Evelyn Matthei: “Me cuesta creerles a Boric y a los que lo acompañan”
A pesar de las desconfianzas entre la izquierda y la derecha, Matthei llama al mundo político a sentarse a conversar, porque, dice, “hay muchos riesgos” en curso. “El tema del empleo y de la situación económica del próximo año pueden ser fuente de un descontento social”, afirma aquí.
Un horizonte amenazante. Eso es lo que observa Evelyn Matthei. Crisis económica, delincuencia desbordada, altas demandas ciudadanas y gremiales, un sistema político fragmentado, el fantasma del populismo. “El momento requiere de un trabajo cuidadoso y sumamente responsable. Y eso no es tan fácil hoy”, afirma de entrada.
En ese país de múltiples riesgos es que la alcaldesa de Providencia, y una de las figuras con mayor aprobación en las encuestas, hace su advertencia: que la centroderecha y la centroizquierda deben construir grandes acuerdos nacionales y deben hacerlo ahora mismo. ¿El problema? Las desconfianzas y sospechas que hay de lado y lado. “Esto requiere coraje y disposición de cruzar las fronteras”.
¿Cuáles son los riesgos que usted alerta?
El primero es la delincuencia. Ahí tenemos un riesgo gravísimo. No sólo porque es terrible que la gente tenga miedo y que se esté alterando su modo de vivir, sino porque ya empezamos a ver signos de cómo eso puede influir en la política.
¿Y cómo puede influir?
O sea, cuando uno lee la última encuesta Criteria en que el 62% de las personas dice que están dispuestas a que le quiten libertades personales con tal de tener mano dura, bueno ahí aparece el riesgo claro del populismo. Y lo que hay que entender es que hoy no son los golpes de Estado los que amenazan a las democracias. Son personas que llegan al gobierno por elección popular y que con el pretexto de la delincuencia o de una grave situación económica empiezan a generar una guerra con el Congreso. Eso para partir.
¿Para deslegitimarlo?
Claro. Le pegan el zarpazo al Parlamento, pero lo hacen cuando ya ha perdido toda legitimidad. Luego les pegan a los tribunales y no importa, porque dicen que lo hicieron porque eran todos unos traidores, unos inoperantes. Y después van por la fiscalía con alguna acusación de corrupción. Y así van hasta que sin darte cuenta ya no estás en una democracia.
¿Realmente estamos ante ese abismo?
No estoy diciendo que eso vaya a suceder. Lo que digo es que Chile no está inmune al populismo. Por lo tanto, tenemos que actuar con extrema responsabilidad.
¿Esa amenaza podría venir por el lado de la ultraderecha, de la ultraizquierda?
Da lo mismo. El populista es populista. No es de derecha ni de izquierda.
Sucede que esa advertencia está en boga hace un rato. Todos hablan de la amenaza populista, ¿pero se está haciendo algo para evitarlo?
¿Sabes lo que pasa? Que esa amenaza de populismo se puede ver agravada por la crisis económica que se nos viene. Hace tiempo ya que no se crean empleos en Chile. Y con la reforma tributaria del gobierno, con la de pensiones, no se va a crear ni un empleo más durante mucho rato. Súmale que cuando vienen las vacas flacas, la gente entiende que vienen los bonos o los retiros... Pero aquí no va a haber plata para los bonos. Y está la duda sobre qué va a pasar con los retiros. Lo que quiero decir es que lo que se viene en el país es muy delicado.
¿Ve ese ánimo en la derecha, en su mundo?
A ver. Yo entiendo que en mi sector hay mucha gente que no puede olvidar lo miserables que fueron los que hoy día están en el gobierno.
¿De quién habla? ¿De las dos coaliciones, del Frente Amplio?
Del Frente Amplio y del Partido Comunista sobre todo. Muchos no pueden olvidar cómo actuaron en el gobierno de Sebastián Piñera y no los pueden perdonar.
¿Y usted tampoco?
A mí me pasa que me cuesta creerles. ¿Es de verdad el reconocimiento que hacen sobre terrorismo? ¿Realmente cambiaron la creencia sobre la lucha contra la violencia?
¿No le cree a Boric?
