Aníbal Mosa: "Se me ocurrió lo de Harold haciendo bikram yoga"

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Aníbal Mosa, posando en la Casa Alba. Foto: Juan Pablo Sierra.

El presidente del directorio de Blanco y Negro, de regreso en el cargo hace tres meses, muestra su lado más íntimo.


"Este es el lugar que más me gusta", dice Aníbal Mosa (Al-Qamishli, Siria, 6 de abril de 1967), mientras se instala en el casino de la Casa Alba, el lugar donde residen algunos talentos del fútbol joven de Colo Colo, el club que preside nuevamente desde abril. En la mesa hay tres paquetes de chocolates Kit Kat, que regala a las funcionarias que se acercan a saludarlo. El empresario cuenta que se cuida bastante con las comidas y evita los azúcares. "Hace 25 años era guatón. Dejé todas las bebidas. Tomé la decisión de nunca más tomar un vaso de bebida en mi vida. No tomo bebidas, no tomo jugo, no como helado ni galletas", explica. Los trabajadores lo reconocen y le entregan su afecto. Esta escena será frecuente durante los 38 minutos de conversación con La Tercera Domingo, en los que se moverá por temas que van mucho más allá del fútbol.

¿Cómo llegó a Chile?

Llegamos con mi familia el 26 de septiembre del 73. Lo estaba preparando nuestro papá un año y medio antes. Era irse a Canadá, donde estaba parte de la familia, o a Chile, donde estaba otra. Un tío de mi mamá, José Bayelle, le mandó un contrato de trabajo a mi papá para que pudiera entrar al país.

Viajaron pensando en un Chile gobernado por Allende, y llegaron a uno manejado por los militares.

Mi padre venía de una tendencia política, que es el Partido Baaz, de izquierda, de los trabajadores de Medio Oriente. De los más importantes. Sus fines no eran políticos, sino buscar un mejor porvenir para su familia. Estuvimos un par de días en Santiago, y este tío nos vino a buscar y nos radicamos en el sur. Allá no se notó tanto el golpe, ni las tropas en las calles; llegamos a un lugar súper tranquilo, a Río Negro. Ahí estuvimos 45 días en la casa del tío José y luego nos instalamos en Frutillar Alto.

¿Cómo aprendió español?

En la Escuela Número 10 de Frutillar Alto. Al poco tiempo, nuestro papá nos matriculó en la escuela pública a los tres hermanos para que aprendiéramos el idioma y después, en la tarde, poder enseñárselos a ellos en la casa.

¿Y antes de eso se hizo colocolino?

Fue paralelo. Me encontré con niños que jugaban a la pelota en una cancha de tierra que tenía la escuela, llena de piedras y ripios. No conocía este juego ni sabía qué hacían. Y me dicen: "Te vamos a llevar a ver un partido de fútbol profesional". Tenía unos siete años. Había dos o tres televisores en todo el pueblo y una señora tenía uno IRT Alba, de 14 pulgadas, blanco y negro. Yo tampoco había visto un televisor en mi vida. La señora Sonia, por un escudo, pasaba películas los sábados y el domingo ponía fútbol, TVN. Y justo estaban repitiendo el partido en el que Caszely entra con pelota y todo, contra Emelec. Eso debe haber sido a mediados del 74. Así conocí el fútbol.

Su cargo hoy tiene casi tanta visibilidad como la del Presidente de la República. ¿Lo nota?

Sí. Uno, afuera, no lo dimensiona, y, adentro, te cuesta dimensionarlo. El equilibrio es estar permanentemente aterrizado. Es un cargo muy expuesto y de mucha visibilidad. Pero también tiene otra parte bien agradable; este puesto puede generar sensaciones de alegría a ocho o nueve millones de personas. O frustración. Pero qué bonito es poder tener ese desafío de decir: "sabís qué más, yo voy a colaborar para que más de la mitad de este país pueda ser feliz un sábado en la tarde o un domingo". Eso es maravilloso.

¿Cómo fue ese día en que Vial y Ruiz-Tagle recuperan de repente la presidencia?

No me lo esperaba. Soy bastante ingenuo para algunas cosas. Pensé que me habían ganado bien. Con los días, me di cuenta de que no había sido tan así y que mi gestión tampoco era lo desastrosa que decían. Sentí que tenía que volver, había dejado algo inconcluso.

¿Recuperó el sillón con dinero o con astucia?

Con ambas, y mostrando un proyecto.

