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Cómo la marihuana “creepy” ha significado la extensión del narcotráfico colombiano en Chile

Este reportaje es parte de la serie “El avance de los carteles narcos en Chile”. Puedes leer los otros temas relacionados en el sitio de Investigación y Datos de LT.

Algunos la definen como “el prensado 2.0”. Su tráfico ha motivado el establecimiento de una ruta que comienza en el Valle del Cauca, en Colombia, y Santiago, donde Ecuador y Perú son pasillos. El modo de operación de los traficantes incluye sofisticados esquemas de blanqueo de dineros.



Morado” estaba en Chile, y las autoridades nacionales recibieron la alerta. El ciudadano colombiano, cuyo nombre real es Yeifer Stiven Rusinque, tenía como propósito recibir un cargamento de drogas proveniente de su país, con el objetivo de distribuirlo en Maipú y otras comunas de la Región Metropolitana.

A primera vista, Rusinque estaba lejos de parecer un narcotraficante. Se movilizaba en un discreto Chevrolet Spark y no había nada en su aspecto que denotara ningún tipo de ostentación. “Morado” era un nuevo tipo de actor en un nuevo tipo de negocio: el tráfico de la llamada marihuana “creepy”, una actividad que tiene sus propias particularidades y reglas.

Rusinque manejaba una oficina comercial de Western Union en Santiago Centro, y estaba siendo cuidadosamente monitoreado por la policía antinarcóticos de Estados Unidos, cuya oficina en Colombia advirtió de sus movimientos a la policía chilena el pasado 8 de marzo.

Fue esa información la que llevó al OS-7 de Carabineros a trabajar en un operativo que, unas semanas después, resultaría en una importante incautación. Los detenidos: Yeifer “Morado” Rusinque y otras dos personas. La mercancía: 240 kilos de marihuana “creepy” de origen colombiano.

Fue una incautación significativa, no tanto por el volumen de la droga requisada, sino por cuatro elementos que, a juicio de expertos en el área, están marcando las nuevas manifestaciones del tráfico de drogas en Chile: el nivel de penetración que están teniendo las organizaciones delictuales radicadas en Colombia, las nuevas vías para sacar el dinero en el país, el creciente interés de la DEA por narcotraficantes que operan en Chile y que se vinculan con bandas de traficantes que también delinquen en Estados Unidos y, por último, el boom de la “creepy”.

En un lado de la oferta está el Valle del Cauca, en Colombia. En el lado de la demanda, los consumidores chilenos, especialmente en zonas más vulnerables.

El tema no sólo preocupa a las autoridades policiales. Quienes trabajan en rehabilitación de drogadictos e incluso quienes abogan por una legalización del uso de la marihuana en Chile advierten sobre los efectos de esta droga y sobre la popularidad que ha alcanzado entre los consumidores chilenos.

El director ejecutivo de la Fundación Eutopía –que aboga por una nueva regulación para la cannabis–, Claudio Venegas, aclara algunos conceptos. “La denominación creepy es una palabra popular en Colombia que se utiliza para denominar ‘de cepa conocida’. Es como si dijera en Chile ‘tengo filete’. Es algo bueno, algo con linaje”, sostiene Venegas, quien además dirige la revista Cáñamo.

“El creepy es lo que en los 90 se conocía como el paragua, el prensado. Una marihuana de una calidad mediana, o abiertamente mala. En el proceso de prensado se le metían aditivos: es cierto que la prensada te daba un colocón más o menos grande, pero ya a esa altura no sabías efecto de qué era”, explica Venegas.

Aquel “colocón”, según describen fuentes que han consumido “creepy”, se traduce en un efecto muy potente y que puede incluso llegar a provocar alucinaciones. En el caso de Ángelo Henríquez (32), su consumo se tradujo incluso en pensamientos suicidas. Fue eso lo que lo llevó a buscar ayuda y comenzar un tratamiento de rehabilitación.

Hubo un tiempo que estuvo súper escaso el porro (cigarrillo de marihuana prensado de origen paraguayo), porque lo combatieron e hicieron decomisos, y ahí empezó a llegar el creepy. Cuando recién llegó era mucho más efectivo que el porro. Por ejemplo, de porro yo consumía tres a cuatro veces al día, y con el creepy fumaba dos veces y quedaba con el mismo estado o quizás más. Era mucho más.

Ángelo Henríquez

Parte importante del problema tiene que ver con las mezclas que contiene la “creepy”, que aumentan su capacidad de intoxicación y de dependencia. Esas mezclas también explica el bajo precio -y calidad- para el “consumidor final” y, por consiguiente, su mayor impacto en sectores más pobres.

Paradójico, en cierta medida, si se considera que parte de lo que hace de Chile un destino tan deseable para la producción de esta marihuana es su mayor poder adquisitivo en comparación con el resto de la región.

