Jack Ma: La extraña “desaparición” del fundador de Alibaba
El empresario de más alto perfil de China no ha sido visto en público desde un foro a fines de octubre en Shanghai, donde criticó el sistema regulatorio del régimen de Xi Jinping.
En las dos décadas desde que fundó el gigante del comercio electrónico Alibaba Group -”lo más cercano que tiene Amazon a un rival”, como ha dicho The New York Times-, Jack Ma, de 56 años, se ha ganado la fama de ser el multimillonario más extravagante de China. Y no se avergüenza de ser el centro de atención. Una vez se hizo pasar por Michael Jackson, con todo su disfraz y con movimientos de baile que lo acompañaban, frente a 30.000 empleados de Alibaba en la fiesta anual de la empresa. Protagonizó su propia película de Kung-Fu, que decidió estrenar en el evento del Día de los Solteros de Alibaba en 2018, invitando a Nicole Kidman al escenario para aplaudir. Favorito de los medios occidentales, el exprofesor de inglés nacido en Hangzhou ha sido también un habitual en eventos como el Foro Económico Mundial en Davos, donde se ha perfilado como una figura pública que no rehúye las cámaras ni los micrófonos.
Por ello, a fines de diciembre el Financial Times no dejó pasar el hecho de que Ma fuera sustituido como juez en el episodio final, a mediados de noviembre, del programa de televisión para emprendedores que él mismo creó, llamado Africa’s Business Heroes. El diario británico destacó entonces que el empresario chino había sido reemplazado abruptamente por otro directivo de Alibaba y los videos promocionales se cortaron apresuradamente para eliminar cualquier referencia a él.
Las versiones sobre la suerte de Ma no tardaron en surgir, las que van desde su detención arbitraria a denuncias de asesinato, según Reuters. De hecho, en el buscador chino Baidu -equivalente a Google- las predicciones al escribir Ma Yun (su nombre en chino) pasan por “Jack Ma se exilió”, “Jack Ma sentenciado a prisión” o “Jack Ma, desaparecido”, lo que muestra que la especulación es persistente entre los ciudadanos del país asiático.
Ante estas versiones, un portavoz de Alibaba se apresuró a explicar a Fortune que Ma no pudo asistir a la grabación de Africa’s Business Heroes debido a un “conflicto de agenda”. Pero ni el gigante del comercio electrónico ni Ant Group, la empresa de servicios financieros digitales que nació en el seno de Alibaba (y de la que Ma es accionista mayoritario), han emitido ningún comunicado de prensa sobre el paradero del empresario, que renunció en septiembre de 2019 a la presidencia de Alibaba Group, si bien sigue siendo el mayor accionista individual de la compañía, con una participación de casi el 5%.
En sus cuentas oficiales, Ma no publica posteos desde octubre. Su fundación tampoco lo hace desde noviembre. Por ello, en las últimas semanas la prensa internacional ha especulado con su paradero -llegando a emplear el término “desaparecido”-, mientras los medios oficiales chinos mantienen un coordinado mutismo que coincide con informaciones sobre supuestas órdenes de Beijing de no dar cobertura mediática a la investigación antimonopolio abierta recientemente contra Alibaba.
En lo concreto, el empresario de más alto perfil de China no es visto en público desde la Cumbre del Bund en Shanghai el 24 de octubre, donde criticó el sistema regulatorio del gobierno en un discurso que lo puso en un rumbo de colisión con las autoridades. Ese día, Ma se preparaba para poner a flote Ant Group, en lo que se anunció como la Oferta Pública Inicial (OPI) más grande del mundo. “Los milagros ocurren”, dijo a los dignatarios reunidos, académicos y pesos pesados de la política que se habían dado cita en el foro. En ese momento, Ant Group estaba preparado para una doble cotización en Shanghai y Hong Kong. “Este es el listado más grande jamás cotizado en la historia de toda la raza humana, y el precio ocurrió en un lugar distinto a la ciudad de Nueva York”, dijo en esa ocasión.
Pero la OPI nunca llegó. Incluso, la performance del empresario ese día en la Cumbre del Bund pudo haber dado algunas señales, ya que el encanto despreocupado y humor irreverente que lo caracterizan parecen haber estado ausentes esa jornada. “El señor Ma es una gran personalidad, pero en el escenario parecía forzado. Leyó su discurso en lugar de darlo de forma casual, lo cual está fuera de lugar”, dijo Duncan Clark, uno de los primeros consultores de Alibaba y autor de The House That Jack Ma Built, a la revista Wired. “Estoy seguro de que estaba bajo mucha presión”, comentó.
En las semanas previas a su “desaparición” circularon rumores de que los reguladores en China estaban a punto de frenar la cotización de Ant. Pero si la intención de Ma era ganarse a la audiencia en la Cumbre del Bund, que incluía al vicepresidente de China, Wang Qishan (que había pronunciado las palabras de apertura del evento), el director del Banco Popular de China y todos los principales actores de las finanzas chinas, el resto de su discurso fue una hábil lección sobre cómo perder amigos y alienar a la gente. Describió que el sistema financiero de China operaba “con una mentalidad de casa de empeño” y que el entorno regulatorio era similar a tratar de “utilizar la forma de administrar una estación de tren para administrar un aeropuerto”. También aprovechó la oportunidad para defender la necesidad de canales alternativos de financiamiento, como los que ofrece Ant a través de su servicio de pagos electrónicos Alipay, que es el mayor de China gracias a sus 730 millones de usuarios.
