El poderoso club de los diputados no alineados
Sin ellos, no hay mayoría en la Cámara. El problema es que estos 13 legisladores, que negocian generalmente a título personal, hicieron una escalada de demandas a propósito de la elección de la nueva presidenta de la Cámara, que terminó hartando al gobierno y a la oposición. Al final, los grandes bloques terminaron en un empate técnico, que se dirimió por cuatro ausencias.
El diputado Francisco Pulgar (independiente) fue uno de los últimos en ingresar a la sala el día de la elección de la nueva mesa de la Cámara, el lunes pasado, cuando Karol Cariola (PC) se impuso por un voto de diferencia, con 76 apoyos contra 75 de Joanna Pérez (Demócratas).
Hasta minutos antes de la votación, Pulgar había mantenido abiertas dos líneas de negociación. Una con el oficialismo, a través del jefe de la bancada PDG-Independientes, Jaime Araya, y la otra directamente con Joanna Pérez, de quien decía tener respeto y una cercanía política (de hecho, integraban una misma bancada).
Sin embargo, en declaraciones que hizo antes del almuerzo, el legislador del Maule le puso una exigencia insalvable a la postulante de Demócratas, quien era apoyada por toda la oposición. “Más allá de Joanna Pérez, quiero ver qué es lo que hay detrás de Joanna Pérez. El día de mañana me puede jugar a favor o en contra. Soy el diputado más votado de la Región del Maule y el próximo año quiero llegar al Senado. Por lo tanto, no me quiero ver en un escenario estratégico que el día de mañana Demócratas ponga una competencia sobre mi candidatura”, dijo el diputado independiente, en una referencia velada a la presidenta de Demócratas, la senadora Ximena Rincón, que probablemente irá a su reelección por la misma Región del Maule.
La exigencia de Pulgar, uno de los 13 diputados no alineados, que evidenciaron un inusitado poder producto de la polarización entre los principales bloques de la Cámara, no estaba muy lejos de las condiciones que estaba sondeando con el oficialismo.
Además de pedir integrar la Comisión de Seguridad Ciudadana, hay cierto interés de la DC para llevarlo como candidato senatorial. Incluso, en una señal de ese acercamiento, hubo un fallido intento para sumarlo esta semana al comité mixto (DC, radicales y liberales), que se frustró por la rotunda negativa del radical Alexis Sepúlveda, quien también aspira a ser senador por el Maule.
Dado que ningún bloque pudo satisfacer sus demandas, Pulgar salió de la sala y fue uno de los cuatro diputados que no manifestó su voto en la elección de la Cámara. Al final, las grandes mayorías de la corporación terminaron en un empate técnico, que se dirimió en favor de Cariola, pero que perfectamente pudo haber finalizado en un sorteo.
Negociadores versátiles
La más molesta era la diputada Pérez, quien anunció que Pulgar sería expulsado del comité Demócratas-PDG-Independientes. “El problema es que cuando te dan la mano a horas de una votación, y después no llegas... Eso es burlarse de esta diputada. Eso es deleznable y no se hace”, se quejó la candidata derrotada.
El mismo vaivén que los diputados de Demócratas habían mostrado en los últimos meses, ya que inicialmente habían firmado un pacto para apoyar a la carta del Partido Comunista, ahora les jugaba en contra.
Joanna Pérez (exmilitante DC), junto a Pulgar, también es parte de ese grupo de diputados, que en los últimos dos años no han tenido una afinidad o un compromiso estable con el gobierno ni con la oposición.
En ese versátil grupo de legisladores no alineados, figuran también Miguel Ángel Calisto (ex DC, independiente-Demócratas), Jorge Saffirio (ex DC y militante de Demócratas), Erika Olivera (exintegrante de la bancada RN y hoy Demócratas), Pamela Jiles (indep. ex humanista), Carlos Bianchi (independiente asociado al grupo PPD), René Alinco (ex PPD), Rubén Oyarzo (ex PDG), Karen Medina (la única legisladora que le queda al PDG), Gaspar Rivas (expulsado del PDG tras votar por Cariola), Mónica Arce (militante humanista) y Enrique Lee (independiente asociado al grupo socialcristiano).
Algunos de ellos como Arce y Oyarzo, llegaron con porcentaje de votos menor al 2%, gracias a su pactos electorales, sin embargo, los que ya llevan más de un período han construido una significativa base electoral.
Bianchi, quien fue senador por 16 años y tiene el récord de haber sido vicepresidente de la Cámara Alta en alianza con la derecha y luego con la disuelta Concertación, fue elegido diputado con más del 40% de los votos en Magallanes. Desde marzo de 2022 se asoció con la bancada PPD, pero con ciertas licencias para mantener su autonomía, lo que obliga al gobierno a negociar con él en cada votación importante, como lo fue la última elección de la mesa. Gracias a sus habilidades de negociación, ejerció como vicepresidente de la Cámara durante 8 meses e integra en forma estable la estratégica y codiciada Comisión de Hacienda.
El mismo Pulgar, Calisto y Jiles tienen la credencial de haber sido primeras mayorías en sus distritos, lo que les permite abrigar también aspiraciones senatoriales.
Por lo general, estos legisladores, no actúan coordinados y negocian en solitario, salvo la bancada de Demócratas que incluso ha crecido a exmilitantes del PDG como Víctor Pino (hoy militante de Demócratas) y Yovana Ahumada (independiente).
