Crónica de una caída: el terremoto Macaya que golpeó a la UDI

Sebastián Cisternas/Aton Chile

La intención del senador era cerrar definitivamente el capítulo. Justamente lo que no hizo. La controversia que generaron -a todo nivel- las declaraciones de apoyo a su padre -condenado a seis años por delitos de abuso sexual- terminaron provocando su salida de la presidencia de la UDI, impactando a Evelyn Matthei y sometiendo al partido a una crisis política en un año electoral clave.


Con un WhatsApp, Javier Macaya dio el paso definitivo.

Pasadas las 11.30 del martes 23 de julio, el presidente de la UDI tomó su celular y envió un mensaje a los senadores de su partido. Había decidido renunciar tras 48 horas de fuerte presión política y mediática, luego de haber defendido a su padre, Eduardo Macaya Zentilli, quien el viernes 19 de julio había sido sentenciado a seis años de presidio por dos casos de abuso sexual a menores.

Sebastián Cisternas/Aton Chile

De nada había servido el mea culpa que, poco antes, había hecho a la salida de la Comisión de Salud, en el Congreso. Su permanencia a la cabeza del gremialismo se había hecho -a esas alturas- insostenible.

Mientras el secretario general, el diputado Juan Antonio Coloma, comunicaba la decisión a la bancada y citaba a una reunión de urgencia por Zoom a los miembros de la directiva y de la comisión política, Macaya se encerraba -en el piso 11 del Congreso en Valparaíso- a redactar la carta con la que anunció su renuncia, la que revisó con su equipo más cercano.

“En aras de mi compromiso político, he tomado la decisión de renunciar a la presidencia de la Unión Demócrata Independiente. Jamás permitiría que una situación familiar, por dolorosa que sea, afectara aún más a las menores de edad involucradas y, asimismo, al desempeño de mi partido y la trascendencia de su responsabilidad frente a Chile”, señaló en la misiva.

En términos parecidos comunicó su decisión a la mesa del partido y a los integrantes de la comisión política -en la reunión telemática-, donde primó el análisis de que no había otra salida.

FOTO: DEDVI MISSENE

A las 13.30 hizo pública su determinación, cerrando con ello tres años y siete meses en la dirección del partido y dejando a la UDI sumida en un terremoto político, ad portas del cierre de la planilla de candidatos para los comicios de octubre.

El golpe, además, cayó en el corazón de la primera generación de dirigentes gremialistas que no fueron formados por Jaime Guzmán y que habían logrado consolidar su poder tras ganar las internas a los “coroneles” y con el amplio triunfo del Rechazo en el plebiscito de 2022.

Macaya se transformó en el segundo presidente de esta camada que no termina su período y que sale en medio de una crisis de carácter judicial. El primero había sido Ernesto Silva, quien debió dimitir en 2015 en medio del caso Penta.

La bola de nieve

La cadena de acontecimientos se inició sólo cuatro días antes. El inminente fallo del Tribunal Oral en lo Penal de San Fernando -programado para el viernes 19- había gatillado una serie de solicitudes de entrevistas por parte de distintos medios de comunicación. A todas respondió que no.

Su decisión era mantener la postura que tuvo cuando estalló el caso -a mediados del año pasado-, oportunidad en que se refirió al tema solo a través de un comunicado. Incluso, en la UDI se asegura que a pesar del ruido que generaba la situación del padre del senador, había confianza en el manejo de Macaya, pues la estrategia del “silencio” había funcionado.

De hecho, ese viernes 19 asistió al consejo general de la UDI en el Congreso, apenas tres horas después de conocerse el fallo.

“Nadie pensaba que iba a ir. Pero llegó”, comenta una fuente, para graficar la separación que había logrado entre su situación familiar y su rol político.

Sin embargo, después de eso, cambió de opinión. Según fuentes de Canal 13, muy tarde, accedió a la solicitud de Mesa Central.

En el entorno del senador aseguran que su asistencia al programa los tomó por sorpresa. No la consultó con nadie a nivel político. Tampoco lo que iba a decir, aunque su objetivo -dicen- era cerrar el capítulo. Ni siquiera se lo dijo a su círculo más cercano, conformado por los senadores, algunos diputados -entre ellos Coloma, Guillermo Ramírez y Jorge Alessandri-, y otros dirigentes como Máximo Pavez y Ernesto Silva.

“Evidente, yo como hijo, estoy al lado de mi padre”, dijo en el programa. Punto que complementó con un aspecto procesal, lo que fue un serio error. “Acá -sostuvo- hay una situación que parte por una situación familiar de una persona que es grabada en un entorno familiar, sin su consentimiento y con un video que es bastante editado”.

Las luces de alerta se encendieron apenas terminó la entrevista.

En la UDI comentan que el senador recibió ese día una serie de llamados haciéndole ver las consecuencias que podrían acarrear sus palabras. Macaya -relatan las mismas fuentes- les transmitió que no volvería a hablar. Pero decidió hacerlo el lunes con Radio Pauta, después de escuchar a la ministra de la Mujer y Equidad de Género, Antonia Orellana, en CNN Radio, para desvirtuar una de sus apreciaciones: que las denunciantes eran familiares.

