Fresh & Co: La startup que acerca los productos recién cosechados a Santiago

La suspensión de actividades de los hoteles y los restaurantes debido a la pandemia paralizó el trabajo de Jaqueline Yáñez (58). Ella cultiva lechugas hidropónicas, además de hortalizas que se utilizan en la preparación de ensaladas gourmet, como la mizuna y la rúcula. El 15 de marzo le avisaron que no necesitaban sus productos, ya no llegaban comensales. Solo uno de los tres hoteles y ocho restaurantes con los que trabajaba continuó el encargo de productos durante los ya cuatro meses de pandemia. Se quedó con 25 mil lechugas en su invernadero en Talagante y no sabía qué hacer con ellas. Jaqueline está acostumbrada a ser la encargada no solo de cultivar sus productos, sino también de cosecharlos, venderlos y distribuirlos en el sector oriente de Santiago. No le gustaba depender de intermediarios, porque hacían que sus ganancias fueran de unos 40 pesos por cada lechuga, aunque el precio final de las hortalizas que cultivaba en su parcela de media hectárea era de 900. A medida que pasaban los días, le urgía cada vez más encontrar un comprador. Sus productos son especiales: no usa ningún tipo de químicos para su crecimiento. Prepara caldos de ortiga para mantener sus plantaciones libres de plagas y hongos. Las riega con agua con nutrientes naturales, para que se mantengan frescas hasta por 10 días en invierno. Dice que por eso sus lechugas son tan ricas y lindas. Ideales para ser usadas en restaurantes.

Justo en los días en que los hoteles llamaban a Yáñez para cancelar sus pedidos, Nils Lindeen, ingeniero civil que ha dedicado su carrera a las energías renovables y la alimentación saludable, se contactó con el Instituto de Desarrollo Agropecuario (Indap), servicio dependiente del Ministerio de Agricultura, para conseguir el teléfono de agricultores de la región Metropolitana. Su idea era sumarlos a Fresh (

), un emprendimiento que nació de la empresa holandesa Enviu, para la cual Lindeen trabaja. Lo que hace la marca es fundar y hacer crecer startups que tengan un impacto social y ambiental. Actualmente están en Holanda, Kenia, Indonesia, India y, desde el año pasado, en Chile. Durante enero y febrero, Fresh desarrolló su piloto. El trabajo partió con dos agricultores. Cada semana, viajaban desde Santiago hasta Melipilla, para posteriormente despachar productos recién cosechados a una cafetería y a algunos amigos y familiares. Como les resultó bien, en marzo lanzaron un e-commerce abierto a todo público y comenzaron a promocionar el emprendimiento en redes sociales (

en Instagram). En marzo, cuando las ventas de Yáñez ya habían caído, recibió la llamada de Fresh. Aunque en otro contexto habría preferido evitar los intermediarios, hoy, con Talagante en cuarentena, la startup es la única forma de distribuir sus lechugas. "Les conté a cuánto vendía mis productos, porque yo no quería bajar el nivel de ingreso que tenía por mi lechuga. Me dijeron que no iba a cambiar mi precio. Entonces acepté la propuesta", cuenta la agricultora. Lindeen explica que uno de los propósitos de la startup es redefinir la cadena de valor entre los pequeños agricultores y el cliente final. "Hay mucho intermediario: el que va al campo, después lo lleva a Lo Valledor, después lo lleva a otro punto intermedio, después al packaging, después la empresa que distribuye y así", dice el ingeniero. Cada intermediario debe generar ganancias, pero, según Lindeen, los agricultores suelen ser los que menos ganan. El equipo Fresh, compuesto por Lindeen y dos personas más, viaja dos veces a la semana a Melipilla, El Monte y Talagante. En estas tres comunas retiran los pedidos de los más de 15 pequeños agricultores con los que trabajan. Los clientes tienen hasta las 16:00 del día anterior al despacho para hacer encargos a través de su página web. Fresh informa esa misma tarde a los agricultores, para que ellos cosechen. A veces, dependiendo del producto, los agricultores pueden cosechar incluso en la mañana del mismo día en que el producto será entregado. Así lo hace Yáñez, quien camina por entre medio de las dos filas de lechugas moradas de su invernadero a las 8:00 de cada martes y viernes, mientras cosecha las más grandes y bonitas para que la camioneta de Fresh las retire a las 11:00. Yañez está muy conforme con el trabajo en conjunto con Fresh & Co, pues le ha permitido alcanzar el 25 por ciento de las ventas que tenía antes de que comenzara la pandemia. "Pagan lo que corresponde para que un productor pueda volver a producir y se eche algo al bolsillo", afirma la agricultura de lechugas. Ahora, su ganancia neta es de más de 200 pesos por lechuga.

