Fernando Carmona, jefe programático de Daniel Jadue: “Nuestro esfuerzo principal no está en hacernos cargo del temor de los empresarios”
El militante del Partido Comunista sostiene que ese miedo responde al “prejuicio y campaña del terror”. “No venimos a destruir empresas”, dice. En cambio, plantea que su objetivo es “interpretar al pueblo”.
A sus 42 años y sentado en un café de Plaza Ñuñoa, Fernando Carmona recuerda sus inicios en el Partido Comunista. Al alero de su padre, el exdiputado y dirigente histórico de la colectividad, Lautaro Carmona, el economista pone una fecha y lugar a sus primeros acercamientos formales con la izquierda: el año 1995 en el Instituto Nacional. “Mi militancia partió cuando estaba en la media. Disputando el centro de alumnos armamos una especie de asamblea de izquierda dentro del colegio y a partir de eso nos juntamos cinco o seis que nos reconocimos de la Jota”, cuenta.
Sus raíces en el PC no solo provenían de la militancia de su padre, sino que estaban cargadas a través del apellido Carmona. “Para mí y mis primos, todos nuestros padres, madres y abuelos militaban en distintos grados. Es como chistoso, porque para nosotros era muy extraño después cachar que no todo el mundo era comunista”.
Con eso sobre los hombros, su militancia la llevó a la Facultad de Economía de la Universidad de Concepción, donde, cuenta, solo aprendió del modelo que su ideología le pide erradicar.
¿Cómo es la dualidad de ser economista y comunista?
No es tan raro... Tiene la dificultad, aunque también es gracia, que tú entras a cualquier clase a cuestionarlo todo.
A casi 26 años de que Carmona siguiera la tradición política familiar, en enero recibió un llamado para asumir un desafío dentro de la campaña presidencial del partido. Al otro lado del teléfono, el alcalde de Recoleta, Daniel Jadue, le pidió ser el encargado de coordinar su programa de gobierno, cargo que hoy lleva hasta, al menos, la primaria presidencial del 18 de julio.
¿Nunca le flaquearon las convicciones aprendiendo del liberalismo económico?
Nunca tuve ese cuestionamiento, pero sí sabía que para poder cuestionarlo tenía que estudiar más. No servía de nada decir ‘Marx dijo’ y estudiar el Capital. Cuando descubrí a (Michal) Kalecki, que es un economista polaco, él llega a las mismas conclusiones keynesianas de demanda efectiva, de inversiones, pero desde postulados marxistas. Y empiezas a ver que hay una veta del marxismo que está mucho más desarrollada y que va más allá de la caricatura.
¿Y esa es la impronta que quiere dejar en el programa?
Una impronta que queremos dar es la siguiente: la economía ortodoxa que hoy tenemos lleva desde el 2009 cayéndose y ya dejó de hacer sentido. Estas tesis del chorreo o que para igualar primero hay que crecer, se cayó socialmente, y lo que tiene que venir es una nueva forma de entender la economía. Y eso viene de todas estas ideas heterodoxas: institucionalismo, marxismo, estructuralismo, poskeynesianismo.
¿Se puede instalar eso en cuatro años?
Se pueden instalar las bases. Hay cosas súper importantes desde el punto de vista de demostrar que hay cosas que sí se pueden hacer y de soluciones que sí funcionan. Si hablamos de salario mínimo, lo que plantean los economistas desde hace 40 años es que si lo subes, aumenta el desempleo, pero ahora está lleno de estudios que dicen que aumentar el salario no tiene efectos sobre el empleo o son chicos, pero positivos. El desafío nuestro es ir haciendo cambios e ir demostrando que se puede.
¿Hay algún modelo de desarrollo que estén mirando?
Hay más una impronta propia. Uno va mirando experiencias que son exitosas parcialmente.
¿Cómo cuáles?
Un país que ha sido exitoso es Uruguay con cómo ha ido incorporando los derechos sociales. Otros como Suecia y Dinamarca, en todo lo que tiene que ver con la exportación de recursos naturales y cómo pasaron a ser países de tecnología y conocimiento. Eso lo estamos mirando, pero Chile tiene muchas particularidades propias.
¿Y qué tan “comunista” se puede volver un país que ha seguido desde los 80 el mismo sistema económico?
Lo que podemos responder es qué tan de izquierda puede ser un país. Esta es una candidatura que va más allá del PC y no estamos buscando un gobierno comunista clásico. Hoy tienes un vacío histórico, el neoliberalismo se fundió y hoy tiene que aparecer algo nuevo que sabemos que tiene que venir desde la izquierda.
