Desborde de la salud mental: el plan de gobierno y las soluciones de los expertos para enfrentar la crisis

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Ya venía deteriorada desde 2019, pero, tras la pandemia, se convirtió en un problema cada vez más agudo, que afecta a todos los segmentos de la sociedad. El desorden de la red asistencial, la falta de profesionales y el cierre de los centros de atención primaria y secundaria de salud mental son algunos de los frentes que se deben abordar para salir de la crisis. Aquí, la ministra de Salud explica cómo se está abordando esta problemática y los expertos proponen soluciones.


Es una de las 10 claves que Cadem advirtió seguir para el 2023. Abordar la crisis de salud mental se volvió un tema urgente a nivel nacional, precisamente porque sus números son alarmantes: ocho de cada 10 chilenos ha sufrido durante el último año alguna enfermedad asociada a salud mental. El 37% de los encuestados la nombra al momento de consultarles cuál es el principal problema de salud que enfrentan los ciudadanos y un 95% cree que es urgente una reforma a la salud.

Al inicio de su gobierno, Gabriel Boric lo estableció como prioridad para el Minsal. Él mismo reconoció que padecía una enfermedad de salud mental y lo ha nombrado más de una vez en sus pautas de prensa. “La salud mental importa y no los vamos a dejar solos”, dijo durante el anuncio del Presupuesto para 2023 en septiembre, cuando confirmó que se destinarían $19 mil millones para reforzar los recursos en esta materia.

En conversación con La Tercera, la ministra de Salud, Ximena Aguilera, asegura que hoy esta crisis es la segunda prioridad en la cartera después de reducir las listas de espera. Para eso, han establecido un plan que contempla medidas de corto, mediano y largo plazo. Sin embargo, lo más importante será la Ley de Salud Mental Integral que se presentará el segundo semestre de 2023 que, según explica ella, apuntará al enfoque en los derechos de los pacientes. Todo esto hoy está liderado por el subsecretario de Salud Pública, Cristóbal Cuadrado. El mismo que en octubre inauguró la primera sesión de un consejo asesor especial para esto, compuesto por 13 personas que son actores comunitarios, representantes de la sociedad civil y expertos en la materia. La idea de este grupo -que trabaja ad honorem- es que colaboren y aconsejen a las autoridades para el diseño e implementación de políticas públicas. En eso han estado estos meses, dice uno de sus miembros: realizando asesorías políticas, diseñando un plan para la participación ciudadana y armando una estrategia de continuidad de este consejo para que pueda seguir -con recambio de actores- independiente del gobierno de turno.

Si es que esto se aborda bien, dice el psiquiatra con máster en Salud Mental y Políticas Públicas Álvaro Jeria, la crisis se puede resolver completa a 10 años plazo.

-Pero para eso se necesita mucho más que un consejo asesor. Esto requiere de una política de Estado con un acuerdo político transversal y compromisos claros. Si eso no ocurre, el sistema va a seguir haciendo agua -dice Jeria.

Orden en las atenciones

La pandemia generó un desorden en los servicios de atención a usuarios. Con las cuarentenas, muchos Centros Comunitarios de Salud Mental (Cosam), los cuales -después de los Centros de Salud Familiar (Cesfam)- son la segunda línea de asistencia, cerraron sus puertas al público y recién terminaron de reabrirse este año. Eso, sumado a las camas psiquiátricas que se reconvirtieron en camas para pacientes Covid-19, hizo que el registro de los recursos disponibles se transformara en el principal problema de la atención. Bien lo sabe Paulina Oliva, médico psiquiatra de la Urgencia Psiquiátrica del Instituto Dr. José Horwitz, quien ha visto cómo, a partir de 2020, los pacientes de casi toda la RM -y también desde regiones- comenzaron a llegar en masa a atenderse, ya fuera porque habían sido derivados de los hospitales o porque los lugares donde solían ir estaban cerrados.

