Henry Kissinger: Las huellas del polémico diplomático por el mundo
El exsecretario de Estado norteamericano, muerto esta semana a los 100 años de edad, intervino con mayor o menor acierto en lugares tan dispares como Angola, China, la Unión Soviética y Chile.
Fueron solo ocho años, pero su paso terminaría marcando para siempre la relación de Estados Unidos con el mundo. Este miércoles, a los 100 años de edad, murió el exsecretario de Estado (1973-1977) y exconsejero de Seguridad Nacional (1969-1975) Henry Kissinger, y su deceso provocó reacciones de admiradores y detractores. Como el estratega que marcó el rumbo de la diplomacia estadounidense en la segunda mitad del siglo XX, su papel fue crucial en medio de la Guerra Fría, mejorando por un lado las relaciones con la Unión Soviética y logrando la apertura de China, pero, por otro, expandiendo la posición de Washington a costa de bombardeos y golpes de Estado en el resto del mundo.
China
Uno de los “logros” más recordados por Henry Kissinger fue el histórico encuentro entre Mao Zedong y Richard Nixon, luego de dos décadas de relaciones cortadas entre Washington y Beijing. El camino a esta cumbre, que impulsó los lazos entre las hoy dos mayores potencias mundiales, empezó en 1971, cuando el entonces asesor de Seguridad Nacional visitó de manera secreta China.
Encargado por Nixon, que llegó al poder en 1969, Kissinger contactó de manera secreta con funcionarios chinos. Aprovechando la rivalidad creciente entre China y la URSS, y ciñéndose al principio de que “el enemigo de mis enemigos es mi amigo”, el presidente republicano estaba interesado en destrabar las relaciones con Beijing, y ya en febrero de 1972, Kissinger mediante, Nixon se reunió con Zhou Enlai, primer ministro chino, y con el mismo Mao.
A causa de ese acercamiento, Kissinger y Nixon fueron nombrados en 1972 “hombres del año” por la revista Time, además de ser reconocidos como las personas más admiradas en Estados Unidos, según Gallup. Ese primer paso terminó llevando a la normalización de las relaciones entre Washington y Beijing, que tuvo lugar en 1979.
Vietnam y Camboya
Frente a una guerra costosa e impopular como era la de Vietnam, Kissinger consiguió llegar a los “acuerdos de paz de París” de 1973, un tratado con la entonces Vietnam del Norte, que permitió la salida de Estados Unidos del conflicto. Dos años después de ese pacto, Saigón cayó definitivamente en manos del régimen comunista, y los diplomáticos y refugiados huían en helicóptero desde la embajada norteamericana.
En paralelo a esa guerra, y buscando una forma de destruir líneas de suministros de Vietnam del Norte, Kissinger diseñó un plan para bombardear al país vecino de sus enemigos, Camboya, con el cual no había una guerra declarada. La idea era, al cortar esos suministros, forzar a los rivales a regresar a las negociaciones.
Un informe del Pentágono corrobora el hecho: Kissinger aprobó cada uno de los 3.875 bombardeos que sufrió Camboya, hiriendo gravemente al gobierno y dejando el camino más fácil para que los Jemeres Rojos lo derrocaran y llegaran al poder.
Unión Soviética
El momento álgido de la Guerra Fría, la crisis de los misiles de 1962, pertenecía al pasado, pero la posibilidad de que algo parecido volviera a suceder por un desacuerdo entre Moscú y Washington preocupó a Kissinger, que decidió acercar posiciones con los soviéticos. Así, el diplomático es considerado uno de los gestores de la “détente”, un período de relajación entre ambas potencias, que vivían en conflicto indirecto desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Esa relajación permitió, entre otras cosas, un aumento considerable del comercio entre ambos países, junto con la firma del Tratado de Limitación de Armas Estratégicas (SALT). “Kissinger actuó como principal negociador de Nixon con la Unión Soviética, forjando una relación de contracanal con diplomáticos rusos y negociando el primer gran acuerdo de control de armas nucleares entre EE.UU. y la URSS. Fue todo un logro”, explicó Ken Hughes, especialista de la Universidad de Virginia, a La Tercera.
Aún después de la caída de Nixon, Kissinger siguió negociando con Moscú en favor de los intereses de Estados Unidos: participó en la Reunión Cumbre de Vladivostok sobre el Control de Armamentos, en los que ambas naciones fijaron un “número total igual” de equipos de guerra.
Estados Unidos
A pesar de que renunció a sus funciones en 1977, siguió siendo una figura relevante para los gobernantes que siguieron. No volvió a tener ningún cargo en el gobierno, pero tampoco hubo presidente que no lo escuchara, e incluso aplicase sus consejos: independiente de si eran republicanos o demócratas, de Nixon a Trump.
Más allá de la diplomacia, en cuanto académico y politólogo, se mantuvo activo publicando libros y dando charlas a lo largo del mundo. El escritor estadounidense Christopher Hitchens señaló sobre él que, en cuanto llegaba como invitado a alguna fiesta, su pura presencia producía “escalofríos”, “el auténtico toque del poder impenitente y en crudo”. De sus libros con más éxito, está Orden Mundial, publicado en 2014; Diplomacia, en 1994, y On China, en 2011.