Me cuesta creerles a él y a los que lo acompañan. Tengo la impresión de que podrían decirlo sólo porque la gente lo está pidiendo a gritos.
Lo que puede venir
Y cuando dice que lo que se viene es muy delicado, ¿qué está queriendo decir?
Me encantaría equivocarme, pero el próximo año el tema del empleo y de la situación económica puede ser fuente de un descontento social. Por eso insisto en que este momento político y social requiere de un tremendo realismo y de responsabilidad política de todos los lados.
¿Una amenaza de estallido?
A mí no me gusta llevar las cosas a lo dramático.
Pero ese es el fantasma que se instala cuando se habla de descontento social.
Sí, pero no es bueno moverse entre fantasmas. Yo me refiero a una dificultad para gobernar. Hoy está el paro de los camioneros. Ya tuvimos un paro de los portuarios. Hay demandas de varios gremios, eso puede sucederse uno tras otro. Entonces, no quiero dramatizar con un estallido, pero sí advertir que puede haber muchas dificultades para gobernar. Mira la cantidad de plata que les dieron a los sectores de la construcción. Fueron casi 400 millones de dólares. Entonces, a ver, ¿todo eso es por la paz social? ¿Para que no quiebren y no perder más empleos?
¿Qué alternativas hay para evitar que ese descontento social se vuelque a la calle?
El gobierno y todos ellos debieran entender que es el momento de ponerse de acuerdo. Lo que hizo la ministra Ana Lya Uriarte en la elección de la presidencia de la Cámara de Diputados fue tan brutalmente errado. Eso de empezar a abrazarse y a saltar porque habían logrado ganar la testera es de lo más tonto que he visto en política. ¿Cuánto les va a durar?
No entiendo cómo entra aquí el tema de la presidencia de la Cámara…
Es que cuando estoy hablando de sentar las bases para un mejor Chile, me refiero también a que ahí se dio una situación que podría haber marcado un momento. Lo más razonable hubiese sido mantener a Raúl Soto y haber compartido la presidencia de las comisiones, tal como se hace en el Senado. Eso era más democrático y más estable. ¿Por qué no podían hacer eso en la Cámara de Diputados?
¿Y por qué si?
Porque más allá de los partidos, también tienes que ver qué personas, con su actuar político, ponen paños fríos y cuáles son los que exacerban las diferencias. Soto fue un gran articulador, como lo ha sido Álvaro Elizalde en el Senado. Entonces, más allá de los partidos hay ciertas personas que le hacen bien al ambiente. Y ese no es Vlado Mirosevic, y no es la Ana Lya Uriarte saltando de alegría porque ganaron por unos pocos votos. Eso no contribuye al diálogo.
La alternancia como factor
El tema de las desconfianzas cruzan a la derecha y a la izquierda. También hay quienes no le perdonan a su sector haber sido tan esquivos en reconocer las violaciones a los derechos humanos...
Es que si realmente queremos que Chile sea un país más equitativo, más educado, con mayor bienestar y donde se pueda vivir tranquilo, estamos obligados a conversar. Reitero: llegó la hora de los grandes acuerdos políticos. Y lo digo con urgencia, porque no nos queda mucho más tiempo.
¿Quién tiene la llave de los acuerdos políticos?
La llave la tiene el Presidente.
¿Hoy no la tiene más la derecha?
No. Siempre la tiene quien ostenta el mayor poder. El problema es que no ayuda la forma en que ellos actuaron frente al gobierno de Piñera ni tampoco por su actuación en el plebiscito. Aún así hay que trabajar con ellos.
Entonces, ¿hay una encrucijada?
Cuando te sientas a conversar pensando en el bien del país, pero al mismo tiempo sientes que aquellos que están gobernando no se van a comportar de la misma manera cuando sean oposición, hay una asimetría que hace difícil avanzar. Y lo digo con preocupación, porque yo pienso que ellos no creen en la alternancia del poder…
¿Cómo que no creen?
Personalmente, pienso que si algún día llega alguien de centroderecha al gobierno, ellos van a revertir la situación con las mismas formas que usaron con Piñera. Eso hace muy difícil el diálogo.
