“Este es un espacio poco común para que una feminista decida entrar”, admite Irina Karamanos (32 años), la pareja del Presidente Gabriel Boric. Sólo hace unos días, Karamanos oficializó la decisión de cambiar la dependencia de las seis fundaciones que forman la Coordinación Sociocultural de la Presidencia, creada en marzo de 1990, dando un paso clave para poner término al rol de primera dama. Así, planea estar fuera de La Moneda ya a fines de año -eso incluye también la despedida de su equipo-, recuperar tiempo para dedicarse a su militancia en Convergencia Social y retomar su autonomía económica y profesional.
Han pasado algunos días del anuncio formal del término de lo que se conoce como la institución de la primera dama. ¿Qué señales ha recogido sobre esa decisión?
Lo primero es que ha sido muy positivo poder cumplir con el compromiso de innovar en este espacio del Estado. Estuvimos muchos meses revisando, conversando, analizando y mejorando elementos que son parte de la institucionalidad de la primera dama, porque queríamos evaluar cuáles eran los puntos clave donde se podía, por ejemplo, mejorar en términos de transparencia, de probidad, de democratización y profesionalización de sus fundaciones. Desde marzo, las primeras reuniones fueron con los sindicatos y directorios. Fue valorado que nos comprometiéramos con la misión específica de cada una de las fundaciones para ir revisando organigramas, planes de financiamiento, planes estratégicos y condiciones laborales. La idea, en el fondo, es que se vayan elevando los estándares y generando alianzas con instituciones similares, internacionales o públicas, para que la calidad del trabajo de las fundaciones esté asegurada a largo plazo. Un poco pensando en que no dependa tanto de qué persona esté dirigiendo en ese momento la fundación, sino que existan alianzas, convenios y certificaciones específicas para cada una de las materias.
¿Le parece que las fundaciones de su dependencia son mejores ahora, que usted las deja, a lo que encontró? ¿Eran frágiles frente a los cambios de gobierno?
Diría que sí. No digo que eso siempre haya sido el caso. Lo que sí digo es que aumenta la posibilidad de que sea idónea la persona que preside la fundación, si es que cambiamos los estatutos. A diferencia del caso de una primera dama, que no necesariamente tiene una trayectoria demostrable en todas esas áreas.
¿Le preocupaba que en un país conservador en sus instituciones y donde en el imaginario colectivo se valora la figura de la primera dama esta decisión pudiera ser incomprendida?
Creo que la figura de la primera dama en su versión institucional no se va a echar tanto de menos. No es aquella parte la que está en el imaginario de la gente. Creo que es más bien la parte de la cercanía al Presidente en tanto compañera, en tanto lo humaniza, la que genera empatía, lo hace accesible. Eso es un gran valor, solo que se ha concentrado mucho en la figura de la mujer, porque casi en la mayoría de los casos las que asumen este cargo somos mujeres. Con eso pasa que se empieza a tener una expectativa de cómo es que funciona esa pareja presidencial y empiezan los estereotipos: qué es lo que se espera de la mujer del Presidente, cómo debiera presentarse, qué cosas debiera decir o qué no, a qué temas se debiera abocarse, a cuáles no, etc. Esas dimensiones son parte de una tradición que se puede modificar. Acá estamos dando cuenta de un cambio cultural que existe y modificando una parte importante en términos democráticos y de modernización del Estado. Y tiene que ver con desanclar la parte institucional del rol.
¿Qué le hace pensar que cuando ustedes terminen su mandato no venga un nuevo presidente o presidenta y reinstale este rol?
Pienso que es un cambio que debiera quedarse. La discusión, incluso parlamentaria de más de sectores de derecha, ha dado cuenta de que hay una disposición a buscar la manera de hacer permanente este cambio. Este cambio de ahora es el primer paso, así que creo que lo más importante es no descartar ninguna decisión que pueda consolidar el que sea irreversible el rol institucional de primera dama. Por supuesto que tampoco pretendo, conociendo los procesos políticos e históricos, decir que es imposible que el próximo gobierno quiera o no reinstalar elementos de la primera dama. No podría hablar por ellos. Sin embargo, me parece que esto no es una idea personal, hay una conversación, un debate público, que da cuenta también de un deseo de que el Estado sea responsable, más probo, más coherente con los espacios y los dineros que ocupa. A mí me parece que este espacio le da una injerencia institucional a una persona no electa democráticamente y eso es algo que en realidad merece respaldo público.