La ruta hacia el mercado ideal

La lógica, como en todo negocio, tiene forma de cálculo. Así lo expone el fiscal Occidente de la Unidad de Alta Complejidad, Sergio Moya.

“El valor en Colombia del kilo es de aproximadamente 100 mil pesos chilenos, y lo que se ha constatado es que el kilo al por mayor, puesto en Chile, cuesta alrededor de 4 millones de pesos. Entonces, el nivel de ganancia solo en la etapa de trasladado es muy elevado”, explica Moya, quien ha participado en reuniones con fiscales de la región para indagar sobre este fenómeno y coordinar acciones.

¿Y por qué Chile? Porque en el contexto actual, el poder adquisitivo que hay en Chile no se compara al de otros países vecinos. Y al estar la mayoría de las rutas internacionales cerradas o muy controladas, el lugar más interesante para vender, en términos de réditos económicos y hacer caja, es Chile.

Fiscal Sergio Moya

El flujo de la “creepy” hacia Chile también se ha convertido en un dolor de cabeza para los dos países por los cuales suele transitar esta droga: Ecuador y Perú. De hecho, fuentes de estos países indican que casi la totalidad de la “creepy” incautada en esas naciones en los últimos dos años tenía como destino Chile. Uno de los últimos casos ocurrió a fines de octubre del año pasado, cuando la policía peruana detectó en el poblado aimara de Tasapa, situado en el distrito de Zepita, provincia de Chucuito, dos toneladas de este narcótico. ¿El origen? El Valle del Cauca, Colombia. ¿El destino? Santiago, Chile. La mercadería fue avaluada en 12 millones de dólares.

El fenómeno transnacional y la constatación del alcance creciente de los brazos de los carteles colombianos ha motivado la coordinación de los fiscales del continente, a través de la Asociación Iberoamericana de Ministerios Públicos. En Chile, el enlace es el director de la Unidad Especializada en Tráfico Ilícito de Estupefacientes de la Fiscalía Nacional, Luis Toledo.

Nos fuimos dando cuenta de que de a poco se fue constituyendo una ruta hacia el sur, la que parte efectivamente en el Valle del Cauca, pasa por Ecuador, pasa por Perú y luego ingresa por vía terrestre en Tacna hacia Chile, o bien derechamente por Bolivia.

Luis Toledo, jefe de la unidad antidrogas del Ministerio Público

“Y cuando es marítima, desde los Puertos de Buenaventura, Callao, a los puertos chilenos”, añade Toledo.

En detalle, según investigaciones realizadas tanto por policías chilenas como por organismos extranjeros, la mercancía es sacada generalmente en pequeñas cantidades desde el Valle del Cauca y se agrupa en las inmediaciones de la ciudad de Pasto, fronteriza con Ecuador. Luego, cargan el vehículo con la “creepy” y cruzan la frontera. El camino continúa por Perú hasta llegar a Tacna, donde pasan a Chile y tienen su siguiente parada en Arica. Luego, los destinos más habituales: Antofagasta y Santiago. En estas últimas ciudades es donde están los receptores de la droga.

La PDI, por su parte, ha establecido que “en relación a la principal vía de acceso establecida en los procedimientos antinarcóticos, los lugares donde se incautó la mayor cantidad de esta droga corresponde al Complejo Fronterizo Chacalluta, Complejo Salar de Ollagüe, Complejo Colchane-Pisiga y el Aeropuerto Internacional Arturo Merino Benítez”.

El prefecto Roy Farías, jefe de la Prefectura Antinarcóticos y Contra el Crimen Organizado Norte, indica que si bien hay casos de ingresos marítimos, lo que se sigue privilegiando es la vía terrestre. Asimismo, sostiene que el acopio se realiza en las cercanías de la Ruta 5 Norte, lugar donde ocultan la marihuana en transportes de cargas pesadas.

“El Inválido” y el punto de inicio

Ubicado en el suroeste de Colombia, el Valle del Cauca está en la unión de las provincias de Cali y Buga, y debe su nombre al río Cauca, que cruza su llanura. Se trata de una zona agrícola muy relevante para la economía. Ahí se cultivan productos como caña de azúcar, arroz, cacao, café, plátano, yuca, trigo y maíz. Y marihuana. Si bien los grupos indígenas locales tradicionalmente han plantado cannabis, la inducción de variedades más potentes y el aumento explosivo por su demanda motivó el interés de grupos organizados y la mayor sofisticación de los cultivos. También el aumento de la violencia en la región.

Hace unos años se empezó a hablar de una “fiebre el oro verde” en la zona. Según han establecido investigaciones de la fiscalía colombiana y la DEA, prácticamente toda la marihuana conocida como “creepy” viene de ahí.

