Fin del gobierno: Piñera después de Piñera 2

PIÑERA DESPUES DE PIÑERA

El 11 de marzo el Mandatario terminará su segunda administración. Un gobierno que estuvo muy lejos de lo que imaginó cuando conquistó con holgura La Moneda en diciembre de 2017. Un estallido social, el embate de la pandemia y una oposición tenaz que lo acusó constitucionalmente en dos oportunidades fueron parte del recuento. A él se suma una profunda fractura en la derecha por el devenir de su administración. Piñera, en todo caso, prepara su propia versión de los tumultuosos cuatro años a la cabeza del país y escribirá un libro.


-”Ya está...”.

Sentenció con voz categórica el Presidente Sebastián Piñera cerca de las 18.30 horas del 19 de diciembre de 2021, cuando se oficializaban los primeros cómputos de la segunda vuelta de la elección presidencial que enfrentó a Gabriel Boric -hoy mandatario electo- y la carta del Partido Republicano, José Antonio Kast.

La rutina de La Moneda ese día no fue muy distinta a la de otros comicios: con papel y lápiz, sacando cuentas y haciendo proyecciones, Piñera siguió atentamente los cómputos junto a su gabinete, al que había convocado para esperar los resultados y cuyos ministros se aglutinaban en los salones contiguos al del despacho presidencial.

La frase del Mandatario congeló el ánimo de los presentes. Era una realidad. El abanderado de Apruebo Dignidad se instalaría en La Moneda en marzo de 2022. No sólo eso, Boric selló un arrasador triunfo con 4.620.890 votos (55,87%) versus 3.650.088 (44,13%) alcanzados por Kast y superó con creces la votación que obtuvo Piñera en 2017.

“Llegarán con mucha fuerza y arrasarán con todo”, advertían algunos secretarios de Estado con energía y evidente preocupación. Los más afectados ante el nuevo escenario -coinciden las fuentes consultadas- eran los ministros Raúl Figueroa (Educación) y Julio Isamit (Bienes Nacionales).

Piñera estaba sorprendido. Aunque en los días previos se manejaban en Palacio encuestas que anticipaban la derrota de Kast, el nivel de movilización alcanzado por el diputado de apenas 35 años no estaba en los planes de La Moneda.

Las gestiones para el tradicional contacto de felicitaciones del Mandatario y el presidente electo -que en este caso fue una videollamada- estaban marcadas por el nerviosismo. No había certeza del tono que tomaría la comunicación y las dificultades para concretar el gesto republicano -que se ha reproducido desde 1994- eran conocidas. El comando de Boric se había resistido inicialmente a mantener la costumbre. Sólo la intervención del vocero Jaime Bellolio había destrabado las aprensiones opositoras.

Al momento del contacto, los ministros se agolparon para seguir el momento. Bellolio y Rodrigo Delgado (Interior) contuvieron la respiración los tres minutos y 45 segundos que duró el llamado.

-Quiero desearle el mayor de los éxitos en su gobierno. Votaron más de ocho millones de personas, Gabriel, una de las más grandes participaciones ciudadanas en mucho tiempo, señaló el Presidente.

-Muchas gracias, Presidente, es un honor para mí poder hablar con usted y por este medio también dirigirme a todos los chilenos y chilenas que en este momento nos están escuchando, y quiero que sepa usted y sepa nuestra gente que voy a dar lo mejor de mí para estar a la altura de este tremendo desafío.

Sólo hubo un error no forzado del Mandatario, quien -al interrumpir a su sucesor- dio pie a Boric para que -al despedirse- deslizara un “espero que lo hagamos mejor”.

Pero los ministros respiraron aliviados. El balance era más que positivo.

Aunque áspera, porque la victoria de Boric era un portonazo a la inicial esperanza de Piñera de que -en su segundo mandato- pudiera entregar la banda presidencial a alguien de su sector. Esa -coinciden sus colaboradores- no fue la derrota electoral más complicada para el Mandatario.