¿Qué sustento tiene su afirmación? ¿Cree que podrían dar un golpe?
Yo no estoy hablando de un golpe. Estoy hablando de una preocupación respecto a qué pasaría si alguna vez ellos pasan a ser oposición. ¿Van a volver a usar de nuevo la violencia como método de acción política? Muchos de nosotros creemos que ellos no reconocen la legitimidad de la alternancia del poder, y eso hace muy difícil conversar. Pero al mismo tiempo existe la necesidad de darle estabilidad al país.
Con esos resquemores, ¿se puede dialogar?
La construcción de confianzas, de generar mínimos comunes, de establecer qué cosas son aceptables en el juego político y cuáles no es más importante que nunca. En este momento, hay dos almas en el gobierno. La buena aprobación que tiene Carolina Tohá o Manuel Monsalve es porque la gente ve, o quiere creer, que son distintos. Entonces, tratemos de conversar con ellos. Ayudémoslos, porque si al final los sacan, van a llegar otros que son mucho peores. Sería terrible para el país que Mario Marcel fuera reemplazado por Nicolás Grau o por José Miguel Ahumada.
Si es por dualidad de almas, la derecha también las tiene. Hay sectores más duros, como el Partido Republicano, que no van llegar tan fácilmente a un acuerdo…
Si somos capaces de ponernos de acuerdo con el centro y la centroizquierda, no importa que algunos se resten. Igual se puede llegar a grandes acuerdos. Así fue el 15 de noviembre del 2019, cuando no importó que todo el PC se quedara fuera. Pero el problema lo tiene la centroizquierda más que nosotros. A ellos no les será fácil desligarse de la extrema izquierda, porque están en el mismo gobierno.
Usted plantea los temores de su sector. Desde la izquierda también los hay. Carlos Ruiz dijo que hay una derecha que está buscando desestabilizar al gobierno.
Justamente, eso es lo que hace imposible el diálogo. En política, en los negocios, la confianza no se da sola. Se construye activamente con actos, con declaraciones, con disposición. Eso es lo que tenemos que hacer ahora.
¿No será tarde en el sentido de que están muy vivas las desconfianzas? Lo decía Fernando Atria en estas páginas. Que en la Convención pesaron los 30 años previos…
Francia y Alemania tuvieron dos guerras mundiales y trabajan juntos. Lo que pasa es que Atria nunca ha hecho nada para construir confianza, al contrario. Este es el momento del coraje político para atreverse a quebrar esos recelos. Porque la verdad es que la desconfianza existe por lado y lado. ¿O queremos seguir en una guerra de por vida por los 30 años? ¡¿Hasta cuándo?!
¿Esta urgencia por los acuerdos tendrá algo que ver con la posibilidad de que usted pueda terminar siendo candidata presidencial? Marca muy bien en las encuestas…
Me importa el país y veo las amenazas. Me dan lo mismo las encuestas y me parece una falta de respeto con la gente estar pensando en eso cuando faltan tres años y medio para las elecciones. Hoy tenemos el desafío de llevar a Chile por el lado de la esperanza, hacia un futuro mejor, y eso pasa por construir confianzas de forma deliberada, aunque te duela el estómago, aunque tu instinto te diga que no, tienes que hacerlo.
A veces, en política, los acuerdos tienen precio…
Los acuerdos requieren valentía, porque siempre traen costos. Boric tuvo el coraje en su minuto y fue abucheado por sus propios sectores. ¿Cuánta gente de izquierda salió a decir que no estaba de acuerdo con la nueva Constitución y los hicieron pebre? Ese es el coraje que se requiere. Y no hablo necesariamente de partidos, sino de individuos que en momentos como este tienen la valentía de cruzar la frontera.
Hay una generación que impugna la política de los acuerdos como forma de resolver conflictos. ¿Por qué estarían dispuestos a reeditar ese diseño?
Porque cualquier persona, cualquier coalición que entienda lo que está pasando, sabe que para sacar al país adelante, los acuerdos son la única vía. Y hablo de acuerdos de verdad, de esos en que estás dispuesto a poner tu futuro político, tu prestigio y tus aspiraciones al servicio del país. No hay de otra.
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