Desde niño que Jorge Ricci vivía cerca del Parque Forestal. Sus padres lo habían criado ahí, en un sector que por sus áreas verdes y su ubicación parecía perfecto. Sin embargo, en el último tiempo vio cómo el barrio fue cambiando.
La explosión del sector de Lastarria como polo gastronómico modificó el paisaje urbano. La tranquilidad se fue acabando paulatinamente. Luego, el estallido social cambió para siempre la vida de sus vecinos. Se tuvieron que acostumbrar al fuerte olor de las bombas lacrimógenas, a las barricadas en la puerta de la casa y a los enfrentamientos a diario entre carabineros y manifestantes. El barrio, como lo imaginaba, ya no existía más.
“Tenía mucho cansancio mental de estar viendo cómo llegaban las 18.00, venía la turba y uno tenía que arrancar de la lacrimógena. Hace años que tenía la idea de irme, hasta que di un pasito y me cambié de casa”, recuerda Jorge Ricci.
La misma situación debió enfrentar María José Tapia, quien hasta este año vivía sola en un departamento a un costado de La Moneda. Venía de Rengo y le gustaba aquella vida en el centro de la capital. A pasos del Metro, del Paseo Bulnes y de varios centros comerciales. Pero el estallido social vino a cambiarlo todo.
“Quería mantener una vida más tranquila. El agobio de tanta protesta, de tanta presión, fue súper agotador para mí”, dice ella.
Los dos cuentan que el ritmo de vida en Santiago siempre les pareció agitado. Los tacos, la neurosis de los peatones y la contaminación eran cuestiones negativas. La idea de emigrar siempre estuvo en sus cabezas. Faltaba un empujón. Todo lo que sucedió post 18 de octubre terminó por convencerlos. Y el encierro de la pandemia fue el punto final de su historia en la capital. Ambos decidieron cambiar de vida. Jorge a Chiloé y María José de vuelta a su casa familiar, en Rengo.
“Literalmente, quería arrancar de Santiago, de la vorágine. Me vine hace casi cinco meses a Chiloé, tengo que viajar por trabajo, pero procuro que sea lo menos posible. Fue un cambio mejor. Es otra vida”, dice Jorge Ricci, quien eligió Chiloé por el consejo de una hermana, quien se había ido dos años antes al sur desde Santiago.
“Volví a mi ciudad natal en marzo, con la esperanza de vivir una vida más tranquila, de recuperar mi salud que se vio muy complicada durante el último año”, comenta Tapia.
Los nuevos provincianos
Las inmobiliarias han notado este nuevo hábito. Gente de Santiago que quiere migrar hacia las regiones. Pucón, Coquimbo y La Serena son algunas de las ciudades preferidas. No hay diferencias entre el norte y el sur. El interés es el mismo. Aunque la tendencia empezó hace algunos años, la pandemia y el teletrabajo han acelerado los cambios. Se estima que muchas empresas van a seguir funcionando bajo esta modalidad y esto es una oportunidad.
“La pandemia tuvo mucha incidencia en esta decisión de compra. Esto lo podemos separar en tres etapas: muchos santiaguinos siempre han querido irse a regiones a vivir por un tema de calidad de vida. Con el estallido social comenzaron a incrementarse la posibilidad de cotizaciones y compras de propiedades y terrenos fuera de Santiago. Por último, la pandemia es el gran gatillador que incrementó la necesidad de mayor espacio”, asegura Cristián Martínez, fundador de Crece Inmobiliario.
La cuarentena en la Región Metropolitana hizo que muchas personas extrañaran el vivir con un patio amplio o con áreas verdes a disposición. Varios se mueven en búsqueda del lago, el mar o la montaña.
“En general, 2018 y 2019 exhiben números bastante similares. Sin embargo, en 2020 el escenario cambió. Sobre todo a partir del tercer y cuarto trimestre, en que se concentra el 61% de las cotizaciones de este año y en los que también se evidencia un aumento relevante en el número total de cotizaciones”, comenta Sergio Barros, director ejecutivo de Enlace Inmobiliario.
El precio de la vida en la capital también es un factor a considerar: la demanda por departamentos y casas ha hecho que el metro cuadrado suba de valor. En regiones se pueden encontrar viviendas con más espacio a un precio conveniente. Muchos buscan escapar de la burbuja.