Uno de estos grupos es el Cartel Dagoberto Ramos, el que estaría tras el último envío interceptado en Chile por el OS-7 de Carabineros. Este grupo, según la información que manejan los organismos internacionales, es una disidencia de las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Los otros dos grupos que operan en la zona también tendrían elementos de la guerrilla, lo que para fuentes chilenas del área explicaría el interés de la DEA por desarticularlos y atacar sus brazos operativos.

En esta línea, en los últimos años las autoridades han señalado en especial a un hombre clave tras el negocio de la “creepy”. Se trata de Pedro Luis Zuleta Noscué, un ex FARC conocido como “El Inválido”, pues usa una silla de ruedas desde 1987, cuando sufrió un accidente en moto. Zuleta se unió a la guerrilla a los 12 años (hoy tiene 58), y llegó a ser jefe de finanzas de uno de los grupos más violentos de las FARC, el denominado Sexto Frente. Sobre él pesa desde 2018 una orden de extradición de Estados Unidos, por el delito de tráfico de drogas.

En esa época dio una entrevista a la revista colombiana Semana, donde negó ser un capo de la droga y decía que el cultivo de marihuana era muy popular en el valle “no porque tenga tanta rentabilidad, pero igualmente se dedica a eso porque no hay nada más para hacer”. También dijo que la popularidad de la marihuana de esa zona en el mundo se debía a “que es muy medicinal”.

Quienes han estudiado el fenómeno relatan que las bandas que operan en Cauca deben contar con la autorización de Zuleta para cultivar, y que éste les exige una especie de peaje si desean sacar la droga de ese territorio.

Esto ha evitado que estas organizaciones empiecen en nuestro país una guerra por territorio.

El OS-7 ha realizado un catastro de dónde ha aparecido marihuana “creepy” en los últimos años.

¿A qué banda corresponde qué territorio? Es algo que todavía es objeto de análisis por parte de las policías. “No puedo hablar, tengo familia allá”, suelen decir los ciudadanos colombianos detenidos en Chile, cuando se les pide ahondar en las operaciones.

La PDI, por su lado, suma más de 11 toneladas incautadas de esta droga en los últimos tres años. El mayor porcentaje fue requisado en las regiones Metropolitana, Coquimbo y Antofagasta. Eso sí, aseguran en la institución, Santiago era el destino final de casi toda esta marihuana.

Popular y tóxica

“La primera vez que la consumí creepy fue en la población El Castillo, en La Pintana. Tengo un familiar ahí, un primo, que me dijo llegó una marihuana que es súper buena, totalmente lo que uno busca y es mucho mejor que el porro”, relata Angelo Henríquez, quien desde hace cinco meses está internado en la Fundación Rehabilita de Pirque. “A esto se tiene que sumar que en esa época el cogollo se puso muy caro. El gramo subió a los 15 mil pesos, mientras que el creepy valía 5 mil pesos”.

“Es una droga que se mueve en las poblaciones”, dice Claudio Venegas, el director de la Fundación Eutopía y la revista Cáñamo. “Te aseguro que en el barrio alto prácticamente nadie fuma creepy. El usuario adulto responsable, gracias en parte al trabajo de educación que hemos estado impulsando, no anda buscando creepy. Un usuario medicinal jamás buscará creepy. Pero en Chile hay una cantidad de consumidores tan grande, que incluye los sectores populares y ahí el negocio lo maneja el dealer, que va a vender lo que quiera vender. Y lo que tiene para vender es creepy, que él mismo te va a decir que es la súper marihuana”.

Venegas sostiene que en ese sentido la “creepy” es “hija del tráfico (…) Por eso hay que regular. Si tú regulas, sabes quién produce, cómo lo produce, dónde lo vende y a quién se lo vende”.

Ángelo Venegas
Angelo Henríquez lleva cinco meses en rehabilitación de "creepy".

La descripción de la “experiencia de compra” resulta ilustradora para comprender cómo funciona el negocio de la “creepy” en la calle. Henríquez explica: “Últimamente en la población se vende a $ 2.500 o hasta $ 2.000 el gramo. Lo que sí, cuando llega el kilo, el entero como le dicen en el barrio, los traficantes lo procesan y de ese kilo hacen dos kilos, lo ‘patean’ (añaden otras sustancias para incrementar su volumen), y por eso lo venden más barato. Así, todo dependerá del traficante y la persona. Porque cuando tú vas al barrio, hay cinco personas que te venden y uno sabe quién vende el ‘creepy’ de verdad y cuál lo vende mezclado”.

Julio Figueroa, psicólogo especialista en dependencias, director del Centro La Esperanza Oriente y asesor de contenidos de Corporación La Esperanza, explica que es evidente que lo que se vende como “creepy” es mucho más tóxico que la marihuana tradicional. “Incluso en algunos decomisos para consumo se ha detectado la presencia de pasta base”, dice. “Ya no es solo fumar marihuana, es marihuana más un excipiente que generalmente es desconocido, y eso hace que sea más tóxica”. Figueroa añade que sus efectos son mucho más fuertes por los materiales por los cuales están prensados, que a veces son éter, otras veces chocolate y otras veces incluso bencina.