Dragomir Yankovic/Aton Chile

“Me parece desolador -dijo la ministra- para una niña o un niño, que está viendo esa entrevista, que ve que una autoridad de la República habla de imágenes tomadas sin consentimiento. Estamos hablando de pruebas. Prueba que fue validada por el tribunal en la que una niña, para que le creyeran, grabó lo que le pasaba a su hermana, porque a ella también le había pasado”. Y remató afirmando que los dichos del senador “son una señal de desprotección a las víctimas”.

Macaya reaccionó señalando -minutos después- que “he escuchado a la ministra Orellana diciendo cosas que son falsas (...). Las acusaciones que se hacen no son de una persona de mi familia. No son las nietas, le digo expresamente que no y se lo descarto”.

Esta segunda intervención generó una nueva incomodidad en el gremialismo.

“Ahí quedó claro que los roles, el del político y del hijo, se habían desdibujado”, resume un parlamentario de Chile Vamos en el Congreso.

Javier Salvo/Aton Chile

La intranquilidad se apoderó a esas horas de calle Suecia. La directiva se concentró en una suerte de comité de crisis virtual y presencial, donde se analizaron los posibles escenarios. Pese a la creciente ola de críticas -en las redes y en los medios- la decisión fue respaldarlo y descartar una dimisión. De ahí que el diputado Coloma -escoltado por María José Hoffmann y Constanza Hube- afirmara que “Javier va a seguir siendo el presidente de la UDI”.

La apuesta -aunque poco plausible para muchos- era que se mantuviera hasta diciembre, fecha de la renovación de la directiva. Y pudiera salir por la puerta ancha. Pero la bola de nieve seguía su curso.

Las luces rojas se encendieron con fuerza ese lunes por la noche, con la manifestación de unas 300 personas frente a la sede de la UDI. Ahí, el análisis de la directiva -en distintos contactos por celular y WhatsApp- fue que se estaba llegando a una situación en extremo compleja, que no iba a parar.

Una fuente confidencia que, después de eso, se vio a Macaya entregado a lo que viniera.

Foto: Aton Chile

Durante todo el día el senador monitoreó el tema con sus cercanos. Entre ellos, con Evelyn Matthei, quien le manifestó la crítica visión que tenía de sus declaraciones y le aconsejó dar un paso al costado. Fue la primera conversación entre ambos, mientras en paralelo el oficialismo arremetía -en distintos tonos- exigiendo un pronunciamiento de la alcaldesa.

El caso -de acuerdo a los análisis en Chile Vamos- estaba impactando la candidatura a la Presidencia de la figura mejor posicionada en las encuestas.

Todo cambió el martes. A las 8 de la mañana Matthei se comunicó -desde su casa- con Macaya para decirle que haría pública su postura. A esas horas, Marcela Cubillos, ex UDI y candidata a alcaldesa por Las Condes, había abierto los fuegos en CNN Radio, diciendo que el senador debía elegir entre la defensa de su padre y su labor política. “No puedes desdoblarte cuando hay una sentencia”, afirmó.

Foto: La Tercera

Pero Matthei optó por no apresurarse. Solo a las 9.44, después de otras consultas, publicó su visión en su cuenta de X. “Quiero ser absolutamente clara, la defensa de los niños, niñas y adolescentes es intransable. Los delitos de Eduardo Macaya han sido condenados por los tribunales y las resoluciones judiciales deben cumplirse rigurosamente. Se trata de un caso grave, donde solo queda estar con las víctimas, preocuparse de ellas y de su bienestar”, sostuvo. Un posteo especialmente cuidado, en el que no nombró al senador, pero sí se refirió al caso y a la conducta que hay que tener frente a estas situaciones.

Cuatro minutos más tarde, a las 9.48, la senadora María José Gatica (RN) iría más allá, convirtiéndose en la primera legisladora en pedirle la renuncia. “Lamentablemente, el senador Macaya se equivocó, esta situación compleja amerita renunciar a la presidencia de la UDI. Su opinión provoca desprestigio al sector que representa, restando importancia a la vulneración a menores de edad. Pido perdón, como sociedad no podemos permitir esto”, posteó en su red social, lo que incomodó a la UDI, por la dureza en contra de un socio de coalición.

Y si bien en el gremialismo hay cuestionamientos a cómo reaccionó el oficialismo -desde donde incluso los acusaron de ser defensores de Claudio Spiniak, Paul Schäfer y los curas John O’Reilly y Fernando Karadima-, algunos valoraron que el Presidente Boric haya evitado polemizar respecto a la situación del senador. Y se haya centrado en que el abuso de niños es condenable “sin matices” y que nadie puede tener privilegios.

