Bitácora de un acuerdo histórico
El pacto transversal por una nueva Constitución suscrito la madrugada del viernes 15 partió a principios de semana con negociaciones cruzadas. Este es el relato no contado de una negociación que pasará a la historia del país.
"Quiero conversar con ustedes para comentarles que hablé con (Jaime) Bellolio y con el senador (Juan Antonio) Coloma. Se abren a la propuesta y me aseguran que tienen el voto de cinco más".
Eran las 15.10 horas del jueves 14 cuando el diputado de Convergencia Social Gabriel Boric ingresó a la oficina de la presidencia del Senado, donde estaban reunidos los parlamentarios del PPD Jaime Quintana, Felipe Harboe, Ricardo Lagos Weber y Guido Girardi, y el socialista José Miguel Insulza, para darles a conocer los avances que había logrado junto a un sector de la UDI con el objetivo de destrabar el acuerdo sobre una nueva Constitución.
"Vamos a hablar con la UDI", urgía Boric al equipo negociador del PPD.
La primera acción, sin embargo, apuntaría en otra dirección: Mario Desbordes. El diputado y presidente de RN, quien venía planteando la idea de una salida política a la grave crisis que vive el país, recibió un llamado en su celular de Girardi. El senador PPD le pedía que se sumara al grupo que estaba reunido en la presidencia de la corporación.
-Estoy de acuerdo, pero, por favor, ayúdenme y saquemos la palabra asamblea (constituyente) de la negociación, pidió el timonel RN luego de que le informaran de los avances alcanzados con un grupo de parlamentarios gremialistas, algo impensado hasta ese entonces.
A partir de ese momento las conversaciones entre el oficialismo y la oposición se precipitarían hasta finalizar la madrugada del viernes 15 con la firma de un histórico acuerdo que se había comenzado a gestar dos días antes, la noche del martes, tras una de las jornadas más violentas de las movilizaciones de las últimas semanas y en medio de una creciente incertidumbre.
Esa noche, cerca de las 20.30 horas, las barricadas se extendían por varias comunas de la periferia y miles de personas permanecían en Plaza Italia cuando de improviso el grueso de la fuerza policial que llevaba días desplegada en las calle se retiró a las comisarías. Muy pocos, solo algunas autoridades de gobierno, se enteraron de que Carabineros en ese momento había agotado su stock de bombas lacrimógenas, lo que limitaba su accionar disuasivo. Para entonces, en La Moneda, el Presidente Sebastián Piñera estaba evaluando volver a decretar el estado de emergencia. Los militares a las calles, sin embargo, habría dinamitado el diálogo con la oposición para buscar una salida política a la crisis, tarea en la que estaba empeñado el ministro del Interior, Gonzalo Blumel, desde el domingo en la noche, cuando el gobierno se abrió a un proceso constituyente.
Más que lo que dijo en su postergada cadena nacional -en la que llamó a un acuerdo por la paz- fueron los silencios del Mandatario los que permitieron abrir una ventana de diálogo entre el oficialismo y la oposición.
[gallery ids="904478,904369,904477"]
Inicio de una negociación
Convencido de la necesidad de un acuerdo constitucional, el lunes 11, Blumel empezó a jugar sus cartas. Ese día le pidió al Presidente que le permitiera tener un grupo de negociadores de Chile Vamos. Los elegidos fueron los senadores Andrés Allamand (RN), Víctor Pérez (UDI) y Felipe Kast (Evópoli). Serían "los alfiles"-como los llamaron-, los encargados de liderar las conversaciones con sus partidos y con la oposición en el Congreso.
Blumel, sin embargo, quiso asegurar el avance de las tratativas y ese mismo lunes se reunió, a las 20.40 horas, en el Congreso en Santiago, con los senadores de oposición Felipe Harboe (PPD), Francisco Huenchumilla (DC), José Miguel Insulza (PS) y el presidente de la Cámara Alta, Jaime Quintana (PPD). En la cita, los parlamentarios fueron directo al grano y notificaron a Blumel que era imposible que la propuesta anunciada por el gobierno, que buscaba cambiar la Constitución a través de un Congreso constituyente, tuviera opción.
