Narcocantantes: El peligroso vínculo entre la música urbana, las armas y las drogas
En los últimos dos años han sido detenidos más de una docena de artistas ligados al mundo del trap o el “mambo chileno” por distintos delitos asociados al narcotráfico. La tendencia preocupa a las policías. En tanto, los artistas del género luchan contra los prejuicios y hacen frente a las críticas.
Faltaban solo unos días para el fin del 2020 y en la población La Estrella de Pudahuel lejos del ambiente festivo que suele acompañar a esas fechas, lo que había era tensión. A una casa del sector, que sobresale del resto por sus grandes ampliaciones y las cámaras de seguridad que la rodean, funcionarios del OS7 de Carabineros hacían ingreso con fuerza y de sorpresa.
Ya adentro de la vivienda sobresalían un estudio de grabación musical y un galvano otorgado por YouTube por una relevante cantidad de reproducciones de un video en su plataforma. El objetivo de los uniformados era Fabián Riveros, un conocido productor y cantante del género musical denominado “mambo chileno” y que a la vez era el líder de una banda de narcotráfico.
¿El resultado de la denominada “Operación Riveros Record”? El hallazgo de distinto tipos de drogas ya dosificadas para su venta, fuegos artificiales, un arma de marca Ruger, cuarenta cartuchos 9 mm, casi $7 millones en efectivo. También, en el marco del operativo -que incluyó otras dos viviendas- se incautaron dos autos de alta gama. Hoy Fabián Riveros se encuentra en prisión preventiva esperando que termine la investigación en su contra y se inicie su juicio.
Sin embargo, desde la propia cárcel se las arregla para seguir activo en distintas redes sociales -plataformas que la mayoría de las veces utilizaba para publicitar su música- mandando mensajes a seguidores y rivales, incluso a través de live, como: “acá estamos en el tarro culiao con puros malditos habituales”.
Es tal la preocupación de Carabineros y la PDI que incluso en sus investigaciones dedican personal y tiempo para analizar los videoclips de estos artistas, los que en su mayoría son de alta producción. Ahí, muchos de estos cantantes plasman letras explícitas sobre el uso de armas y las drogas.
También en estas realizaciones ha llamado la atención la gran cantidad de niños y adolescentes ostentando armamento –que es imposible a simple vista verificar si son reales o a fogueo- y la utilización de vehículos de alta gama.
“Vamos observando lo que van mostrando ellos, a través de sus redes sociales, específicamente a través de los videos musicales donde hacen ostentación de vehículos de alta gama y también de armamentos”, explica el subcomisario de la Brigada Antinarcóticos de la PDI, Felipe Molina.
Asimismo, desde las policías señalan que el nivel de estos videoclips, muchos de los cuales superan el millón de reproducciones en YouTube, son realizados por productoras profesionales y que el pago a estas también es materia de investigación por el supuesto delito de lavado de dinero, proveniente de la venta de droga, que implicaría.
Todo esto tiene relación a la narcultura que se ha implementado y se ha arraigado en las poblaciones de nuestro país. La narcultura ha afectado a la sociedad y a este nicho en especial
Felipe Molina, subcomisario de la Brigada Antinarcóticos de la PDI
Una parcela en Melipilla. Hasta ahí llegaron en septiembre de 2020 funcionarios de la Brigada Antinarcóticos de la PDI para detener a David Israel Cornejo Gómez (27) cuyo nombre artístico es Chuky Indica, otro exponente del mambo chileno y el trap nacional que también era líder de una banda de narcotráfico.
Un arma marca Glock modelo 19, un arma marca Jule calibre 45, un arma de fantasía modelo J9, 2.116 gramos de clorhidrato de cocaína y 1.531 gramos de cannabis sativa, fueron algunas de las especies que la Policía de Investigaciones incautó en esa ocasión a la banda de narcotraficantes que lideraba el cantante y que operaba fundamentalmente en la población Santa Adriana de Lo Espejo.
Hoy, Chuky Indica se encuentra preso esperando que termine la investigación contra de él y su banda, pero al igual que Fabián Riveros se las arregla para comunicarse con sus seguidores a través de transmisiones en directo, fundamentalmente en su Instagram.
