El incierto camino propio de Catalina San Martín en Las Condes
Con un pasado universitario en el que compitió contra el gremialismo, la protagonista de una de las victorias más sorpresivas en las recientes municipales enfrentará horas de definición: desde formar equipos -sin el respaldo de partidos- hasta elegir con quién armar alianzas en un escenario en que la "independencia" que la llevó a la victoria es la principal incertidumbre para un municipio históricamente vinculado a la derecha.
“El director de la Secplan (s), Carlos Huidobro, informa que le corresponde someter a consideración del concejo municipal la propuesta de cambio de nombre de la Avenida IV Centenario por Presidente Sebastián Piñera Echeñique”, quedó registrado en el acta del concejo municipal de Las Condes del 7 de marzo de este año. En la instancia, Huidobro presentó los resultados de un proceso de participación ciudadana online en el que 10 mil de los más de 25 mil vecinos que votaron apoyaron la idea de cambiar el nombre de esa avenida para homenajear al fallecido mandatario.
Ya había pasado un año desde que cuatro concejales -entre ellos dos republicanos y Catalina San Martín Cavada (37), en ese momento militante de Evópoli- habían acudido al Ministerio Público y a la Contraloría General de la República para denunciar graves irregularidades y sobreprecio cometidos por la administración de la alcaldesa Daniela Peñaloza (UDI) en la compra de un terreno para construir un nuevo Centro de Salud Familiar (Cesfam) en Las Condes. Desde ese momento el clima al interior del concejo municipal era de confrontación y constante fiscalización a cualquier propuesta hecha por Peñaloza.
Por eso, testigos de esa discusión reconocen que la votación de San Martín para aprobar o rechazar el cambio de nombre era una incógnita. “Algunos le dijeron que si pretendía ser alcaldesa y conquistar votos de la centroderecha simplemente no podía oponerse a un homenaje a la principal figura del sector desde el retorno a democracia”, relata una fuente al interior del municipio.
Ese 7 de marzo San Martín partió su intervención dejando en claro que desde que había muerto Piñera pensó que una calle de la comuna debía llevar su nombre. Pero al mismo tiempo expresó sus reparos por cómo Peñaloza llevó el proceso. “Solicitó al administrador municipal que la Dirección Jurídica emitiera un informe respecto de un punto que podría abrir una ventana de discrepancias y que había mantenido su voto sin una decisión clara, no era por hacerse la interesante, sino porque tenía una legítima duda respecto de la legalidad del acto de votación”, quedó consignado en el acta.
Entre sus críticas estaba que no se consultó a todos los vecinos de IV Centenario, varios de los cuales se oponían a la medida, y que no se estaban considerando los efectos legales para los propietarios del sector. “Va a votar a favor del cambio, pero va a solicitar a la Contraloría General de la República un pronunciamiento formal”, dijo en la instancia, tras lo cual calificó de “papelón” la votación que estaban llevando a cabo.
Para muchos de los presentes, este episodio fue un claro ejemplo de quién ha sido durante los últimos tres años la concejala Catalina San Martín. Y también un indicio, en medio de la incertidumbre de su poco escrutada figura, de lo que podría ser la nueva alcaldesa de un municipio que desde 1992 ha estado en manos de partidos de Chile Vamos.
Abogada de la Universidad Católica, con estudios en Políticas Públicas, madre de cuatro hijos e independiente tras dejar Evópoli en octubre de 2023, su postura de férrea fiscalizadora a Peñaloza la llevó a hacer “el camino del caudillo”, como califican algunos de sus excorreligionarios, y a dar una sorpresa que no estaba en los cálculos de nadie: derrotar a la exdiputada y exministra Marcela Cubillos por un 0,9%, equivalente a solo 1.864 votos.
Rival de la derecha en la UC
De padres que se han dedicado al comercio e industrias relacionadas a productos químicos y cosméticos, Catalina San Martín nació en Las Condes en diciembre de 1986. Sus estudios secundarios los hizo en el colegio jesuita Nuestra Señora del Camino de La Reina, donde según cercanos se impregnó del trabajo social y en terreno que promueve la congregación.
Desde 2006 en la Facultad de Derecho de la Universidad Católica, semillero de figuras políticas de derecha, San Martín comenzó a marcar sus primeras opciones políticas. Entre sus compañeros estaban Ricardo Neumann -constituyente UDI en la Convención Constitucional-, Manuel José Ossandón Lira -hijo del senador Manuel José Ossandón (RN)- y Ruggero Cozzi -también constituyente en 2021-, que en ese momento era parte del grupo conservador Solidaridad. En 2010, un día antes del terremoto del 27F, Cozzi y San Martín se enfrentaron en la elección para integrar el centro de estudiantes de la facultad.
“La lista de Cozzi era de la derecha conservadora en alianza con el movimiento gremialista. Catalina era de una derecha más liberal y con todo lo que había a la izquierda de nosotros”, comenta un compañero de generación. Ese grupo fue fundado por Ricardo Montero (PS) -exconstituyente y hoy subsecretario de Defensa- y se llamó “Construye”. “Fue una elección bien reñida, la lista de Cozzi ganó con el 54%, pero ellos hicieron buena campaña”, relatan las mismas fuentes.
