Constanza Martínez: “Ya se han hecho suficientes autocríticas, es importante no caer en la autoflagelancia”
La exdelegada metropolitana y candidata única para asumir la presidencia del Frente Amplio reivindica el desempeño del nuevo partido, aunque asume un aprendizaje intenso en el poder. Y aunque plantea seguir con la alianza con el Socialismo Democrático, asegura que el FA tendrá una carta presidencial.
La propuesta de transformarse en la líder del nuevo partido Frente Amplio -que fusionó a las distintas colectividades de la alianza originaria del Presidente Gabriel Boric- le llegó hace semanas. Y la entonces delegada presidencial de la RM, Constanza Martínez, lo meditó profundamente, decidió que había cumplido un ciclo en su cargo y habló con el Mandatario. Estas son sus primeras definiciones al cargo que -en su condición de candidata única- se formalizará tras las elecciones del 13 y 14 de julio.
¿Cuánto cree que ha cambiado el Frente Amplio en el ejercicio del poder?
Ha sido un proceso de aprendizaje, de consolidación, pero también de apertura, de un ejercicio muy consciente de unidad, porque una cosa es tener una idea respecto del escenario y otra cosa es la organización para lograr consolidar esos cambios que Chile tanto requiere. Ha sido un ejercicio muy intenso, de mucho compromiso por parte del Frente Amplio.
¿Es este, diría usted, el gobierno que soñó cuando conquistaron La Moneda?
Sin duda que sí, en el sentido de que, la verdad, el sueño no estaba configurado en torno a llegar a La Moneda con este grado de rapidez. Sin embargo, sí había un sueño muy nítido de poder transformar un malestar que fue desde el que nosotros nacimos. Este gobierno ha tenido muchos desafíos. A mí me tocó encabezar desde la delegación presidencial, por ejemplo, la crisis de seguridad que se venía arrastrando en los últimos 10 años.
¿Cuáles han sido las decisiones más complejas que han tomado en el poder?
Lo más complejo fue el escenario político en el cual nosotros llegamos. Diría que había una triple crisis, que no es solo producto de un gobierno de turno, sino de un agotamiento de un modelo en nuestro país. Una crisis económica producto de varios aspectos, que fue muy dura en el comienzo del gobierno y que hemos logrado estabilizar. Por último, también la crisis de seguridad, que marca la necesidad de ponernos al día como país.
Esta última crisis no la tenían prevista cuando llegaron al poder. Por ejemplo, la exministra del Interior intentó llegar a Temucuicui, se demoraron en hacer el ajuste de refundar a reformar Carabineros...
Lo que nosotros logramos conjugar en estos dos años y medio de gobierno, que ha sido un tiempo muy intenso, ha sido que precisamente es necesario un cambio. Con certezas, sin duda, pero un cambio en cómo vivimos la institucionalidad, cómo respondemos más rápido a los problemas, y en eso, yo creo que no hay una dicotomía, sino que al revés: para poder otorgar esa seguridad es necesario hacer cambios.
Las herramientas que usaron para enfrentar el tema de la seguridad eran las que ustedes habían criticado desde la oposición...
No.
¿Cómo que no? Estado de excepción, la aproximación a Carabineros…
No estoy de acuerdo con esa premisa, porque el punto es cuando tu única alternativa a un problema es el uso de la fuerza. Nosotros lo que hemos planteado es que no tenemos problemas con las herramientas, el problema es cómo esas herramientas se utilizan, su proporcionalidad y también el que eso vaya aparejado con resolver los problemas políticos con soluciones políticas. Cuando uno no hace ningún análisis crítico respecto de las instituciones también les hace daño. Se ha hecho el Plan Buen Vivir, donde hemos tenido una postura en que nuestro plan en Ercilla no es solamente llegar con muchos carabineros, sino también llegar con inversión y diálogo, y eso no es ingenuidad, es poder entender la profundidad de los problemas que estábamos atravesando como país.
¿Por qué habla de ingenuidad? ¿Cree que esa es la crítica que se les hace, que tienen una aproximación ingenua a los problemas?
A ratos se nos ha planteado que, por ejemplo, en materia de seguridad el tener una perspectiva de prevención del delito puede ser algo menor a simplemente el garrote. Yo no estoy de acuerdo con esa postura. Y lo vimos con la recuperación de los espacios públicos.
Pero lo de Temucuicui fue ingenuidad pura, ¿o no?
Pero creo que un hecho no hace la conclusión de dos años y medio de gobierno. Eso fue un intento. En los intentos osados también es muy fácil criticar posterior a que eso ocurre. Pero acá ha habido una voluntad sistemática, seria y responsable por parte del gobierno de probar estrategias distintas.
Han debido cargar con críticas como la gestión, la promesa incumplida de gobernar distinto o el lío de platas. ¿Cuál es el problema más complejo que han debido enfrentar?