En una de ellas por ejemplo se le vio tomando contacto con personas que participaban del funeral de Rubén Alejandro Garrido Lucero (28) conocido como Goliack el brutality –quien también poseía antecedentes por tráficos de drogas- otro exponente dela música urbana y quien fue acribillado en septiembre pasado en Lo Prado. En esa transmisión en vivo dentro del centro penitenciario Chuky Indica incluso muestra un paquete con supuesta droga y habla del “pelotazo”, una de las formas que tienen los reos para ingresar sustancias prohibidas.
La lista suma y sigue. En septiembre de 2019 la PDI llevó a cabo una operación denominada “Los del mambo”. Tras tres meses de investigación se detuvo a cuatro personas dos de ellos cantantes de mambo y trap: Young Caris y Granmente. El balance: drogas (cannabis sativa y clorhidrato de cocaína) y una serie de armas; una escopeta calibre 12 y una pistola marca Astra; una arma y una pistola a fogueo modificadas para realizar disparos; dos pistola a fogueo; un revolver de aire comprimido, además de una serie de municiones.
Tanto la Fiscalía Metropolitana Sur como la Brigada del Crimen Organizado confirmaron entonces que las mismas armas que se utilizaban en algunos de los videoclips fueron las incautadas en el procedimiento que se llevó a cabo simultáneamente en las comunas de La Granja, Puente Alto, Maipú y El Tabo. Y aseguraron que su investigación reveló que la carrera musical que llevaban no era compatible con el nivel de ingresos que demostraban.
Una de las líneas investigativas apuntó al propio tráfico de armas. De hecho, se habló que más allá de la protección que podrían darles esas armas, estas podían incluso ser permutadas o arrendadas para cometer diferentes ilícitos.
A fines de 2020 una serie de asesinatos causaron terror en Maipú. Uno de los más impactantes y ampliamente difundido fue un tiroteo que hubo en plena feria navideña de esa comuna. En el marco de esos hechos criminales –que incluyen la muerte de un joven con 18 balazos- y tras la investigación liderada por la Fiscalía de Alta Complejidad Occidente, junto a la SIP y el OS9 de Carabineros, fue detenido Josué Salas Henríquez (24), un cantante de mambo y trap conocido como J-Emiliano.
La policía detuvo al exponente del mambo en una denominada “casa de seguridad”. Al interior de la vivienda se encontró pasta base, dinero en efectivo, gran cantidad de municiones de distintos calibres y una subametralladora Kel-Tec SUB-2000, internada desde Estados Unidos por la primera banda dedicada a dicho delito en Chile, la que fue desbaratada en la Operación Houston.
J-Emiliano no tenía problemas en sus videoclip de hablar explícitamente de la venta de drogas y la utilización de armas y mostrar vehículos de alta gama como Mercedez Benz. Era uno de los activos colaboradores de otros cantantes del género urbano y finalmente fue detenido y formalizado por tráfico de drogas y tenencia ilegal de armas. En prisión, donde espera la investigación en su contra, ha publicado algunas fotos con el propio Chuky Indica.
Otro de los exponentes del género urbano detenido recientemente es Miguel Barahona (18) conocido en el mundo de la música urbana como Miguel Mackalister. La PDI llegó a él tras las distintas ostentaciones de lujos y armas que hacía en sus redes sociales y en sus videoclips. Así, allanaron su casa –y otras cinco viviendas, deteniendo a otras tres personas- en la población El Castillo, en la comuna de La Pintana, en enero pasado, encontrando drogas, una balanza, $ 2 millones, fuegos artificiales. Fue formalizado por tráfico de drogas y es considera el líder de una banda narco.
El pasado 5 de mayo un nuevo episodio se sumó a la listas de actos ilícitos asociados a cantantes de música urbana. Ese día, Pablo Chill-E, uno de los artistas del trap más escuchados en Chile, fue detenido tras huir de un control policial y terminar impactando un automóvil Jaguar en un poste de alumbrado público, además de no portar salvoconducto, el vehículo en que circulaba el músico tenía la patente clonada tras haber sido robado en octubre pasado.