En un comunicado de la Casa Blanca, el Presidente Joe Biden se refirió al fallecido diplomático: “A lo largo de nuestras carreras, a menudo estuvimos en desacuerdo. Y muchas veces de manera contundente”, sin embargo, desde su primer encuentro, “su agudo intelecto y su profunda visión estratégica fueron evidentes”.
Chile
Aun cuando le preguntaran, Kissinger siempre negó que Estados Unidos tuviera un papel activo en el Golpe de Estado de 1973. Durante décadas, incluso llegó a decir que la idea de Washington no era “desestabilizar a Allende”, sino impulsar a los partidos opositores en miras a las elecciones que habría habido en 1976.
La evidencia, sin embargo, lo contradice: ya en 1974, el The New York Times reveló las operaciones encubiertas que la CIA había hecho para sacar a Salvador Allende del poder. Documentos desclasificados de la misma agencia, en tanto, muestran que el organismo había conspirado para secuestrar al general René Schneider. “Bajo la supervisión directa de Kissinger, la estación de la CIA en Santiago canalizó subfusiles, munición y granadas de gas lacrimógeno a esta red”, aseguró a La Tercera la doctora en Historia Lubna Z. Qureshi, autora de Nixon, Kissinger y Allende: La implicación de Estados Unidos en el Golpe de 1973 en Chile.
“Kissinger no solo tendió una mano de amistad a Pinochet, sino también a las dictaduras militares de Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Brasil, países que colaboraron en la Operación Cóndor. Una de sus víctimas fue el diplomático chileno Orlando Letelier. Kissinger conocía bien la Operación Cóndor”, aseguró Qureshi.
Cuba
En 2014, otros documentos desclasificados revelaron un plan esbozado por Henry Kissinger con el fin de “aplastar a Cuba” en 1976. Con el pésimo antecedente de la Invasión de bahía de Cochinos, en 1961, cuando una operación de la CIA con cubanos exiliados intentó derrocar a Fidel Castro, el diplomático sabía que cualquier acción contra La Habana tenía que ser completa y llegar hasta el final de sus consecuencias.
Fue en 1976 cuando, a causa de la intervención militar de Cuba en Angola, el entonces secretario de Estado organizó el plan: esperaba dar una represalia a las fuerzas cubanas, sobre todo si llegaban a desplegarse en otras partes de África. Documentos de la Biblioteca Presidencial Gerald R. Ford dan cuenta de los planes para atacar puertos e instalaciones militares cubanas, además de las medidas ordenadas por Kissinger para desplegar marinos en la base naval de Guantánamo.
El director del Proyecto de Documentación de Cuba en el Archivo Nacional de Seguridad, Peter Kornbluh, comentó a The New York Times: “Kissinger se sintió insultado porque un país pequeño arruinara sus planes para África y estaba esencialmente preparado para llevar la fuerza imperial de EE.UU. a la cabeza de Fidel Castro”. “Creo que vamos a tener que aplastar a Castro”, habría comentado Kissinger al Presidente Gerald Ford en 1976, lo que no pudo tener lugar a causa de la elección de Jimmy Carter, ese mismo año.
Angola
En general, las huellas de Kissinger en África no son vistas con tanta admiración como las chinas o soviéticas. En cuanto Portugal se retiró de Angola, y empezara una guerra civil por el poder en el nuevo país, Estados Unidos no tardó en cuadrarse con uno de los grupos, mandando armas y prolongando una guerra que terminaría perdiéndose.
En la guerra civil angoleña, Washington alentó a dos de los tres grupos que pelearon: por un lado, el FNLA (Frente Nacional para la Liberación de Angola), y por el otro, Unita (Unión Nacional para la Independencia Total de Angola), ambos movimientos conservadores y anticomunistas. En el otro lado, el MPLA (Movimiento Popular de Liberación de Angola), de izquierda, había entrado en relaciones con Cuba, y llegó a recibir asistencia del país latinoamericano.
De 1975 hasta 2002, aquella guerra terminó matando a al menos medio millón de personas. A pesar de aliarse con el entonces Zaire (hoy República Democrática del Congo) y con el régimen del apartheid en Sudáfrica, a la larga la apuesta de Kissinger fue un fracaso, y fue el MPLA el que salió victorioso de la guerra civil angoleña.
Sudáfrica
Kissinger fue el primer secretario de Estado norteamericano en visitar Sudáfrica en tres décadas, dando así prestigio al régimen del apartheid precisamente un poco después de la masacre de Soweto en 1976, donde la policía mató a más de 170 personas, incluyendo escolares.
Este apoyo al gobierno sudafricano le servía, ya que tal país ya se había involucrado en la guerra civil angoleña, fracasando en su intento de sacar al MPLA del poder. La historiadora y escritora Nancy Mitchel, autora del libro Jimmy Carter in Africa: Race and the Cold War, comentó al respecto que el período de Kissinger había sido “muy sórdido y dañino”: “Realmente desestimó a todo el continente africano, y hasta pensó que podría ganar reputación interviniendo en Angola y guardándola para la influencia estadounidense”.
“Nunca estudió sobre África. Fue con el típico racismo de su tiempo, un desprecio por todos los países en desarrollo, y pensó que podría obtener una victoria fácil ahí, una que necesitaba rápidamente luego del colapso de Vietnam del Sur”, indicó la historiadora a The Guardian.
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