¿Cómo se le va a llamar ahora?
Al final de este proceso ya no seré la coordinadora sociocultural y en adelante seré Irina Karamanos. Pero lo más importante es que tengamos una nueva imagen de las posibilidades que tiene la pareja de un Presidente de, por supuesto, apoyarlo a él y al gobierno. Lo que cambia, en definitiva, es que por una parte no tiene injerencia institucional y, por otra, sí tiene la posibilidad de continuar con autonomía profesional, económica y actitudinal en algunos casos.
¿Espera tener mayor o menor figuración pública después de dejar el cargo?
Me parece que es parte de ser una persona que está en un espacio político de toma de decisiones o está en el gobierno que haya una exposición pública mayor. El próximo año no voy a estar ocupando ningún espacio institucional, entonces me imagino que la exposición va a ser menor.
¿Y cómo se imagina su vida? ¿Va a retomar su carrera, la actividad partidaria?
La decisión de asumir este espacio de primera dama fue una decisión militante. Sigo siendo militante de mi partido, fui parte también del comienzo de la fundación de aquella organización, además siempre fui parte de espacios de conversación donde abordamos tensiones y contradicciones de la política y pretendo seguir activa en eso. Probablemente aumente mi militancia por tener mayor tiempo. Es algo que deseo. Por supuesto que hay que retomar también autonomía económica y profesional.
¿Le incomodaba tener que dejar su autonomía, incluso la económica, al llegar a La Moneda?
Sí, me incomodaba la idea, pero como fue una decisión consciente, sabía a lo que iba y que era limitado en el tiempo. Llegar aquí era una decisión estratégica, iba de la mano de entender que este era un espacio conservador, donde varios estereotipos de género operan materialmente sobre la figura de la primera dama, incluyendo el que no tenga sueldo. Entré en un espacio, en un rol, asumiendo que tenía varios elementos con los que no me identificaba o que no podría defender en su continuidad y por eso también la posibilidad de asumirlo para transformarlo desde dentro.
¿Y cuál ha sido su valoración más personal en estos meses? ¿Lo ha pasado mal?
Ha estado lleno de tensiones. Este es un espacio poco común para que una feminista decida entrar. Sin embargo, a mi parecer, estamos también desplegados como proyectos en distintas posiciones del Estado, en todas y muchos, generando cambios y que este espacio también era uno de ellos. Ha sido incómodo, pero creo que esa incomodidad es un buen indicador de que uno está en un espacio que está revisando activamente, entendiendo sus mecanismos, las partes que implican este rol. Y eso me ha dado la posibilidad y la tranquilidad también de poder cambiarlo.
¿Cuando leía críticas por redes sociales, cómo lo abordaba? ¿Qué le decía el Presidente?
Nosotros nos apoyamos muchísimo. O sea, tuve todo su apoyo. También me recomendó no leer los comentarios, porque para mí ha sido importante leer absolutamente todos para entender qué es lo que incomodaba más. Yo creo que en eso lo más importante es la complicidad y compartir la vida política como equipo.
Habitar el cargo, se suele señalar en el gobierno. En estos meses ha tenido un aprendizaje y ha cometido errores. ¿Qué es lo que más le complicó?
Cuando hablamos de habitar los distintos cargos, más bien tiene que ver con el respeto a la institución en su historia y en su futuro, y tener la conciencia de que lo estamos ocupando en un presente. Respecto del error administrativo del gabinete Irina Karamanos lo enmendamos rápidamente.
¿Fue un error de desconocimiento?
Fue un error de procedimiento, administrativo. El cargo de primera dama no tiene normativa y lo que sí es importante mencionar es que aquel nombre no fue una decisión, una planificación política en ningún caso, no es lo que lleva por detrás. Entonces, lo enmendamos y seguimos trabajando.
¿Cómo se va a expresar su participación en el gobierno una vez que se ponga término al cargo?