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Aníbal Mosa, posando al lado de las canchas de entrenamiento del Monumental. Foto: Juan Pablo Sierra.[/caption]

¿Cómo llega al nombre de Harold Mayne-Nicholls para su proyecto?

Se me ocurrió lo de Harold haciendo bikram yoga, una disciplina a 40 grados. Un sistema de salud que te sana. Practico seis veces a la semana. Estaba en eso y el día anterior yo había hecho una lista mental de quiénes podían ser los dirigentes importantes que tiene este país. Y dije: "aquí lo que tenemos que hacer es colocar a alguien que sea un aporte, que tenga credibilidad y que hagamos la pega".

Ya no ocupa su célebre "cómo se llama", como muletilla. ¿Trabajó en su oratoria?

No, no me ha asesorado nadie todavía, pero he tratado de manejar algunas cosas.

Otra cosa: ¿quién le dice qué vestir?

Yo veo cosas y las compro. No tengo nadie que me diga.

¿Se considera vanidoso?

Diría que de repente un poco, pero ya no.

¿Cree en Dios?

Yo creo en el ser humano.

¿Y en Carabineros y las Fuerzas Armadas?

Yo sigo creyendo en el carabinero de a pie, el que está en la calle. Situaciones complicadas hay en todas partes, pero las Fuerzas Armadas, su mayoría, son súper profesionales. Basta con ver al otro lado de la cordillera cómo son las cosas.

¿Mantiene que Colo Colo es de izquierda?

No voy a hablar de eso porque me voy a meter en un forro.

Pero usted sí sigue siendo de izquierda.

Sí, tengo una tendencia de izquierda en cuanto a lo que significa la sociedad misma y el ser humano como centro.

¿Por quién votó?

Voté por Guillier en las dos vueltas.

¿Qué le ha parecido el gobierno de Piñera?

No me quiero meter en la política.

¿Qué piensa de Bashar al-Assad?

Bashar al-Assad es el Presidente de Siria y tiene la misión de reconstruir el país y dar la posibilidad de que los sirios vuelvan a Siria.

En Occidente su figura ha sido demonizada.

En la guerra civil siria, lo único que te puedo decir es que había cinco estados guerreando. Estaban los rusos, los americanos, Al Qaeda o Isis, y el mismo gobierno. Al final, la única perjudicada fue la gente, que todavía está botada en campamentos en Alemania, en Beirut, en Jordania. Estuve por última vez en Siria en 2010, bautizando a un sobrino. Estuvimos donde nacimos, en Al-Qamishli, y al otro año revienta esta cuestión. Fuimos a ver lo que sucedía en las costas turcas. Y era desastroso, se estaban muriendo los niños, infecciones… Ahí decidimos ayudar. Nosotros somos chilenos de sangre siria y no podemos olvidarnos de dónde venimos.

¿Qué dice de la política migratoria de Chile?

Chile es un país de migrantes, el que no quiera entender eso está equivocado. Vas al sur y lo que han hecho los alemanes es maravilloso; los campos, los caminos desde Valdivia. Vas a Punta Arenas o Antofagasta y los croatas han hecho pegas maravillosas. Nosotros mismos, los árabes, hemos sido una contribución a Chile desde mucho antes. Los migrantes son un aporte. El país no debe olvidarse de que su gente también fue recibida en otras partes.

¿Matrimonio igualitario?

De todas maneras. El que se quiera casar que se case con quien quiera.

¿Adopción homoparental?

También.

¿La homosexualidad es tabú en el fútbol?

No. Yo, que he estado metido harto tiempo en camarines, creo que no es tema.

¿Flexibilidad laboral o 40 horas?

Cuarenta horas.

¿Cómo se podría manejar eso en Colo Colo?

Cuarenta horas con flexibilidad.

¿Qué opina de los representantes?

Tienen su labor. De repente se les excede la mano en cuanto a estirar el elástico en la negociación, y quedan más perjudicados los muchachos. Ahí hay una falta de tino.

¿Y que sean dueños de clubes?

No me parece para nada. Eso es otra cosa. Cada niñito con su librito. El dueño del club es el dueño del club, el representante es el representante y el jugador es el jugador.

¿Por qué cierran la puerta a Mati Fernández?

Lo van a ver Marcelo Espina con Mario para fin de año. Las puertas no están cerradas para nadie, y mucho menos para Matías.

¿Le gustaría que renovara Valdivia?

Sí, claro. Hemos estado conversando con el Mago. Dos o tres reuniones ya. Es un tema importante, el Mago es importante para nosotros.