Los comentarios de Ma fueron tan críticos, más aún si provienen de un miembro del Partido Comunista de China (PCCh) como él, que supuestamente llamaron la atención del Presidente chino, Xi Jinping, asegura Wired. La respuesta de Beijing a sus dichos fue rápida. El 2 de noviembre, Ma, junto con el presidente ejecutivo de Ant, Eric Jing, y el director ejecutivo, Simon Hu, fue convocado e indagado por los reguladores. Cuando esta entrevista fue hecha pública por la Comisión Reguladora de Valores de China, la Bolsa de Valores de Shanghai decidió detener la OPI por US$ 37.000 millones de Ant Group, que la convertiría en una de las firmas financieras más valiosas del planeta. La suspensión tuvo lugar el 3 de noviembre, solo dos días antes de la fecha en que estaba programado el debut bursátil de la empresa.
De haberse consumado su OPI, la firma se hubiera colocado en posición de rebasar a los poderosos bancos estatales. Con la ambición y la capacidad, además, de controlar un porcentaje significativo del crédito nacional gracias a sus préstamos, inversiones y seguros personalizados. En sus seis años de historia, Ant ya ha proporcionado liquidez a 500 millones de personas. Como el propio empresario ilustró, “pide prestado 100.000 y tendrás miedo del banco; pide prestado 1.000 millones y el banco te tendrá miedo a ti”.
Desde entonces, Ant Group enfrenta correctivos. El último llegó poco antes de fin de año, cuando los funcionarios del Banco Central se reunieron con sus ejecutivos y les ordenaron “rectificar” sus servicios de préstamos y que la firma “vuelva a sus orígenes” como empresa de pagos electrónicos. Ante las embestidas de Beijing, Ant decidió rebajar los límites de crédito a los usuarios más jóvenes de su servicio de tarjetas virtuales Huabeim. La publicación de una nueva normativa mucho más restrictiva para las fintech por parte de los reguladores, algo que llevó a algunos expertos a especular con que el empresario ya conocía el contenido de esa nueva regulación y estaba tratando de forzar una renegociación de sus términos mediante una crítica pública, algo no excesivamente común en una figura de tan alto perfil en China, destaca EFE.
Tampoco la empresa matriz, Alibaba, ha salido indemne. En Navidad, los reguladores anunciaron por sorpresa la apertura de una investigación por prácticas monopolísticas, como la de imponer acuerdos que fuerzan a los mayoristas a elegir una sola plataforma donde vender sus productos. Como consecuencia, la compañía ha perdido casi un tercio de su cotización bursátil desde finales de octubre, equivalente a la evaporación de US$ 340.000 millones.
Quien fuera el hombre más rico de China ha visto cómo desde octubre su patrimonio ha menguado de US$ 61.700 millones a US$ 50.900, de acuerdo a datos de Bloomberg, que sitúa ahora a Zhong Shanshan como el empresario más acaudalado de ese país, con una fortuna de US$ 87.000 millones. Algunos medios apuntaban, incluso, que las autoridades le habrían advertido a Ma de no abandonar el país.
Pero Richard McGregor, exdirector por 10 años de la oficina del diario británico Financial Times en Beijing y autor de El Partido: los secretos de los líderes chinos, considerado uno de los mejores libros sobre el funcionamiento del Partido Comunista de China (PCCh) y de la nueva China, es cauto al momento de opinar sobre la suerte de Ma. “Creo que es demasiado pronto para decir que ha ‘desaparecido’. Está oculto, pero no hay confirmación de que haya sido detenido”, comentó a La Tercera.
Fuentes cercanas a Ma le dijeron a Wired que él está oculto, manteniéndose fuera del foco de atención y poniéndose a disposición de las autoridades mientras los reguladores deciden qué hacer con Ant. Se dice que está en Hangzhou, la ciudad donde fundó Alibaba en 1999.
Cualquiera que sea el motivo de la ausencia de Ma de la opinión pública, su desaparición marca un cambio significativo en el estatus del magnate tecnológico de China, señala Fortune. Ma, que nació en una familia pobre, comenzó una carrera profesional como profesor de inglés hasta que, durante un viaje a EE.UU. en 1995, descubrió internet. Dejó de enseñar y pidió prestados unos cuantos miles de dólares para lanzar China Pages, una de las primeras páginas comerciales de China. Cuando esa compañía fracasó, juntó aproximadamente unos US$ 60.000 de amigos e inversores y fundó Alibaba desde su departamento.
Según la revista de negocios estadounidense, Ma fue venerado durante mucho tiempo como un “héroe nacional”: la personificación del valor y el espíritu empresarial chinos y símbolo viviente de su ascenso a la prosperidad. Si bien, últimamente, el sentimiento público se ha agriado, y Daddy Ma se ha convertido en el hombre a quien la gente en China le encanta odiar, consigna The New York Times, que destaca que el fundador de Alibaba ha sido tachado de “villano”, “capitalista malvado” y “fantasma parásito”.
En ese sentido, enfatiza Fortune, “los líderes comunistas de China ven cada vez más a los magnates tecnológicos de China con sospecha, por temor a que hayan acumulado demasiado poder y no se pueda contar con ellos para apoyar los objetivos del partido”. Para Xi, el riesgo es que apoyarse demasiado en los inversores y empresarios privados tendrá un costo a largo plazo en el crecimiento de una economía china que ya se está desacelerando. Un estudio reciente del Rhodium Group y el Asia Society Policy Institute encontró que desde que Xi llegó al poder en 2012, la cantidad de capital necesario para generar una unidad de crecimiento económico casi se ha duplicado, lo que refleja el creciente dominio de las empresas estatales con menores tasas de productividad que las empresas privadas.
Algunos analistas temen que el trato duro de Xi a los líderes empresariales privados esté reemplazando el mantra de la era de “apertura y reforma” de Deng Xiaoping. Así, el “¡Hacerse rico es glorioso!” habría dado paso a una máxima más moderada: “Hacerse rico es peligroso”.
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