Grigori Lup, de Cluj, Rumania, tuvo que despedir temporalmente a sus diez trabajadores después que los encargos de calzado se interrumpieran por las medidas de confinamiento impuestas por las autoridades. Sin embargo, encontró una solución para reactivar el negocio alargando la horma de sus productos usuales, los que llamó "zapatos de distanciamiento social".
La Tercera
5 jun 2020 12:56 PM