Carolina Tohá: “Tenemos que ver cómo pasamos de la versión original a un gobierno que ahora tiene dos coaliciones bastante equivalentes en su peso político y electoral”
La ministra del Interior aborda aquí los dos principales desafíos de su gestión: la crisis de delincuencia y la necesidad de ordenar a las coaliciones que respaldan al Presidente Boric. Para eso, anuncia un nuevo “pacto de gobierno” en que cada cual tenga claro su rol.
La política es parte esencial de su vida. Ha recorrido ese camino desde muy joven. Le sobra experiencia. Conoce el lenguaje, los guiños y los recovecos de los partidos, de La Moneda, del Congreso. Conoce también la derrota y las caminatas por el desierto.
Hoy es la jefa política del gobierno de Gabriel Boric. La ministra del Interior encargada de resolver y dar respuesta a la más importante de las demandas ciudadanas: la seguridad. Pero también de ordenar las filas del oficialismo y lograr un rumbo común. Ninguna de las tareas se ven fáciles.
Ha sido un tiempo complejo para el gobierno. Los indultos otorgados por el Presidente hicieron caer la mesa de seguridad en la que Carolina Tohá trabajó intensamente. ¿Quedó debilitada después de ese episodio? Ella responde categórica que no. Que se siente totalmente apoyada por el gobierno y las fuerzas políticas que lo respaldan. Aquí su reflexión sobre estas primeras semanas del 2023 y los énfasis que acordó el comité político el pasado jueves y viernes en Cerro Castillo.
Ministra, usted ha sido parte de otros gobiernos. ¿Este es el tiempo más difícil que le ha tocado vivir en política?
No. Sinceramente no. Cada tiempo tiene su dificultad, pero la sensación de estar al borde de grandes peligros y, al mismo tiempo, tener la posibilidad de hacer cosas importantes, la he sentido cada vez que he estado en un gobierno. Lo sentí al inicio del gobierno del Presidente Ricardo Lagos. Uno se olvida que los primeros dos años y medio fueron realmente extremos desde el punto de vista de la fragilidad. Las amenazas que había en ese momento eran mucho mayores que las de hoy.
¿En qué sentido?
En esa época estaba el fantasma de si se iba a poder o si se iba permitir que su gobierno funcionara plenamente. También lo sentí muy fuertemente en la mitad del mandato de la Presidenta Michelle Bachelet. Vivimos una crisis política muy profunda después del Transantiago. Ahí ya empecé a ver síntomas severos de quiebre, de deslealtad, de dificultad por mantener la cohesión.
¿Y ahora no?
Ahora tenemos otros riesgos y otras posibilidades, pero sinceramente no lo veo como el peor momento político que hemos vivido. Son etapas que se pueden superar.
El gobierno está tensionado por sus dos coaliciones. No hay fiato. La posibilidad de que vayan en dos listas para la elección de consejeros constitucionales, ¿sería impresentable para el gobierno?
Sea cual sea la fórmula electoral que se elija, yo creo que lo impresentable sería no tomarle el peso a la responsabilidad que tenemos de estar cohesionados. A veces falta perspectiva para mirar la alianza política que hemos configurado en torno al gobierno. Se olvida que hace un año y medio estas fuerzas estaban totalmente enfrentadas. Habían vetos entre ellas, tenían un nivel de desencuentros que hacía impensable que pudieran gobernar juntos. Hemos recorrido un camino que nos ha acercado.
¿Por qué no se nota?
Hay tanto ruido político que se pierde de vista que este gobierno ha enfrentado una crisis económica gigantesca y ha logrado tomar control de la situación. Lo mismo en seguridad. A pesar de todos los problemas que hay en Chile –y que sin duda son enormes y angustian a las personas-, si uno va a Iquique hoy, o va a la región de La Araucanía, la situación no es la que había hace un año atrás. Tenemos dos reformas como la tributaria y la previsional en que se ha logrado construir acuerdos. Por lo tanto, veo que estas dos coaliciones están en un proceso de convergencia.
Pero todavía falta horizonte común, ¿no?
Es verdad que esta no alianza no llegó con un fiato al inicio del gobierno. Lo ha ido armando en el camino y nos pilla con una elección a media pista.