La Policía de Investigaciones entregó a La Tercera Investigación y Datos un listado con otras operaciones vinculadas al tráfico y a la música urbana como una del abril del 2020 asociada al grupo de traperos Shishigang donde se decomisaron 43 plantas de cannabis y se detuvieron a dos personas. También una de octubre de 2019 asociada a un integrante del grupo Croni K donde se incautaron casi tres kilos de cannabis.
Dando cara a los prejuicios
La boom de estas detenciones asociadas al narcotráfico preocupa al mundo de la música urbana y muchos de ellos luchan por derribar prejuicios.
Uno de los exponentes que habló con La Tercera, es Byron Fire (26) quien cuenta con millones de reproducciones a sus canciones en distintas plataformas y una importante fanaticada (más de 500 mil seguidores en Instagram). La madrugada del pasado 6 de abril fue detenido en el aeropuerto Arturo Merino Benitez cuando se disponía a viajar a Puerto Rico, en busca de internacionalizar su carrera. Él es acusado de cometer delitos de robo con violencia, lesiones y daños.
Desde su casa, donde se encuentra con arresto domiciliario, aclara de entrada que las acusaciones por las que fue detenido no son ciertas y si bien no entra en detalles - sostiene que su abogado le pidió no abordar el tema-, explica que su situación es consecuencia de una vendetta de alguien que trabajó con él y que se fue de su equipo en malos términos.
También explica que la utilización de armas en sus videoclips son parte de una actuación y no representan un estilo de vida ni su realidad. “Las temáticas que abordo en la música mía, en el mambo, son cosas de la calle, en que la gente se ve reflejada, cosas que van pasando en las calles, en las poblaciones, pero no es que nosotros queramos hacer eso, nosotros llevamos eso de la calle a hacerlo un show, una película en un videoclip”, recalca.
Si tú traficaí y me decí, sabí qué hermano, quiero que me hagaí un tema, te pago dos o tres millones de pesos’, yo lo voy a hacer porque es trabajo y yo vivo de la música. Yo no te pido el carnet y te meto al computador para saber si erí delincuente o no.
Byron Fire, cantante de música urbana
Byron Fire ha cantado en varios funerales de delincuentes, pero asegura que eso también es parte de su trabajo y que él no está asociado a hechos ilícitos. “Si tú me estaí pagando yo lo voy a hacer, como también le he cantado a gente que es de plata, de alta sociedad”, plantea.
Si bien tiene claridad que la música urbana y su estilo el mambo chileno son asociados a la “narcocultura” sostiene que “nosotros somos aparte de ese mundo y si a nosotros nos llama una persona que delinque para que le vamos a cantar uno como artista cede porque es trabajo y te están pagando bien”.
Byron Fire dice que quiere modificar su contenido musical y lo que plasma en su videoclip –por ejemplo su tema “Mambo para los presos” cuenta con cerca de 33 millones de visualizaciones- plantea que “cuando parte solo comete muchos errores, pero ahora con mi equipo de trabajo nos hemos dado cuenta de que realmente sí hay que dejar un buen mensaje y empezar a cambiar un poco las letras”.
“Los niños no lo ven como un show, piensan que es verdad y como salimos a veces con armas quieren hacer lo mismo y estoy entregando un mal mensaje, pero estamos a tiempo de cambiar”, añade el cantante.
Uno de los pioneros del trap en Chile es Jay Ferragamo (28). Desde su estudio de grabación, que se encuentra en el patio trasero de su casa en Renca, parte comentando que “la vida en los distintos barrios, ghettos, poblaciones, es una paralela a la normal que vive la mayoría de la gente. La vida de población es otros códigos, otras leyes, es muy distinto a las leyes comunes y corrientes que existen en la sociedad”.
Sin embargo, recalca de inmediato que “lo que es el tráfico está en todo el mundo, es un mal endémico, siempre va a estar y lamentablemente es una economía invisible, porque usted sabe el poder del narcotráfico y no podemos tapar el sol con un dedo. Entonces yo encuentro que asociar que esto es música para narcocultura, es para incitar al delito, están equivocados. La música es música, lo que haya detrás no es problema de la música”.