La verdad es que hasta ahora he participado en pocas actividades protocolares. Eso se va decidiendo vez a vez. Va a seguir siendo un poco así. Sin embargo, el carácter institucional de mi figura cambia, en tanto, soy pareja del Presidente. No voy representando o con un rol institucional de primera dama.
Usted aparece en la escena pública para la segunda vuelta presidencial. En ese tiempo se vio como un esfuerzo por dar una imagen de cierta estabilidad al candidato. ¿Hubo un tema electoral en eso?
No, la verdad es que hubo apoyo permanente a su candidatura, a la campaña. Desde un comienzo fui parte de la recolección de firmas para su candidatura y llevamos años juntos. El apoyo personal y político siempre ha estado y ha sido una parte fuerte de nuestra convivencia y la aparición más seguida públicamente tuvo que ver con la intensificación de la campaña y que tomé más libertades también laborales para poder acompañarlo más. O sea, en realidad no fue una decisión estratégica, fue una decisión de apoyo personal.
¿Le da más libertad no ser primera dama? Usted también ha hablado de que este cargo invisibiliza a las personas que lo ejercen...
Me parece que si uno tiene a cargo un espacio institucional de trabajo, como en el gobierno, tiene que poder rendir también cuenta de sus opiniones. Es decir, que mi perspectiva política sobre ciertas temáticas esté abocada a mi responsabilidad institucional. Creo que la expectativa es que la primera dama no se exprese sobre ciertos temas.
Por eso le preguntamos si ahora va a ser más libre en tener más opinión sobre la agenda pública...
Más que más libre, voy a continuar siendo militante y trabajando en pos de la no discriminación y una sociedad igualitaria, y por los derechos de los grupos de la población que considero que la sociedad no está visibilizando lo suficiente como para lograr los derechos humanos y que todas las personas tengan los mismos derechos.
Decía que su participación como militante iba a aumentar. ¿A qué se refiere? ¿En qué se va a concretar esa participación?
Creo que la política se enriquece, los liderazgos políticos se enriquecen en tanto intensifican la interacción y las bases esgrimen mejor sus ideas. Una organización política se organiza en torno a ideas y luego apoya a ciertos grupos de la población, por ejemplo. Y en esa discusión y en esa elaboración política yo siempre he estado, y este año he tenido menos tiempo para estar ahí. Entonces, en realidad tiene más que ver con eso, con que voy a volver a ser militante de base. Ni antes ni después de este cargo ha estado en mis planes ser candidata.
Usted se declara feminista, este gobierno se declaró feminista también. ¿Cuál es su evaluación de la agenda feminista que se lleva hasta el momento?
La ministra ha mostrado liderazgo excepcional en la materia, en que todos los ministerios en su toma de decisiones incorporen la perspectiva de género. Una situación, y por ende también una solución, no aplica de igual manera a un hombre y una mujer, y eso tiene que ser considerado en la política pública. Me parece que eso es un compromiso feminista que hemos adoptado y comenzado a aplicar de muy buena manera. La red de asesoras de género presentes en todos los ministerios y todo lo que se ha hecho también en materia de compromiso como gobierno en su conjunto, de tener 14 ministras, ¿cierto? O de incorporar al Ministerio de la Mujer y Equidad de Género en el comité político también eleva a un nivel jerárquico alto el que la perspectiva de género y el feminismo estén en los espacios de la toma de decisiones más estratégicas del gobierno. Por otra parte, me parece que el compromiso mismo de dar seguridad, de trabajar por la seguridad ciudadana, social y económica de las personas apunta directamente a nuestro compromiso con la sostenibilidad de la vida. Es decir, estamos hablando de trabajar contra todas las violencias. Estamos trabajando por entender la importancia de dar seguridad económica a todos los sectores. Y, por cierto, también estamos hablando de la capacidad que tenemos como Estado de garantizar derechos, pero también de concientizar. Y en eso también estamos trabajando como gobierno feminista respecto de cómo es que las labores de cuidados y los cuidados aportan también al desarrollo y a la economía del país, y que tiene que ser considerado, contabilizado e incorporado como ética de cuidados a todas las decisiones que tomemos como gobierno. Estoy muy orgullosa de que estemos haciendo eso.
Y temas que están sobre la agenda, por ejemplo, de carácter netamente feminista, como por ejemplo el aborto. ¿Les gustaría que temáticas como el aborto libre queden resueltas en este gobierno?