Los resultados electorales que golpearon con dureza a La Moneda fueron los del finde semana del 15 y 16 de mayo, cuando en una megaelección se definieron a convencionales constituyentes, gobernadores regionales y alcaldes y concejales.

Esa fue una noche negra en Palacio: no se alcanzó ni por cerca el tercio de la Convención (lograron 39 convencionales); sólo se eligió a un jefe regional en La Araucanía y la debacle municipal fue liderada por la derrota del edil de Santiago, Felipe Alessandri. Peor aún, todos asignaron responsabilidad a Piñera y su gobierno.

El Mandatario -además- sufrió en esas elecciones una derrota que consideró casi personal. Su exministro del Interior Gonzalo Blumel no logró un escaño en la Convención.

Apenas dos meses después, Piñera comenzó a entusiasmarse con la posibilidad de su sucesión en La Moneda. La victoria de su exministro de Desarrollo Social Sebastián Sichel (Ind-ex DC) en las primarias de Chile Vamos -el 18 de julio de 2021- fue una buena noticia para el Mandatario. Tanto, que en los días siguientes invitó al ya candidato oficialista y parte de su equipo a su despacho para que le explicaran su estrategia de campaña.

En La Moneda casi todos apuestan a que el Presidente votó por Sichel en las primarias -aunque nunca, según aseguran, ha manifestado cuál fue su opción en la papeleta-, pero que la derrota de Joaquín Lavín (UDI) en esos comicios no lo dejó indiferente.

-Debe ser duro para Joaquín, comentó Piñera por esos días.

El favoritismo por Sichel -sin embargo- fue decantando a medida que avanzaba la campaña. Si bien su simpatía era tan evidente que solía señalar que “hay tres cosas que se necesitan para ser Presidente: venir del centro, llamarse Sebastián y ser independiente”, y cuando el exministro comenzó a tener ripios en su campaña -particularmente con Chile Vamos-, el Mandatario comentaba que “las cosas se están poniendo difíciles” y pidió a sus ministros que no se le criticara; al momento en que Sichel no logró pasar a la segunda vuelta las relaciones entre ambos ya estaban deterioradas.

-Pensaron que tenían la fórmula ganadora y no era así, decía por esos días el Presidente, según recuerdan personeros de gobierno. En La Moneda golpeó el fuerte desmarque de la administración vigente que impulsó el exministro en su campaña y Piñera resintió que, cuando la oposición empujó la acusación constitucional contra el Mandatario por la venta de Dominga, Sichel instara al Presidente a “dar todas las explicaciones necesarias”.

PIÑERA DESPUES DE PIÑERA
El presidente Sebastián Piñera junto a los partidos de Chile Vamos tras finalizar una reunión en octubre de 2021. La fractura con la derecha por el devenir desu administración es una de las cosas que más le pesa al mandatario. 

En los últimos días de su mandato en La Moneda reconocen que al Jefe de Estado le pesa tener que entregar la banda presidencial nuevamente a la oposición. Cuando recién se instalaron por segunda vez en Palacio en marzo de 2018 y todo olía a nuevo y posible, algunos como el jefe del Segundo Piso, Cristián Larroulet, tenían puestas sus fichas en que Gonzalo Blumel podría ser un potencial sucesor de Piñera en La Moneda. La simpatía por el entonces debutante ministro era tan extendida, que la primera dama, Cecilia Morel, lo mencionó como su favorito en una entrevista con La Tercera. Pero todos los planes del gobierno fueron dinamitados por el estallido social.

Entre fuego cruzado

-Ánimo, lo está haciendo bien.

Cercanos y colaboradores del Mandatario recuerdan las permanentes señales de respaldo que Piñera solía expresarles en momentos complicados. No era poco habitual que el Presidente llamara a alguno de sus ministros para alentarlo ante alguna coyuntura difícil. Este es un rasgo nuevo -o al menos acentuado- de Piñera, afirman quienes han trabajado con él, en comparación con los integrantes del gabinete de su primer gobierno.