Prueba de ese juego más personal, es que algunos votaron por Pérez y otros por Cariola. Sin embargo, esta vez la clave estuvo en los que no estuvieron en la votación. Jiles y Lee presentaron licencia médica, además de Pulgar que se ausentó a última hora.
Al margen de estas variables, casi impredecibles, la elección de la Cámara volvió a mostrar una cruda realidad: sin ellos, no hay mayoría. En todo caso, el peso del voto disperso de este grupo ya había quedado en evidencia para la fallida reforma tributaria de 2023 y en la aprobación del proyecto previsional, al menos en su idea de legislar.
Las alianzas de Demócratas
A pesar de que han fracasado en dos intentos para liderar la Cámara, con solo tres votos de capital inicial, los Demócratas exmilitantes DC, han sido los más exitosos en conseguir espacios de poder en la corporación, debido a su flexible y táctica política de alianzas.
Desde el inicio del actual período parlamentario en marzo de 2022, se han cambiado tres veces de bando a la hora negociar un pacto administrativo.
Cuando eran parte de la DC, Joanna Pérez, Miguel Ángel Calisto y Jorge Saffirio, se plegaron al acuerdo administrativo original, de marzo de 2022, que marginaba a la derecha.
Sin embargo, a poco andar, a pesar de que estuvieron en las mismas negociaciones, le quitaron el piso a la primera y fallida postulación de Cariola en octubre de 2022.
La derecha aprovechó el discurso anticomunista y le ofreció a Calisto ser ungido como carta para presidir la Cámara. En un acto de pragmatismo, el oficialismo depuso la postulación de Cariola y levantó a Vlado Mirosevic (liberal), quien finalmente derrotó a Calisto, gracias a los votos de tres integrantes de la disuelta bancada PDG-Independiente (Oyarzo, Pulgar y Medina). Entonces Rivas y Jiles no votaron y Lee se abstuvo.
En julio de 2023, Calisto, Pérez y Saffirio, ahora con Olivera, volvieron a pactar con el oficialismo. No solo apoyaron la elección del anterior presidente de la Cámara, Ricardo Cifuentes (DC), también firmaron un compromiso para apoyar a la postulación del PC en marzo-abril de este año.
Sin embargo, hace dos semanas, los mismos cuatro diputados que pusieron su rúbrica en un papel, notificaron al PC que no cumplirían lo pactado. Dentro de los argumentos explicaron que la situación política había cambiado (por la situación de Venezuela), que había tratativas para un pacto electoral con la derecha y que nunca más volvieron a reunirse desde que se firmó el pacto.
La derecha, cuyas bancadas suman 68 legisladores, declinaron sus aspiraciones para presidir la Cámara y volvieron a cederle la postulación a Demócratas (ahora sumaban seis diputados, con Pino y Ahumada). Esta vez, la ungida fue Joanna Pérez, quien finalmente perdió.
Pese a sus fallidas apuestas para liderar la corporación, la mirada táctica de Demócratas le ha permitido duplicar los integrantes de su bancada. Y a pesar de que hay otros grupos más grandes, hoy presiden seis comisiones legislativas, entre ellas la de Constitución, que junto a Hacienda, es una de las más importantes de la Cámara. También presiden otras instancias como Gobierno Interior, Economía, Minería, Recursos Hídricos y Deportes. La titularidad de esta última comisión la ostenta Olivera, cuyo cupo fue cedido por el Partido Comunista el año pasado. Incluso debido a ello, el jefe de bancada de los comunistas, Luis Cuello, terminó enemistado con Marisela Santibáñez, quien renunció al PC
La espiral de demandas
En caso de la Comisión de Constitución, la derecha nuevamente hizo el gesto y cedió el cupo a Calisto para arrebatarle la titularidad al PS.
El diputado de Demócratas contó con el apoyo de Alinco, quien concurrió en reemplazo de Jiles, aún con licencia médica. Pese a que el independiente ex PPD fue uno de los apoyos que permitieron el triunfo de Cariola, en esta nueva votación Alinco no tuvo problemas darle la espalda al oficialismo y votar por la carta de la oposición con quien tiene una suerte de alianza política en la Región de Aysén.
El problema es que durante el proceso de elección de presidencia de la Cámara, estos legisladores propiciaron una espiral creciente de demandas. Por ejemplo, el oficialismo tuvo que cederle un asiento en la Comisión de Agricultura a Alinco. Todas estas exigencias, que no son garantía de ninguna fidelidad política, terminaron hartando al gobierno y a la oposición.
Incluso, a pesar de que el clima volvió a encenderse por la declaraciones del actual vicepresidente de la Cámara, Gaspar Rivas, sobre un supuesto ofrecimiento del gobierno para integrar la mesa, igualmente el ministro secretario general de la Presidencia, Álvaro Elizalde (PS), aprovechó el ánimo en contra de estos grupos minoritarios para reunirse con representantes de la oposición y comenzar a diseñar una reforma al sistema político.
Una de las lecciones que dejó el tenso proceso de renovación de autoridades, es que las mayorías no pueden quedar sometidas a una suerte de chantaje de minorías o incluso individualidades. Para ello, se trabajará un proyecto que fomente la aglutinación de fuerzas políticas y que eventualmente reduzca el número de diputados. Al menos esa es la promesa.
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