¿Dónde encajará Paredes tras su retiro?

Puede partir a Europa a capacitarse uno o dos meses, ser el veedor de los juveniles... Pensé que se le podría abrir la veta de querer dirigir, pero parece que no. La institución tiene hartas cosas y el Tanque tiene su espacio.

¿Es muy consentidor con los referentes?

Sí, soy cercano a ellos. Pero cuando tengo que decirles las cosas por su nombre, lo hago. Tenemos una relación afectiva, pero también tenemos una relación profesional.

¿Colo Colo no es lo que diga Paredes u otro?

Colo Colo es una institución que tiene un directorio, un presidente, un gerente, un estamento, que tiene que funcionar bajo esas reglas. Esteban es un grande, lo queremos mucho, igual que a Valdivia, pero aquí hay una estructura que tenemos que respetar todos. Porque Esteban se va a ir, yo me voy a ir, pero Colo Colo va a seguir existiendo. Nadie está por encima de la institución.

¿Le gustaría ver a la U en Primera B?

No, para nada. Más allá de nuestra rivalidad, le hace mal al fútbol que la Universidad de Chile esté tan abajo en la tabla.

¿Le gusta la forma de juego de Colo Colo?

No podemos hacer una evaluación por un partido o dos. Estamos segundos en zona de Libertadores. Aquí lo importante es instalarnos en fase de grupos.

¿Y a fin de año revisarán el contrato de Salas?

No hay que revisar nada. Mario tiene contrato por dos años y este sería recién el primer año. Estamos contentos con su trabajo, estamos en las posiciones que queremos. Tiene una mirada hacia los jóvenes que nos interesa. Nos interesa que ponga esta mixtura entre los de más edad y los de menos edad.

¿Y no le dicen nada por ser tan expulsado?

Sabe que se le va de las manos y lo está trabajando. Ojo, que en el día a día no es esa persona que se ve cuando expulsan. Es completamente agradable, conversador, afable.

"No busco que me recuerden"

¿Usted se considera feliz?

Es que la palabra felicidad es bien amplia… Pero tranquilo podría decir que sí estoy.

¿Qué le falta para ser feliz?

Es que la felicidad es un estado. Un día estoy eufórico, contento porque gané un partido u otra cosa. Pero le doy gracias a la humanidad por estar vivo y poder ser un aporte.

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Aníbal Mosa cumplió tres meses al frente del directorio de Blanco y Negro. Foto: Juan Pablo Sierra.[/caption]

Hace años habló de problemas con el alcohol. ¿Cómo lo manejó?

Dejándolo o buscando los equilibrios. Cuando se pierden los equilibrios nos vamos para un lado y otro. Pero con equilibrio, con autorresponsabilidad, y ahí también entra el yoga.

¿Recibió alguna ayuda profesional?

No. Fue una etapa de mi vida en la que perdí a mis padres, dos o tres años en los que anduve divagando por la vida. Entre el 86 y el 90. Mi mamá murió el 84 y el 86 murió mi papá.

También ha tenido altercados…

Es parte del aprendizaje y son temas superados. Estoy más tranquilo, tengo una responsabilidad muy grande, que es Colo Colo.

¿Es rencoroso?

No. Hace muy mal. Es una de las posibilidades de que te agarres cáncer.

¿El mayor acierto de su vida?

Haber llegado a Colo Colo.

¿Y el mayor error?

No podría nombrar uno. Cometí muchos.

Si pudiera enmendar uno, ¿cuál sería?

No haberles dicho a mis padres, cuando estaban vivos, que los quería. Eso me faltó decirles. Ese es el error más grande de todos.

¿Cómo le gustaría que lo recordara la gente?

No sé. No tengo ninguna intención de que me recuerden. No busco eso.

¿Se ve viviendo muchos años?

No, no me veo viviendo muchos años tampoco, pero sí me gustaría que los colocolinos se acordaran de mí por haber sido la persona que encabezó un directorio y un proceso en el que vamos a construir un estadio, el mejor de Chile para los próximos 30 años. Eso sí me gustaría. Este gallo lo partió.

¿Y ganar la Libertadores?

Los temas deportivos son complejos, no los podemos asegurar, porque mañana pega en el palo… Pero sí hay un trabajo en infraestructura en el que estamos muy atrasados.

¿Cuánto costará modernizar el Monumental?

No tengo un valor exacto, pero muchos millones de dólares. Sobre 30 millones. Tenemos un par de caminos y un calendario para ir después del 18 a Europa a tres o cuatro reuniones.

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