Beatriz Bustos: “No veo contradicción entre lo que hice en el Centro Cultural La Moneda y las políticas de cultura del gobierno”
Preparaba una muestra sobre el pueblo diaguita cuando el nuevo directorio, presidido por Antonella Estévez, le pidió la renuncia como directora ejecutiva. La curadora habla aquí de su gestión de cuatro años, donde se cruzaron pueblos indígenas, arte contemporáneo y maestros como William Turner; de las dificultades, pérdidas y desafíos. “El legado fue incorporar la interculturalidad”, dice.
A mediados de junio se internó hacia la cordillera, a pequeños pueblos entre La Serena y Coquimbo. Desde hace un tiempo Beatriz Bustos trabajaba en la preparación de una muestra sobre el pueblo diaguita en el Centro Cultural La Moneda, y mantenía diálogos con las comunidades y sus representantes. “Estaban muy esperanzados y agradecidos de que se les tomara en cuenta”, dice. Pero en su última visita fue ella quien terminó agradecida:
-Al tercer día, después de mis reuniones con los dirigentes diaguitas, terminamos con una ceremonia dirigida por dos personas que eran las más conectadas con el mundo espiritual. Y en esa ceremonia me contuvieron y honraron a mi hijo. Fue un gesto maravilloso.
Hace casi dos meses, después de años lidiando con la esquizofrenia, su hijo Damián se quitó la vida. Tenía 27 años. Solía practicar montañismo y sus cenizas serán esparcidas entre los cerros de Farellones. Por ahora aún descansan en la casa familiar, rodeadas de las imágenes que forman parte de la sensibilidad de Beatriz Bustos: figuras indígenas bolivianas, textiles de Guatemala, réplicas de juguetes diseñados por el uruguayo Joaquín Torres García y, más allá, grabados de Arturo Duclós y fotografías de Alfredo Jaar.
Esa sensibilidad donde dialogan fluidamente los pueblos indígenas y el arte contemporáneo la distinguió como curadora y fue la que trató de plasmar en el Centro Cultural La Moneda (CCLM). “Aquí trabajamos para que los diálogos entre las culturas sean horizontales y equitativos. La prioridad y la urgencia del centro están puestas en la participación y reconocimiento de los pueblos. En el centro del centro están los primeros habitantes de los territorios. Buscamos honrar a quienes han sido desplazados y tachados de la historia oficial”, fue parte de su manifiesto de trabajo.
A ese propósito respondió El Ancho Mundo. Aproximaciones a Magallanes, la muestra curada en conjunto con representantes de los pueblos selk’nam, kawéskar y yagán. En la misma línea se inscribe la exposición dedicada al pueblo diaguita. Pero Beatriz Bustos no estará para inaugurarla: el viernes 24 de junio, el nuevo directorio del CCLM le pidió la renuncia.
La nueva presidenta del directorio es la periodista y académica Antonella Estévez, exdirectora de FemCine, quien fue designada por la ministra Julieta Brodsky para reemplazar al pintor Gonzalo Cienfuegos. Con ella ingresaron otros cinco nuevos integrantes, así como el director subrogante de la Dirac, Erwan Varas. A ellos se suman Alan Trampe a nombre del Servicio del Patrimonio y Abdullah Ommidvar, de la Fundación de Imágenes en Movimiento.
El jueves 23, luego de su visita al norte, Beatriz Bustos hizo una presentación ante el directorio. Al día siguiente, Antonella Estévez y Erwan Varas, como vicepresidente, le comunicaron que querían renovar el cargo que asumió en 2018.
-Me dijeron que agradecían mi gestión, pero querían llamar a un concurso público. También me dijeron que desean que el directorio tenga una participación más directa en los contenidos y entendían que esto podía ser una dificultad para mí.
La nueva presidenta del directorio confirma la valoración del trabajo desarrollado por Beatriz Bustos, pero subraya que buscan un nuevo perfil de cargo. Por la relevancia y el simbolismo del espacio ubicado en el subsuelo de La Moneda, el directorio resolvió llamar a un concurso público.
- Buscamos una renovación haciendo justicia al trabajo desarrollado por Beatriz Bustos. Hay una buena evaluación de su trabajo en estos cuatro años en las líneas vinculadas al contexto social, los pueblos indígenas, medioambiente. Vamos a seguir por esa senda, pero con más énfasis en la experiencia de las personas en su diversidad, en los territorios, y con un rol más activo del directorio para alinear la programación con las políticas culturales del Estado y con el momento que estamos viviendo como país -dice Antonella Estévez.
La voz de los pueblos
Desde inicios de marzo, la ahora exdirectora ejecutiva esperaba reunirse con la ministra de Cultura. Cuenta que le escribió un mail cuando asumió, “poniéndome al servicio”, y solicitó una reunión por los canales oficiales. Nunca tuvo respuesta. Eso la sorprendió, así como la idea que le plantearon desde el directorio: postularse al concurso si le interesaba continuar.
El directorio le propuso participar de la nueva selección, ¿qué le pareció?
No es algo que se estila. El aporte que yo hice en el centro cultural es desde la programación y la curaduría. Y desde el momento en que el directorio quiere tomar el control de estas funciones, mi aporte no se podría desplegar. Además, con ese fin yo formé un comité asesor internacional y un comité editorial.
Formada en la Universidad de Chile, con estudios en Londres, Beatriz Bustos tenía una destacada trayectoria como curadora de arte contemporáneo cuando llegó al CCLM. Fue asesora del MAC, directora de arte de Fundación Mar Adentro y tuvo a su cargo la presentación de Alfredo Jaar en la Bienal de Venecia. Entre sus curadurías independientes sobresalen la muestra Artistas de América del Sur en el MAC de Niteroi, en Brasil, y el proyecto Animitas de Christian Boltanski, desarrollado junto a la comunidad atacameña de Talabre.