“Un departamento de 60 m2 en Puerto Varas cuesta 4.800 UF. En Las Condes o Providencia podría costar entre 6.600 UF y 5.800 UF: estamos hablando de un 27% o un 17% más que en Puerto Varas, con vista al lago”, asegura Alejandro García-Huidobro, gerente comercial de propiedades Macal.
En la empresa, aseguran que Puerto Varas es la ciudad de mayor crecimiento en el valor de sus propiedades, con un 18%. Le siguen Rancagua (16%) y Concepción (15,3%).
Un estudio de Enlace Inmobiliario sobre los principales balnearios de Chile con ofertas relevantes, indica que los potenciales compradores se interesan en Coquimbo y la Serena (47%), Viña del Mar y Concón (34.5%) y Pucón y Villarrica (11%). “Entre 2019 y 2020 observamos un aumento del 25% en el total de cotizaciones de personas que actualmente viven en Santiago y que corresponden a proyectos ubicados fuera de la Región Metropolitana”, dice Sergio Barros.
La mayor conectividad de vuelos nacionales ha sido factor para que varias personas decidan invertir. Casi todas las capitales regionales cuentan con varios vuelos diarios hacia el aeropuerto Arturo Merino Benítez.
“Si revisamos encuestas de años anteriores, podemos descubrir que a muchas personas les atraía Santiago. Pero si les preguntabas si se hubiesen cambiado para irse a vivir a un lugar más tranquilo, más del 50% decía que sí”, comenta Barros.
El perfil del comprador, según Propiedades Macal, incluye a dos grupos mayoritarios. Los primeros son personas entre 60 y 70 años que están pensando en vivir por temporadas en regiones. Y un segundo grupo, el que va más al alza, está conformado por matrimonios jóvenes entre 30 y 40 años. En ambos casos, se trata de profesionales universitarios con una situación económica que les permite tener ahorros e invertir en propiedades.
“Hubo un boom de mucha gente preguntando por estas ciudades, Puerto Varas y Pucón. Antes era para segunda vivienda, pero ahora están cotizando para primera vivienda. Hemos vendido mucho, el doble o el triple de lo que vendemos habitualmente”, comenta Benjamín Reichhard, gerente comercial de Tricapitals.
Poder dormir
La voz de Jorge Ricci llega entrecortada desde Chiloé hasta Santiago por teléfono. Vive en el campo, dentro de un sector que queda a 30 minutos de Castro. La mala señal afecta las comunicaciones, pero se está acostumbrando. “Es de las pocas cosas malas que hay por acá”, dice.
Ricci pasó de un departamento en el corazón de la capital a una parcela llena de verde. Un cambio que ha notado en pequeños signos. El más notorio: ahora no tiene problemas para conciliar el sueño. Dormir en Santiago Centro no era fácil en tiempos de pandemia.
“Hay cosas que son más engorrosas que en Santiago. Son los costos asociados. Si quieres comprar algo tienes que esperar más por el envío o viajar para hacer los trámites a Castro. Pero la tranquilidad acá es impagable”, asegura.
En Rengo, María José Tapia también encontró una vida más llevadera.
“Encontré tranquilidad, seguridad, y fue un apoyo al bolsillo. En región es mucho más barato vivir que en Santiago. Eso fue importante para mantenerme estos meses”, comenta ella. El sueño también ha mejorado. “Duermo mucho mejor. Ahora tengo espacios como la montaña y el río para hacer deportes. Bajé de peso. Me trajo un sinfín de beneficios en términos emocionales y de salud”.
Ambos están trabajando de manera remota para sus empleadores. Ella como periodista y él en Marketing Digital.
En el futuro, María José proyecta volver a la capital solo para lo necesario: un par de reuniones y nada más.
“No extraño nada de Santiago. A los amigos, obviamente, y a la gente que conocí en los trabajos que tuve. Pero la verdad es que Santiago es una cosa del pasado”, dice Tapia.
Jorge Ricci cuenta que adaptarse no ha sido complejo. Los chilotes son cálidos y lo han hecho sentir bienvenido. Aunque no ha hecho tantos amigos, por la pandemia, sí ha conversado con vecinos. Las invitaciones a tomar once son una muestra de afecto en el sur. Y coincide: “Tengo que volver a Santiago para visitas médicas si es que no hay cuarentena. Pero para vivir, nunca más”.
Los dos volvieron a empezar sus vidas en regiones y no piensan mirar atrás.