El camino rojo de Irací Hassler
Por primera vez la Municipalidad de Santiago será regida por una alcaldesa comunista. Pero Irací Hassler, la mujer que lo consiguió, no tiene una historia familia de izquierda. ¿Cómo llegó ahí? Gracias a la crisis del 2008 y a las protestas de 2011.
En algún minuto de 2011, Irací Hassler, de 21 años entonces, les dijo a sus padres que se había inscrito en las Juventudes Comunistas. La decisión sorprendió, porque no había muchos antecedentes en su biografía que apuntaran en esa dirección. Hassler había nacido en Santiago, donde fue una alumna sobresaliente, de promedio 6,7, en el Colegio Suizo de Ñuñoa. Esa excelencia académica le valió ser becada en su preuniversitario y durante todo el primer año en Ingeniería Comercial en la Universidad de Chile. Su casa, que compartía con Tiago e Imara, sus dos hermanos mayores, además de su madre, no era especialmente política.
–En nuestra familia la política nunca fue muy relevante. Hablábamos de actualidad. Pero sin ese entusiasmo que Irací manifiesta ahora –recuerda Suzanne Jacob, su madre.
Ella, una sicóloga brasileña nacida en Parnaíba, en el estado norteño de Piauí, conoció a Rolf Hassler en Francia, mientras estudiaba en La Sorbonne. Ambos regresaron a Chile y empezaron a formar una familia. Ella eligió el nombre de la menor. Significa “reina de las abejas” en tupí-guaraní.
Algunos años después se separaron. Rolf Hassler se desarrolló como empresario frutícola en Olmué. En una de sus sociedades comparte propiedad con Juan Sutil, presidente de la CPC.
“Mi papá es de derecha, pero aun así he recibido apoyo de su parte, a pesar de que tenemos diferencias ideológicas bien profundas”, dijo Irací Hassler en una entrevista a El Siglo.
Suzanne Jacob profundiza en eso:
–Para la familia de mi exmarido fue bastante difícil la etapa de la Unidad Popular. Entonces entiendo la aprensión que tiene respecto al comunismo.
Por el lado materno, la entonces estudiante de Ingeniería Comercial sí tenía más referentes. Jacob comenta que su hermana en Brasil fue una militante de izquierda muy activa durante la dictadura allá:
–Fue una de las primeras personas que llamo la atención de la Irací en este aspecto.
En la misma entrevista con El Siglo, Hassler, que no quiso participar de este artículo, habló sobre ese pasado y por qué su decisión de seguir una ruta política en el Partido Comunista causó fricciones entre los suyos.
“A algunos no les gustó mucho. A mi mamá le daba un poco de miedo, una se puede ver expuesta a distintas situaciones. Al inicio me llamaba en medio de todas las marchas y, bueno, hay que ver la represión y la agresión que hay en contra de los jóvenes, de los que nos manifestamos, así que algo de razón tenía”.
Bienvenido, Marx
Juan Manuel Riesco recuerda el clima que se apoderó de la carrera de Ingeniería Comercial en la Universidad de Chile, después de la crisis subprime de 2008. El economista, profesor, excandidato al Parlamento del PC y esposo de la diputada Carmen Hertz lo describe así:
–Se abrió camino para explorar visiones críticas de la economía clásica y de ver las contradicciones del capitalismo. Me acuerdo que el centro de alumnos fue ganado por izquierda. También se introdujo un curso de economía critica en la facultad. Cuando se inauguró este curso, el auditorio estaba desbordado. Pablo Jorquera, que era el presidente del centro de alumnos, dijo ahí “Bienvenidos Carlos Marx de regreso a la economía”.
Irací Hassler, cuenta Riesco, era parte del público en ese auditorio.
El espíritu en esas cátedras, describe el académico, era el de “ver al capitalismo como un régimen revolucionario desde el punto de vista de transformar la sociedad. Pero que al mismo tiempo es contradictorio. Porque es un régimen de expropiación donde el valor lo producen los trabajadores, que tienen que compartir el valor de lo que producen con los dueños de la tierra y el capital”.
–El planteamiento que hicimos era que había que desarrollar un capitalismo auténtico, que no tiene nada que ver con el “rentismo” instaurado por la veja oligarquía tras el golpe y que es una traba para el desarrollo –agrega Riesco.
“Para mí fue una revelación determinante que me instó a asumir una responsabilidad respecto de la lucha ante la apropiación del trabajo ajeno que hacen los capitalistas y que no permite el desarrollo de las y los trabajadores”, dijo Hassler a El Siglo.
Ese 2011 fue, además, el año de las grandes movilizaciones estudiantiles lideradas por Giorgio Jackson y Camila Vallejo. Todo ese contexto empujó a Hassler a ser parte de las Juventudes Comunistas y a participar de política universitaria.
–Fue fuerte porque percibí que era una decisión muy importante para ella y me indicó cuán comprometida estaba con la política. Me asustaba que participara en tantas marchas. Una vez le llegó un perdigón en una pierna. Yo me preocupaba mucho que le fuera a pasar algo –sostiene Suzanne Jacob.
Camilo Sánchez la conoció en las JJ.CC. Dice que fue una de las dirigentas más importantes que tuvieron, concentrándose en buscar una nueva política económica para el país y pidiendo reformas en la relación del Estado con sus universidades. Lo mismo que Dafne Concha, la vocera de Coordinadora de padres y apoderados por el derecho a la educación:
–Le preocupaba la represión de Carabineros a los estudiantes. Me acuerdo que la conocí en un foro donde un padre de un alumno del INBA nos contaba que habían agarrado a su hijo del cuello hasta que perdió el conocimiento.