Con esa experiencia asumió la dirección ejecutiva del centro cultural más importante del país, que cuenta con un presupuesto estatal de $ 2.100 millones. Beatriz Bustos sucedió a Alejandra Serrano, quien en 11 años formó una audiencia de un millón de visitas anuales, gracias a exposiciones de grandes culturas, como los Guerreros de Terracota, el Antiguo Egipto y la colección de los Museos Vaticanos, así como grandes maestros del arte: Picasso y Andy Warhol.
-Cuando llego al centro cultural yo me hago cargo de su historia y me pregunto cómo resignificarla con lo que traigo en mi mochila. Me di cuenta de que era muy importante conectar las exposiciones con nuestra realidad sociocultural, con las necesidades en medioambiente, la urgencia de encontrarnos como sociedad, la interculturalidad, o sea, de verdad darles una voz a los pueblos; esa es una deuda tremenda que tenemos como país. Y también el patrimonio entendido desde el presente.
Esos temas se volvieron los ejes de su programación, junto a los maestros del arte. De este modo, en las exposiciones convivieron las acuarelas de William Turner, pinturas y juguetes de Joaquín Torres García, las esculturas inmersivas de Ernesto Neto, una selección de la Trienal Asia Pacífico, la muestra Naturaleza Expandida y El Ancho Mundo, que incorporó la voz de los pueblos australes.
Durante su gestión integró una asesora intercultural, Alejandra Cariman, y formó un comité asesor internacional, integrado, entre otros, por Alfredo Jaar y especialistas del Victoria & Albert Museum de Londres, el Moderna Museet de Estocolmo y el Museo del Barro de Asunción.
¿Cómo fue la recepción a la mirada que Ud. llevó al CCLM?
Fue difícil, porque había personas que decían este es un espacio para el patrimonio y tú traes el mundo del arte contemporáneo. Pero para mí esa división no existe. Pablo Brugnoli (ahora director interino) fue un aliado. A nivel de públicos recibí un feedback de que se veía un sentido, pero hubo poco tiempo para consolidarlo.
¿Cuáles fueron los desafíos más importantes que enfrentó?
Mejorar las condiciones de los trabajadores. Hoy no hay nadie que gane menos de $ 500 mil. Articular un programa curatorial orgánico. Avanzar hacia la integración de otras disciplinas, como la literatura, por ejemplo. Abrirnos a colaborar con otras instituciones, yo dejé una relación con Acnur para trabajar un proyecto con refugiados. Construir redes a nivel latinoamericano y lo logramos con el Malba, la Pinacoteca de Sao Paulo y a futuro con el Instituto Moreira Salas. Y, por supuesto, la meta y el legado fue incorporar la interculturalidad.
En algún momento fue cuestionada por despidos y maltratos.
Cuando hubo demandas se hicieron los juicios pertinentes y todo se normalizó. Yo creo que todo cambio de dirección produce miedo, porque son fuentes laborales fijas. Después de una dirección de 11 años, cuando llega una persona con una nueva mirada se provoca un ambiente tenso.
Al poco tiempo se produjo el estallido social, ¿cómo les afectó?
Se produjo una convivencia difícil. De algún modo se reflejó lo que ocurrió en la calle también. Y se nos presentó un problema de seguridad importante. Tuvimos el desafío de instalar un sistema de seguridad compatible con los tiempos. Después vino la pandemia, que fue otro desafío que logramos sortear. Pero yo te diría que la experiencia online no reemplaza lo presencial.
Con Paul Klee volvieron los grandes maestros, ¿cómo fue la respuesta del público?
Paul Klee nos permitió retomar los públicos y logramos cifras fantásticas. Y eso lo logran ciertas exposiciones.
¿Seguirán los grandes maestros?
No lo sé, porque desconozco los nuevos lineamientos que quieren instalar.
¿En qué estaba trabajando ahora?
Lo más importante es el diálogo con las comunidades diaguitas para la exposición que abre pronto. Otro proyecto es con las comunidades de la Chiquitanía Boliviana, un proyecto futuro muy importante con el Instituto Moreira Salas de Sao Paulo y el pueblo yanomami. Una y un gran maestro, Anni y Josef Albers, en diálogo con la Fundación Albers y el Malba. Y otro proyecto es una muestra de diseño industrial en la época de la Unidad Popular, previsto para 2023, para los 50 años del golpe.
¿Esperaba dejar el CCLM de esta manera?
Yo entiendo que la dirección ejecutiva depende de un directorio. En ese sentido es parte del escenario que podría suceder.
¿De este modo?
Estamos hablando del mundo de la cultura, de un mundo en que las relaciones son importantes. Y creo que, en ese sentido, habría que pensar en los modos, los modos son importantes y la sororidad también.
¿Cómo reaccionó el comité internacional?
Varios de sus miembros me han manifestado que lamentan mi partida y algunos de ellos me anunciaron que se marginarán de seguir participando.
Según el directorio, se busca alinear la programación con las políticas culturales.
No veo dónde hay contradicción entre lo que yo impulsé desde el inicio en el centro cultural y las políticas del gobierno.
¿Le habría gustado aportar al gobierno desde el centro cultural?
Absolutamente, porque yo creo que este gobierno está impulsando asuntos que me han movido durante muchos años, no solamente en la dirección del centro cultural.
¿Cómo enfrenta este momento de pérdidas?
Si tuviera que evocar una figura, me siento en un campo abierto, voy a aceptar lo que la vida me traiga. Ser directora del Centro Cultural La Moneda fue un regalo maravilloso y estoy muy expectante y abierta a los nuevos regalos que la vida me traiga en esta nueva etapa.
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