En 2011 se casó con Andrés Morandé Acharán, hoy gerente de Operaciones de la constructora Sicomaq. Ese mismo año egresó de la facultad y comenzó a ejercer como abogada particular, y en 2016 se unió al estudio Lama Abogados, donde le tocó ser parte en causas civiles y penales vinculadas a los grupos financieros GBV Capitales e Intervalores S.A.
Fue en medio de ese último trabajo, cuentan sus cercanos, cuando vivió una de las experiencias más duras de su vida. Ya con tres hijos y embarazada de gemelos, un accidente provocó la muerte de uno de los nonatos a las 12 semanas y el segundo resistió en su vientre hasta la semana 25, cuando tuvo un parto prematuro. Hoy suele llamar “milagro” al menor de sus hijos.
Pero su inquietud política la llevó en marzo de 2018 a tomar su primera -y única- militancia política. Ingresó a Evópoli, tienda fundada en 2012, entre otros, por los hoy senadores Felipe Kast y Luciano Cruz-Coke. “Entró motivada por lo que en ese momento representaba el partido, una derecha nueva, liberal, sin las malas prácticas de la clase política tradicional”, relatan sus cercanos. Mientras que fuentes del partido afirman que “siempre tuvo la ambición de seguir una carrera municipal”.
En ese contexto tuvo otro gesto político que definió su perfil: fue una de las 300 exalumnas de Derecho UC que en mayo de 2018 firmaron una carta de apoyo a la inédita “toma feminista” que se desarrollaba en la casa central de la universidad y que tuvo la fuerte oposición de los sectores conservadores de la misma.
La fiscalizadora
El 19 de octubre de 2019, a pocas horas de la hora cero del estallido social, Catalina San Martín compartió en redes sociales lo que pasaba por su cabeza. “Hoy como ciudadana exijo a todos los sectores políticos que dejen de aprovecharse de la situación que estamos viviendo y busquen una salida pacífica”, escribió en Facebook. “Este no es un problema que se gestó con este gobierno, es un problema sistémico que viene de años”, complementó la abogada.
En el resto del mensaje San Martín entregó más luces de su pensamiento político: “Es la desconexión de la clase política con la gente a la que gobiernan y a la que deberían rendirle cuenta (...) Por favor miremos más allá de nuestros privilegios”, comentó. Por lo mismo, no escondió en sus redes sociales su apoyo y las razones de por qué había que votar “apruebo” en el plebiscito de 2020 para redactar una nueva Constitución.
En 2021, y bajo el alero de Evópoli, se embarcó en una candidatura para ser uno de los 10 concejales por Las Condes, campaña en la que compartió ampliamente con figuras de la centroderecha como la misma Daniela Peñaloza, quien era la “delfín” para suceder a Joaquín Lavín (UDI), y Hernán Larraín Matte, en ese momento presidente de Evópoli y candidato a la Convención Constitucional. En esa elección San Martín fue electa con 5.524 votos, muy por debajo de los 23 mil obtenidos por Sergio Melnick, primera mayoría.
Al final del gobierno de Piñera, entre noviembre de 2021 y marzo de 2022, la abogada aterrizó como asesora de la División de Estudios del Ministerio de la Mujer. “En esa época ella ya tenía una mirada super territorial y social de las cosas que acontecían en la comuna y en el país en general”, recuerda María José Abud, exsubsecretaria de esa cartera.
Pero los caminos de San Martín y Peñaloza en Las Condes comenzaron a separarse al poco andar del nuevo periodo municipal. “Catalina llegó con un discurso de fiscalizar los actos municipales. Está bien, es el rol que les corresponde a los concejales, pero siguió el camino de Sergio Melnick, que era oponerse a casi todo”, dicen fuentes del municipio. Diferencias con el entonces director de Secplan, Alejandro Contreras, quien venía de la época de Lavín pero era apoyado por Peñaloza, agudizaron las diferencias.
Hasta que a comienzos de 2023 estalló el escándalo del Cesfam. “Fue complejo porque había posibles delitos. Yo también hice una denuncia en Contraloría en paralelo a lo de la Cata en Fiscalía. Pero ella investigó el caso y luego nos empezamos a sumar otros, poniendo denuncias en diferentes instituciones. Ella lo descubrió, no tengo problema en decirlo”, asegura hoy Isidora Alcalde, concejala por el Frente Amplio. Otras voces rebaten esta teoría y aseguran que el liderazgo de San Martín solo se acrecentó cuando Melnick se enfermó de cáncer, lo que terminó con su fallecimiento en abril de 2024.
De cualquier manera, el episodio comenzó a tener costos para la abogada. “Ante estos reclamos de Catalina, la administración cerró filas, de forma irreflexiva. Esto no hizo más que agravarse con la ineficiencia administrativa en casos como las millonarias horas extra y los botones de pánico”, explican cercanos sobre una iniciativa de $3 mil millones que fue rechazada con el voto en contra de San Martín, quien con datos en mano acusó que solo un 1% de las activaciones de los botones correspondían a emergencias de seguridad.