A unos 32 kilómetros de los invernaderos de Jaqueline Yáñez, en Melipilla, están las 7,5 hectáreas de terreno de Gonzalo Alvarado (50). Él es un hombre de campo. Su abuelo y su papá, al igual que él, dedicaron toda su vida a la agricultura. De hecho, vive en la misma parcela donde nació, terreno que se ocupa para cultivar más de 20 variedades de frutas y verduras.

Aunque algunos agricultores de la zona han optado por especializarse y solo tener un cultivo, a Alvarado le gusta la "agricultura familiar campesina", como la llama él. Prefiere que sus tierras tengan un poco de todo, desde ajíes y ajos, hasta zapallos y sandías. La agricultura antigua era así: sembrar de todo un poco para subsistir y también para vender. "Nosotros hemos ido en la misma línea, sembrando harta variedad de verduras, porotos, choclos, zapallos, papas. La idea es ser independiente, tener casi todo en la casa", dice Alvarado. Sus plantaciones, además, son orgánicas. Aunque es mucho más trabajo, porque debe limpiar y desmalezar sus cultivos a mano, prefiere que todo sea libre de químicos. Se acerca más a la agricultura tradicional. "No serán tan grandes como si le echas químico o abono, pero el sabor es otro. La gente que prueba se da cuenta del cambio", sostiene. En 2009 obtuvo la certificación de productos orgánicos del SAG. Gonzalo Alvarado estima que, con una gran cadena de intermediarios, algunas veces el precio al que él vende sus productos es casi un tercio del final. Por eso los ha evitado y él mismo se encarga de repartir a vendedores de la Ecoferia de La Reina y a una cooperativa de agricultores orgánicos. A través de esta cooperativa, Fresh logró contactar al melipillano. Fueron a visitar su campo, se conocieron y empezaron a trabajar juntos en diciembre del año pasado. Comenzaron con un plan piloto, con entregas pequeñas, pero como funcionó bien para ambos, han trabajado estrechamente desde entonces. El equipo Fresh lo visita dos mañanas a la semana. En invierno, como hay mucho rocío, se cosecha en la tarde, justo antes de que se haga de noche. Pero en verano se cosecha horas antes de que llegue el camión a retirar. Alvarado, con un sombrero que le protege el rostro del sol, recorre los senderos de tierra que hay delineados entre distintos segmentos de plantaciones, se agacha y cosecha lo que necesita para cada jornada."Lo ideal es que la persona cuando recibe el producto vea que es fresco, que tenga olor a campo", comparte el agricultor. Hoy, con Melipilla en cuarentena, el agricultor no tiene que moverse de su casa para vender y logra despachar sin costo, pues Fresh se encarga de todo, mientras a él le pagan el precio que corresponde por sus productos. Por ahora, los repartos solo están disponibles en La Reina, Las Condes, Vitacura, Lo Barnechea, Providencia y Ñuñoa. Pero el objetivo es llegar a todo Santiago a fin de año, si el levantamiento de la cuarentena en la capital lo permite. Lindeen confía en que van bien, pues mes a mes las ventas suben un 30 por ciento. Para ver el catálogo completo de los emprendedores destacados por la convocatoria “COVID-Colaboración y Vida” haz

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