Han sido temas muy complejos y creo que se han abordado de forma distinta a lo que habíamos visto. En el caso convenios, tuvimos una postura muy tajante como conglomerado de total rechazo a ese tipo de situaciones, sin esconder la situación, tomando sanciones inmediatas al interior de nuestros partidos. Al ser espacios colectivos siempre puede haber personas que se salgan de los principios. Al menos desde la presidencia del FA quiero enfrentar la corrupción, es algo que no se acepta. Ahora, respecto del tema de la gestión, a mi juicio, creo que ya se han hecho suficientes autocríticas y que la crítica es razonable… es indispensable, pero también es importante que no caigamos en la autoflagelancia, porque en el fondo también el aprendizaje es algo rico. Cuando tú tienes solamente gestión, sin principios, sin ideas, lo que tienes es un acto populista. Y cuando solamente tienes principios, pero no tienes ni una capacidad de gestión, lo que tienes es un acto intelectual. Creo que esa dicotomía a la que se ha querido llevar al Frente Amplio, como si hubiese dos almas, es falsa.
¿Qué es lo que más ha golpeado al proyecto del FA?
El caso convenios es de lo más complejo que hemos tenido que vivir, porque fue una situación que en el fondo merma confianzas.
¿Qué va a pasar con Catalina Pérez, quien cumplió la suspensión impuesta en RD y pasó a militar en el partido único?
Sí, ese es uno de los temas que tengo que abordar como de los primeros, pero todavía no puedo adelantar, porque acabamos de cerrar la discusión ayer. Lo importante es cómo damos certezas de que todo ese procedimiento se dé de manera correcta.
En el oficialismo aún se recuerda cuando Giorgio Jackson habló de valores morales distintos. En el aniversario de Convergencia, del pasado fin de semana, Diego Ibáñez dijo que ustedes gobernaban mejor...
Las diferencias que he tenido a lo largo de mi trayectoria son diferencias políticas y no morales.
Él lo dijo claro: “Gobernamos mejor”...
Creo que mi liderazgo es muy orgulloso del FA. Y al mismo tiempo reconoce que estamos insertos en una sociedad y que requerimos que para poder avanzar en cambios es necesario el diálogo. También está habiendo un momento en el que se quiere retroceder absolutamente. Se quiere olvidar el nivel de crisis que vivió nuestro país.
¿Quién quiere tapar eso? ¿La derecha?
En general, el debate político en el último tiempo ha querido reducir, por ejemplo, el estallido social a un aspecto delictual o un aspecto puntual que ocurrió en un momento específico. A juicio de nosotros, ha habido una acumulación de malestar durante la última década que es real y que ha tenido una respuesta deficiente por parte del sistema político. Por lo tanto, buscar nuevas respuestas y plantear que esa crisis es seria y que requiere una mirada urgente no solamente de rememoranza al pasado, sino también de mirada al futuro, para mí es clave. Tratar de tapar ese problema va a provocar que el problema se agudice en los años venideros.
¿Cuál es la mirada que tiene a casi cinco años del estallido social?
Chile vive una crisis social y de legitimidad que es muy profunda. Hay un malestar profundo de la ciudadanía que tiene que ver con un nivel de desigualdad muy brutal que afecta a nuestra democracia, porque las decisiones se toman entre muy pocos. A mí me gustaría que como país tuviéramos memoria de nuestros procesos políticos, seriedad respecto a cómo damos ese debate y que también podamos llegar a ciertos puntos de encuentro, de síntesis común, no simplemente hacer un llamado vacío a la unidad, sino cómo ponemos distintas visiones respecto a lo que pasó, pero para poder solucionar esos problemas que aquejan a la gente. Si no, la crisis de legitimidad sólo se va a profundizar.
¿Le parece que el malestar perdura?
El malestar de la gente, sin duda, perdura. La respuesta a ese malestar está todavía en tela de juicio.
¿Y cómo se hace cargo de la cuota de responsabilidad que le cabe en ello? Ustedes son gobierno...
Sin duda, y por eso estamos empujando reformas que son súper importantes, pero que han tenido un nivel de oposición muy grande y que se trata de resolver solamente buscando las mismas respuestas que hemos tenido hasta el momento.
¿Usted es partidaria de ceder más para destrabar las reformas pendientes?
Yo creo que hemos cedido harto. Si uno ve la propuesta original, y por eso también es bueno tener la memoria completa del proceso, creo que hemos cedido mucho. Yo creo que hay ciertos principios que tenemos que seguir defendiendo para que, efectivamente, las pensiones se puedan mejorar.
¿Cuánto ayuda al debate que se instalen ideas como la de los peces sintientes...?
No ayuda ese tipo de situaciones, pero también quisiera hacer el contrapunto de que no ayuda, sobre todo, porque la ley de pesca es, quizás, uno de los ejemplos más graves y más patentes de cómo la privatización de la política y la corrupción dañan la democracia.