Hassler pasó por todas las etapas del largo y engorroso camino de la política estudiantil. Fue delegada, consejera, senadora universitaria, dirigente de la FECH y miembro de la dirección ejecutiva de las JJ.CC. Manuel Riesco dice que ella, junto a Javiera Reyes, de la misma carrera, fueron dos de las alumnas más brillantes de su generación.
Por eso es que Suzanne Jacob pensó que su hija no tendría problemas en encontrar un lugar en el mundo corporativo. Pero el PC tenía otros planes para Irací.
–Se tomó la decisión de que fuera candidata a concejala por Santiago en 2016, a razón del vínculo que tenía con el territorio –explica Camilo Sánchez–. Yo estuve en esa campaña. Fue muy juvenil, con mucha participación de las JJ.CC.
A pesar de que era su primera elección ciudadana, en el partido no veían su candidatura como un salto al vacío. Tenían el antecedente de Claudia Pascual y de los 7.109 votos que había conseguido como concejala en 2008 y los 7.957 sumados en 2012. Esa vez, de hecho, resultó ser la concejala más votada. Y eso podía ser un peso extra para Hassler.
–Todos teníamos expectativas altas de su votación –recuerda Sánchez.
Esa vez, acumuló 1.660 votos y fue la cuarta concejala más votada.
Era como si se sentara un precedente. En las urnas, Irací tampoco defraudaba.
Botar a Alessandri
Desde su puesto en el Concejo Municipal, Irací Hassler estuvo siempre en el lado contrario del alcalde Felipe Alessandri (RN). El 18 de octubre y el proceso que lo acompañó, sólo acentuó eso. Ya no sólo tenía que ver con diferencias en cómo administrar la educación pública en el municipio, sino también en cómo controlar el descontento en las protestas y en las calles de Santiago. La solución era competirle en la próxima elección y, para eso, el camino empezaba en una pequeña primaria ciudadana de donde saldría un candidato que representara a 45 organizaciones de la comuna. Había riesgos porque ese universo era muy amplio. Había desde juntas de vecinos hasta grupos que defendían la diversidad sexual o la defensa del medioambiente. En esa juguera de todas las causas posibles, Irací salió ganadora el 6 de diciembre de 2020.
Consiguió 1.444 votos: 216 menos que los sumados en la elección municipal, pero suficientes para derrotar a los candidatos del Partido Liberal, del Movimiento Dignidad Popular y al de la Asociación de barrios y zonas patrimoniales.
No sería la única de su promoción de Ingeniería Comercial que iría a la papeleta. Su amiga y compañera de partido, Javiera Reyes, también disputaría, y ganaría, el municipio en Lo Espejo:
–Con Irací nos jugábamos la posibilidad de consolidar proyectos políticos que hace años han puesto las demandas sociales en contraposición de una hegemonía neoliberal y patriarcal –apunta Reyes–. Si perdíamos, también perdía la idea de proyectos transformadores.
Dafne Concha se sumó a su campaña para desbancar a Alessandri del municipio de Plaza de Armas. Sabía que era difícil, pero no imposible. Creían que el techo del RN eran los 30 mil votos. Y eso, con los parámetros de la elección pasada, sumando lo obtenido por los otros candidatos, dejaba unos 34 mil en disputa. El optimismo fue creciendo cuando vieron la respuesta que tenían en barrios como Matta Sur, Yungay y República. Aunque también hay otro factor importante. Hassler hizo el trabajo de unir a los activistas comunales y a su infinidad de banderas surgidas luego del estallido, en su candidatura.
–Hay una cosa de la personalidad de Irací: no se niega a ningún espacio. Trabajó con hombres, con mujeres de la diversidad sexual, con organizaciones feministas, con padres y apoderados, con trabajadores sexuales, con juntas de vecinos, con migrantes. No se enfrascó en una sola área –sostiene Dafne Concha.
El domingo 16 de mayo, cuando quedaban pocas horas para cerrar las mesas, Concha vio a Hassler. Conversaron sobre lo que venía:
–Teníamos la sensación de que podíamos ganar. Pero no lo podíamos decir.
Luego de eso, Hassler se fue a su casa. El conteo demostró que los cálculos del PC estaban equivocados. El techo de Felipe Alessandri no eran los 30 mil votos, porque durante esta elección el actual alcalde había conseguido 41.328 sufragios. Pero no afectaba a Hassler porque al final del conteo, 45.251 vecinos la habían preferido a ella. El resultado fue histórico. No sólo porque Irací mantenía su invicto eleccionario, sino que porque, además, se convertía en la segunda mujer y la primera comunista, en dirigir el municipio de Santiago.
Suzanne Jacob había estado ansiosa esa tarde. Tenía dos dudas: no sabía si era posible que su hija venciera y tampoco cómo lo tomarían los Hassler si eso pasaba.
Todo eso se disipó en la noche. No sólo por el resultado, sino por los llamados de alegría de Emma Tobler, su exsuegra de 96 años, que medio siglo antes había sufrido con Allende.
Fue como cerrar el círculo, dice Jacob:
–Lo tomamos como una victoria personal.
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