En tanto, desde la Fundación Rehabilita señalan que “es un tipo de marihuana mucho más adictivo, se enganchan mucho más fácil. Si en Colombia la mezclan con cocaína, acá en Chile lo hacen con la pasta base”.

Las nuevas “reglas del juego”

A nivel operativo, las organizaciones tras la “creepy” también han establecido sus propias reglas y buscan alejarse, lo más posible, de la clásica imagen del narcotraficante que opera en Chile. El fiscal Sergio Moya indica que para concretar las transacciones “se posicionan personas en Chile algunos meses antes, para que se hagan cargo del negocio, o bien ubican personas que hayan tenido un historial en el país, pero que en términos judiciales estén limpios”. Agrega que otro elemento “innovador” es que tampoco se han encontrado armas o importantes sumas de dinero.

Son personas muy discretas, de bajo perfil, incluso hemos podido interrogar a varios y tienen un nivel educacional no menor. Son personas bien preparadas, inteligentes, hábiles y que podrían pasar desapercibidas.

Fiscal Sergio Moya

Eso explicaba el modesto automóvil del principal operador del negocio en Chile, Yeifer “Morado” Rusinque.

Otro dato relevante es que ninguna decisión importante se toma en Chile. La compra se decide directamente en Colombia. Allá se hacen las principales transacciones de dinero, por lo que cuando la “creepy” toca territorio nacional, ya todo viene vendido.

“Se trabaja en Chile como a consignación. Es decir, la droga viene vendida desde el extranjero y acá solamente es distribuida a quienes ya la compraron previamente”, explica el fiscal Luis Toledo.

En cuanto al dinero resultante de este negocio, también hay una particularidad importante. Si bien los operativos en Chile han sido exitosos en cuanto a recuperar droga, las ganancias monetarias asociadas prácticamente no se han visto. Esto se debe, a lo menos, a tres factores.

El primero es que las principales sumas de dinero se pagan directamente en Colombia.

Segundo, porque los “agentes comerciales” han perfeccionado el sistema de envío de dinero a través de agencias de envíos de remesas y courier, estableciendo cuál es el límite para evitar sospechas y así dejar fuera de juego a los organismos fiscalizadores.

La tercera vía, y que es monitoreada por las agencias internacionales, es el uso de las criptomonedas. Este sistema prácticamente no deja un rastreo del origen ni del destino de las remesas, por lo cual se ha convertido en una opción interesante en este tipo de delitos.

Los ojos de la DEA

Otro gran “tip” que entregó la DEA al OS-7 de Carabineros data de enero del año pasado y, al igual que en el caso de marzo, se expuso en la audiencia de formalización. En esa ocasión, la agencia extranjera informó que habría ingresado a Chile un sujeto de nacionalidad colombiana, el que fue condenado en dos ocasiones en EE.UU. por tráfico de heroína, cuyo nombre era Paulo Tarquino. El organismo también informó que en Santiago de Chile tendría lugar una reunión entre un capo colombiano involucrado en trafico de drogas, apodado “El Paisa”, junto a otros sujetos. En dicha cita estaría presente Paulo Tarquino.

Ante esta información, el OS-7 presentó una denuncia y se designó al fiscal Moya para liderar las pesquisas. Por días Tarquino fue objeto de seguimientos, donde se observó una conducta reiterativa: habitualmente se estacionaba al costado de un camión blanco en el estacionamiento de un supermercado y sacaba bolsos de su interior. Dentro de estos, habían paquetes marcados con la frase “HELLO De El Paisa”. Cuando la policía concluyó que la anunciada reunión de capos colombianos no se iba a concretar, fueron sobre Tarquino y el camión blanco. Incautaron más de 2.170 kilos de marihuana “creepy”.

Desde la Embajada de Estados Unidos en Chile indicaron, ante las consultas sobre el rol de la DEA en estas operaciones, que “trabajamos de manera conjunta con nuestras contrapartes chilenas compartiendo nuestros conocimientos e intercambiando experiencias para enfrentar dichas amenazas”.

Muchas de las mismas organizaciones criminales transnacionales, del crimen organizado y organizaciones de narcotraficantes, representan una amenaza para las comunidades tanto de Chile como de los Estados Unidos.

Embajada de Estados Unidos

Para Luis Toledo, la transnacionalidad de este delito requiere volver a plantearse una serie de cosas: “Nuestro país debe empezar a coordinarse de una manera distinta, de una manera más coordinada y con una respuesta más eficiente de todos los órganos del Estado, que implique una respuesta efectiva al creciente narcotráfico que estamos teniendo”.

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