Los carboneros de Lumaco
La implementación de nuevas tecnologías ha dado un impulso a la actividad económica del carbón vegetal de Lumaco, una centenaria tradición productiva que ha logrado unir a 37 familias en una cooperativa que busca revalorizar y extender el producto que han trabajado por generaciones. Hoy, en medio de la pandemia, los carboneros de la comuna sacan cuentas alegres tras meses de innovaciones.
Hace más de 30 años, cuando Álvaro Fernández estudiaba en el liceo, la producción de carbón era una de las principales actividades económicas de la provincia de Malleco, en la Araucanía. Él aprovechaba su tiempo libre para trabajar. Su tarea era repartir carbón vegetal en los alrededores de Traiguén. Subía a una carretilla el carbón que su tío trabajaba y almacenaba y lo llevaba de casa en casa. La producción de este recurso era parte de la tradición de su familia, heredada de su bisabuelo. En el sector dicen que es una industria de unos 200 años, y que se mantiene hasta el día de hoy. Durante la infancia de Fernández, trabajar el carbón era una odisea. En invierno la leña se mojaba. Debían dejar de trabajar cuando llovía, pues el agua entraba a los hornos que se hacían bajo tierra, como una especie de túneles con chimenea. Además, para poder salir con el carbón hacia otras ciudades desde Pichipellahuén, una villa carbonera de Lumaco, se necesitaba contar con una carreta arrastrada por bueyes. "Los caminos eran malísimos, puros caminos de tierra. Las carretas se enterraban en el barro. Eran cinco días para ir a Temuco y volver. A Traiguén eran dos o tres", cuenta Fernández, quien, a pesar de las dificultades, ha dedicado su vida a trabajar el carbón.
Los carboneros se unen
Aunque con el tiempo las carreteras y las camionetas redujeron las dificultades propias de la distancia, los carboneros se enfrentaron a un nuevo problema. A través de las nuevas vías de acceso empezaron a llegar compradores de carbón a Pichipellahuén, quienes se llevaban grandes cantidades, pero a un bajo precio, pues su objetivo era revenderlo en ciudades como Concepción y Temuco. Para hacer frente al bajo costo al que se comercializaba el carbón de la comuna de Lumaco, 37 familias de la zona crearon en 2018 la Cooperativa Carbonera y Silvoagropecuaria de Pichipellahuén. La organización busca revalorizar y dar un salto tecnológico en la elaboración del producto, para lograr comercializarlo a un precio justo dentro y fuera de La Araucanía. Pedro Ortiz, quien lidera la cooperativa, nació, creció y ha vivido toda su vida en Lumaco. Describe las carboneras como algo ancestral, pues incluso sus bisabuelos trabajaron en ellas. Sin embargo, siente que por mucho tiempo no se valoró el trabajo que hacían y no se les dio apoyo, lo que se veía reflejado en el precio que se pagaba por el carbón. El actual presidente de la cooperativa recuerda que el primero en acercarse y entregarles asesorías fue el actual alcalde de Lumaco, Manuel Painiqueo, quien los visitó y organizó reuniones con todos los carboneros de Pichipellahuén en 2017. Los incentivó a unirse en una cooperativa, porque así podrían hacer valer su producto y darlo a conocer fuera de la provincia. Álvaro Fernández, quien actualmente se desempeña como secretario y tesorero de la cooperativa, sostiene que tras organizarse lograron que cada uno de los 37 socios vendiera bolsas de 1,9 kilos del producto a 1.000 pesos más de lo que les pagan los compradores que visitaban Pichipellahuén. Según explica, las ganancias extra no solo benefician a las 121 personas de las familias carboneras, sino a toda la comuna. "Si uno tiene más dinero y va a un negocio de Lumaco, ese negocio también se está favoreciendo", dice Fernández.
Ayudar a modernizar
Con el objetivo de respaldar a la cooperativa carbonera de Pichipellahuén, CMPC implementó el proyecto Kuyulche, que en mapudungún significa "gente del carbón". La iniciativa busca dar un impulso a la actividad de los carboneros a través de nuevas herramientas, para que sus ingresos familiares crezcan y que el trabajo sea más eficiente. “El proyecto fortalece la cadena productiva del carbón, haciéndolo un producto con trazabilidad”, explica Mauricio Parra, jefe de Asuntos Públicos de CMPC Bosques. Si antes los carboneros debían dejar de trabajar en invierno debido a que la abundante lluvia de La Araucanía se metía en sus hornos subterráneos, hoy pueden trabajar durante todo el año, gracias a que la empresa entregó una hornilla metálica transportable a cada uno de los 37 socios de la cooperativa. El nuevo sistema permite acelerar el trabajo, pues las recargas ya no deben esperar una semana como pasaba con los hornos bajo tierra. Ahora, tres días bastan para cargar. CMPC también dotó a la cooperativa de dos galpones de almacenamiento con maquinaria. Sin embargo, para Fernández lo más importante fue la donación de dos camiones cerrados para el transporte y distribución del carbón. Antes no tenían y se les hacía difícil repartir las bolsas en sus propias camionetas. Gracias a los camiones, actualmente la cooperativa hace entregas por centenares en el mercado hortofrutícola de Chillán, la carnicería Noble Corral y el supermercado Kamadi de Concepción, además del supermercado Porvenir en Cañete, Curanilahue y Los Álamos. "Nosotros tenemos mejor salida del carbón ahora. Esas utilidades que se llevaban antiguamente los compradores y que vendían ellos más allá, nos está quedando para nosotros", cuenta Pedro Ortiz. Álvaro Fernández estima que sus ganancias son hasta un 15 por ciento superiores con los camiones, y confía en que cuando se aminoren los efectos de la pandemia se podría superar el 50 por ciento. Para fortalecer las ventas, este año la cooperativa su página web (kuyulche.cl).
Responsabilidad ambiental
Los miembros de la cooperativa han procurado que su carbón sea lo más amigable posible con el medio ambiente. Incluso en la bolsa se informa al consumidor que el carbón que acaban de comprar proviene de material forestal, por lo que el impacto a la naturaleza es menor. "No cortamos ningún árbol nativo para nuestra producción. Eso es muy importante, porque hay muchas personas que se dedican a hacer carbón y están haciendo daño al medio ambiente. La flora y la fauna hoy día es algo que tenemos que cuidar entre todos: amarla, cuidarla y tratar de protegerla", sostiene el presidente de la cooperativa. Si bien no existe una regulación en Chile sobre el carbón vegetal, CMPC envió muestras del producto estrella de Lumaco al laboratorio de análisis químico de la Universidad de Concepción. El informe sobre su composición arrojó que el carbón es una mezcla de 30 por ciento de pino y 70 por ciento de eucaliptus. Con esas proporciones, se procura que el encendido sea fácil y que el poder calórico se mantenga por más tiempo, para evitar emisiones de humo innecesarias. Como parte del proyecto, CMPC se comprometió a entregar el 50 por ciento de la materia prima, como despuntes de pino y eucaliptus que quedan tras las cosechas de plantaciones forestales. “Este proyecto es fruto de una alianza territorial entre nuestro vecinos productores de carbón, el municipio de Lumaco y CMPC, que busca mediante la innovación, el emprendimiento y criterios de comercio justo, generar desarrollo local poniendo en valor y visibilizando rubros tradicionales en las comunas donde tenemos operaciones forestales”, explica Mauricio Parra. El carbón de Lumaco se encuentra a la venta en el
, en el centro de Temuco.
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