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Diseño: Verónica Calderón[/caption]
Sinergia.
Nosotras partimos en industrias que son dominadas por hombres, y eso hace más difícil nuestra inclusión, en términos que aún existen mercados donde el rol de una mujer en un puesto no genera la confianza necesaria para meterse en un proceso productivo. Si bien nosotros tomamos en algún momento la decisión de contratar a algún gerente comercial que cumpliera con los cánones de estos mercados, fue mi equipo el que de alguna forma dijo que paremos, que no querían esto, que estaban comprometidos en un concepto de igualdad, que es trascendental para el manejo tanto del equipo y también hacia los clientes.
Potencial.
En cierta medida, innovar también es soltar, para poder defender una idea que tú sabes que puede provocar un cambio. Cuando sueltas parte de lo que tú crees, que es lo que te da toda tu espalda intelectual para enfrentar un problema, aprendes que hay herramientas que son más claves que otras. Habiendo encontrado esta idea, eres capaz de alguna forma de de visualizar que esta tiene potencial, que tiene impacto no solo económico a la empresa, sino que también puede llegar a tener impacto ambiental, un impacto social. Yo creo que eso es lo que me motiva de alguna forma. Más allá de los números, cómo puede ser trascendental una idea. Eso es lo que equilibra la balanza.
Resiliencia.
Uno de los costos personales de emprender es enfrentarte a ti mismo. Es un costo bien difícil, las mujeres sufrimos más el síndrome del impostor que el hombre. Eso significa que tú tienes que trabajar el doble pero por autoexigencia, ni siquiera es por condiciones externas. Ha sido un costo personal bastante alto. Hay un sacrificio por detrás bastante elevado para poder cumplir tus propias expectativas.
Conocimiento.
A veces no se valora el trabajo, el conocimiento y la pasión que pusieron los otros. La frustración más grande que viví fue en una de nuestras primeras exploraciones comerciales, donde nos sentamos con una empresa que nos planteó un desafío. Nosotros, súper entusiasmados, lo resolvimos e investigamos. Cuando ya nos sentamos con la solución hecha, sin haber negociado precio, la contraparte nos ofreció pagarnos solo 2 millones de pesos por toda la investigación,la inteligencia artificial y un montón de cosas. El equipo prefirió quemar el servidor antes que pasarlo por ese precio, porque fue desleal la negociación. Al final terminamos cerrando en un precio mucho más acorde a lo que valía y a lo que le generaba de beneficio a nuestro cliente.
Motivación.
Cuando nos dimos cuenta que había una oportunidad de emprender fue como descubrir el "elefante blanco" en la habitación. Siempre había estado ahí. Llevaba tiempo ahí, pero creo que no estábamos listos para descubrirlo. Yo trabajé muchos años en una empresa pesquera salmonera chilena. Pude conocer de primera fuente a las personas que trabajaban en la harina de pescado, y me di cuenta lo que para ellos significaba un punto más de proteína en la harina. Ellos conocen a las plantas productivas casi o mejor que a sus señoras. Por detrás, había un valor o una pasión que no se lograba rentabilizar en el precio. Yo creo que ese fue el gran gatillante que, de alguna forma, me permitió entender de que ahí había un mundo que se estaba perdiendo, que se estaba regalando la pasión de otros, y por ahí partió todo.
Pasión.
Yo creo que la innovación dejó de ser un concepto ajeno a las personas, y se convirtió en un estado mental. La innovación es el desafío constante desde todos los aspectos de tu vida, es parte del ser humano y es un estado mental que tú puedes escoger para enfrentar tu vida.
Comunidad.
El impuesto a los súper ricos tiene un trasfondo un poquito más profundo. Creo que las empresas chilenas y latinoamericanas se olvidaron del rol social que tiene la empresa, como generador de valor que tiene que lograr hacia la comunidad, de generar conocimiento, espacios, oportunidades. Creo que el impuesto viene a ser una respuesta a eso. De alguna forma, las empresas no están cumpliendo su rol social como tal, es algo más profundo que instalar un par de basureros. Una vez que pasemos del tema de los números, podríamos plantearle a los grandes empresarios cómo las empresas se tienen que volver a posicionar dentro de la sociedad como un ente gestionador.
Inspirar.
Me gustaría que esta tecnología que es de alto costo, fuera alcanzable y accesible por micro productores. Estamos trabajando con productores de maqui en una comunidad de La Araucanía, donde nuestro sueño es darle acceso a nuestra tecnología y que forme parte de su proceso, cosa que ellos puedan respetar su proceso de cultivo ancestral, y no responder a la eficiencia que el mundo occidental exige. Sueño con que puedan ser competitivos en el mercado y que otros más pueda alcanzarlo.
Riesgo.
Cuando decidí partir, perdí la estabilidad financiera, esa seguridad de llegar a fin de mes con el sueldo asegurado, de vivir tranquila. Pero por otro lado, gané las ganas de soltarme de esa seguridad financiera, aprender a vivir sin ella y saber que igual puedes deshacerte de cosas que quizás consideraban necesarias. Eso te alivia harto la mochila para de alguna forma lanzarte más, tener más valentía para enfrentar lo que viene y asumir más riesgos.
Imaginación.
El primer mes de pandemia fue horrible. Yo quería meterme bajo la cama y que esta cuestión terminara. Después del mes, comencé a verlo como una oportunidad de un estilo de vida diferente. Una de las motivaciones de emprender y generar nuestra propia empresa era que yo imaginaba un ritmo de vida diferente, más enfocado en la calidad del trabajo desarrollado, que en el tiempo sentado frente al computador. La pandemia siento que puso en valor eso.