“Es un mal contenido, yo estoy llevando a futuras generaciones a hacer cosas por las cuales yo nunca debería haber pasado y tampoco voy a incentivar porque tengo un hijo y futuras generaciones que vienen detrás de mí y tengo que dar el ejemplo y asumo que me equivoqué”.
Otro de los precursores del trap nacional es Big Angelo (28). En su casa en la comuna de El Bosque explica que “la música de nosotros siempre ha estado ligado a la calle”.
Pero la gente que hemos estado en la calle y hemos venido de la calle, sabemos también que la calle es mala.
Big Ángelo, cantante de trap
“Entonces por ejemplo a mí jamás me vas a ver en un video con pistolas, jamás me vas a ver en un video con mujeres, no me gusta esa cuestión de las visitas fáciles”, añade.
Miguel Ángel, como es su nombre real, explica que si bien el trap en sus orígenes tiene relación con el tráfico y las casas de venta de drogas, él es sumamente crítico de las temáticas que están abordando en Chile. “De repente los cabros vienen y dicen somos todos malditos, andamos todos con pistolas, pero cuenta la otra parte también, que hay gente muriendo, que en la esquina después de que grabaste el video murieron tres personas de tres balazos, ¿cachai o no? Que hay un weón que está adicto en la esquina, que está adicto al mismo traficante al que tú le estai cantando”, recalca.
Así Big Angelo sostiene que “los cabros que venimos del trap, los que venimos del barrio y hacemos música, hip hop, nosotros no queremos más delincuencia, nosotros estamos haciendo la música porque queremos alejarnos de la delincuencia, queremos que los cabros nuevos se alejen de eso”.
Lizz Love (29), otra representante de la escena trap chilena, y en particular del neoperreo, explica que este género musical nació en Atlanta Estados Unidos y siempre ha estado ligado a las drogas, el tráfico, la prostitución, temas que se han intentado ocultar en la sociedad. “Esto es algo cultural, es el reflejo de nuestra sociedad, y el arte debería ser una canal para eso y si no entonces para qué existe”, plantea.
Y si bien dice que relatar esta realidad es parte del estilo musical en sí mismo, sostiene que “lo que a mí me preocupa principalmente, es que la gente no aspire a ser artista, no aspire a contar su historia, sino que aspire a ser drogadicto o aspire a tomar una pistola e ir a asaltar alguien”. En todo caso aclara que “toda la gente que está en la escena es gente buena, es gente honesta, leal, seguramente hay uno que no, pero de la gente que yo conozco, que está sonando, es gente que ayuda a su familia, que ayuda a la gente, que no tenía nada y con su creatividad construyó esto, no con el narcotráfico”.
Polimá WestCoast (23) es uno de los máximos exponentes del género en la actualidad, sus canciones y videoclips suman millones de visitas en diferentes plataformas. Él apunta a que la asociación de la música urbana y el trap a la narcocultura está dañando al género y aquellos artistas que están buscando “hacer las cosas bien”.
“El prejuicio y la narcocultura y todo ese tipo de cosas, obviamente nos generan un bloqueo a personas que no estamos haciendo ningún crimen, estamos haciendo música, estamos aportando a Chile con cultura, con música que no existía, con música urbana y espero que se pase pronto eso y que no existan ese tipo de barreras para los artistas, porque eso somos, hacemos arte”, puntualiza.
Su mensaje es claro: se puede vivir de la música urbana, cumplir los sueños sin tener que asociarse al narcotráfico u otros actos delictuales. “Se puede vivir del trap claramente, gracias a Dios yo estoy viviendo muy bien, tengo mi casa y mis cosas que he conseguido solo con trap, solo con música, porque la única vez que yo trabajé en mi vida, fui cajero de un local de comida rápida, trabajé tres meses, tenía que trabajar e ir a la universidad y no podía alcanzar la felicidad y las cosas que quería porque trabajando así no me alcanzaba para tener una casa ni nada ni ayudar a las personas como lo hacemos. Entonces el trap me ha dado esto, me ha dado mi vida y me va a dar mi futuro”, sentencia.
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