Confío en que van a quedar resueltas en este gobierno y me parece que el liderazgo de la ministra y del gobierno en su conjunto van a hacer que nos sintamos orgullosos de eso.
¿Cómo vivió como feminista y también como habitante de Palacio lo que pasó en el último cambio de gabinete? La ministra Izkia Siches sale del gobierno y Giorgio Jackson hace un enroque, aun cuando ambos concentraban las mayores críticas a su desempeño. Eso se pudiera entender como que las mujeres pagan costos políticos mayores que los hombres...
La verdad no hice esa lectura. Creo fuertemente que la decisión del cambio se hizo de manera reflexionada para encontrar un nuevo equilibrio dentro del gabinete. Además, pienso que ser un gobierno feminista no solo implica una lógica binaria. Por supuesto, la paridad sí. Pero no todas las decisiones se ven atravesadas por los espacios ocupados por una mujer o un hombre, sino que cómo es que a través de nuestra política pública reflejamos nuestras decisiones basadas en el feminismo. Entonces, en realidad no hice esa lectura en ese caso.
¿No le pareció que hubo un trato desigual en el caso de Siches y Jackson?
La verdad que no.
Se acerca un nuevo aniversario del estallido social y también estamos a pocas semanas del plebiscito constitucional en el que se impuso el Rechazo. ¿Cómo vivió usted la derrota del plebiscito?
Me parece que es importante hacer lecturas autocríticas respecto de cómo es que damos respuesta a las problemáticas sociales, más que centrarlo en identidades o pensar que el voto es identitario. Tenemos que pensar en cómo dar mejores soluciones a los problemas que existen y a las demandas que existen. Así que, por supuesto, fue una derrota.
¿Y cree que esa derrota complica al programa de gobierno, al rumbo de la administración?
A mi parecer, no. Más bien se refuerza nuestro proyecto con las últimas decisiones que hemos hecho públicas, como las del presupuesto y como las reformas que se vienen ahora en adelante. No cambia el programa de gobierno por el plebiscito y el resultado del plebiscito.
¿Y cómo ve usted la convivencia de las dos coaliciones que forman parte del gobierno?
Yo creo que tenemos que buscar todos los caminos para un diálogo intensificado entre los partidos y los sectores de la sociedad. Tengo toda la esperanza de que las discusiones necesarias que tengamos que dar entre partidos políticos para dar un espacio democrático amplio van a funcionar.
¿Cómo ha visto al Presidente en estos meses de gobierno?
Tenemos varias rutinas juntos, compartimos muchos espacios juntos después del horario laboral, que para nosotros es bien tarde, pero compartimos espacios privados el fin de semana y tenemos una relación de mucha complicidad y de mucho compañerismo, lo que en el fondo redunda en un apoyo de conversaciones largas en torno no solamente a los elementos más políticos del contexto, sino que como persona que está enfrentada a esta presión y esta exposición. Es importante contar con un diálogo fluido respecto de cómo es que cada uno se va sintiendo. Es así de simple y banal.
¿Opina sobre el rumbo que toma este gobierno y las decisiones del Presidente?
Me considero y soy parte de este proyecto de gobierno. Parte de este plan de gobierno, parte de la discusión sobre las decisiones que toma el gobierno, son decisiones que entonces yo en realidad me pliego en el sentido de que me convenza lo que estamos haciendo.
¿Pero opina también?
Claro, opino, cuando puedo, pero eso ya se remite mucho más a un plano privado. En ese sentido, voy a contribuir desde el lugar en donde esté a que pueda avanzar nuestro proyecto político que, insisto, tiene que ver con los derechos de las personas, con mejorar la vida de las personas. Más allá de comentar respecto de cómo lo está haciendo un gobierno que, insisto, esas críticas muchas veces se construyen sobre una lógica personalizada del debate, y por eso tan centrado también en los partidos políticos. Más bien yo, desde donde esté, voy a apoyar a que los procesos de transformación se lleven adelante, así como este proyecto de gobierno quiere hacerlo.
¿Esta no es una huida ni un desembarco?
No, para nada, para nada.
¿Va a echar algo de menos en La Moneda?
No lo sé todavía. Les cuento después.