¿Y la posibilidad de ir en dos listas podría borrar esos primeros pasos?
Es importante que se entienda que una cosa es la fórmula técnica electoral, pero lo que manda en política es la política. Discutamos las fórmulas, pero no perdamos de vista que vamos a competir con nuestra capacidad de gobernar, sea en las listas que sean. Y si por elegir dos listas, por un asunto netamente electoral, se provoca una ruptura política, lo vamos a pagar muy caro. Eso es lo que hay que evitar.
¿Un quiebre?
Claro, porque en teoría, las dos listas podrían funcionar, pero eso tiene una serie de exigencias que no veo que los partidarios de las dos listas las tengan plenamente asumidas.
Desde el PPD, Guido Girardi ha dicho que deben privilegiar el proyecto de la social democracia. Que está en juego la identidad de su mundo. ¿Es un argumento a considerar?
Es un argumento importante. La social democracia va a mostrar si tiene la capacidad de cumplir con el compromiso que tomó cuando decidió apoyar al gobierno del Presidente Boric. Aquí va a demostrar si tiene la capacidad de pasar los momentos difíciles en pos de propósitos mayores. Eso se ha puesto a prueba muchas veces y, en algunos momentos, han primado los cálculos chicos.
¿La frase de Girardi de que el PPD no debería ir en la “lista del indulto”, está haciendo ruido en ese afán de convergencia?
Por supuesto. ¡Y más que ruido! Es una frase que yo creo que requiere mucha explicación de por qué se hizo y para qué.
¿Y qué supone usted?
Sinceramente, me cabeceo tratando de entender y todavía no lo logro. No sé cuál es la apuesta de esa frase.
“Si por elegir dos listas, por un asunto netamente electoral, se provoca una ruptura política, lo vamos a pagar muy caro”.
El rumbo
Aquí también hay una demanda por marcar el rumbo. Sectores del PS y PPD lo están pidiendo. También hay una demanda por cambio de gabinete. ¿Son conscientes en el gobierno de que están esas demandas?
El gobierno ha puesto prioridades. El foco está puesto en recuperar certidumbre en el ámbito económico, político y social. El problema es poner esas prioridades en la actuación cotidiana y eso ha sido bastante difícil por las pequeñas disputas del día a día. Pero si uno ve la gestión del gobierno, sus resultados, sus énfasis, verá que se ha hecho una convergencia fiscal en tiempo récord. Hay medidas para enfrentar la inflación, apoyos económicos a las familias. También en materia de seguridad hemos ido construyendo una agenda en base a acuerdos y datos reales. No efectismos. Hay elementos bastante nítidos en la gestión, pero la política parece estar en sus propias agendas.
¿Y esto no estaría hablando de una debilidad de liderazgo del gobierno para permear a sus coaliciones?
Yo creo que la debilidad que tenemos es que a la política le cuesta mucho ordenarse en torno a prioridades ciudadanas y salir de la querella pequeña del día a día. Todos los últimos gobiernos han tenido una dificultad de encuentro con las inquietudes ciudadanas. Y eso es un problema que está teniendo nuestro sistema político en su conjunto. Es hora que lo asumamos. Si no, vamos a ahondar este camino de desencuentro y abrir espacios a fuerzas autoritarias o caudillistas, o populismos. Esta no es una crisis solo chilena.
Si se miran las encuestas, el gobierno tiene alta desaprobación. ¿Hay autoconciencia? Porque es clave reconectar con la ciudadanía.
Ciertamente hay conciencia de que hay que provocar una reconexión, pero es un proceso que va a requerir consistencia, un trabajo sólido y no efectismos. Si este gobierno saca adelante la reforma provisional y la tributaria, si se logra un pacto fiscal que permita financiar derechos sociales de otra calidad, si mostramos consistencia en seguridad, en lugar de las cosas disruptivas e inútiles que hemos visto por largo tiempo, todo eso va a tener efecto en la ciudadanía. Pero, para eso, no hay que perder energía en el pantano de los dimes y diretes, sino poner el acento en darle viabilidad a esa construcción.
