Achim Steiner: “El sufrimiento en Gaza no terminará una vez que la guerra cese”
De reciente visita en Chile, el administrador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y subsecretario general de la ONU entregó a La Tercera su visión de la crisis humanitaria en Gaza, la guerra en Ucrania y la ola migratoria venezolana, entre otros temas.
El 2 y 3 de mayo pasado, de forma inédita, Santiago fue por primera vez la sede de una reservada cumbre que congregó a los principales organismos internacionales del mundo, encabezada por el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres.
La cumbre de la Junta de Jefes Ejecutivos del Sistema de las Naciones Unidas para la Coordinación (CEB) reunió a los titulares de las agencias de Naciones Unidas, además de otras entidades internacionales, como el Banco Mundial y el FMI.
Entre los asistentes se encontraba Achim Steiner, el administrador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y subsecretario general de la ONU. En una entrevista por escrito, el ambientalista nacido en Brasil en 1961, pero con ciudadanía alemana y brasileña, comentó a La Tercera sobre los desafíos que enfrenta Chile y el mundo en materia de desarrollo, la crisis migratoria venezolana, la crisis humanitaria en Gaza y la guerra en Ucrania.
En el último informe del PNUD, Chile cae dos posiciones en el Índice de Desarrollo Humano, pese al alza en la medición, pero sigue liderando la región. A su juicio, ¿cuáles son los principales desafíos que Chile debe abordar en este ámbito?
En las últimas décadas, Chile ha logrado avances impresionantes en su desarrollo económico y social. Esto se refleja en el hecho de que su tasa de pobreza pasó del 68,5% en 1990, a solo el 6,5% en 2022, mientras su PIB ha aumentado en 2,6 veces durante ese período. Se observa también el progreso que el país ha hecho en el Índice sobre Desarrollo Humano que elabora el PNUD, y que considera aspectos de salud, educación y nivel de vida. Chile hoy se encuentra en la categoría de “desarrollo humano muy alto”, ocupando el lugar 44 entre un total de 193 países y territorios.
Sin embargo, en esta época de crisis recurrentes e incertidumbre, proteger los avances en materia de desarrollo y, a la vez, acelerar el progreso en desarrollo humano sigue siendo un desafío. El crecimiento económico en Chile se ha desacelerado debido a una caída persistente de la productividad y una reducción de la inversión privada. En este contexto, Chile, como muchos otros países en el mundo, busca nuevas formas de avanzar hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Esto incluye medidas para asegurar una mejor distribución de la riqueza e iniciativas innovadoras para proteger los ecosistemas.
También es clave abordar la brecha de género en la economía, especialmente considerando que el PIB per cápita de las mujeres es un 39% menor al de los hombres, lo que en parte se debe a una menor participación de estas en el mercado laborar. Tal como la iniciativa Equanomics del PNUD muestra, desmontar las estructuras económicas que generan y perpetúan las desigualdades de género es fundamental para permitir que millones de mujeres y hombres salgan de la pobreza, aumentar el PIB y avanzar hacia los ODS.
En un continente afectado por la crisis migratoria venezolana, ¿observa con preocupación el impacto que ese fenómeno está causando en países de América Latina, como el aumento de la xenofobia y de la percepción de inseguridad?
Los países de América Latina y el Caribe siguen afrontando un escenario sin precedentes en cuanto a movilidad humana y, tal como menciona, es un fenómeno de escala regional y podría permanecer así en el largo plazo. En los últimos cinco años, el panorama migratorio ha cambiado a gran velocidad: el número total de migrantes ha crecido un 7,5% y, entre esas personas, el número de quienes viven en otro país de la región ha aumentado en un 87,5%, alcanzando una cifra de más de 15 millones de personas.
