“El Rey de Nueva York”, tituló Nick Paumgarten, periodista de la revista The New Yorker, un reportaje de octubre del año pasado en referencia a los elogios que recibía el gobernador de ese estado, Andrew Cuomo, por su manejo de la pandemia del coronavirus. Meses antes, en marzo, su hermano, Chris Cuomo, un destacado presentador de la cadena CNN, incluso le preguntó si acaso pensaba presentarse como candidato presidencial. Era la figura más promisoria de los demócratas y prácticamente una carta segura como aspirante a la Casa Blanca.

Pero todo eso cambió el martes, luego que el político de 63 años -casado hasta 2005 con una hija del asesinado senador Robert F. Kennedy- anunciara su renuncia al cargo que ejercía desde 2011, asediado por la presión tras la divulgación del informe de una investigación independiente de cinco meses que concluía que había incurrido en conductas que violaban las leyes estadounidenses y estatales. La pesquisa, que se detalla en un reporte de 168 páginas, concluyó que Cuomo toqueteó, besó o hizo comentarios insinuantes a mujeres, incluidas trabajadoras actuales y anteriores del gobierno estatal -una de ellas era policía-, y tomó represalias contra al menos una mujer que lo acusó de conducta sexual inapropiada.

Para el reporte se examinaron unos 74.000 materiales (documentos, correos, mensajes, fotografías) y entrevistaron a 179 personas para concluir que el gobernador Cuomo había asediado a 11 mujeres, nueve de ellas empleadas o exempleadas. “Nuestra investigación ha revelado que estos no eran incidentes aislados, sino que formaban parte de un patrón de comportamiento”, dijo en la conferencia de prensa Joon H. Kim, uno de los dos abogados al frente del caso.

Manifestación contra el manejo del gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, de los hogares de ancianos durante el brote de Covid-19, el 25 de marzo de 2021. Foto: AP

Cuomo, que ha insistido en su inocencia, por días resistió a las presiones y llamados telefónicos de miembros de su colectividad, incluyendo el mismo Presidente Joe Biden, para que abandonara el cargo, hasta que finalmente lo hizo. “En mi mente nunca he cruzado la línea, pero las líneas se han redibujado”, dijo el gobernador, cuya dimisión se hará efectiva el 24 de agosto. El político demócrata ha reconocido que mantuvo un trato “demasiado familiar” con sus subordinadas para los actuales usos sociales y pidió disculpas por ello, admitiendo que las había hecho sentir mal, pero negó que se propasara. “Yo abrazo a la gente, la beso, a hombres y a mujeres, desde que tengo uso de razón”, subrayó.

“Gastar energía en distracciones es lo último que debería hacer el gobierno estatal, y yo no puedo ser la causa de eso”, dijo Cuomo en un video compartido en redes sociales. “La mejor manera en que puedo ayudar es si me hago a un lado y dejo que el gobierno vuelva al gobierno”.

Andrew Cuomo habla durante una conferencia de prensa en Nueva York, el 24 de marzo de 2020. Foto: AP

Con su renuncia, Cuomo se libró de una posible salida mediante un proceso de destitución en la Asamblea Legislativa estatal. De hecho, este viernes esta instancia anunció que suspenderá su investigación para el impeachment una vez que el gobernador deje el puesto.

La vicegobernadora Kathy Hochul, demócrata del oeste de Nueva York, asumirá la administración del estado de más de 20 millones de habitantes hasta el final del mandato de Cuomo en diciembre de 2022, tal y como establece la Constitución estatal, convirtiéndose así en la primera mujer en ocupar el puesto.

Una figura promisoria

Cuomo es un neoyorquino y demócrata de tomo y lomo. Nació el 6 de diciembre de 1957 en Queens, en la ciudad de Nueva York. Se graduó de la Universidad Fordham, en el Bronx, en 1979 y obtuvo su diploma en Derecho en la Escuela de Leyes de Albany, en 1982. Luego dirigió el Comité de Transición para su padre, el entonces gobernador electo Mario Cuomo, y trabajó como asesor en su gobierno.

Posteriormente, fue secretario del Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de EE.UU. entre 1997 y 2001, bajo el mandato del entonces Presidente Bill Clinton. En 2006, fue electo como fiscal general del estado de Nueva York, cargo que mantuvo desde 2007 hasta 2010. Se trata de la misma oficina que investiga ahora, bajo el liderazgo de Letitia James, las acusaciones en contra de Cuomo.

Tras sus años como fiscal general se postuló y ganó las elecciones para gobernador de Nueva York. Asumió la gobernación en 2011, y luego fue reelecto en 2014 y 2018, en esta última ocasión obteniendo el 59,6% de los votos contra el 36,2% de su rival Marc Molinaro, del Partido Republicano.

Al igual que su padre (Mario Cuomo, exgobernador de Nueva York entre 1983 y 1994), Andrew Cuomo fue elegido para tres mandatos como gobernador y también nunca se presentó como candidato a la presidencia, a pesar de las especulaciones sobre sus posibles ambiciones nacionales.

Para los expertos, no fue sino cuando la pandemia llegó a Nueva York en 2020, que Cuomo salió de la sombra de su padre y fue visto como un modelo comunicacional a seguir, ya que realizaba conferencias de prensa diarias, las que eran televisadas, e incluso le valieron un premio Emmy. También escribió un libro sobre su eficaz gestión de la crisis sanitaria, aunque en realidad el estado se había transformado en un foco de contagio en el país.

