A Claudio Bravo se le ve disfrutando al máximo. Con sus 38 años, el nacido en Viluco goza con cada nominación a la Roja, asumiendo que el adiós está cada vez más cerca. Lo dice sin rodeos, de hecho.
Quizás por eso mismo, el portero del Betis se ha encargado de abrir el camarín de la Selección. Junto a Mauricio Isla, el capitán llevó adelante una serie del lives por Instagram en los que respondió todo tipo de consulta de sus seguidores. No se escondió de ninguna pregunta. También aprovechó la oportunidad para transmitir su experiencia a la regeneración, como le llama Lasarte.
Desde un hotel de Santiago, cumpliendo la cuarentena tras retornar de la Copa América, el histórico guardameta atiende a El Deportivo. Dice que ya no quiere hablar del Peluquerazo ni del abrazo con Arturo Vidal, porque ya respondió sobre ambos temas en Brasil. Un sitio que, más allá de los resultados, dejó un nuevo ambiente en el camarín de la Selección.
¿Chile se juega su opción de ir al Mundial en septiembre?
Es un partido donde lógicamente se marcará un camino importante. Si nosotros logramos hacer buenas puntuaciones, nos metemos en ese grupo que va a disputar la entrada al Mundial. Si el panorama es negativo, costará mucho más. Pero son tres partidos que sí te marcarán mucho el camino y cómo afrontar esta clasificatoria.
Dijo que Chile en la Copa América quiso mostrarse más agresivo e ir al frente. ¿Se había perdido esa característica?
Creo que sí. No sé si perder, o no, pero a lo mejor no se mantuvo el espíritu competitivo que era lo que le gustaba al hincha y lo que nos llevó al éxito. Ver a una Selección que ante cualquier rival siempre está buscando ganar los encuentros, buscando incomodar al rival y no ponerle los partidos fáciles. Sí también con el recorrido de los jugadores más grandes hemos aprendido a hacerlo: cuándo sí y cuándo no. Creo que el nivel competitivo de esta Selección ha crecido.
Estuvo fuera de la Selección largo tiempo por lesión y decisión técnica. ¿Pensó que la Roja era historia pasada para usted?
Cuando me lesioné del tendón de Aquiles lo primero que pensé fue en recuperarme, pero también pensé en que podía terminar mi carrera. Por la información que tenía da la lesión, que era compleja. En mi posición era vital salir bien de ese tema. Me tomó tiempo asimilarlo. Tiempo también porque fueron siete meses donde me obligué a tomármelo de buena manera para estar al máximo. Verme fuera de la Selección por ese tiempo... No sé si fue complicado o no, pero sí fue un desafío de decir ‘mira, el tiempo me tiene que posicionar dónde me tocará estar en muchos años de mi carrera’. Pero para eso se necesita trabajo, se necesita dedicación. El hacer las cosas bien en tu club para volver a estar acá. El tiempo se encarga muchas veces de posicionar las cosas en el lugar donde tienes que estar. Me tomé esa pausa de tranquilidad, de saber mi valía, saber lo que tenía que hacer para volver a estar donde me ha tocado estar durante tantos años.
¿Sufría viendo a la Selección desde fuera?
Un poco, pero un poco de todo. Disfrutaba también cuando las cosas iban bien. También disfruté de momentos que en mi carrera no había tenido. Estar en mi casa, con mi familia viendo un partido de la Selección, se disfruta. Aunque es verdad que te toca sufrir cuando no estás compitiendo porque tus deseos son estar ahí, poder ayudar, sentir que puedes ser útil.
¿Es cansador ser capitán de una Selección que recibe tanta atención por lo que se hace en la cancha y fuera de ella?
No, me lo tomo con tranquilidad, con cierta soltura. No porque me toque llevar hoy el brazalete significa una presión extra u otro tipo de cosas. No necesito esta distinción. Tampoco me demarca lo que debo hacer dentro de la Selección. Es un proceso natural. Nunca me he sentido presionado. Ni jugando ni estando en este rol.
¿Se siente en un nivel muy superior al resto de los porteros de la Roja?
No. Nunca lo he pensado, nunca lo he sentido y nunca lo veré de esa manera. Veo todo lo contrario, de hecho. Siempre me siento menos que lo demás, siempre intento aprender de los compañeros, intento hacer lo mejor posible. Sería un error pensar distinto. Me conozco y mi pensar me ayuda a mantener mi nivel durante mucho tiempo. Siempre siento la competencia del resto, eso me ayuda a estar a buen nivel.
