La muerte del general iraní, Qassem Soleimani, abatido por Estados Unidos mientras abandonaba el aeropuerto de Bagdad; así como también los 22 misiles que Teherán lanzó contra dos bases norteamericanas en el territorio iraquí como represalia, no solo han puesto en entredicho la soberanía de Irak, sino que han dejado de manifiesto su rol clave en este choque de fuerzas entre Washington y Teherán. En este sentido, el clérigo más importante de Irak, Sayyid Ali Husaini Sistani, condenó -durante su mensaje del rezo del viernes en Kerbala- ambos ataques y advirtió del deterioro de la seguridad en el país y en la región como consecuencia de este conflicto. "El uso de métodos desmesurados por parte de lados diferentes que poseen poder e influencia, solo tendrá un impacto en la crisis y evitará que se llegue a una solución", dijo.
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FOTO: AP[/caption]
¿Por qué Irak se convirtió en el tablero de ajedrez donde Irán y Estados Unidos intentan ejecutar su influencia en Medio Oriente? Para muchos analistas es necesario tener en cuenta las profundas divisiones sectarias en el país. Ya en 1932, el rey Faisal se lamentaba que "no había iraquíes dentro de Irak. Solo hay grupos diversos que no tienen sentimientos tradicionales". Si bien estas diferencias se han registrado durante décadas, el sectarismo y las identidades nacionales no tuvieron el mismo impacto, sino hasta el derrocamiento de Saddam Hussein en 2003. Estas mismas divisiones, señalan los analistas, podrían llevar a la fractura del país en tres, en caso de que las 5.200 tropas estadounidenses se retiren, si se acrecienta aún más la influencia de Irán o si renace el Estado Islámico.
Actualmente, las poderosas milicias chiitas iraquíes se encuentran alineadas con Irán en contra de las fuerzas estadounidenses, presentes en el país desde 2003. Para el analista Barah Mikaïl, director de Stractegia Consulting, profesor en la universidad Saint Louis de Madrid, el sectarismo se podría remontar a la guerra del Golfo en 1991, cuando EE. UU. lideró una coalición con el objetivo de sacar al Ejército de Saddam Hussein de Kuwait, que había invadido al pequeño emirato en agosto de 1990. Una vez que el conflicto terminó, Estados Unidos proclamó dos zonas de exclusión aéreas: una en el norte de Irak, donde la población es mayoritariamente kurda, y otra en el sur de Irak, donde prevalece una mayoría de chiitas. "Este esquema favoreció una lectura sectaria de los asuntos iraquíes", señaló en conversación con La Tercera.
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Manifestación contra del gobierno de Bagdad en la ciudad iraquí de Kerbala. FOTO: REUTERS[/caption]
Diez años después -dice el reporte Sectarismo, Gobernanza y el Futuro de Irak del centro de estudios Brookings Doha de 2018- la caída de Saddam Hussein (1979-2003), produjo un vacío de poder que pavimentó el camino para un conflicto sectario y permitió que los grupos armados y las elites sectarias ocuparan ese espacio. Durante el régimen de Saddam, el Partido Baas mantuvo un control y orden institucional que ayudó a contener las identidades de los grupos. "La mala gestión estadounidense de los asuntos iraquíes, empezando con la exclusión de todos aquellos funcionarios y militares miembros del Partido Baas dejó al país sin estructura institucional fuerte. Ante esto, los iraquíes empezaron a sentirse más seguros dentro de sus comunidades religiosas y étnicas. De hecho, Estados Unidos ha favorecido el sectarismo a nivel constitucional e institucional y las dinámicas sectarias que prevalecen también a nivel social", dijo Barah Mikail, quien agregó: "La ola de violencia que se instaló en el país y que empezó a culminar en 2006, con los ataques de Al Qaeda en contra de mezquitas chiitas, acabó instalando una situación explosiva. Dentro de eso, cabe decir que, a pesar de ser un dictador sanguinario, Saddam Hussein había impuesto un orden relativo, aunque a precio de la brutalidad".
La influencia de Irán
Tal como ocurrió en Líbano luego de una devastadora guerra civil que enfrentó a las comunidades religiosas y terminó en 1990, en Irak se construyó un sistema político de poderes compartidos entre sunitas, chiitas y kurdos para equilibrar intereses religiosos y los étnicos, para así evitar más conflictos y crear gobiernos inclusivos. Sin embargo, el sistema es duramente criticado actualmente porque se considera que ha permitido la corrupción de los partidos políticos evitando una gobernanza efectiva. "El gobierno es operado por un cartel de colectividades que representan grupos sectarios", dijo Sami Nader, director del Instituto Levante para Estudios Estratégicos, citado por el diario Financial Times.