A pesar de que la percepción sobre las personas migrantes en América Latina y el Caribe está alcanzando niveles preocupantes de rechazo, en el PNUD hemos aprendido -basándonos en la evidencia- que con las políticas adecuadas, la migración puede contribuir a las economías y el desarrollo tanto en los países de origen como en los receptores. Esto es notorio en ámbitos como el llamado “bono demográfico”, formación y habilidades (población migrante con alto nivel académico), o puestos laborales difíciles de cubrir (población migrante realizando labores que nacionales no buscan). Si consideramos lo anterior y el hecho de que esta dinámica de largo plazo tiene un importante impacto en la cohesión social, no hay duda de que la migración podría ser un acelerador del desarrollo, y debería ser abordada desde este enfoque.
Nuestro último informe, titulado ¿En qué situación están los migrantes en América Latina y el Caribe? (2023), elaborado en conjunto con el BID y la OCDE, concluye que los gobiernos de la región -dependiendo de sus capacidades- han integrado a las poblaciones migrantes y refugiadas tanto como ha sido posible. Esto se ha hecho como una forma de reducir narrativas negativas en torno a la migración y de permitir a estas personas que contribuyan a sus comunidades de llegada de la mejor manera posible. Sin embargo, los desafíos persisten en la región. Es momento de tratar la migración como un fenómeno de largo plazo y vinculado al desarrollo.
En julio de 2021, en medio de la pandemia, usted dijo al diario español El País que “si no actuamos ahora, los libros de Historia escribirán sobre nuestro fracaso”, recordando que “el desarrollo humano, tal como lo medimos en el PNUD, ha retrocedido por primera vez en 30 años”. A casi tres años de ese balance, ¿cuál es su diagnóstico actual? ¿Hay esperanzas?
El nuevo Informe sobre Desarrollo Humano 2023/2024 del PNUD evidenció que la recuperación significativa de la pandemia se limita en gran medida a los países de ingresos altos. Aún no es una recuperación para los países menos adelantados y de bajos ingresos.
En particular, el informe muestra que tras 20 años de avances, y por primera vez desde su medición, las desigualdades en el Índice de Desarrollo Humano (IDH) crecen entre los países que lideran el IDH y aquellos que lo cierran. Muchos países en desarrollo simplemente no cuentan con el margen fiscal para avanzar en sus prioridades de desarrollo, incluyendo inversiones en empleo, educación, salud o infraestructura pública digital, porque están destinando recursos al pago de intereses de sus deudas.
Hoy, la acción colectiva frente a los desafíos que trascienden fronteras, desde el cambio climático hasta la paz y la seguridad, avanza de manera lenta o se encuentra estancada por completo. La falta de confianza y el aumento de la polarización, ambos asociados con la inseguridad, exacerban esta paralización a nivel global.
El Informe sobre Desarrollo Humano hace un llamado a reimaginar el desarrollo como una salida a las distintas crisis que el planeta y las personas enfrentan hoy en día. Esto implica un cambio de agenda con énfasis en la cooperación multilateral y una reforma a los marcos actuales de financiamiento e inversión. Es también clave para asegurar que todos los países puedan cumplir su rol en abordar los desafíos existenciales como el cambio climático, que trascienden fronteras y demandan enfoques innovadores que superen la fragmentación internacional.
Sobre la situación en Gaza, usted reconoció en marzo que el mundo está presenciando “un colapso de las condiciones bajo las cuales la gente puede sobrevivir” sin suministros adicionales y una infraestructura que funcione. Y aun cuando la guerra no termina, el Servicio de las Naciones Unidas de Actividades Relativas a las Minas estimó que la Franja de Gaza no estaría limpia de artefactos y municiones sin estallar antes de 14 años. ¿Es optimista sobre la solución de lo que usted ha llamado un “desastre provocado por el hombre”?
Cada día en el que continúa en esta guerra se traduce en enormes y mayores costos para las personas de Gaza y del Territorio Palestino Ocupado, tanto en el presente como en el medio y largo plazo.
Después de los ataques terribles del pasado 7 de octubre, Gaza se ha tornado en un lugar de muerte y desesperanza.