¿Alguna vez ha sentido amenazada su titularidad en la Selección?
Siempre he pensado que, si no trabajo bien o no compito bien, lógicamente mi titularidad se verá amenazada. Tal cuál como lo siento de mis compañeros, que trabajan bien y también están apretando porque desean jugar. Desde la otra posición, lo veo con la sensación de no relajarme porque mis compañeros lo hacen muy bien y porque quieren estar en mi posición. No lo miro desde un relajo, que me toca jugar a mí y que la misión está hecha. Es todo lo contrario.
En los live que compartió durante la concentración se le vio, junto a Mauricio Isla, queriendo dejar un legado. ¿Es así?
Siempre se puede dejar algo. Hoy tenemos la herramienta potente que son las redes sociales. Debemos saber utilizarlas de buena forma. Más que dejar un legado o no, que nosotros también podamos acercarnos a las personas que nos brindan apoyo. Y que nos conozcan de otra manera: más cercanos, más normales. Es bonito que te vean en situaciones cotidianas, pero siendo cuidadoso, porque también hay niños que están pendientes de lo que uno dice, cómo lleva uno diferentes situaciones de la vida. Si podemos dejar un aprendizaje, está todo bien.
Está preparando el adiós y dejando un testimonio en la Roja…
El adiós lo tengo en mi cabeza durante mucho tiempo. Pero yo seré el primero que me daré cuenta de cuándo tengo que dejar mi actividad, cuándo no voy a estar en la Selección, o cuando llegue el día en que toque la puerta en algún club y diga que hasta aquí llegó mi camino. Y me pasa hoy en día, en la importancia de sentirme bien, sentirme útil, que sigo siendo un jugador que aporta. Cuando no sienta esas cosas, seré el primero que dé un paso al costado. Eso lo tengo más que claro. Puede ser en un año, dos, tres o no sé cuándo. Eso lo van a determinar mi cuerpo, mi cabeza y mi entorno.
¿Ve recambio al nivel de la generación dorada?
Eso es paulatino, es un poco lo que me pasará a mí. Si veo gente que me está presionando abajo, que a uno no le alcanza, se va a generar de forma natural. Mientras los más grandes sigamos manteniendo ese nivel de juego y sigamos siendo competitivos, creo que nosotros pondremos las cosas difíciles. Trabajamos de una manera especial, competimos de una manera especial también y eso es complicado de mantener durante el tiempo. Eso hemos querido demostrarle a la gente joven: aprovechen las oportunidades, valoren dónde están y las otras situaciones se dan de forma natural.
En sus lives siempre dice que está “tatita”. ¿Se siente viejo?
Sí, siempre me he sentido viejo dentro de mi actividad. No por la edad que tengo. Es quizás porque empecé muy joven en el fútbol y también por mi manera de ser. Tengo más cosas de viejo que de jugador joven. Pero a mí me gusta, me agrada eso.
¿El Mundial de Qatar asoma como el escenario ideal para retirarse?
Depende. Es un poco como esta Copa América. Mauricio (Isla) me puso en aprietos en un live y le dije que si ganábamos la Copa iba a sentir esa sensación de plenitud que tuve un tiempo atrás ganando las dos Copa América y era un buen momento para decir ‘mira, ya está. Lo dejamos aquí’. Pero creo que a todos nos quedó la sensación de que tenemos que seguir ayudando, volver a meter a Chile en un Mundial. Si es la ocasión o no, lo determinará el tiempo.
¿Sí o sí se retira en la liga chilena?
No lo sé. Depende del tiempo, de los deseos. Hoy estoy muy bien y ya veremos qué es lo que depara el futuro: si es acá en Chile, si es fuera. Ya veremos dónde toca estar. Yo solo quiero estar bien, estar contento, ser un aporte.
¿Le preocupa lo mal guiados que a veces están los juveniles en Chile?
Es complicado de analizar porque mi día a día no está en el fútbol chileno. Sí hemos tenido la suerte de compartir con gente joven, de la cual me llevo una impresión muy grata. Eso habla muy bien de estos chicos. Desconozco un poco lo que se está haciendo en los clubes, pero lo que encontré en la Copa América sí te da a pensar que las cosas se están haciendo bien. Sí creo que los clubes deben brindarles más oportunidades a los chicos, más apoyo y así también vamos a acelerar los procesos.