En casa de Blumel
Al día siguiente, luego de la segunda jornada más violenta desde que estallara la crisis, Blumel ya tomaba nota de la urgencia de un acuerdo constitucional y cerca de las 19 horas del martes 12, él y el subsecretario de Desarrollo Regional, Claudio Alvarado, se comunicaron con el presidente del Senado para convocarlo a una cita extraordinaria en la casa del titular de Interior. Quintana aceptó y sumó al senador Harboe. Ambos llegaron pasadas las 22 horas. Fueron recibidos por Alvarado, a la espera del dueño de casa, quien seguía en La Moneda.
Una vez reunidos, los cuatro abordaron la necesidad de un acuerdo que permitiera encontrar una salida democrática a la crisis. En este momento se empezaron a trazar las primeras líneas gruesas de la negociación, basada en cinco puntos: plebiscito de entrada en abril, una comisión mixta, miembros electos bajo el sistema electoral de diputados, quórum de 3/5 y ratificación de la nueva Constitución con plebiscito de salida. Quintana y Harboe señalaron que esto era un piso clave para empezar un acuerdo. Blumel y Alvarado anotaron los límites del marco de entendimiento, pero mientras para ellos la convención o comisión tenía como base un 50% de miembros electos por la ciudadanía y un 50% de parlamentarios, los senadores PPD apostaban por un 60% ciudadano. Era ya la madrugada del miércoles 13 cuando Blumel y Alvarado se comprometieron a negociar los guarismos, sabiendo que, a esas alturas, el Presidente solo accedería a un 50%.
La cita terminó no sin que antes Blumel advirtiera que había poco tiempo para lograr el acuerdo. El ministro, entonces, pidió a su partido -Evópoli- que activara diligencias tanto en la oposición como el oficialismo para comunicar sentido de urgencia.
Valparaíso frenético
Con la presión encima, el miércoles 13 se inició una maratónica jornada de reuniones en Valparaíso. Jefes de bancada, presidentes de partidos y parlamentarios de todos los sectores conversaron entre ellos para encontrar un acuerdo. En paralelo, en La Moneda -al mediodía-, Blumel y Alvarado recibieron a los senadores Allamand, Kast y Juan Antonio Coloma (UDI). En la reunión, ministro y subsecretario comunicaron las líneas que se habían trazado la noche anterior y les pidieron a los senadores que sondearan estas opciones con sus partidos y la oposición. Los tres regresaron al Congreso con esa tarea.
Fue entonces que Blumel recibe un mensaje de la senadora UDI Ena von Baer, quien le pedía pormenores de los términos del acuerdo. En ese momento, la parlamentaria se enteraba de que la conformación del contenido de una nueva Constitución se negociaría en torno a un quórum de 3/5 de aprobación. Von Baer junto a la timonel de la UDI, Jacqueline van Rysselberghe, concuerdan en que independiente del porcentaje de participación de la ciudadanía en la convención constituyente, no se podía permitir que los términos de una nueva Carta Fundamental se aprobaran con ese quórum. Así, ambas se suman a las negociaciones.
En Valparaíso, los timoneles de Chile Vamos sostuvieron una reservada cita en la que Allamand comentó los términos acordados por el gobierno el martes en la noche.
Primera reunión ampliada
Una vez en el Congreso, las distintas visiones se dejaron ver en una improvisada reunión en el comedor de la presidencia del Senado. Eran las 17 horas y al lugar fueron llegando representantes de todos los partidos, desde la UDI hasta el Frente Amplio, e incluso el PC, que terminó por marginarse tempranamente de las tratativas. Con lápiz y papel en mano, Harboe fue anotando la fórmula que cada colectividad defendía para llegar a una nueva Carta Magna: la UDI no salía del Congreso constituyente, mientras que el PC exigía un plebiscito de entrada, en el que se consultara por el mecanismo. Los demás partidos, en tanto, comenzaban a abrirse a la opción de una convención constituyente, el nudo era el guarismo de porcentaje de participación ciudadana. Algunos, como el PS y varios del Frente Amplio, pedían un 80% de integrantes electos, mientras que otros, como el PPD, accedían a un 60%. RN, por su parte, no se movía del 50%, aunque Desbordes comenzaba a dar señales de apertura para una comisión 60/40.