A propósito de la muerte de Sebastián Piñera, el Presidente Boric sostuvo que se había sido injusto con el exmandatario, por ejemplo, en lo que respecta al estallido social ¿Comparte esa reflexión?
La crisis social que vivió Chile durante el 2019 tiene costos hasta hoy en materia de legitimidad en las instituciones, en materia de DD.HH. y en materia de cómo nos imaginamos resolver los conflictos. Ahí no hay una crítica moral al expresidente Sebastián Piñera, pero yo sí tengo una crítica política respecto a cómo se abordó ese conflicto.
Pero la reflexión del Presidente Boric no tenía que ver con eso, tenía que ver con cómo su grupo, incluida usted, el FA, miró ese proceso...
Cuando se ha dicho que nosotros fuimos una oposición obstruccionista, no comparto ese juicio. Fuimos una oposición muy crítica, sí, porque hubo situaciones muy complejas.
No respondió si fueron injustos con Piñera...
Es que no sé si me acomoda esa…
Son palabras del Presidente, no nuestras...
Es distinta la posición desde su experiencia como Presidente, y yo en eso comparto y respeto mucho la visión que tiene el Presidente Boric, porque creo que también siempre nos ayuda como sector su reflexión a poder mirar también desde muchas perspectivas.
Hablemos de sus socios. En este gobierno conviven con el PC, el Socialismo Democrático. ¿Qué rol espera que juegue el Frente Amplio en ese escenario?
Me gusta mucho la diversidad que tiene nuestra alianza de gobierno. El FA tiene para aportar tres elementos estructurantes. El primero es que nos hemos consolidado como una alternativa política que intenta buscar nuevas respuestas a ese malestar y esos problemas que siguen latentes en el Chile actual. El segundo principio tiene que ver con que nuestra apuesta es siempre de democracia radical. Y, por último, creo que también aportamos con la urgencia de que es ahora el momento en el que hay que hacer esos cambios.
¿Espera que esta alianza trascienda a este gobierno?
Sí. Confío mucho en la unidad, porque creo que es una herramienta para poder hacer cambios.
¿Deberían sumar a la DC? ¿Proyectar la alianza municipal que tienen ahora en un pacto presidencial, como lo planteó Diego Ibáñez?
Yo me la juego mucho por la unidad, la unidad siempre discutida en torno a principios, porque si no también puede ser solamente un aspecto utilitario y vacío. Y me parece que eso también puede ser un riesgo.
¿En ese caso a la DC la ve como compañera en una ruta presidencial? ¿O sólo en esta etapa municipal?
Yo creo que está por verse. Hay que ir viendo cómo esa unidad va cuajando. Esos caminos de unidad son difíciles y no hay que darlos por sentado. Hay que ir avanzando paso a paso. Y como decía la frase que ha utilizado el Presidente, vamos lento, porque vamos lejos.
La carta mejor aspectada para una presidencial es la ministra Carolina Tohá, que es del SD. ¿No es eso una derrota para el FA?
La verdad es que nosotros también hemos hecho un ejercicio bien permanente por tener primarias, porque también vemos que más que solamente acuerdos elitarios, logremos tener acuerdos que sean debatidos con la sociedad, que nos permitan, por ejemplo, contrastar ideas, o sea, no solamente en el ejercicio del voto, sino también todo el proceso para poder unificar un programa.
¿Está en su pulsión inicial tener una carta presidencial frenteamplista?
No, sin duda que sí.
¿Quiere disputar una primaria?
Sin duda, porque ayuda al debate, a contrastar ideas. Creo que tenemos liderazgos muy importantes dentro del FA. Pero aún no es tiempo de hablar de nombres
¿Ha cambiado su visión del Socialismo Democrático en estos dos años? Ustedes fueron muy críticos de los 30 años.
Creo que ahí la crítica ha sido mutua. Y fue un proceso de síntesis política. En eso también ha habido mucha crítica a nuestra generación, que tampoco se ha abordado nunca.
¿Ha terminado de cuajar esta unión con el Socialismo Democrático o el PC sigue siendo su principal aliado?
Creo que dentro del gobierno se ha hecho un buen ejercicio de síntesis entre esas distintas trayectorias y sensibilidades.
¿Dice con eso que ninguno es su mejor amigo, ni el PC ni el SD?
En términos históricos hemos tenido muchos más encuentros a lo largo del camino con el PC, sin duda, pero yo creo que en este momento político se ha notado que hemos hecho una síntesis entre esas tres trayectorias, y que esa síntesis me parece que es la mayor fortaleza de este gobierno.
¿No siente que el Socialismo Democrático los ha subsidiado en el ejercicio del poder?
Creo que no ha habido un subsidio, sino una co-colaboración que ha traído frutos.
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