-Nosotros somos la única urgencia 24/7 de la RM y no tenemos idea si los otros hospitales tienen psiquiatras disponibles de turno o no. No estamos comunicados, tampoco sabemos cuál es la rotación de camas que existe. No hay una unidad centralizada.

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-La pandemia dejó entrever lo frágil que era la red -dice Álvaro Jeria.

Desde su llegada, la ministra de Salud, Ximena Aguilera, ha pedido a sus equipos ordenar y clasificar Cesfam, Cosam y urgencias psiquiátricas de diversos hospitales disponibles. De esta manera, afirman, se podrá saber cuántos y de qué manera estos servicios de asistencia estarían atendiendo a la ciudadanía. Desde el Minsal aseguran que una de sus ideas a corto plazo sería ordenar estos servicios en un mapa virtual. Así, todo quien quiera saber dónde queda el servicio de atención de salud mental disponible más cercano, pueda ubicarlo fácilmente a través de la página.

-De esta forma, la gente sabrá a dónde ir y no estará siendo derivada constantemente ni esperar tantas horas en una sala de espera -dice la ministra Ximena Aguilera.

Foco en la atención primaria y secundaria

Para cualquier problema de salud mental en el sector público, la red funciona así: un paciente puede asistir a tres lugares para atenderse. El primero, al Cesfam más cercano, donde existen las llamadas “duplas psicosociales” -un psicólogo y un trabajador social- que reciben y apoyan al personal de salud en la atención de pacientes. El paciente por sí mismo puede pedir una hora para asistencia psicológica en un Cosam -el centro de especialidad en salud mental- o puede ser derivado desde el mismo consultorio. Es solo en última instancia y cuando la persona está muy descompensada que se recurre al hospital. El Cosam, entonces, sería lo ideal. Pero hay un detalle: en Chile no existen suficientes para toda la población. De acuerdo al estándar definido por el Minsal, basado en las recomendaciones de la OMS, a nivel nacional debieran existir 261 de estos centros. Hoy en día solo hay 100, es decir, una brecha de 161 Cosam. De hecho, hay comunas que ni siquiera tienen uno en su sector y -sobre todo en zonas rurales- deben hacer largos recorridos para llegar al que les corresponde. Por eso, en el plan de gobierno se contemplaba la construcción de 16 Cosam más de los ya existentes. De estos, 10 ya están parcialmente habilitados y los otros seis siguen en construcción.

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La razón de concentrar la atención en la salud primaria, según explican los expertos, es porque así se pueden crear lazos con la misma comunidad de vecinos de un territorio, generando estrategias de prevención y atención de consultas recurrentes para evitar la descompensación de pacientes.

Para el psiquiatra con Máster en Salud Mental y Políticas Públicas Álvaro Jeria, lo importante es que existan redes integradas de tratamiento.

-El grueso de la atención debe ser en atención primaria. De hecho, la estrategia global de la OMS es que sea ahí donde se resuelva la gran mayoría de los casos de salud mental, dada la amplia prevalencia y dispersión geográfica que cuenta esta patología. Entonces, el Cosam es el dispositivo que debe servir para tratar casos de mayor complejidad. Pero no sirve tener lleno de Cosam si no tenemos una red de atención primaria robusta, capacitada y resolutiva.

Educación y desestigmatización de salud mental

Pese a que cada vez los prejuicios en torno a las enfermedades y trastornos en salud mental son menos, la ministra de Salud, Ximena Aguilera, cree que todavía se debe educar y derribar mitos en la población. Aunque de los temas más concretos a solucionar de aquí al 2026 está segura que será esto:

-Yo creo que lograremos posicionar la salud mental como prioridad, algo que antes no estaba tan claro, y la superación de los estigmas relacionados, porque es atendible ahora.

A eso apuntaba -entre otras cosas- la estrategia Construyendo Salud Mental que lanzaron en octubre, que apelaba a la promoción del tema y la prevención del suicidio.