La UDI, en tanto, exigía quórum de 2/3.
La reunión terminó poco antes de las 19 horas sin acuerdo. "Dense tiempo", pedía Von Baer afuera del comedor de la presidencia.
[gallery ids="904492,904370,904366"]
Documento 80/20
La compleja situación generó que cada conglomerado se apartara para debatir sus opciones. Mientras, Allamand se comunicó directamente con el Presidente Piñera, a las 20.40 horas, en uno de los pasillos del Congreso.
"Desbordes está dispuesto a cederlo todo, yo no estoy disponible, creo que tiene que ser 50 y 50 (la convención). En RN el único que defiende con fuerza que el cambio sea en el Congreso soy yo. Necesito que le diga a Blumel y a Felipe Kast, porque Mario está dispuesto a ceder", le dijo el senador al Mandatario, de acuerdo a un personero que escuchó el llamado.
Veinte minutos después fue la ex Concertación la que quiso poner sobre la mesa la primera propuesta.
Los timoneles y parlamentarios -casi todos miembros de la Comisión de Constitución del Senado y la Cámara- del PPD, PS, DC y PR se reunieron en la vicepresidencia del Senado a las 21 horas y elaboraron un documento con una convención constituyente de un 80% de integrantes electos y un 20% de parlamentarios. Fue Harboe quien a las 22 horas la entregó en la mano a los representantes de Chile Vamos. La propuesta generó molestia en miembros del Frente Amplio y del PC, porque no habían sido consultados. "Los citamos a las nueve", les espetó Harboe. "Pensamos que era a las 10", respondió la presidenta de RD, Catalina Pérez. "Da igual, no hay acuerdo y todo seguirá mañana en Santiago", contestó Harboe.
A esas horas de la noche, Von Baer y Van Rysselberghe llamaron al Presidente Piñera. El mensaje fue simple: no apoyaremos nada que tenga un quórum menor a 2/3. El Mandatario les habría comentado que él también entendía la importancia de que la nueva Carta Magna fuera acordada con "amplia mayoría".
El llamado de Piñera
El jueves 14, a partir de las 8 horas, el Presidente Piñera llamó a los timoneles de Chile Vamos y a los jefes de bancadas oficialistas para insistirles en la urgencia de que sellaran un acuerdo con la oposición. El día era altamente sensible: se conmemoraba un año del asesinato del comunero mapuche Camilo Catrillanca.
Piñera monitoreó por teléfono permanentemente las negociaciones. Lo mismo hizo Blumel, pues el diseño de La Moneda contempló dejar las conversaciones en manos de los parlamentarios y no trasladarlas a La Moneda para evitar tropezones. Desde la oposición no había interés por aparecer en una foto con el gobierno. Para muchos, era indispensable volver a legitimar la acción del Congreso ante la ciudadanía.
Tras bambalinas, el Mandatario intentó en varias oportunidades fijar los límites en los que podía moverse su coalición. Piñera, aseguran en Palacio, era renuente a aceptar un plebiscito de entrada.
Reinicio complejo
La convocatoria a los negociadores estaba programada para las 11.30 en el comedor del Senado en Santiago. Pero la oposición llegó media hora después. No hubo espacio para las habituales bromas entre los parlamentarios. Con el rostro serio, los presidentes de partidos y congresistas de Chile Vamos entraron al salón en el que ya estaban sentados los representantes de la oposición. Eran muchos más que las sillas desocupadas, por lo que Quintana solicitó a un funcionario que preparara un salón más grande y avisó que se trasladarían a otro lugar. "No va a ser necesario. Esto va a durar cinco minutos máximo", respondió Felipe Kast.
En realidad, fueron cerca de 15 minutos los que pasaron antes de que se retiraran, pero la señal era clara: el oficialismo había llegado con una propuesta muy distinta a la que había presentado la noche anterior la oposición en Valparaíso, incluso, de lo que Blumel había estado dispuesto a ceder.