¿No habrá ortodoxia en el PC?
No, porque para lograr ser gobierno se tiene que involucrar mucha gente.
¿Y quiénes compartirían gobierno con el PC?
Con el FA tenemos muchas coincidencias. La Convención Constitucional abrió una nueva geografía política: lo que antes estaba al centro, como la DC y el PPD, se ha ido debilitando y emerge en la izquierda esta fuerza que se llama Lista del Pueblo y que creemos va a transformarse en un movimiento o partido. La potencialidad de una alianza del PC, el FA y la Lista del Pueblo, estamos hablando de casi el 50% de los convencionales. Entonces, ¿con quién? Con quienes estén dispuestos a apoyar estas ideas antineoliberales.
Con el PS no hay problema. ¿Pero con la DC y el PPD?
De lo que alcancé a conocer del programa del PPD y la DC no éramos cercanos. Teníamos varias diferencias, como en pensiones, salud, que para el mundo de izquierda son importantes. Pero no descarto que puedan virar hacia la izquierda. Imagínate que a Yasna Provoste hace un año y medio había gente de la DC que la mandaba a militar al PC.
Jadue en Bloomberg dijo que la idea de la reforma tributaria era recaudar un 10% más del PIB. ¿De dónde sale?
Hay cinco grandes formas. Uno es los impuestos a la renta, donde principalmente está la desintegración completa entre los impuestos que pagan las empresas y los personales; todos los impuestos a los recursos naturales como royalty, impuestos verdes; la eliminación de las exenciones tributarias; después los impuestos al patrimonio y la herencia, y finalmente la disminución de toda evasión y elusión.
Nicolás Grau, asesor de Gabriel Boric, decía que le encantaría que hubiese un sector empresarial que no le diera miedo el discurso de la izquierda. ¿Ve ese temor?
Mucho, pero es una mezcla entre prejuicio y campaña del terror, porque son cuestiones que no tienen sentido. Que nos pregunten insistentemente si vamos a expropiarlo todo o desconocer la propiedad privada me parece extrañísimo, porque en ninguna parte hemos dicho eso. Lo que uno espera es que al frente, en el mundo del empresario, tengamos un debate racional. Estoy seguro de que hay cosas que no les van a gustar, pero son por el bien del país y eso lo podemos discutir. Pero ahí a hablar desde la caricatura, parece que como que no se esforzaran mucho.
¿En ningún punto se habla de expropiación?
No.
¿Y cómo se hacen cargo de este “temor”?
No tenemos esa preocupación. Nuestra preocupación es que el programa logre interpretar a este sujeto social que se llama pueblo. Si los empresarios leen mal alguna parte del programa, uno puede hacer un esfuerzo de explicarlo, pero nuestro esfuerzo principal no está en hacernos cargo del temor de los empresarios, porque no estamos de ninguna forma tratando de hacer un programa contra ellos.
¿Tampoco de tranquilizarlos?
No, porque no sentimos que tienen que estar intranquilos. No venimos a destruir empresas.
En Bloomberg el mensaje que daba Jadue a los inversionistas tampoco iba en esa dirección...
Eso es un poco distinto, porque tenemos que poner ciertos marcos a la inversión que viene a hacerse a Chile. Y esa inversión pensamos que tiene que ser principalmente productiva, que genere empleos y que permita aumentar la productividad. Pero, además, las reglas del juego van a cambiar porque vamos a tener una nueva Constitución y eso va a significar un mayor resguardo de los derechos sociales y de los recursos naturales.
Lo que decía Jadue era que no podían venir a Chile a hacer lo que quieran. ¿Cuáles serían los requisitos?
Tiene que ver con el respeto al medioambiente, a los derechos sociales y con comprometerse a pagar los impuestos que el país requiera.
¿Y cómo se mantiene o aumenta la inversión con eso?
La manera es aumentar la pública. Cuando haces inversión en infraestructura o social las condiciones para que la inversión privada se produzca, mejoran. Cuando uno hace mayor inversión pública, además de aumentar en el corto plazo los empleos, también mejoran las condiciones para cualquier tipo de actividad comercial en el país.
Más allá del “temor” y los recados, el sector empresarial es relevante para el desarrollo. ¿Qué mensaje deben dar?