No pocos atribuyen esa actual característica a los tumultuosos episodios que marcaron su segunda administración y -en buena parte- a la tenaz actitud que adoptó la oposición de centroizquierda frente a su gobierno y a él mismo.

-Te encuentro razón, pero si lo hago me funan, no me puedo arriesgar.

Ese era el tenor de las respuestas que los ministros del comité político escuchaban de parlamentarios de la oposición cuando intentaban desactivar las dos acusaciones constitucionales que debió enfrentar Piñera durante su segundo gobierno.

La primera embestida fue presentada casi un mes después del estallido social de octubre de 2019 -específicamente el 19 de noviembre de ese año- por 10 diputados de oposición, entre ellos la futura vocera de gobierno, Camila Vallejo (PC). En ella se acusaba al Mandatario de comprometer gravemente el honor de la nación e infringir la Constitución al consentir que las fuerzas policiales “violaran los derechos humanos” durante la represión de las protestas del estallido social. La Cámara de Diputados -sin embargo- determinó el 12 de diciembre de 2019 que la acusación no cumplía con los requisitos constitucionales para ser presentada.

Era la segunda acusación constitucional presentada en contra de un Presidente de la República en ejercicio desde 1956 -cuando se intentó destituir a Carlos Ibáñez del Campo- y Piñera -afirman sus cercanos- estaba desconcertado ante la hostilidad que su figura despertaba en la oposición.

-Están dispuestos a todo, comentaba el Presidente a sus ministros, que se sorprendían del abierto temor que expresaban parlamentarios de centroizquierda sobre la reacción de sus pares más radicales ante la posibilidad de desmarcarse de la embestida.

Menos de dos años después, el 13 de octubre de 2021, diputados de la oposición -desde el PC a la DC- ingresaron un segundo libelo acusando falta de probidad del Mandatario tras las revelaciones de los denominados Pandora Papers: se señalaba que la venta de la minera Dominga estuvo supeditada a una polémica cláusula que establecía que la zona no fuera declarada bajo protección ambiental. Una decisión que dependía del gobierno.

En La Moneda no se podía creer: el diputado socialista Jaime Naranjo habló durante 15 horas en el hemiciclo de la Cámara -la intervención más larga en la historia del Congreso- para permitir que Giorgio Jackson -futuro ministro de la Segpres- lograra poner término a su cuarentena preventiva de Covid-19 para llegar al Congreso y alcanzar los votos que daban luz verde al libelo. El viaje de Santiago a Valparaíso del diputado RD fue cubierto en vivo por la televisión y el propio parlamentario transmitió por Instagram su periplo.

Ni hablar -aseguran en La Moneda- de los diputados que acusaban amenazas directas de sus pares y partidos si rechazaban el libelo. Así, la acusación logró 78 votos a favor, 67 en contra y tres abstenciones y pasó al Senado.

-Se rechaza la acusación contra el Presidente de la República, Sebastián Piñera, señaló la presidenta del Senado, Ximena Rincón, el 16 de noviembre de 2021, al constatar que la iniciativa no alcanzó el quórum de 29 parlamentarios requeridos.

El único senador que se desmarcó del cierre de filas oficialistas fue el RN Manuel José Ossandón -un histórico crítico de Piñera-, quien se abstuvo.

Las acusaciones constitucionales presentadas en contra del Mandatario fueron el remate de la tenaz oposición que enfrentó Piñera durante su segundo mandato y que el gobierno suele calificar de “obstruccionista”. En el oficialismo no dudan en señalar que la ofensiva opositora en más de una oportunidad les hizo poner en duda las credenciales democráticas de una izquierda que -simplemente- no soportaba que el Presidente hubiera sido electo en dos oportunidades.