Macaya como testigo

La situación del senador no fue fácil desde que estalló el caso, a principios de junio de 2023. En ese entonces, Macaya -aseveran en la UDI- sopesó rápidamente que el proceso sería grave y que era probable que golpeara su liderazgo en el partido. Incluso lo conversó con varios dirigentes y militantes -como Andrés Chadwick y Gonzalo Cordero-, a quienes les pidió su opinión.

El senador ha sido enfático en negar un nexo con la estrategia jurídica de su padre -”no fui parte de esa estrategia”, sostuvo en Mesa Central-, la que estuvo a cargo de Luis Masferrer al principio del caso y que hoy está en manos del exfiscal Sergio Salas, pareja de la exdefensora de la Niñez, Patricia Muñoz.

Sebastián Cisternas/Aton Chile

Pero, al igual que sus hermanos y cuñados, declaró como testigo en la causa. Y lo hizo el 12 de julio del año pasado, a las 11.30, en Rancagua.

En esa declaración, Macaya aseveró que se enteró de la denuncia a mediados de mayo del año pasado; que su madre le mostró los videos donde aparecía su padre con una menor -que desconocía quién se los mandó, pero que suponía que era su hermana-, y que le comentó que había una posibilidad de que la denunciante y su padre los hicieran públicos.

Testificó que si bien todos los videos eran muy similares, había dos que “en la peor de las miradas” podían tener una interpretación más compleja. En ambos se veía a su padre acariciando el abdomen de una menor.

Macaya aseguró que habló con su familia, incluido su padre -quien le garantizó que nunca había tenido conductas indebidas con ninguna menor-, y que tras diversas conversaciones al interior de su familia llegó al convencimiento -después de revisar los videos- de que no se trataba de una situación de abuso sexual.

Esta postura, más filtraciones del fallo -en el que se aseguraría que él y sus hermanos habrían desacreditado a la denunciante que grabó las imágenes- han llevado a algunos en el oficialismo y a organizaciones sociales -que incluso han realizado manifestaciones fuera del Congreso y el viernes en los tribunales de justicia- a pedir que Macaya renuncie también a la senaduría, cosa que se descarta tajantemente en la UDI y en el círculo del senador.

Esto mientras su padre quedó este viernes en presidio efectivo luego de que el tribunal de San Fernando revirtiera el arresto domiciliario, en medio de la investigación que abrió el Ministerio Público por posible tráfico de influencias, tras la decisión de Gendarmería -por la que la institución instruyó un sumario- de que Eduardo Macaya (72) pasara los primeros días de prisión preventiva en un módulo hospitalario asignado a mujeres y no en la cárcel.

Control de daños

El mismo martes -ya renunciado el timonel-, la UDI optó por hacer un urgente control de daños y rearticularse bajo una figura. La del diputado Guillermo Ramírez, a quien ya se miraba como el sucesor del senador en la interna de diciembre.

“Se aceleró una definición que estaba mapeada”, dice un diputado gremialista.

FOTO: DEDVI MISSENE

Su nombre lo levantaron la bancada, la directiva y la propia Evelyn Matthei. En el gremialismo se sostiene que la hoy alcaldesa tendrá a alguien de su absoluta confianza para afrontar la carrera a la Presidencia y que incluso -el martes- le habría dicho que quería que él quedara a la cabeza del partido y que ese tema se debía cerrar ese mismo día. Cosa que así ocurrió.

Esa misma noche, la comisión política -donde hubo palabras de agradecimiento a Macaya, incluso de los expresidentes del partido que no eran de su línea, como Jacqueline van Rysselberghe- ratificó al diputado -abogado de la UC y magíster en Políticas Públicas en Cambridge- como presidente interino.

“Desde el punto de vista político este caso está cerrado. No hay un gesto mayor en política que dar un paso al costado”, dijo Ramírez sobre la situación de Macaya.

Con su asunción, la alcaldesa rompió con uno de los “karmas” que mantenía con su partido: el no tener una directiva afín a sus opciones presidenciales, tal como le ocurrió en 2013 y en 2021, cuando el propio Macaya apoyó con fuerza a Joaquín Lavín.

Ramírez había llegado el domingo en la noche de China, por lo que no vio el programa. Solo lo revisó al día siguiente, en medio de la batahola política. Y, desde la misma noche del martes, no solo tomó el control del caso Macaya, sino que del cierre de la plantilla para los comicios de octubre.

En su favor jugó su cercanía con Renovación Nacional y Evópoli, además de la amistad que tiene con Arturo Squella, presidente del Partido Republicano. Y, aunque es visto como un férreo detractor a la actual administración, anunció también su disponibilidad para establecer un vínculo con La Moneda.

En el gremialismo solo hay desolación. No solo por el mazazo que recibieron a horas del cierre de las listas, sino porque aseguran que Ramírez -quien recién viene tomando el timón partidario y que es una de sus figuras de mayor proyección política- no enfrenta un camino fácil, ante los comicios municipales y regionales de octubre -donde se prevé una campaña compleja- y en su tarea para tratar de instalar a Matthei como la primera mujer de la centroderecha en La Moneda.

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