El lamento del padre de Fiu: “Nunca más me pescaron. No me regalaron ni una entrada”
Un diseñador gráfico de Cerrillos, amante de los cómics y de los pájaros, diseñó en su casa el ave que se convirtió en la mascota de los Panamericanos, que ya lleva 55 mil unidades vendidas. Esto lo llena de orgullo, pero también de decepción. “Esto va más allá de la plata. Se trata de tener deferencia con la persona que inventó esto", apunta.
Eduardo Cortés (50) muestra, en su pequeño estudio en su casa de Cerrillos, algunos bichos disecados que tiene adornando esa habitación. También algunas medallas de logros deportivos antiguos. Pero lo que más llama la atención de este taller es otra cosa: al costado de unos pósters de Star Wars hay una foto de un pájaro sietecolores. Esa es la imagen con la que, él dice, todo partió. De ahí nació su personaje más querido: el pájaro Fiu.
Eduardo Cortés cuenta que su familia es de Tocopilla, pero que su padre se vino a Santiago para ser profesor. De él, dice, sacó el cariño por los animales.
-Me fascinan los pájaros. Los queltehues, los tiuques. Son seres que están ahí, pero nadie los pesca.
Junto a esa afición, su padre le fue enseñando el gusto por leer, por dibujar y por la fotografía. Aunque a Cortés le hubiera encantado dedicarse a los cómics, estudió Diseño Gráfico Publicitario en Inacap en 1992. Luego, entró a trabajar diseñando modelos de tres dimensiones de aeropuertos, puentes y carreteras para proyectos de ingeniería.
Eso sí, en sus ratos libres siguió interesado en el dibujo.
-Hace años conocí a una persona llamada Felipe Benavides. Él tiene un grupo que se llama Cooperativa de Narrativa y Gráfica Chilena. Allí hicimos un grupo en Discord -plataforma de mensajería en línea-, donde nos compartimos datos de empleo e ideas-, cuenta.
En ese grupo, el año 2021, sentado en este mismo taller frente a su computador, Cortés leyó un mensaje de Katherine Castillo, otra diseñadora. En el texto, ella compartía que se habían abierto las postulaciones para crear la nueva mascota para los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos que se iban a celebrar en el país dos años después.
- Katherine preguntó quién quería hacer una propuesta con ella. Y yo dije que sí altiro.
Cortés, entonces, empezó a pensar en ideas. Y se acordó de algo.
-En mi familia nos gusta mucho observar animales, sacarles fotos. Por eso, el 2016, mi hermano Jaime me mandó unas fotos desde un humedal en San Antonio. Mira, estas son.
Cortés muestra la pantalla de su computador. Abre una carpeta y salen una serie de fotos de un pájaro azul de pecho blanco, pequeño, rodeado de ramas: un sietecolores, un ave de 10 centímetros de largo que habita las zonas húmedas de las regiones entre Atacama y Aysén.
-Es un pájaro que nunca había visto y me llamó la atención.
Normalmente las fotos de ese pájaro, junto a otras de lagartos y de avispas, Cortés las enseñaba a otras personas para mostrar lo que su hermano hacía en sus ratos libres. Pero esta vez fue distinto: se acordó de esa foto para idear una mascota.
-Hicimos otro chat con Katherine y ahí empezamos a lanzar algunas ideas. Yo le mostré las mías: un puma llamado Manqui. Un zorro llamado Culpi. Un queltehue llamado Quelti.
Otras ideas fueron un pingüino, un cóndor, incluso un ají. En el mismo chat, Castillo propuso un pájaro sietecolores.
-Yo también tenía ganas de hacer un sietecolores. Y pasó que ella lo mencionó, pero no lo incluyó entre sus propuestas.
Ahí fue cuando Cortés decidió hacer un sietecolores. Se sentó en su computador y empezó a leer. Vio que si bien el ave vivía en Chile, también estaba presente en otros países de América.
-Entonces, investigando, llegué a un video en YouTube, Pajareando Ando, de una bióloga marina que se llama Carolina Yáñez. Ella no lo sabe, pero me ayudó mucho.
En el video, Yáñez, en un humedal, se encuentra con un sietecolores. La forma en que lo describió, dice Cortés, fue clave.
-Fíjate: dice que el sietecolores es una “veloz y escurridiza bola amarilla”. Cuando escuché eso, dije ahí está.
Luego, Cortés abrió su programa de diseño. Tenía en mente una bola. Por eso, hizo un primer trazo: un círculo. Luego, le hizo cuatro puntas, con forma de alas. Ahí se acordó de otra cosa.