Los indultos
Los indultos provocaron un gran revuelo. Primero ante la gente, pero también le afectó a usted, como ministra del Interior, que estaba llevando adelante la mesa de seguridad. ¿Se pudo haber evitado?
Es un hecho cómo fueron las cosas y es un hecho la determinación que tienen el Presidente y la ministra para que esa mesa de trabajo pueda dar frutos. A estas alturas, estoy bastante cierta de que así va a ser. Fue una pausa necesaria, producto de toda la tensión que se ocasionó con el tema de los indultos. Hoy ya estamos en condiciones de retomar y recuperar los acuerdos que ahí se lograron.
¿Usted se enteró antes, durante o después sobre los indultos?
Eso no es relevante.
¿No?
No, lo relevante es que el Presidente ejerció una facultad que todo Chile estaba avisado cuando lo eligió y sabía que la iba a ejercer. Él nunca ha ocultado su opinión en esta materia, ha sido muy claro y ejerció esa facultad.
¿No la debilitó a usted?
La verdad yo no me he sentido para nada debilitada. He sentido que hay un gran apoyo del Presidente y las fuerzas políticas para que saquemos adelante este trabajo. Y se ha logrado un gran avance. Creo que estamos en condiciones de ofrecerle al país un camino que va a ver la luz muy próximamente. Eso es lo que importa. Todo lo demás se lo lleva el viento.
"Se ha hecho camino al andar porque estas coaliciones no partieron juntas. Pero, al acercarse un año del gobierno, es necesario poner arriba de la mesa un pacto de gobierno más claramente".
Un pacto de gobierno
Después de estas complejas semanas, ¿qué balance hicieron en la reunión del comité político en Cerro Castillo?
En ese cónclave se acordó poner un énfasis especial en la ejecutividad gubernamental. El Presidente instruyó a su equipo político y a toda la línea de autoridades de gobierno que actúen más empoderados en sus roles. O sea, tomando decisiones y haciéndolas cumplir. Eso es muy importante para manejar esta etapa. Otro énfasis es gobernar bien el presente para sacar adelante las reformas comprometidas, especialmente la tributaria y previsional. Pero a la vez demostrar, en los hechos, la capacidad de la democracia para tomar decisiones y dar soluciones.
¿Cómo se traduce a la escena nacional?
En que hay una prueba de fuego para el sistema político. Tenemos que lograr acuerdos para dar respuesta a los temas sensibles de la sociedad. Si fracasamos en ese intento, vamos a abrirle la puerta a una oleada populista o autoritaria. Entonces, esto es importante para sacar adelante las reformas, pero también para la salud de nuestra democracia. Y ese también es un desafío para los partidos de derecha que tienen un compromiso con la institucionalidad democrática.
¿Y hay un énfasis respecto de qué cambios debe hacer el gobierno en su relato para reconquistar a la gente?
Sí, pero no son cambios en el relato. Son cambios para que el relato se traduzca en hechos que la gente pueda percibir de manera inmediata. Es la efectividad gubernamental que decía. Se decide y se hace. Nuestra gestión política tiene que estar concentrada en eso.
¿Qué puede hacer el gobierno para que sus partidos se alineen?
Se ha hecho camino al andar porque estas coaliciones no partieron juntas. Pero, al acercarse un año del gobierno, es necesario poner arriba de la mesa un pacto de gobierno más claramente. Las prioridades, las formas de trabajo conjunto, una manera de relacionarse entre las fuerzas que apoyan al gobierno, y eso hay explicitarlo de una forma mucho más nítida.
¿De qué manera?
Tenemos que llevarlo a un pacto de gobierno en que todo el mundo tenga claro cuál es nuestra prioridad, cómo nos vamos a relacionar y qué lugar ocupa cada coalición en este proyecto que es el gobierno del Presidente Boric. Es el momento de hacerlo nítido. A un año del gobierno, estamos en condiciones de madurarlo.
¿Van a firmar un nuevo pacto entre el gobierno y sus coaliciones?
No creo que sea una firma en un papel. Más bien será sincerar una respuesta a una inquietud que nunca han terminado de explicitarse en su solución. Por ejemplo, ver cómo pasamos de la versión original a un gobierno que ahora tiene dos coaliciones que son bastante equivalentes en su peso político y electoral.
