Carlos Peña: “Boric y el socialismo deben sacudirse del lastre del Frente Amplio”
El rector Peña sostiene que el gran ganador de este largo proceso constitucional es Ricardo Lagos y lo que él ejemplifica. Refuerza su crítica al proyecto político que inspiró al gobierno del Presidente Boric. “Fracasó por la incompetencia de quienes lo conducen”, afirma.
Carlos Peña es uno de los intelectuales más influyentes y respetados del país. Tempranamente, cuando una parte de la élite y del mundo intelectual sostenía que el estallido social del 2019 obedecía a un malestar incubado en las últimas décadas, el rector de la UDP tomaba distancia.
También tomó distancia, o más bien observó con franca postura crítica a la generación del Frente Amplio y sus banderas de echar abajo el capitalismo. Desde un comienzo, los apuntó como un grupo de pequeños burgueses.
Ahora, luego de una vuelta de cuatro años y en que el texto de nueva Constitución fue rechazado, el abogado Peña analiza el escenario político.
Luego de este segundo rechazo, ¿qué lecciones debería sacar el mundo político? El ambiente sigue áspero, muy lejos de los acuerdos…
El paso de los días ayudará a reflexionar con mayor sosiego. Mi impresión es que este plebiscito no puede mirarse aislado del anterior. Ambos procesos constitucionales muestran que el diagnóstico sobre lo que estaba ocurriendo en la sociedad chilena fue un gigantesco error. La lectura que impulsó el Frente Amplio y al que -por inercia o flojera- se sumó el Socialismo Democrático y al que, por miedo, se sumó la derecha, no era verdad.
¿Cuál fue el principal error?
Que no era verdad que la ciudadanía anhelara un cambio constitucional. Tampoco era verdad, como creyó la izquierda, que la sociedad chilena hubiera estado fracturada en un conjunto de identidades que anhelaban reconocimiento y que el proyecto modernizador de Chile ya no suscitaba la adhesión de nadie. Tampoco es cierto, como creyeron los republicanos, que el alma de Chile era un alma conservadora y que el anhelo era recuperar las viejas virtudes y valores. Ni lo uno ni lo otro era cierto.
¿Eso explica la derrota tanto de la izquierda como de la derecha o hay algo más?
Lo que muestra este resultado es que, finalmente, ganó el tipo de política que ha encarnado Ricardo Lagos. Me refiero a la trayectoria política, institucional y económica que traía Chile y que se rompió en octubre del 2019.
¿Y qué cristaliza Lagos?
Hagamos memoria. En los días del estallido se erigió a Lagos como el rostro de aquello que se quería rechazar, ¿verdad? Lo que ha ocurrido ahora revalida el tipo de política, de estrategia modernizadora que el expresidente ha representado. Finalmente, una política más ilustrada. No nos engañemos. La política democrática se hace con líderes cultos, con voluntad, pero sin fanatismo; con objetivos históricos claros, pero reformistas. Ese tipo de política es la que ejemplifica Lagos.
¿Y Michelle Bachelet?
No. Bachelet es otra figura. Su virtud no es la ilustración, sino el carisma. Y a la hora de situar a Lagos y a Bachelet como arquetipos políticos, Lagos es muy superior. De eso no cabe duda. Con esto no estoy desmereciendo a Michelle Bachelet, que también tiene mi admiración por lo que hizo en Chile.
Pero Bachelet es mucho más referente para el Frente Amplio…
Lo que prueba cuán equivocada está la nueva generación de izquierda en este punto.
La encrucijada
Este nuevo escenario, ¿le impone un nuevo desafío a la izquierda?
Bueno, el Socialismo Democrático tendría que reconocer lo evidente: que si quieren tener posibilidades de gobernar y retomar las riendas de su proyecto histórico, tienen que sacudirse del lastre del Frente Amplio.
¿De todo el Frente Amplio?
De los sectores más radicales, entre comillas. Más bien, digamos, los superficiales, los más adolescentes, los con visiones de brocha gorda sobre la realidad de Chile. Bueno, ese es un lastre del cual el socialismo tiene que sacudirse si aspira a volver a gobernar. No lo digo en el sentido de arrojarlo lejos, sino de hegemonizarlo, dominarlo, inhibirlo…
¿Domesticarlo?
Claro, domesticarlo o hacerlo madurar a la fuerza. Porque la verdad es que esos grupos no tienen un discurso coherente ni ilustrado, ni nada que se les parezca. Sólo tienen eslogan.
El Socialismo Democrático y el Frente Amplio son parte del mismo gobierno. ¿Cómo se sacude uno del otro? ¿Qué rol debe ejercer Gabriel Boric?
El Presidente es un hombre inteligente. Debajo de sus idas y venidas, de sus desplantes, sus impostaciones morales, Boric esconde un político que sabe que si fuera fiel a la retórica que su grupo pronunció desde octubre en adelante, él no tendría ningún futuro político. Boric sabe eso.
¿Qué cosa?