Lo que podemos decir es que vamos a respetar todas las reglas constitucionales, las de ahora y las que vienen, y va a haber certeza jurídica, que es muy importante para la inversión a largo plazo. Los empresarios en este país van a poder seguir siendo empresarios, pero con límites más estrictos, modernos, civilizatorios y que tienen que ver con cuidar el país y repartir o distribuir la creación de riqueza.
En la misma entrevista el alcalde decía que el Estado tendrá un rol mayor en sectores clave como las salmoneras y las farmacéuticas. ¿Qué significa eso?
Vamos a establecer el impuesto a los recursos naturales, por lo tanto, vamos a capturar más rentas ricardianas y eso va a significar que esos recursos, donde hay un grupo de privados que los explotan para generar riquezas, se va a recoger una parte importante para el presupuesto del país. Vamos a ser mucho más estrictos en la extracción de recursos naturales y en cuáles van a ser las penalidades. No puede venir un empresario, poner salmón en el sur y dejarnos una crisis medioambiental.
También Jadue dijo que quería renegociar términos con las mineras. ¿Cuáles?
Es básicamente el tema del royalty. Después depende un poco más de la Constitución, porque en el fondo, los minerales son propiedad del Estado, pero están en concesiones más o menos largas. Eso va a tener una reinterpretación en la nueva Constitución y nos va a obligar a volver a conversar con estas empresas bajo ese nuevo marco jurídico.
Sobre pensiones, en el programa dejan a las AFP sin ninguna atribución. ¿Por qué no eliminarlas?
Cuando creemos el sistema público, las AFP no van a poder cobrar cotizaciones, ni pagar ni calcular pensiones. Lo que no podemos hacer es que esos ahorros que ahora están en las AFP pasen a otra institución por designio del Estado. Las AFP van a seguir subsistiendo para las personas que tengan ahorros dentro del sistema o quieran hacer un ahorro voluntario, pero las AFP como tales van a dejar de existir.
¿Es irresponsable eliminarlas al 100%?
Es que vamos a respetar el derecho de propiedad de los cotizantes. Vamos a tratar esos fondos como si fueran de APV. Eso quiere decir que les vamos a ofrecer poder sumar esos fondos al nuevo sistema o retirarlos.
Varios temas del programa son atribuciones de la convención, como pasar a un Estado plurinacional. ¿Cuánto depende del resultado de esa instancia para ser exitosos?
Cualquier gobierno que venga, una de sus tareas principales va a ser modificar el entramado legal para adecuarlo a la nueva Constitución. Nosotros vamos a llevar adelante de manera muy enérgica estas modificaciones.
¿Y si esos temas no quedan en la nueva Constitución, igual los van a impulsar después?
Es que si tengo convencionales de los pueblos originarios, me sale como que va a ocurrir un Estado plurinacional. Tengo la impresión de que ese cambio de paradigma ya ocurrió. No vamos a vulnerar la voluntad popular.
Tiene harta confianza de que la convención va a ser favorable a todos estos cambios...
Si no hubiera convención al lado estaríamos diciendo lo mismo. Ahora el proceso constituyente nos permite de una manera democrática refrendar por segunda vez lo que estamos proponiendo como programa de gobierno. Nadie puede tener la certeza de lo que va a salir, pero sí intuimos que las bases sobre las que está construido el país van a cambiar hacia la izquierda. Nos hemos preocupado de tener un programa que le hable al Chile que viene.
Por eso, la convención va a influir en si son exitosos...
Es que hay varias cosas que son potestad del gobierno y que no van a depender de la convención. Ahora, la profundidad de los cambios puede depender de lo que suceda ahí.
¿Cuáles son las diferencias con las propuestas de Boric?
Hay más una diferencia simbólica. Daniel es un candidato que representa al estallido social desde adentro, una persona que era bien recibida en las marchas.
Lo funaron una vez...
Sí, pero fueron dos personas y él volvió a ir en la tarde y nadie lo funó. Fue más una operación, creo yo. Pero Daniel es una figura reconocida del estallido y Gabriel se distanció un poco, vivió el estallido marcado por la firma del acuerdo y sus ideas se ven como si viniera más de afuera.
Algunos en el PC dicen que Jadue también proyecta más “gobernabilidad” que Boric. ¿Lo comparte?
Un capital político que tiene Daniel es que cuando dice ‘vamos a hacer una transformación social profunda’, bueno, sólo tienes que mirar la farmacia popular, la óptica, la inmobiliaria y darte cuenta que sí lo va a hacer.
¿Quién se lleva un eventual triunfo de Karina Oliva, Boric o Jadue?
No sé. Va a estar bastante repartido.
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