Durante el segundo mandato de Piñera, la oposición presentó nueve acusaciones constitucionales -dos contra el propio Jefe de Estado y una que prosperó en contra del exministro del Interior Andrés Chadwick- y 11 interpelaciones contra distintas autoridades de gobierno. “Cerca de 315 horas y 10 minutos ha destinado el Congreso en acusaciones sin fundamento”, se lee en un documento del Ejecutivo. También se levantaron varias querellas en contra del Presidente acusando que su gobierno violó los derechos humanos durante el estallido social. Una ofensiva que -hasta hoy- se mantiene con causas abiertas contra él y contra algunos de sus ministros.

Fuego amigo

-Cálmese, Jacquie...

Piñera intentaba contener a la entonces presidenta de la UDI, Jacqueline van Rysselberghe, quien estaba a los gritos.

En la casa del Mandatario -la noche del 10 de noviembre de 2019-, los líderes de Chile Vamos y el gobierno buscaban aunar posturas y cerrar filas en torno a un acuerdo para cambiar la Constitución y contener el estallido social.

La líder gremialista se sintió acorralada y con encono vociferaba que se sentía en una encerrona.

- Tú tienes la culpa -apuntaba a su entonces par de RN, Mario Desbordes.

-Por la concha de...

El Mandatario intentaba lidiar con los máximos dirigentes del oficialismo, quienes -algunos con gruesos epítetos- intentaban imponer su posición. Pero él mismo ya se había convencido de que abrirse a un proceso constituyente sería la apuesta final para encauzar la crisis política y las violentas manifestaciones callejeras que sacudían al país.

Fue Blumel el encargado de anunciar al término del encuentro que “acabamos de tener una reunión junto a la coalición, el Presidente y los ministros del comité político, y hemos acordado iniciar el camino, el proceso para avanzar hacia una nueva Constitución”.

PIÑERA DESPUES DE PIÑERA
Los ministros y partidos de Chile Vamos se reunieron en la casa del Mandatario la noche del 10 de noviembre de 2019 para aunar posturas y cerrar filas en torno a un acuerdo para cambiar la Constitución y contener el estallido social.

Una parte de Chile Vamos -la alianza política que dio sustento político en sus dos mandatos al Presidente- nunca perdonó al Mandatario “entregar la Constitución”. El reproche -ampliamente difundido en los sectores más duros de la derecha- apunta a que Piñera optó por salvar su propio gobierno.

La fractura del oficialismo era -y continúa- profunda e irreconciliable, a juicio de varios consultados. Para graficar el punto, un importante dirigente del sector recuerda que en los días previos al anuncio de Blumel, los timoneles de Chile Vamos acordaron reunirse para llevar sus propuestas de cambio constitucional y Van Rysselberghe llegó con una hoja en blanco que agitó frente a sus rostros.

El acuerdo que posibilitó el proceso constituyente fue uno de los episodios más amargos de Piñera con sus correligionarios. Pero no fue el único.

Las ayudas sociales durante la pandemia también tensionaron al Mandatario con los líderes oficialistas. Hay quienes creen que en estos últimos dos años se ha intensificado el desgarro interno y delineado con mayor fuerza la existencia de dos derechas, no liberal o conservadora, sino que una dogmática y otra reformista.

-¡Pero si desigualdad hay en todas partes! ¡Estos niveles de violencia son inentendibles!, contraargumentaba Piñera a quienes promovían reformas sociales estructurales en medio del estallido para enfrentar el malestar ciudadano.

-Hay que ser responsable con los fondos fiscales, repetía el Mandatario, inflexible, a quienes demandaban ayudas universales en pandemia.

Los tira y afloja desencadenaron duros desencuentros en el oficialismo.

-¡Cómo se les ocurre arriesgar una elección!

Desbordes gritaba indignado y enrostraba al comité político que -menos de un mes antes de las elecciones de mayo de 2021 para elegir a constituyentes, gobernadores regionales y alcaldes- ingresaran un requerimiento ante el Tribunal Constitucional para frenar la tramitación de un nuevo retiro de fondos previsionales.