¿Eso implicaría darle más cargos al PPD y al PS?
Más bien implica tener una cultura de gobierno que sea producto de la combinación de estas dos fuerzas. En el fondo, es acordar una manera de trabajar de aquí en adelante.
¿Será como un evento que marca un reinicio?
Probablemente algo se va a hacer, pero no creemos que esto sea un evento, sino la necesidad de acordar prácticas de trabajo con los partidos, los parlamentarios, en las regiones, como equipo político y con el resto del gabinete. Hay que dar un paso adelante porque en esta nueva etapa ha madurado la convicción de que se necesita una especie de ajuste.
¿Un ajuste en la manera de funcionar del gobierno?
Exactamente. Hay formas de funcionamiento que definitivamente hay que mejorar. Tenemos que articular mejor. Tener una cultura política de gobierno que represente al conjunto de las coaliciones. Pero, sobre todo, que dé cuenta del momento en que estamos y que es distinto de cuando el gobierno empezó. Se nota en el estado de ánimo, en las perspectivas. Es otro ciclo político. Entonces, hay que terminar de hacer ese ajuste al celebrar el aniversario del primer año de gobierno.
Entonces, ¿ese ajuste tiene que ser antes del 11 de marzo?
Exacto.
¿Viene cambio de gabinete?
Eso es de manual. La única persona que tiene la facultad de tomar esas decisiones es el Presidente de la República.
“Hay que dar un paso adelante porque en esta nueva etapa ha madurado la convicción de que se necesita una especie de ajuste”.
La seguridad
La prioridad del país es la seguridad. En su diagnóstico, ¿cuál es el nivel de gravedad en la que estamos?
Lo primero es mirar los datos reales, la evidencia. Eso es lo que permite entender bien la dimensión del problema. Lo que estamos viviendo es parte de un fenómeno internacional. Después de la pandemia, ha habido un alza del delito en el mundo, particularmente del crimen organizado y del narcotráfico y en que la presencia de armas -por razones que todavía no se entienden muy bien- se ha multiplicado. Aparentemente, en el periodo de cierre de fronteras y de una mayor demanda de drogas, se generó un funcionamiento de crimen organizado mucho más intenso que desbordó el control en muchos países. A nosotros eso nos golpeó aún más fuerte.
¿Por qué?
Porque veníamos saliendo del estallido social. Fue un momento de mucha debilidad, de pérdida de legitimidad de las instituciones, de parálisis. Por mucho tiempo, no se hicieron las cosas que era necesario hacer en materia de control de fronteras, fortalecimiento de las policías o de actualización de la inteligencia. Entonces, lo urgente es mejorar las condiciones del aparato del Estado, de las instituciones que están a cargo de la seguridad, para estar a tono con los desafíos de hoy. Nuestra política nacional de seguridad viene del gobierno del Presidente Lagos.
¿Desde esa época no se ha hecho una nueva política de seguridad?
No. Y solo por darte un par de ejemplos: no hemos tenido una focalización en la prioridad que tienen las fronteras. Nos encontramos con oficinas que no tienen los equipamientos básicos, o con funcionarios que trabajan en condiciones extremadamente precarias. Tenemos que tomar en serio las características de esta crisis que, fundamentalmente, tiene que ver con armas, homicidios y crimen organizado. En esa línea tenemos que focalizar nuestra atención. La buena noticia es tenemos bastante consenso técnico y político.
Se suma una nueva amenaza: las “maras” salvadoreñas. ¿Hay claros indicios de que están operando en Chile?
La verdad es que no tenemos la dinámica de maras en nuestro país. Si la tuviéramos, todos lo sabríamos. No son fenómenos de bajo perfil. Otra cosa es que haya investigaciones y una especial atención en personas que han estado vinculadas. Pero hoy la atención está puesta en donde tenemos los problemas: las armas, los homicidios y el crimen organizado. Y para eso es la política, la legislación, el programa presupuestario de crimen organizado y la agenda que estamos haciendo. Mientras más nos focalicemos en donde tenemos el problema y no nos distraigamos donde no lo tenemos, más posibilidades tenemos de ser efectivos.
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