-Pensé en Cobi, la mascota de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Tiene un diseño sintético. Y yo quería eso: que fuera sencillo y que no se pareciera a un humano. Lo otro que quería era que fuera redondo, para que cuando se hicieran peluches, se pudiera usar como pelota.
Cortés siguió agregando elementos. Le puso colores. No usó los originales del Tachuris rubrigastra, sino que utilizó la paleta del logo de Santiago 2023. Luego, le hizo ojos y les puso un brillo.
-Cuando vi el resultado, dije: esto se parece a un logo corporativo. Y eso es lo que quería.
Pero a ese pájaro le faltaba un nombre. Al principio le puso Sidi, por sus hijos: Simón y Diego.
-Se parecía a Siri, el asistente de voz de los iPhone. Por eso lo cambié.
Entonces se metió a escuchar en internet el canto del ave que estaba estudiando. Le puso play a un archivo de audio en un sitio web.
-El canto era: fichiu, fichiu. Pero en ese momento escuchaba: fiu, fiu. Y me hizo sentido. Es un pájaro veloz, que va de junco en junco: fiu-fiu-fiu. Y así quedó: Fiu.
Postularon su idea. Al tiempo, se enteraron de que quedaron finalistas con otros cuatro diseños, y que todo se iba a decidir a través de una votación abierta por internet.
Cuando Cortés vio a los otros competidores, pensó que perdería.
-Los otros diseños los hicieron agencias grandes. Había un pehuén que pensé que me iba a ganar. Otro era un puma de una diseñadora a quien sigo, que se llama Sol Díaz. Tiene unos 30 mil seguidores en Instagram. Por eso, no tenía mucha fe.
Días después, Katherine Castillo le avisó que habían ganado. Cortés no lo podía creer. Dice que celebró con champaña. Al primero que le avisó fue a su hermano Jaime, quien sacó la foto que inspiró la creación.
-Él era el más feliz. También me acordé de mi papá. Habría estado orgulloso.
Sacando pecho
El día en que la organización de Santiago 2023 presentó a Fiu, Eduardo Cortés revisó las redes sociales. No le gustó lo que encontró.
-Lo miraban en menos -dice-. Me acuerdo que alguien decía en Twitter, oye, y pensar que al diseñador que inventó esta hue... le pagaron millones de pesos.
Cortés dice que no fue así.
-El contrato era por tres meses y había que entregar muchas propuestas. Trabajamos tres personas, además de que había que pagar por edición de video, entre más cosas.
Cortés prefiere no decir cuánto ganaron, pero el monto del contrato total lo fija entre 15 y 30 millones de pesos.
-Además, se necesitaba que postuláramos a través de una empresa, la de Katherine. Por eso, yo le pedí un 40% de las ganancias totales. No me hice millonario, ni nada de eso. Fue un trabajo a precio mercado -dice-. Tampoco estoy ganando un peso por las ventas de ahora. Los derechos ya no son nuestros.
Lo otro que le dolió a Cortés, dice, fue la actitud de la organización frente a él y a la mascota. Lo explica así.
-El día en que presentaron a Fiu no me dejaron entrar al acordonado. Fui con mi esposa, mis dos hijos y mi sobrina. Les empezaron a regalar a todas las autoridades un Fiu. Llamé a un contacto que tengo y pedí que me dejaran entrar. Luego, me acerqué a la fila donde estaban regalando peluches. Pero me dijeron que eran solo para deportistas. Tuve que dar pena: le dije que por favor me diera uno para mi hijo, porque yo era el creador de Fiu. No me creían. Me dieron este que tengo acá en mi estudio.
El 20 de octubre pasado, Cortés se juntó con su madre y hermanos para ver por televisión la ceremonia inaugural de los juegos. En el fondo, dice el diseñador, esperaba ver a su creación en el centro de la celebración.
Pero eso no pasó.
-No apareció nunca, ni lo mencionaron -se lamenta-. Ahí yo dije: a la Corporación no le importó mucho. Por eso, me empecé a pasar rollos. Dije: no lo pescan porque soy alguien penca. También empecé a pensar que la gente tampoco lo iba a pescar. ¿Por qué lo iban a hacer, si la Corporación tampoco lo pescaba?
Todo eso hizo que Cortés quisiera dar vuelta la página, hasta que supo del fenómeno.
-Hablaban de una Fiumanía. Yo pensé que era una maniobra de marketing para tratar de vender las cosas que no pudieron.
Eso fue cambiando.