Usted ha dicho que quiere ser entrenador. ¿Está decidido o aún lo evalúa?
Sigo pensando mucho, evaluando cosas. No me cierro a nada. Pero sí es algo que me gusta, que me llena. Ya me tomaré el tiempo para decantarme si es por ello o por otra cosa. Ahora, estos últimos años, me quiero dedicar a disfrutar de mi profesión, de dónde me toca estar a nivel de selección y club. Quiero, estos años, pasarlo bien.
Tiene claro que al primer éxito como DT será de inmediato candidato a la Roja...
Sí, pero hay que ir paso a paso. Si me pongo en ese pensar de ser técnico, lógicamente quiero estar metido en funciones con gente joven. Uno tiene un bagaje y un aprendizaje grande. Creo que ahí es donde uno primero tiene que plantar la semillita. Ir creciendo poco a poco y ya uno verá más adelante si están las capacidades para ser técnico de una selección adulta, porque son palabras mayores. Pero eso lo dirá el tiempo.
¿Bielsista, Sampaolista o Guardiolista?
Un poco de todos. He tenido la fortuna de tener grandes técnicos en mi carrera donde cada uno te deja enseñanzas para el futuro. No me quedaría con uno en especial. Aparte de esos tres que me nombras, también he tenido otros grandes técnicos a nivel de clubes de los que he aprendido mucho. En la Selección también he tenido a otros que no nombraste, pero de los que aprendí mucho.
¿Su mejor tapada en la Selección?
Para mí a lo mejor hay otras, pero para la gente es la atajada en la Copa Centenario en la final. Fue un momento mágico donde no lo estábamos pasando bien. Si esa pelota entraba, a lo mejor no teníamos el final que tuvimos. Pero para mí no son las atajadas: son los días malos, los fracasos, son las derrotas las que más me llenan y más me acuerdo. Nunca me he quedado con una atajada, con un logro, pero sí me quedo con un momento de lesión, de mucha crítica, donde a lo mejor tuviste un mal partido y el equipo perdió por tu culpa. Eso quizás me ha dado un carácter distinto, una sensación de querer hacer las cosas mejor y no estancarme.
¿Cuál es su momento más emotivo en la Roja?
La única vez que lloré en la Selección fue cuando ganamos la Copa Centenario. Yo venía de una situación familiar, venía de una lesión. Llegué al torneo sin entrenar. Mis primeros tres partidos fueron un desastre, pero un desastre. Físicamente estaba, pero mi cabeza estaba en otro lado porque habíamos tenido algo con la más pequeñita en casa. Y, quieras o no, primero están en nuestra cabeza las funciones de padre. Estaba en una situación difícil que no había vivido en mi actividad. Mira cómo terminó la película. Al momento que ganamos la final, no sé si estaba en un córner celebrando y me emociono porque me acordé de todas estas cosas. No fue un torneo fácil. En mis tres primeros partidos me hicieron bolsa por todos lados, salieron encuestas donde ya me ponían en duda, ponían el tema de mi edad porque ya tenía unos años respetables. Pero mira lo que son las cosas: te pones por delante de una adversidad y terminas cambiando todo.
¿El mejor técnico que ha tenido?
Me costaría quedarme con uno. Aprendí de los buenos, de los regulares, de los malos. Todos te dejan enseñanza. No necesariamente el mejor entrenador te deja más enseñanza.
¿El mejor club en el que ha estado?
Me ha pillado en momentos distintos de la vida. Me pasó la etapa en Colo Colo. Me formé, me inicié, era estar en mi casa con mi familia. Pasé la etapa en la Real Sociedad donde nos tocó iniciarnos como familia. Nos fuimos con la mayor con un añito y estuvimos ocho o nueve años ahí. La etapa en Barcelona fue maravillosa, una ciudad increíble, un club donde a nivel de éxitos fue estar en lo máximo. A nivel familiar, fuimos padres nuevamente. Ir a Manchester también nos reforzó mucho: ir a otro lugar, una cultura totalmente distinta, un clima que era adverso a lo que teníamos en Barcelona. Esas cosas te potencian mucho. A nivel de trabajo también me fue muy bien. Ahora en Sevilla, estamos en una ciudad magnifica, con gente encantadora. Me cuesta encontrar una etapa negativa, como que diga ‘mierda, acá lo pasamos mal’. He sido un privilegiado.