En términos simples, se abrían a un plebiscito de entrada que preguntara respecto de un mecanismo: una convención mixta integrada en un 40% de parlamentarios en ejercicio, un 40% de ciudadanos electos y un 20% de expertos que serían designados por la propia convención. Todo con quórum de 2/3.
"Esto es una vergüenza", "un retroceso inaceptable", "quieren regresar a los designados", respondieron desde la oposición.
Diálogos Boric-UDI
Con las negociaciones prácticamente en el suelo, Boric caminaba nervioso por el Congreso. Hasta que a las 14 horas se comunicó por teléfono con Jaime Bellolio (UDI), que a esa hora se encontraba en Valparaíso. Conscientes de que el acuerdo estaba en peligro, ambos diputados abordaron una fórmula que podría generar consenso tanto en el Frente Amplio como en el gremialismo: un plebiscito de entrada con dos mecanismos, un órgano constituyente electo en un 100% por la ciudadanía y una convención constituyente con 50% de parlamentarios y el resto a elección. Todo bajo un quórum alto de aprobación.
"Estoy disponible a pesar de que esto pueda significar todo o nada. Podría conseguir otros votos y dependiendo de esa conversación podríamos sumar muchos más", remató Bellolio.
Encuentro de pasillo
Boric recobró las esperanzas. Pero su sorpresa fue mayor cuando se encontró con el senador Coloma en el segundo piso del Congreso. Frente a frente, ambos parlamentarios abordaron la fórmula que hacía unos minutos le había presentado a Bellolio.
"La calle no se controla, hay que dar señales", le comentó Boric a Coloma. Era la segunda vez que intercambiaban palabras en su vida. Ambos acordaron el mecanismo que prácticamente destrabó las negociaciones: plebiscito de entrada con dos opciones, pero cada capítulo de la nueva Constitución debía ser aprobado con un quórum de 2/3. "Déjame chequearlo con mi sector", comprometió Coloma.
Con una carta que jamás pensó tener, Boric reunió a todo el Frente Amplio en la Sala 144 del Senado. Estaban la presidenta de Comunes, Javiera Toro; su par del Partido Liberal (PL), Luis Felipe Ramos, y la timonel de RD, Catalina Pérez. "Hay posibilidad de un plebiscito de entrada con dos mecanismos", les comentó Boric. Varios manifestaron su asombro, sobre todo cuando se enteraron de que había sido la UDI la primera en dar el paso.
Minutos después, a las 14.58, Bellolio reconocería su apertura en su cuenta de Twitter. En ese momento, Boric llama a Harboe. "Tengo que comunicarte algo", le dijo, y partió a la oficina de Quintana.
[gallery ids="904368,904371,904510"]
Nueva esperanza
Tras socializar el eventual acuerdo con los senadores de oposición, Harboe, Boric y Lagos Weber se trasladaron hasta las oficinas de la UDI. Se encontraron con Van Rysselberghe, Coloma y su hijo homónimo. "Lo estamos evaluando", fue la respuesta de los gremialistas.
Entonces, los representantes de la oposición hicieron un puente con RN y se dirigieron a la oficina de Allamand. Estaban los diputados Paulina Núñez y Gonzalo Fuenzalida. "Por ningún motivo", contestó Allamand. La negativa desconcertó a Boric y Harboe, que nerviosos se comunicaron por teléfono con Desbordes. "Déjame verlo", les respondió el timonel de RN. "Allamand cerró la puerta, no quiere cambios", agregó Desbordes.
Ansiosos por lograr un entendimiento, cerca de las 16 horas, Boric y Harboe deciden llamar a Blumel para comentar las negociaciones. "Es posible que haya piso para esto", contestó esperanzado el jefe de gabinete desde La Moneda.
En ese momento, regresan a las oficinas de la UDI, quienes esta vez no estaban solos: se había sumado Evópoli, que también mostró dudas iniciales. Boric, Harboe y Lagos Weber optan por dejar a solas al oficialismo. De todas maneras, ya había una decisión: le presentarían la propuesta por escrito a Chile Vamos.