Piñera ordenó a sus ministros escudarse en la batería de ayudas económicas que se habían otorgado durante la pandemia y defender el principio de no respaldar iniciativas inconstitucionales. Los cimientos de Chile Vamos crujieron: nadie estaba cómodo, y mientras la UDI se quejaba de los costos que pagaría por alinearse con el gobierno, RN acusaba un profundo error.

La debacle electoral que vino luego es conocida.

En La Moneda -sin embargo- confían en que a la hora del adiós la coalición se ha reconciliado en algo con Piñera. Así lo demuestran -señalan- los gestos de afecto de las últimas reuniones con parlamentarios.

-Entendemos las decisiones que tomó, sostuvieron parlamentarios en esas citas.

-Usted fue muy maltratado, retrucaron otros.

Viajes, charlas y un libro

En las últimas semanas, Piñera les ha pedido a sus asesores que le entreguen grabaciones, apuntes y minutas sobre proyectos, medidas y su agenda internacional, con el objetivo de escribir un libro sobre su experiencia como Presidente.

El Mandatario ya comenzó a esbozar de puño y letra algunas ideas para lo que será este registro y ha tenido reuniones con personeros de gobierno para repasar ciertos episodios, los que han sido grabados.

El proyecto de Piñera no fue una ocurrencia propia. Son varios en La Moneda quienes lo entusiasmaron con la idea de relatar su experiencia en la vida pública bajo los argumentos de que hay “buenos resultados” que mostrar, sobre todo en lo que ha sido el manejo de la pandemia del Covid-19, pero -en especial- que quede constancia de su mirada sobre su segunda administración, dadas las polémicas que ha despertado.

No son los únicos planes del Mandatario. Por estos días, Piñera se ha dado el tiempo de conversar con varios de sus colaboradores para contarles su idea de reactivar el espíritu de lo que fue la Fundación Avanza Chile.

-¿Está dispuesto a colaborar?, pregunta el Presidente, quien aún no define con certeza el funcionamiento de la entidad, cuyo principal motor será la defensa de su legado, el estudio de políticas públicas y la formación de líderes.

Piñera esperaba que la dirección ejecutiva del organismo recayera en el ministro Jaime Bellolio (Segegob), a quienes todos señalan como el personero más influyente de la última etapa de gobierno. El vocero -sin embargo- comprometió su respaldo, pero declinó la propuesta de encabezar la fundación debido a que sus planes también apuntan a la formación de líderes, pero desde una plataforma propia y a tener un rol político más activo para enfrentar al gobierno de Gabriel Boric y el Frente Amplio.

El Mandatario evalúa la conformación de un directorio para el que ya han sido invitados personeros como el subsecretario del Interior, Juan Francisco Galli, y el ministro Juan José Ossa (Segpres). Asimismo, la jefa de gabinete del Presidente, Magdalena Díaz, ha hablado con ministros del gabinete, a quienes les ha pedido que tengan disposición de defender la gestión del gobierno una vez que concluya el periodo.

La apuesta de Piñera más ambiciosa estará fuera de Chile. En Palacio dicen que ya tiene invitaciones del Club de Madrid e Inter-American Dialogue. Para julio y octubre también tiene viajes planeados para participar de algunos encuentros. El primero, para el que tendrá que pedir autorización al Congreso para salir del país debido a que estará dentro de los seis meses siguiente tras dejar el cargo, corresponde al foro tecnológico Sun Valley, mientras que el segundo es una invitación de la Fundación Internacional para la Libertad.

El Mandatario apostará por difundir su testimonio sobre el manejo de la pandemia -que en términos sanitarios ha sido alabada transversalmente- a nivel internacional.

En los últimos días la pregunta sigue rondando en el entorno del Presidente al recordar su controvertida segunda administración.

-¿Se arrepiente de haber postulado por segunda vez a La Moneda?

La respuesta de Piñera siempre es categórica.

-Haría algunas cosas distinto, pero no, no me arrepiento

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