En ese entonces la reacción del gobernador, que incluyó el cierre de escuelas y bares pese a que estas medidas aún no estaban siendo adoptadas masivamente, así como las conferencias de prensa diarias basadas en datos que ofrecía con el objetivo de alertar sobre el peligro del coronavirus cuando aún era subestimado por muchos -entre ellos el entonces Presidente Donald Trump-, le generaron una importante base de apoyo.

Según un sondeo del Siena College de abril de 2020, Cuomo tenía en ese momento una tasa de aprobación del 77% entre los neoyorquinos, incluyendo el apoyo del 90% de los demócratas, el 73% de los independientes y el 53% de los republicanos.

Andrew Cuomo junto a Joe Biden.

Cuomo, indicó el diario The Guardian, “se hizo conocido como un luchador callejero, político ambicioso y despiadado dispuesto a tomar represalias contra los enemigos percibidos cuyo estilo en privado a menudo alienó a los demás. Estuvo en constante desacuerdo con el alcalde de la ciudad de Nueva York, (el demócrata) Bill de Blasio, y una vez incluso se enfrentó a la suerte de un ciervo que se había extraviado en Manhattan”.

En este contexto, para muchos no extrañó la reacción que tuvo De Blasio cuando se conoció la renuncia de Cuomo. “Esto es el resultado de las sobrevivientes contando sus historias con valentía”, dijo.

Caída en desgracia

La suerte de Cuomo comenzó a cambiar cuando en diciembre pasado Lindsey Boylan, exasesora económica del gobernador y actual candidata a presidir el condado de Manhattan, lo acusó de acoso sexual, el que habría ocurrido durante los cuatro años que trabajó para el demócrata, algo que él ha negado. En una carta en el portal Medium, Boylan entregó detalles como la invitación que el político le envió para jugar strip poker cuando en 2017 ambos volaban “en su avión, pagado con impuestos de los contribuyentes” y en presencia de otros colaboradores y un escolta. En esa ocasión, Cuomo la inmovilizó con las rodillas, sentado frente a ella, proponiéndole jugar a esa modalidad del póquer que obliga al perdedor a ir sacándose la ropa. En otra ocasión, en 2018, Boylan asegura que Cuomo la besó en los labios cuando estaban a solas en su oficina.

A finales de ese año, presentó su dimisión. Los testigos de la invitación al strip poker señalaron a fines de febrero, a través de la secretaria de prensa del gobernador, que esa escena nunca sucedió. “Las mujeres tienen derecho a expresar su opinión”, dijo Cuomo en diciembre.

Una valla publicitaria muestra su apoyo al gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, el 13 de agosto de 2021 en Albany. Foto: AP

A esto se suma que en enero pasado se dio a conocer que una decena de altos cargos del Departamento de Salud Pública habían renunciado debido a los peculiares métodos de gestión de la emergencia aplicados por Cuomo, al rechazar los protocolos existentes, aprobados por expertos, para aplicar su propio modelo de vacunación, a la vez que desautorizaba públicamente el criterio de éstos.

Como si fuera poco luego se conoció que el estado de Nueva York había mentido sobre la cifra real de muertos por el coronavirus. Cuomo se vio obligado a admitir que el número de fallecidos se elevaba a unos 15.000, en vez de los 8.000 que su administración se empecinó en declarar durante meses.

El ocultamiento de los datos gatilló una investigación del fiscal federal del distrito este de Nueva York y del FBI, lo que puso a Cuomo en la mira de los demócratas.

Andrew Cuomo habla durante una conferencia de prensa en Nueva York, el 10 de mayo de 2021. Foto: Reuters

A todo lo anterior se agregó el escándalo de marzo, cuando la prensa estadounidense dio a conocer que Cuomo dio prioridad a familiares y aliados para que se hicieran pruebas para el Covid-19 al inicio de la pandemia, cuando estos test escaseaban y el estado se convertía en el epicentro de la enfermedad. Además de priorizar a miembros de su entorno, las pruebas que se les hacían también se anteponían en el laboratorio, con capacidad solo para analizar centenares de tests al día al comienzo de la pandemia.

En muchas ocasiones el estado desplegaba médicos a domicilio para realizar las pruebas, que luego se escoltaban hasta el laboratorio en Albany por policías estatales para acelerar el proceso. En el laboratorio, las muestras se manejaban con secretismo, marcadas solo con iniciales o números.

Entre los que se beneficiaron del trato especial se encontraba el hermano del gobernador, el presentador de CNN Chris Cuomo, y su familia, quienes fueron examinados varias veces en la fase inicial de la pandemia. La madre del gobernador, Matilda Cuomo, y al menos una de sus hermanas también pudieron aprovechar las pruebas administradas por el estado, dijeron dos personas a la prensa, según consigna The New York Times.

En medio de todos estos escándalos, Cuomo nunca pareció arrepentirse. De hecho, tras su dimisión muchos columnistas criticaron esta actitud. “El hecho de que Cuomo renunciara sin pedir perdón y aparentemente sin saber que el mayor logro del Presidente Joe Biden en su primer mandato -un acuerdo bipartidista sobre infraestructura- acababa de ser aprobado por el Senado, fue algo decididamente en el estilo de Cuomo”, escribió CNN.