El PDG frente al espejo
Un estudio del CEP analizó más de nueve millones de palabras sacadas de los discursos y transmisiones del partido con más inscritos en Chile. De ese análisis se desprendieron contradicciones que los tensionan y que, por ejemplo, se vieron esta semana en el Congreso.
“Estoy evaluando salir del partido”. Con esa frase, varios parlamentarios del Partido de la Gente resumieron una semana marcada por el desmarque de los diputados Gaspar Rivas, Karen Medina, Rubén Oyarzo y Francisco Pulgar del acuerdo de votar en conjunto con la derecha y la DC para la elección de la presidencia de la Cámara. El conflicto escaló, Pulgar fue expulsado de la bancada y se espera que la próxima semana se decida el destino del resto de los “díscolos”.
Pero ¿cómo se explica esta falta de cohesión política en un partido que arrasó en las últimas elecciones, en las que obtuvieron un tercer lugar en la carrera presidencial, seis escaños en el Parlamento y se convirtieron en la tienda con más militantes en Chile?
El Centro de Estudios Públicos (CEP) entrega algunas pistas de esto en su último estudio: “Partido de la Gente: la construcción del individualismo posdemocrático”. El académico Aldo Mascareño dice que con su equipo, los investigadores Juan Rozas, Benjamín Lang y Pablo A. Henríquez, analizaron nueve millones de palabras sacadas de las transmisiones de los adherentes del PDG, además de redes sociales y Twitter. Con algo de orgullo, Mascareño enfatiza: “Nosotros anticipamos todas estas tensiones”.
El origen
El país en el que nació el PDG, según Mascareño, es uno donde el crecimiento económico que comenzó en los 80 generó una clase media emergente que abrazó las lógicas del mercado, “del mérito propio y de la iniciativa individual”. Pero eso pasaba a la par de que el Estado se retraía en el ámbito de los servicios sociales. Ahí es donde nace la génesis del votante de Parisi. “Es gente que se hizo un espacio sin instituciones que los apoyaran demasiado”.
De hecho, en el estudio perfilan a los seguidores del PDG como “emprendedores, profesionales, pequeños y medianos empresarios”. Según cifras de Pulso Ciudadano, son en su mayoría hombres, de grupos socioeconómicos C3 y D.
El sociólogo César Trabucco es oriundo de Antofagasta, donde el PDG arrasó en las últimas elecciones y una región en la que las labores que antes cumplía el Estado las están llenando los privados, de la mano de la gran minería del cobre.
“El PDG encontró acá un lugar donde el pegamento cultural es ser emprendedor, un gallo que se las juega solo. Por eso buscó un lugar apartidista, donde no te preguntan nada para formar parte de él”.
Parisi se hizo conocido en los medios de comunicación hablando de economía en un lenguaje sencillo y haciendo una dura crítica a la clase política. Eso lo hizo conectarse con un público que se diferenció desde un inicio del votante del Frente Amplio: otro movimiento que surgió casi a la par. El académico de la Universidad de Santiago Alberto Mayol expone una diferencia estratégica entre ambos.
“Parisi leyó una rabia diferente -analiza-. Siempre jugó a medio camino con los valores del nuevo Chile del emprendimiento, pero impugnando a la élite política de una forma más radical que el Frente Amplio, que no fue crítica de toda la política, ni decían que esto era un gigantesco complot”.
La contradicción
Esa constante desilusión hacia la clase política y la suspicacia hacia las funciones del sector público se convirtieron en lo que en el estudio del CEP calificaron como un “individualismo posdemocrático”: un momento en que la ciudadanía pierde el vínculo valórico con las instituciones democráticas del Estado.
“El votante del PDG siente que las instituciones les fallaron -agrega Mascareño-. Entonces quiere que esas instituciones lo ayuden, pero sin ponerle trabas ni decirle lo que hacer para consolidar ese avance social que hizo él solo”.
Trabucco secunda esta idea: “Tienen una visión negativa del Estado, porque no entienden qué papel cumple en sus vidas. Las decisiones que realmente les influyen en el día a día son las que toman el sector privado y las empresas”.
Esto abre, indica Mascareño, una de las más grandes tensiones y contradicciones dentro del discurso del PDG: apuntar hacia una lógica de un Estado pequeño, pero, a su vez, querer que el Estado tenga instituciones que los ayuden en momentos de dificultad económica o de enfermedad, “para no perder lo ganado todos esos años”.
Otra tensión viene desde sus planteamientos políticos: el PDG, detallan en el CEP, no tiene una ideología política clara. En la tienda reemplazan esto con la democracia digital: consultar permanentemente a sus militantes qué decisiones deben tomar representantes frente a los debates políticos. Esto abre problemas, explica Mascaraño, que pueden reventar en situaciones como la de la votación en el Parlamento.
“Cuando no hay una orientación ideológica, el partido oscila de un lado para otro, dependiendo de lo que la gente busque. Eso limita fuertemente la capacidad de direccionamiento político al interior de un espacio político tradicional, como es la Cámara de Diputados”.
Los nuevos liderazgos
Mascareño dice que no será la última vez que se vean choques dentro del PDG, ya que hay más tensiones creciendo entre sus filas. La más evidente: la disputa por los liderazgos dentro del partido.
“Mientras Parisi puede ofrecer una candidatura presidencial del partido a Jiles en un programa online en vivo -indica el estudio del CEP-, (Rubén) Oyarzo hace esfuerzos por hacerse conocido e influir en el ámbito de la política institucional. Esta diferencia en la capacidad de influencia pública entre figuras mediáticas del partido y sus representantes democráticamente electos puede constituir una fuente de tensión futura en su interior”.
Emilio Peña, secretario general del PDG, está seguro de que la crisis de esta semana se debe a que son un partido nuevo. Consultado si está abierta la disputa al liderazgo del partido de cara a las próximas elecciones presidenciales, asegura que “Franco (Parisi) tiene que ir a una primaria como cualquier candidato”.
Finalmente, Mascareño explica que esta aparente falta de rumbo del Partido de la Gente es sencillamente porque son muchas tendencias políticas agrupadas bajo un mismo paraguas, que están comenzando a abrirse paso en la política tradicional.
“Las prácticas políticas del PDG en la política tradicional se están construyendo hace poco y vienen de distintas fuentes de legitimación; por un lado, de los diputados electos y, por el otro, de las redes sociales y sus programas. Entonces, era bastante obvio que iban a chocar, y no va a ser la última. Hay que ver en qué deriva este conflicto”.
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