-Luego, me empezaron a mandar memes donde salía Fiu. Otro día, me mandaron un post en X donde alguien decía: “Nuestro equilibrio emocional depende de Fiu”. Ahí dije acá hay algo más.
Luego vino el punto en que Cortés entendió la importancia de su creación.
-Fue cuando un corpóreo de Fiu practicó esquí náutico con Rodrigo Miranda. Ahí entendieron la ternura que tiene.
Esa puesta en escena, cree, permitió comunicar el espíritu del ave.
-El eslogan de Fiu es “ser pequeño no es dificultad para dar mi mayor esfuerzo”. O sea, no importa que tengas menos plata, o que seas menos reconocido. Vas a dar tu mejor esfuerzo. Es poco atlético, es gordito. Pero se tira al suelo. Y si hay que subirse al bote, lo hace. Eso es Fiu.
Debajo de Fiu
Eduardo Cortés nunca imaginó lo que su propuesta generaría. ¿Por qué un país se enamoraría de una mascota? El diseñador tiene su propia tesis.
-Yo siento que a la sociedad chilena le faltaba un apapacho. Y encontraron en Fiu la figura para aferrarse a eso. Para decir: dejemos de pelear un rato. Descansemos lo emocional y démonos ternura.
El éxito del ave también fue sorpresivo para la organización. Los derechos del marketing de Fiu fueron adjudicados por TuFans, empresa que entrega a la Corporación Santiago 2023 un 10% de las ventas totales. En esa empresa cuentan que han vendido 55 mil peluches de Fiu. Hoy, están agotados. Cuando salieron al mercado, cada peluche tenía un precio de venta de $15 mil pesos. Eso dejaría una recaudación total de unos $ 825 millones. Hoy, su edición navideña se reserva a $ 24.990.
Eduardo Cortés dice con seguridad que él es el inventor de Fiu. Pero no desconoce que en el área de marketing de Santiago 2023 también pusieron parte del éxito, como difundirlo y darle personalidad.
Eso sí, lamenta algunas cosas.
-Cuando entregué el proyecto, nunca más me pescaron. No me regalaron ni una entrada. Esto va más allá de la plata. Se trata de tener deferencia con la persona que inventó esto.
También se queja por otra cosa.
-La otra vez vi un reportaje donde entrevistaban a la empresa que hizo los corpóreos. Y los periodistas les preguntaban ¿cómo se te ocurrió esto? Y ellos no fueron capaces de decir que ellos no lo inventaron.
David González, dueño de Mythic Studio, la empresa que fabricó los corpóreos, no piensa igual. Dice que su labor también fue muy importante para elevar el ave a donde está.
-Fiu tiene dos papás y varias mamás. Hubo mucha gente que trabajó en Fiu. Llevarse el crédito en solitario es atrevido -lanza-. Hicimos una súper buena pega en darle identidad a Fiu. Se repartió el personaje en varios actores que lo entendieran y supieran qué podía hacer y qué no. No se podía perder la magia.
Más allá de eso, Cortés se siente satisfecho. Dice que Fiu pasó a significar más cosas. Que ya no es solo una mascota. Lo ve cuando lo abraza el Presidente Gabriel Boric, cuando es vitoreado al salir desde el balcón del Palacio de La Moneda o cuando la organización de los Juegos Olímpicos de París 2024 lo desafía a competir junto a la mascota del evento europeo. También lo ve cuando la gente sube fotos a redes sociales abrazándolo. Incluso, tatuándoselo.
-Lo que pasa es que Fiu es muy chileno. Si yo te preguntaba antes de los juegos quién es más chileno, ¿el cóndor o el sietecolores? La respuesta era el cóndor. Pero hoy te pregunto lo mismo y la respuesta es otra. ¿Por qué? Provocó tanto cariño que ya dejó de ser una creación mía. Es como Condorito. Asumió un rol en la sociedad chilena.
El momento consagratorio, dice Cortés, lo sintió la noche de la ceremonia de cierre de los Panamericanos. El diseñador volvía a su casa desde Viña del Mar. Viajó para asistir al partido de fútbol masculino entre Chile y Brasil. En eso, vio que en la televisión estaba Fiu y el Estadio Bicentenario lo vitoreaba, mientras le colgaban una medalla de oro.
Cortés salió de su casa a comprar una bebida. Se metió al auto. Ahí, dice, gritó y lloró de felicidad. El motivo, admite llorando, era sencillo. Tenía que ver, finalmente, con un reconocimiento a él, a su trabajo, que hasta ahora nadie le había dado.
-Sentí que yo me estaba ganando la medalla.
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