; y lo es también hoy, a pocas horas de por fin lograrlo. Fusión Humor será el encargado de las risas en la cuarta jornada festivalera y, en la línea de Kramer o Contador, prometen sumar elementos del estallido social.
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Según revela Beto Cuevas, el guatemalteco recibió una llamada el 26 de febrero de 2010 de su consejera, quien le advirtió que si cerraba esa noche de Festival "podía morir gente". El cambio de programación resultó vital para evitar una tragedia en la Quinta Vergara, donde mañana los animadores de Viña harán una mención al terremoto.
En su rutina en el Festival de Viña, el comediante aludió a la figura de cera develada en 2019, la cual fue foco de burlas por la prominente frente que tiene en comparación al hombre que la inspiró. Patricio Bopp, concejal UDI del municipio de Las Condes, propuso sacar la escultura de comediante: "Si no quiere estar en el museo deberíamos sacarlo".
Llegando al puesto número 1 del Billboard y obteniendo un Grammy Latino por Mejor álbum alternativo en 2019, Norma fue el álbum donde Mon Laferte le torció la mano al preset de la música pop actual y se fue a los orígenes. En una sola toma y en cinta, grabó en Los Angeles junto a una banda de 13 músicos tocando en vivo, a la usanza de los grandes clásicos de antaño.
El actor y humorista chileno conocido por sus sketchs en el programa Morandé con Compañía, subió al escenario de Viña del Mar con temor tras las pifias que redujeron su repertorio en Iquique, y bajó con dos gaviotas en mano y lágrimas en los ojos. El público de Ana Gabriel y Pimpinela rió con sus chistes envueltos en disculpas y proclamaciones en favor de la diversidad.
Anoche Ernesto Belloni lloró como ningún comediante había llorado antes en el Festival de Viña: no había en él felicidad ni dicha alguna sino alivio y expiación.