Su “cruzada” al interior del concejo provocó ruido en Evópoli. “Era necesario fiscalizar, pero cuando eres parte de un partido esas cosas se conversan antes y no tomas el camino solitario sin avisar a nadie. Catalina fue personalista, solo pensó en su proyecto”, relata hoy un dirigente de la tienda, quien agrega que era imposible haber pedido a Chile Vamos llevar a San Martín a una primaria, pues habría significado someter al mismo proceso a la única edil del partido, Camila Merino, en Vitacura.
La hora de las definiciones
“Mi coalición no ha estado a la altura de los casos que se investigan en Las Condes”, dijo San Martín a La Tercera a fines de octubre de 2023 cuando renunció a Evópoli acusando que no recibió apoyo para enfrentar las graves denuncias contra la administración de Peñaloza. Con su dimisión al partido, también dejó el rol de asesora legislativa que desde julio de ese año desempeñaba para una de sus figuras políticas más cercanas, la entonces consejera constitucional Gloria Hutt, presidenta del partido.
“Había sido seducida por el camino del caudillo, que desde la independencia busca estar lejos de lo que la gente entiende son las prácticas de los partidos políticos”, según la versión de un alto dirigente de Evópoli. En marzo de este año, y ante la debilidad de Peñaloza, Marcela Cubillos removió el tablero al presentarse sorpresivamente como una segunda carta de la derecha extrapartidista al municipio.
Tras el anuncio de Peñaloza, un mes más tarde, de no ir a una reelección, llegó para ambas candidatas independientes la hora de juntar las firmas requeridas a quienes postulan fuera de un partido. Cubillos consiguió 1.472 patrocinios, mientras que San Martín, 1.187 firmas. En la campaña de ambas también hubo diferencias. Mientras San Martín recibió aportes -incluyendo un crédito contra reembolso- por $79.130.449, Cubillos logró reunir casi el doble, $136.140.143.
Si en algo coinciden dirigentes de Evópoli y de centroderecha, es que hasta antes del 23 de septiembre, cuando El Mostrador denunció el sueldo de $17 millones de Cubillos en la Universidad San Sebastián, ninguna encuesta daba posibilidades a San Martín. Pero la respuesta de la exministra ante la denuncia, donde centró su defensa en la libertad y fustigó a la izquierda, comenzó a hacer mella en su candidatura.
Fue precisamente en Evópoli donde se escucharon las voces más críticas. Tres de sus dirigentes emblemáticos -los exministros Gonzalo Blumel e Ignacio Briones y el extimonel Hernán Larraín Matte- publicaron cartas en El Mercurio donde reprocharon a Cubillos el contenido y el tono de su defensa. Se trataba justamente del grupo por el cual la exministra renunció a la cartera de Educación: tenía profundas diferencias sobre todo con Blumel. Así, el comité político de Evópoli decidió dejar en libertad de acción a sus militantes de cara a la decisiva elección.
José Labbé, director de estudios de Studio Público, fue uno de los pocos que alertaron que las diferencias se estrechaban. “Cuando hicimos el estudio, con más de 700 casos, nos encontramos con un desplome. Nos dio un 35% para Cubillos y un 29% para San Martín. Pero si se corregía la muestra, es decir, si se ajustaban algunos tramos proporcionalmente, nos daba por ganadora a Catalina San Martín”, detalla el experto.
En el último tramo de la campaña la ayuda del exministro Briones fue fundamental. Además de donar $100 mil, puso en contacto a la candidata con Felipe Cádiz, socio y director de estrategia de Reactor, agencia creativa y de comunicaciones que realizó la campaña de Briones para las primarias presidenciales de Chile Vamos en 2021. De manera personal Cádiz y la periodista Nicole Estibill grabaron para San Martín un video con el mensaje “Sí, es posible. Vamos a ganar”, que tuvo 83 mil visualizaciones en Instagram y 162 mil en X.
Además, San Martín contó con el apoyo de dos figuras de Amarillos por Chile, el exministro Jorge Burgos y el exdiputado Zarko Luksic. Cada uno de ellos le donó $500 mil para la recta final de la campaña.
Con el estrecho triunfo ya en la mano, no pocos ven que llegó la hora de las definiciones. “Yo creo que ella tiene una pelea interna por definirse, no sé si es tan de centroderecha, yo la identificaba más con la DC. Pero la siento en la posición de una derecha culposa”, relata una persona que ha compartido con ella en Las Condes durante los últimos años. Mientras que en Evópoli, algunos de sus dirigentes creen que “ahora tendrá que sentarse con alguien”, aunque ven poco probable que vuelva a vincularse a algún partido.
En lo concreto, San Martín recibirá el municipio con varias posibilidades de hacer cambios, ya que alrededor de ocho de sus directores, entre ellos el director de Control, Eduardo López, están en proceso de destitución o se cree que serán desvinculados en los varios sumarios que se llevan adelante por las irregularidades y eventuales delitos de los últimos cuatro años. “Pero asumir también significará que, desde adentro, tendrá que hacerse cargo de esos problemas. Y eso es diferente a ser concejal”, relata una autoridad municipal.
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