Boric sabe que o logra que sus fuerzas políticas se muevan hacia un proyecto socialista, de izquierda modernizadora y liberal, o va a estar condenado a ser un liderazgo juvenil, fuera del centro de gravedad de la izquierda.
Para precisar: ¿Es el socialismo o es Gabriel Boric el que tiene que sacudirse del FA?
Son el socialismo y Boric los que deben sacudirse del lastre del FA. Si él quiere tener un futuro político perdurable, tiene que acercarse al socialismo. Lo creo firmemente. Por supuesto no a este socialismo borreguil que simplemente se inclinó hacia al Frente Amplio…
¿Diría que ha sido un socialismo sometido?
Qué duda cabe. El socialismo debe volver a las ideas, ser capaz de retomar el proyecto modernizador que estaba llevando adelante y que se truncó en el 2019. En el fondo, reformular ese proyecto que tanto bien les hizo a las grandes mayorías del país. Pero para eso debe plantear un camino que lo aparte de aquel que insinúa el Frente Amplio.
¿Insinúa?
Claro, porque el Frente Amplio no tiene ningún camino. No hay un proyecto. Hay frases, ideas generales. No hay intelectuales finos allí.
Usted ya dio por fracasado el proyecto político de Boric….
De eso no hay dudas. El proyecto político transformador con el que llegaron, el de la modernización capitalista, fracasó estrepitosamente. Fracasó por incompetencia de quienes lo conducen. Esa es la verdad. Hemos visto una total incompetencia en manejar el Estado, en formular políticas públicas y ejecutarlas. Pero también fracasó porque el diagnóstico sobre el que descansaba su proyecto resultó ser erróneo. Los entusiasmos, los fervores de octubre del 2019 ya desaparecieron.
Para girar hacia el socialismo, ¿el Presidente tendrá que operarse de sus compañeros de ruta?
No vale la pena engañarse en esto: Boric es un político de fuste, pero es un político a destiempo. Si hubiera esperado, es probable que hubiera tenido un gran éxito. Ya no lo tuvo. ¿Puede tenerlo otra vez? Por supuesto que sí.
¿Y para eso tiene que soltar la mano de sus compañeros? ¿Realmente lo ve posible?
En estos dos años de gobierno, Boric ya se ha ido distanciando de su grupo. En los hechos, le ha entregado el manejo del Estado al socialismo. La economía, la agenda legislativa, el Ministerio del Interior, nada de eso está en manos del Frente Amplio. Para qué estamos con cosas. Quien gobierna es el socialismo. Lo que le resta ahora es hacer de esa necesidad una virtud. O sea, transformar aquello que los hechos lo obligaron en una virtud política.
¿Qué lo hace pensar que la nueva generación va a renunciar a sus banderas?
¿Pero cuáles son esas banderas? Son pompas de jabón… No cuesta tanto renunciar a las pompas de jabón.
¿Qué le queda a Boric por delante?
El Presidente Boric debería centrar su discurso y su desempeño político en las transformaciones culturales de la sociedad chilena. Él las representa muy bien. Me refiero a cuestiones de género, medioambientales, de mayor diversidad y tolerancia.
¿Eso implica disputar una batalla cultural con la derecha?
Es un enfrentamiento entre comillas. Se trata de dos maneras de ver y evidenciar los cambios culturales que la modernización ha producido. Y ahí Boric podría levantar la bandera correcta.
¿Cuál?
No apagar las transformaciones culturales de la sociedad chilena, sino encauzarlas en un molde institucional que permita la mayor tolerancia y pluralidad entre nosotros. La mayor autonomía posible para las personas. Él se siente muy cómodo con ese discurso y por eso digo que debiera mantener eso como una bandera importante de la izquierda.
La derecha
Vamos al mundo de la derecha. ¿También está en curso una reorganización de las fuerzas?
A la centroderecha le pasa exactamente lo mismo que al socialismo. Si quieren ser gobierno, ganar adhesión ciudadana, tienen que sacudirse el lastre conservador que encarna el Partido Republicano.
Es decir, ¿la derecha debe inclinarse hacia el centro?
Por lo pronto, debe elaborar un proyecto de mediano plazo que se condiga con la manera en que las grandes mayorías en Chile conciben su propia trayectoria vital. Ir a contrapelo de la cultura no es una buena manera de hacer política.
Pero algo representa el Partido Republicano, ¿o no?
¿Será cierto que la sociedad chilena se reconoce en un discurso como el de republicanos? ¿Una derecha que piensa que la diversidad sexual es una anomalía que hay que tolerar? ¿Una derecha que sigue abogando porque la cuestión del género es una ideología que debiéramos desoír? Afortunadamente, los cambios que Chile ha experimentado hacen que las personas perciban su propia trayectoria vital de un modo más autónomo. Particularmente los jóvenes, que ven una virtud en la diversidad, el pluralismo…
De hecho, los estudios dicen que fueron los jóvenes y las mujeres los que inclinaron la balanza al “En Contra”…
Lo que confirma lo que yo digo. La creencia de que el proyecto político y cultural que proyecta José Antonio Kast representa a una mayoría no es verdad. Afortunadamente, la idea de familia, con la mujer guitarreando, el marido y ese tipo de cosas no es algo atractivo para la gran ciudadanía.