-Lo bueno es que a nivel global existe esta constatación de que la pandemia produjo una crisis global de salud mental, entonces la misma OMS ha empezado a levantar ese tipo de estrategias que son comunicacionales, pero que son importantes, porque van creando un ambiente en el que este problema ya no es uno oculto.

El tema es que la educación y erradicación de estigmas implica también implementar masivamente programas de prevención y sobre todo de consumo de sustancias con evidencia de efectividad, pues hoy por hoy, dicen los expertos, la mayoría de los pacientes que llegan descompensados, el consumo de alguna sustancia siempre viene acompañando a su patología psiquiátrica. Así lo cree Carlos Ibáñez, vocero de la Sociedad Chilena de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía.

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-El principal estigma en contra la salud mental es el que ha estado presente históricamente en nuestra autoridades, quienes no destinan los recursos suficientes para abordar las necesidades de atención de salud mental de nuestra población -dice.

Más profesionales para la red

Se ha vuelto comentario diario entre los funcionarios de hospitales y centros comunitarios de salud mental la baja en los profesionales dedicados a la asistencia de pacientes en esta área. La razón principal, dicen, es esta: las condiciones no son las mejores y en el sector privado se gana más. Eso se ha visto en el Instituto Psiquiátrico Dr. José Horwitz, donde los profesionales deben cumplir turnos de 24 horas porque no hay nadie que los releve. O en algunos Cosam, donde llegan pacientes a atenderse pero no hay suficiente personal disponible, lo que aumenta las horas de espera.

Por eso, en el Minsal están conscientes de esta carencia y están pensando en estrategias de largo plazo para acortar esta brecha mediante incentivos. El psiquiatra Álvaro Jeria coincide, pero explica que hay varios factores que pesan en esta baja de profesionales y que se deben solucionar.

-Primero, son muchos los funcionarios que están a honorarios. No existe un estatuto claro en los Cosam, algunos dependen de las municipalidades, otros de los servicios de salud. Entonces, no hay cómo contratarlos. Se necesita mejorar la carrera funcionaria y eso no es solo pagar más, sino que mejorar los incentivos en general.

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A ese problema, dice la ministra Aguilera, se le suma otra cosa:

-Los trabajadores de salud tienen muchas licencias médicas por el estrés de la pandemia. Algunos tuvieron colegas que murieron y ellos tuvieron que seguir trabajando. Entonces, una de nuestras prioridades elementales son ellos.

Focalizar grupos de riesgos: infanto-juvenil y adultos mayores.

Los efectos colaterales de la pandemia generaron problemas psicoemocionales en gran parte de la población, pero más en ciertos grupos de personas. Pasó con el cierre de los colegios, lo que acrecentó los porcentajes de desescolarización. O el encierro y la soledad en los adultos mayores. Por eso, parte de la estrategia de corto y mediano plazo en el Minsal es atender como prioridad la demanda infanto-juvenil y la de las personas mayores.

-Lo que significó para los adultos mayores que estuvieran encerrados tuvo muchos efectos negativos, porque la gente que tenía algún nivel de deterioro cognitivo se agravó. Quedaron desconectados de sus círculos sociales, hubo mucha gente a la que no fueron a ver o las actividades que tenían con sus comunidades fuera de la casa también se detuvieron -explica la ministra Aguilera. Recuperar la atención de estos pacientes es primordial.

Con el grupo infanto-juvenil ocurre otra cosa: la psiquiatra Paulina Oliva sostiene que existe un desorden administrativo, pero también un debate académico sobre cómo abordar a esos pacientes mayores de 14 años pero que no cumplen la mayoría de edad para ser hospitalizados en el área de adulto.

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-Se deben establecer normas claras respecto de qué centros hospitalarios les corresponde a los menores de 18. Hay centros que te dicen ‘nosotros solo atendemos hasta los 14 años’, pero después vas a un hospital y te encuentras con que es solo adulto mayor de 18. Entonces, hay una especie de tierra de nadie que son los pacientes entre 15 y 18 años, de los que nadie se hace cargo, y es insólito, porque el Minsal debería tener claras esas normas.

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