Para cualquier mortal, fracturarse una costilla es sinónimo de mucho dolor y de varios días de reposo en cama. Para Bárbara Riveros no fue impedimento para alcanzar una cuarta clasificación consecutiva a los Juegos Olímpicos, algo muy poco común en triatletas. Pero no para ella, que a sus casi 34 años, sigue sintiéndose competitiva tras ser 25ª en Beijing 2008, 16ª en Londres 2012 y quinta en Río 2016.

El infortunio ocurrió en una prueba del World Triathlon Championship Series, en Yokohama, el 16 de mayo. Una caída en bicicleta la hizo enterrarse el codo en la novena costilla, lo que derivó en una fractura, que la obligó a perderse la fecha de Portugal, en un momento en que la clasificación a Tokio se veía como algo muy difícil. “A las dos semanas volvió a correr en Italia, llegó vendada completamente y tuvo que apretar los dientes para controlar el dolor. Se dio lo que pensábamos y se escapó en el grupo de avanzada. Terminó séptima, porque ya no podía correr más y el dolor era muy intenso, pero agarró muchos puntos. Después fue a Leeds y remató 26, en una carrera donde estaba lo mejor de lo mejor, lo que permitió cerrar la clasificación olímpica”, recuerda su padre, Agustín Riveros.

Para Felipe van de Wyngard, extriatleta y actual gerente de la Federación de Triatlón, la decisión de Chicka fue muy valiente. “Yo no hubiera competido para esperar que la fractura consolidara mejor, pero ella con su experiencia igual fue a Italia y gracias a ese resultado aseguró gran parte de la clasificación”, destaca.

Frente a estas dificultades, tanto ella como su entorno apuestan por la cautela. “Siempre tuve mucha duda de Tokio, los últimos años han sido difíciles y tras la caída en Yokohama me ha costado tomar un nivel; perdí mucho fitness, mucho entrenamiento. Estoy fuera de forma y no sé si lo pueda lograr en las cuatro semanas. Haber clasificado ya es importante, va a ser muy difícil mejorar lo de Río, pero no me voy a rendir en la lucha”, reconoció recientemente, en una conversación con TriChile.

En esa misma instancia, también admitió que en Japón probablemente dispute sus últimos Juegos Olímpicos, ya que no está en sus planes emular a Érika Olivera, quien compitió en cinco, convirtiéndose en la chilena con más participaciones en la cita. “Soy súper honesta conmigo misma y no voy a unos Juegos a participar o igualar o hacer un número. Me cuestioné mucho ir a Tokio, a mí me gusta ir para estar en la pelea. Si me doy cuenta de que estoy dando la hora, seré la primera en bajarme. De poder clasificar a unos quintos, a lo mejor podría, pero a mí me gustaría estar con las mejores del mundo y no lo tengo en mente”, admitió.

A pesar de que el panorama no es el óptimo, la mentalidad de Bárbara es de una deportista top. “Lo más relevante es mantenerse en un alto nivel competitivo por más de 15 años. Eso es increíble. Más allá de proyectar un resultado, el estar en este nivel es súper destacable”, resalta Van de Wyngard, mientras que Agustín Riveros confía plenamente en el temple de su hija: “Ella va a ir a dar todo, pero estamos sujetos a cosas extras; que su recuperación sea completa y que la carrera se le pueda dar. Es un circuito muy trabado y hecho para las mejores nadadoras y mejores ciclistas. Pero si tú me preguntas a mí, ella es una guerrera. Aunque también siempre le he dicho que todo lo que viniera después de Río, era un regalo”.

El análisis técnico que hacen en la Federación apunta a diversos aspectos en lo que debe enfocarse. “Ella tiene que concentrarse en la natación y el trote. En la bici, el circuito es plano, pero muy técnico. Cada giro son ocho vueltas de cinco kilómetros y cada vuelta tiene 18 curvas de entre 90 y 180 grados. En total, son 140 ó 145 curvas que tienes que tomar y, cuando vas a alta velocidad, se requiere un buen manejo técnico. Sin duda que eso es un punto a favor, pero tiene que nadar bien para ubicarse en una buena posición en el ciclismo y levantar en el trote”, advierte Van de Wyngard, quien añade: “Ella siempre ha sido muy buena ciclista y corredora. Antes de la lesión, no estaba corriendo tan bien; su nivel había bajado o el resto del mundo levantó, pero siempre le ha costado más la natación. Sin embargo, necesita mejorar también en el trote, que es donde se define la carrera”.

Actualmente, la deportista se encuentra en los Pirineos franceses buscando su puesta a punto y entrenando con seleccionadas de Australia, Estados Unidos y Gran Bretaña. Es decir, preparándose con la élite.

Las distancias largas y el legado

Bárbara Riveros clasificó oficialmente a los Juegos Olímpicos de Tokio. Foto: triathlon.org.

Después de Tokio, el camino de Bárbara se perfila hacia las distancias largas. “Ella quiere dedicarse al 70.3 y al ironman, por lo que hemos conversado”, comenta Van de Wyngard, mientras que Riveros apunta que “esa modalidad a ella se le da muy bien y la disfruta bastante”.

Asimismo, ella está inmersa en importantes proyectos, como un centro deportivo impulsado por ella en conjunto con la Municipalidad de Pucón. “La idea es poder ayudar a formar nuevos deportistas. Es algo que a ella la entusiasma muchísimo, porque le permite contribuir con algo concreto”, subraya su padre, sobre el recinto que debiese operativo a fines del próximo año gracias a una inversión estatal millonaria.

Sigue en El Deportivo