Irak tiene 40 millones de habitantes y se estima que un 64% es chiita y un 9% es sunita. Si bien la Constitución luego de 2003 no estipula cómo se reparte el poder, por convención el primer ministro es chiita, el Presidente es kurdo y el líder del Parlamento es sunita.
En este sentido, el actual primer ministro es Adil Abdul Mahdi y es un ejemplo de cómo se reparte el poder. Según cables de inteligencia iraníes filtrados al sitio web The Intercept, el premier iraquí durante su exilio en el tiempo de Saddam trabajó de manera cercana con Teherán y tenía "una relación especial con la IRI (República Islámica de Irán)", cuando era ministro iraquí de petróleo en 2014. "Ningún político iraquí puede convertirse en premier sin la bendición de Irán, y cuando Abdul Mahdi consiguió ser primer ministro en 2018 fue visto como un candidato aceptable tanto para Teherán como para Washington".
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Primer ministro de Irak, Adel Abdul Mahdi. FOTO: AFP[/caption]
Los memos dan cuenta que la invasión de 2003 transformó a Irak en una puerta de entrada para el poder iraní, conectando el predominio de la República Islámica desde las costas del Golfo Pérsico al Mar Mediterráneo. "Irán tiene mucha influencia, muchos aliados y muchas ventajas en este país: hablamos de una estrategia desarrollada por los iraníes a lo largo de 16 años, dónde Teherán pudo construir alianzas e influencia tanto a nivel del gobierno como a nivel religioso y local. Por eso, dudo que los iraníes puedan perder influencia. A pesar de lo que se dijo el año pasado, cuando muchos iraquíes salieron a las calles para expresar su enojo hacia la influencia iraní en Irak, los eventos de estos últimos días indican que la muerte del general Qassem Soleimani ha dado más peso al escepticismo hacia EstadosUnidos de los iraquíes, y eso beneficia automáticamente a los iraníes", explicó Barah Mikaïl.
La irrupción del Estado Islámico
En junio de 2014 la toma de la ciudad de Mosul -la segunda más grande del país- por parte de un grupo prácticamente desconocido para Occidente, el Estado Islámico de Irak y el Levante -una escisión de Al Qaeda en Irak-, no solo acaparó la portadas de todo el mundo, sino que puso de manifiesto la serie de crisis que habían envuelto al país desde 2003 y que habían permitido el surgimiento de ISIS.
Uno de los problemas que se manifestaron entonces, señaló un artículo de ese año del diario The Guardian, era la desconfianza que existía por parte de los sunitas hacia el gobierno y el Ejército, que se consideraba que estaba controlado por los chiitas. De hecho, los sunitas dieron la bienvenida al Estado Islámico no solo por miedo, a veces también por la generalizada animadversión hacia un gobierno dominado por los chiitas en Bagdad.
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Miliciano del Estado Islámico en Mosul el 23, de junio de 2014. FOTO: REUTERS[/caption]
En octubre de 2016 -y con apoyo aéreo de Estados Unidos y sus aliados-, las tropas iraquíes iniciaron una campaña militar para liberar la ciudad. A la lucha también se unieron combatientes kurdos, tribus árabe-sunitas y milicias chiitas comandadas por Soleimani. En julio de 2017 la ciudad fue liberada y poco a poco el país ha ido recuperando el terreno que ocuparon los yihadistas. Para el analista Omar Lamrani, analista militar de Stratfor, "la presencia de fuerzas internacionales, no solo la de Estados Unidos, ha sido de cierta forma el pegamento que mantiene unidos a las facciones en Irak, en una suerte de tregua". Es por eso que muchos temen que una salida de las tropas estadounidenses podría fracturar al país que se encuentra profundamente dividido.
"Irak acabará siendo una confederación compuesta por lo menos de tres partes; al mismo tiempo, ninguna de estas partes podrá acabar coherente. Tanto los kurdos como los sunitas y los chiitas tiene cada uno desacuerdos internos, y eso no lo solucionará una entidad geográfica e institucional. A cambio, igual Irak acabará fragmentado a muy largo plazo, pero eso no lo veo posible sin una larga transición, posiblemente violenta, bajo el concepto de confederación", concluyó Barah Mikaïl.