Helen Clark: Para que Chile sea como Nueva Zelandia “necesita repensar su contrato social”

Helen Clark
Helen Clark, ex primera ministra de Nueva Zelandia. Foto: Juan Farías

"Una economía de mercado abierta y competitiva es importante, pero necesita ser complementada con fuertes inversiones en el ámbito social para así construir seguridad y desarrollo humano", señala la exprimera ministra de Nueva Zelandia.


Una visita relámpago a Chile realizó en estos días la exprimera ministra de Nueva Zelandia (1999-2008) Helen Clark. La política fue invitada por el Centro de Estudios Públicos (CEP) al seminario “Nueva Zelandia: ¿Un modelo a seguir?”, que se desarrollaría a mediados de semana. Sin embargo, la crisis provocada por el coronavirus obligó a suspender la actividad y a Clark a volver antes a su país, dejando su presentación grabada en un video difundido en la página del CEP.

Antes de regresar, la histórica exlíder de Nueva Zelandia conversó con La Tercera respecto de cómo ve el momento actual de Chile, la idea de algunos -entre los que se incluye el ministro de Hacienda, Ignacio Briones- de que nuestro país apunte a un modelo como el neozelandés, en especial tras la crisis social que comenzó en octubre pasado. Clark aprovecha de destacar algunas cosas en común, como la apertura de sus mercados, pero indica que en Chile se necesita una mayor cohesión social.

El seminario considera a Nueva Zelandia como un modelo a seguir. ¿Lo es? ¿Por qué?

-Entiendo que varios chilenos consideran que Nueva Zelandia tiene experiencias de desarrollo y éxitos de los cuales Chile podría sacar algunas ideas. Esto se debe a que hay algunas semejanzas entre los dos países, especialmente en cuanto al sector primario. Nueva Zelandia, sin embargo, posee un PIB per cápita, tanto nominal como en términos de paridad de poder de compra, significativamente mayor que el de Chile, y tiene niveles de desarrollo humano más elevados y menos desigualdad. Por ello es importante mirar cuáles son los factores subyacentes detrás el éxito relativo de Nueva Zelandia. Para mí, estos son el tener estabilidad política de largo plazo, contar con instituciones independientes fuertes y un servicio público independiente y profesional; tener relativa estabilidad y cohesión social, y una sociedad fuertemente igualitaria, que le asigna un alto valor a la justicia.

¿Cuáles son los ejemplos, en políticas públicas y otros ámbitos, que Chile debería aplicar?

-Una economía de mercado abierta y competitiva es importante, pero necesita ser complementada con fuertes inversiones en el ámbito social para así construir seguridad y desarrollo humano. Ciudadanos educados, saludables y capacitados, que gocen de protección social integral, constituyen una base vital para una economía fuerte y una sociedad cohesionada. El modelo neozelandés aspira a ambas. Uno puede apreciar que, en Chile, los manifestantes han presentado su malestar respecto de la calidad de los servicios y el nivel de las pensiones. Muchos parecen sentirse excluidos de progreso alcanzado por Chile, o sienten que no se han visto suficientemente beneficiados. Será importante para Chile asegurar que el avance económico apunte a financiar servicios sociales y protección.

Hoy, la modernización del Estado parece ser crucial. ¿Cómo fue ese proceso en Nueva Zelandia y cuáles son las lecciones?

-Nueva Zelandia realizó una significativa reforma al sector público en los años ’80. Las empresas del gobierno se transformaron en corporaciones donde el Estado es dueño, y varias de ellas se vendieron cuando se vio que no había suficientes argumentos para tenerlas bajo propiedad estatal. Monopolios naturales, como el correo y el servicio de transmisión eléctrica, fueron retenidos por el Estado, así como las más importantes generadoras de energía.

Eventualmente, el Estado readquirió la aerolínea Air New Zealand y el servicio de trenes New Zealand Rail al considerarse que no resultaron exitosos en manos privadas. La State Sector Act de 1988 modernizó y simplificó la administración pública.

¿Cuáles son las condiciones sociales y políticas para llevar adelante este tipo de cambios?

-Además de los cambios realizados a las empresas del Estado y al servicio público en los 80, hubo también una reforma estructural de grandes proporciones a la economía, con una amplia desregulación, el término de los subsidios e importantes reducciones arancelarias y en control de importaciones. Estos cambios se hicieron cuando Nueva Zelandia tuvo un nuevo gobierno y enfrentaba problemas económicos de relevancia, de modo que la crisis se transformó en una oportunidad para reformar. Si bien la dirección que tomaron los cambios permanece en gran parte intacta, se le puede criticar por su rápida implementación y por no darle suficiente tiempo y apoyo a la fuerza de trabajo y a la industria para adaptarse.

Su país, así como Chile, era uno de los principales defensores del TPP-11. ¿Qué tan importantes son este tipo de acuerdos y el libre mercado?

-Nueva Zelandia, Chile, Singapur y Brunei negociaron e implementaron el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica, firmado en 2005. Nueva Zelandia, Chile y Singapur se han inclinado a acuerdos de libre comercio, considerándolos del mayor interés para sus economías. Las economías pequeñas necesitan acceso al mercado.

El ministro de Hacienda de Chile dijo que es posible pensar en ser como Nueva Zelandia en un par de décadas. ¿Qué piensa usted de esto?

-Sí, es posible. Alcanzar este objetivo requiere poner un gran énfasis en la innovación y en invertir en el capital humano necesario para una economía de mayor valor agregado. También se necesitaría repensar el contrato social entre los ciudadanos y el Estado, de manera de desarrollar una sociedad más cohesionada.

¿Cómo se ve a Chile desde el exterior, especialmente después del 18 de octubre?

-Creo que todos los amigos de Chile, incluyendo a Nueva Zelandia y sus ciudadanos, experimentaron un shock al ver lo que sucedía en el país. Nosotros lamentamos profundamente las muertes y los heridos, así como otros daños. Espero que los chilenos tomen la oportunidad que esta crisis política y constitucional representa, con sus profundas dimensiones tanto económicas como sociales, para tener un diálogo abierto respecto del futuro y para desarrollar una visión común de lo que Chile podría llegar a ser.

En su visión socialdemócrata, ¿cómo evalúa al gobierno de Sebastián Piñera?

No quisiera expresar una mirada sobre su administración en términos generales. Claramente, esta ha buscado responder a la crisis -hubo un cambio de gabinete, se elevó el gasto social, y ha habido disposición para negociar los términos de un plebiscito para satisfacer el apetito público de tener una nueva Constitución-. Es muy importante que todas las partes sean capaces de generar un diálogo significativo respecto del camino futuro para Chile.

¿Es mejor un sistema parlamentario, especialmente en una crisis como esta?

-Me parece que el sistema presidencial chileno es más bien un sistema común en la región. Las alternativas incluyen un sistema híbrido en el que el Presidente no es tan poderoso, y donde hay un primer ministro que preside las reuniones de gabinete, o una presidencia nominal en que el poder recae en el Parlamento, y en el cual los partidos deben negociar para formar mayorías. Nueva Zelandia está acostumbrada a tener un jefe de Estado nominal, recayendo el poder en el Parlamento.

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