Pero hay un 44% que votó por la derecha...
No es para nada desdeñable. Lo que sostengo es que la imagen vital de Kast no es un modelo de vida familiar que haga sentido. Las grandes mayorías son otra cosa. Y la política tiene que ver con realidades que si no conectan con las trayectorias vitales efectivas no funciona.
¿Y cuáles son hoy las trayectorias vitales efectivas?
Veamos el caso de los jóvenes. Tienen una iniciación sexual temprana, a pesar del escándalo que eso pueda causar. La decisión de postergar lo más posible el matrimonio o los hijos, cuando no simplemente rehuirlo. Moverse, explorar distintas posibilidades y no instalarse. Ese es el mundo que hoy día tenemos. Y aunque podamos quejarnos, la política tiene que vérselas con ese mundo.
Convengamos que la política está bastante desacoplada de la ciudadanía…
Sí, pero si la política no logra conectar con esa sensibilidad, está condenada al fracaso. Por eso yo creo que la derecha liberal, allí donde exista, tiene que sacudirse de este lastre si quiere ser gobierno.
¿Y ese lastre cómo se llama? ¿Conservadurismo?
Se llama Kast y quienes lo apoyan. Profesor Silva incluido. Él, como figura político-cultural, debiera resignarse a ser minoría, lo cual para un verdadero creyente puede ser una vida virtuosa.
La derecha liberal está bastante ausente. A Kast le ha ido bastante mejor en instalar su discurso…
Efectivamente, Kast ha sido muy exitoso. Lo que pasa es que no hay base sociológica para ampliar ese discurso. Si ha logrado expandirse, es porque en la derecha no ha habido nadie que se le oponga con un discurso liberal. Pero cuando eso ocurra, la base de apoyo de Kast se va a ir estrechando. Esto requiere, por supuesto, que al interior de la propia derecha surjan voces liberales genuinas.
¿Evelyn Matthei?
Bueno, Evelyn Matthei tiene que sacudirse de republicanos, porque sin dudas que para ella es un lastre.
O sea, ¿ambos mundos políticos están viviendo la misma disyuntiva?
Es inevitable que al interior de la izquierda y de la derecha se lleve adelante este debate acerca de lo que representa cada uno. Si eso no ocurre, las identidades nunca van a estar claras. La nebulosa hay que despejarla rápido. Para eso tendrán que elaborar un proyecto político más nítido. Kast lo ha hecho. Él no ha engañado a nadie. Ha dicho exactamente lo que piensa. El problema, insisto, es que la política disociada de la cultura predominante, del ethos de nuestra cultura pública, no tiene ningún destino.
¿Tohá versus Matthei?
En ese sentido, ¿Matthei engancha mejor con ese ethos societal?
Sin duda. Es una mujer que está muy lejos del modelo tradicional. Es autónoma, independiente. Tiene familia, pero eso no la ahoga. Por el contrario, ella expresa su individualidad de manera portentosa. Esas son virtudes que les hacen mucho sentido a las mujeres. El defecto de Matthei es que es de derecha. Pero como figura cultural, no deja de ser llamativa.
Kast y Matthei ya son cartas presidenciales. ¿Qué liderazgos ve en la izquierda?
De los disponibles, me parece que Carolina Tohá es una gran líder. Lo ha demostrado en los hechos. Puede que su situación no sea cómoda, pero es una persona con una claridad mental notable. Sin lugar a dudas, es una política ilustrada.
¿La mejor heredera de Lagos?
Totalmente. Tohá conoce al Estado en la minucia. Además, tiene voluntad de poder. Puede ser una buena candidata.
Algunos dicen que desde el Ministerio del Interior sólo le queda desgaste …
Es cierto, pero quedan dos años. Si ella logra ordenar la agenda -y ha dado pasos para hacerlo- podría funcionar. Además, sería estupenda una elección presidencial entre dos mujeres. Una elección entre Carolina Tohá y Evelyn Matthei sí que valdría la pena. Permitiría recuperar la esperanza.
¿Y a Bachelet la ve como una carta posible?
Creo que ella actúa desde un sentido de responsabilidad. No creo que esté disponible.
Pero en el socialismo ya la empiezan a encumbrar…
Sería un error de largo plazo. Lo que necesita la izquierda liberal no es curarse de las derrotas que ha padecido, sino que construir un liderazgo con narrativa y proponer un proyecto histórico que haga justicia a la trayectoria que Chile traía. Pienso que Bachelet no es adecuada para eso.
¿Y Tohá sí?
Pienso que sí. Tampoco soy un feligrés de Tohá, para nada, pero ella podría encarnar mejor ese desafío.
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