El ambiente era otro, había un piso para volver a negociar, una fórmula que, sin que nadie lo imaginara, era de gusto de las colectividades más extremas: la UDI y el Frente Amplio.
Contraofensiva opositora
"Estamos listos, tenemos la fórmula, tenemos a la UDI adentro", comentaba por los pasillos Quintana. Eran las 16.35 horas y el senador PPD no ocultaba su optimismo. Recién había hablado con Blumel y le había transmitido el acercamiento de posiciones tras el duro impasse de la mañana. "Esto es lo que más ayuda ahora, pensando en el país", le dijo al ministro del Interior, quien ya conocía el acuerdo y aseguraba la venia de Palacio.
En el primer piso del Senado, donde estaban reunidos, no eran pocos los representantes de la oposición que, en privado, daban por hecho que estaban próximos a sellar un acuerdo. Incluso, el vicepresidente del Senado, Alfonso de Urresti, llamó a un grupo de constitucionalistas, entre ellos a Francisco Zúñiga, Rodrigo Pica y Fernando Atria, para que colaboraran en el análisis de la propuesta que redactó el diputado RD Miguel Crispi y que llevaba por nombre inicial "Propuesta de acuerdo por una ruta constituyente".
El texto señalaba que el gobierno, en conjunto con el Congreso, convocarían a un plebiscito de entrada en una fecha por definir (se hablaba de marzo o abril) y en el que se harían dos preguntas: "¿Está usted de acuerdo con cambiar la Carta Fundamental vigente e iniciar un procedimiento para elaborar una nueva Constitución? (Respuesta sí o no). La segunda interrogante, en tanto, sería para definir el mecanismo entre "una asamblea constituyente (100% delegados electos para este propósito) o una convención constituyente (conformada por 50% de parlamentarios en ejercicio y 50% de delegados electos)". También dejaba en claro que la nueva Constitución "se redactará sobre 'una carta en blanco'. Por lo que la actual Constitución caducaría una vez ratificado el nuevo texto. La propuesta dejaba abierto el quórum que se exigiría para la toma de acuerdos, pues para entonces Chile Vamos ya había pedido que fuera por 2/3.
En el segundo piso del Congreso, en el ala noreste, en las oficinas de los senadores de Chile Vamos, el ambiente era diametralmente distinto a esa hora. Mientras Allamand discutía con Desbordes, Francisco Chahuán reclamaba que "la UDI se abrió por fuera".
Celular en mano, Coloma recorría los pasillos de un lado a otro hablando con diversos dirigentes gremialistas para explicarles la propuesta de la oposición y a la cual se habían abierto los parlamentarios de la llamada disidencia UDI. "Llevo ya 8.000 pasos", decía con cara de circunstancia, mirando el cuentapasos que usa para ejercitarse. "La voy a pasar dura , sin duda, pero hay momentos en que hay que atreverse a buscar una salida", reconocía Coloma. En la UDI se sucedían los llamados: uno de ellos fue al alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín, quien dio luz verde al mecanismo.
Todo en el aire
A eso de las 20 horas del jueves 14, el cansancio y la tensión entre los negociadores de uno y otro sector eran visibles. Quintana había dado la orden de que tuvieran lista la sala de lectura del Senado para anunciar el acuerdo. Pero casi nadie creía que esto ocurriría.
De manera sorpresiva y mientras se esperaba la respuesta del oficialismo, la presidenta del PH, Catalina Valenzuela, anunció, a las 20.30, que se retiraba de la sala. RD intentó revertir la decisión, pero fue imposible.
Para entonces, Von Baer ya había bajado dos veces para pedirle a Harboe "precisiones" a la propuesta que había presentado el oficialismo. Todo indicaba que en el segundo piso del Senado, con la asesoría telefónica de algunos abogados constitucionalistas, entre ellos Gastón Gómez y Sebastián Soto, lo que se estaba debatiendo no eran cambios menores a la propuesta del oficialismo.
A las 20.40 horas, los presidentes de partidos de Chile Vamos bajaron con una nueva contrapropuesta del oficialismo. Caminaban en silencio, apesadumbrados. Entregaron un texto, de nueve puntos, con el número 5 repetido.