La población de Gaza se encuentra en medio de una catástrofe humanitaria sin precedentes. La guerra ha forzado a alrededor del 80% de la población (2,3 millones de personas) a abandonar sus hogares, ha devastado pueblos y ciudades, y ha empujado al norte de Gaza al borde de la hambruna.
Y el sufrimiento en Gaza no terminará una vez la guerra termine. Los niveles sin precedentes en pérdidas de vidas humanas, la destrucción de capital y el fuerte incremento de la pobreza en un período tan corto de tiempo generarán una crisis grave en materia de desarrollo que amenaza el futuro de las próximas generaciones.
Con la guerra en Gaza entrando en su octavo mes, cerca del 60% de la población en el Territorio Palestino Ocupado vive hoy bajo la línea de la pobreza, de acuerdo con nuestras últimas estimaciones. Estimamos que los niveles de desarrollo han retrocedido hasta en 40 años en Gaza. En el mejor de los escenarios, y basados en nuestra experiencia de apoyo a la reconstrucción tras anteriores operaciones militares en Gaza, podría tomar 16 años -hasta 2040- reconstruir los hogares destruidos por la guerra, eso sin considerar las reparaciones de los edificios dañados.
La liberación inmediata de todas las personas tomadas como rehenes y un alto el fuego humanitario inmediato son las únicas maneras de facilitar los esfuerzos encaminados a atender las necesidades acuciantes de la población de Gaza a la escala necesaria.
Usted visitó Ucrania en 2023. Un año antes, un informe del PNUD revelaba que hasta 71 millones de personas de los países más pobres del mundo se enfrentarían a la pobreza como consecuencia de la guerra. ¿Se ha reducido hoy ese riesgo? ¿Por qué?
Ante todo, la guerra sigue teniendo un efecto devastador en las vidas y el futuro de toda Ucrania. Además, los efectos de esta guerra se sienten a nivel mundial. Cuando se inició, las exportaciones de grano desde el país, uno de los mayores productores globales, se desplomaron. Los precios de las materias primas se dispararon, afectando a las comunidades más vulnerables del mundo en una extendida crisis por el aumento del costo de vida.
La Iniciativa “Granos del Mar Negro”, mediada por la ONU—y a pesar de que Rusia se retirara del acuerdo posteriormente—, buscaba mitigar algunos de los efectos adversos asegurando la continuidad de la exportación de grano, aspecto fundamental para la seguridad alimentaria de muchos países vulnerables.
Vivimos en un mundo de crisis que se solapan. Mientras varios de los países de altos ingresos están teniendo una recuperación gradual tras la pandemia de Covid-19, muchos países en desarrollo siguen luchando para recuperarse. Varios de estos carecen de la capacidad financiera para impulsar sus agendas de desarrollo, en gran parte debido a la carga de destinar recursos significativos al pago de la deuda. Por ejemplo, los países de bajos ingresos destinan, en promedio, 1,4 veces más recursos en pago de intereses de deuda que al sistema de salud, una cifra sorprendente.
Al ritmo actual de progreso, 575 millones de personas seguirán viviendo en la extrema pobreza para 2030, lo que no difiere mucho del nivel de pobreza que existía en el mundo antes de la pandemia.
La reforma de la arquitectura financiera internacional, incluyendo nuevas medidas de alivio de la deuda para países en desarrollo, es ahora una necesidad primordial. Y, de hecho, muchos países en desarrollo están ya manos a la obra; esto se constata en el diseño e implementación de Marcos Integrados de Financiamiento Nacional en más de 85 países, acción que busca canalizar miles de millones de dólares (US$) para los ODS, incluyendo áreas clave como la reducción de la pobreza y la acción climática.
Este enfoque es un indicador del cambio profundo de mentalidad que está aconteciendo, donde la confrontación de amenazas compartidas y existenciales, como el cambio climático, junto a los imperativos morales, como la reducción de la pobreza, solo puede lograrse mediante esfuerzos a nivel global y nacional.
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