En ese momento todo quedó en el aire.
Fue Chahuán quien encendió las alarmas en el sector opositor. "No se trabaja sobre una 'hoja en blanco', sino que sobre la actual Constitución", dijo a la prensa.
En el comedor del Senado, los timoneles del Frente Amplio se negaron rotundamente a la postura de Chile Vamos. "En aquello que no haya acuerdo regirá la Constitución vigente", se leía en el documento.
Las carreras se precipitaron, De Urresti y el diputado Leonardo Soto salieron a buscar a Zúñiga y a Atria para asegurarse de que lo que estaban leyendo en el comedor era lo que pensaban. Chile Vamos había extremado su posición y ahora, al quórum de los 2/3 le sumaba que en caso de que no hubiera acuerdos quedaba vigente la actual Constitución. Atria no solo explicaría los alcances de esa propuesta a la oposición, también a Coloma. "We have a problem", dijo antes de subir a hablar con el resto de Chile Vamos. Abajo, la respuesta era una: así no habrá acuerdo. La tensión escalaba dos puntos más. Habían sido la senadora Von Baer, Kast y el timonel de Evópoli, Hernán Larraín Matte, quienes agregaron ese punto: si la oposición había puesto "hoja en blanco", el oficialismo respondía con esa frase.
Se llega a consenso
A partir de ese momento y hasta el logro del esperado acuerdo, las negociaciones se trasladaron al segundo piso del área de Chile Vamos. Las oficinas de los senadores Juan Castro (RN), Chahuán y Coloma fueron los epicentros. Horas después, estarían llenas de papeles e incluso algunas sillas en el suelo.
Atrapados por la vigencia o no del texto de 1980, todo se destrabó a las 22.30 horas. "Entendemos que una nueva Constitución es hoja en blanco, entiendan ustedes que si no hay acuerdo rige la Constitución actual", señaló Von Baer a Harboe y Boric. Para oficialismo y oposición lo mejor sería sacar ese punto, ya que siempre que se inicia una nueva Constitución hay "hoja en blanco".
Pese a la agotadora jornada y los momentos de tensión, todo parecía indicar que a las 23 horas habría acuerdo. A esa hora, la oficina de Castro estaba repleta de gente. Todos querían escuchar a Von Baer, quien leía en voz alta un documento que iba redactando mientras escuchaba la opinión de cada colectividad. En ese momento fue clave la participación del abogado Francisco Zúñiga, que ayudaba destrabar nudos en torno a la redacción del quórum de los 2/3. Se escuchaban voces por todos lados.
"Ya estamos, son solo detalles", explicaba a la prensa Van Rysselberghe. Eran las 23.58, todos estaban impacientes.
Cuando ya era viernes 15, a las 0.30 horas, hubo silencio. Oficialismo y oposición revisaban por separado el acuerdo y se enviaban por mail las observaciones.
A la 1.00, Von Baer y Crispi hicieron las últimas revisiones. La decisión a esa hora fue trasladarse hasta la oficina de la vicepresidencia el primer piso. Ahí se haría la escritura final y se firmaría. Eran la 1.40 am y se comenzó la redacción final. Había caras de cansancio, incluso lágrimas. "No saben lo duro que es esto para mí", decía la timonel UDI. Cuando ya todos estaban por firmar, Boric tensionó por última vez el ambiente. "Mi partido acaba de rechazar el acuerdo, yo firmaré igual a título personal". Y así lo hizo.
"Vamos a imprimir", se escuchó en la sala. Ya eran las 2.00 am. Con el documento sobre la mesa y cuando todos estaban listos para firmar, Luciano Cruz-Coke (Evópoli) interrumpió el momento y dijo: "Creo que debemos llamar al ministro Blumel; senador Quintana, hágalo usted en calidad de presidente del Senado". Este tomó su celular y se comunicó con el jefe de gabinete: "Ministro, lo llamo para informarle que en estos momentos empezamos a firmar el acuerdo por una nueva Constitución".
[gallery ids="904367,904509,904411"]
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.