Jaime Bassa: “Las formas de extremismo van quedando al margen de la discusión”
Tras el avance en la votación particular del reglamento de la Convención Constitucional, su vicepresidente advierte que “aquellos grupos sociales que llevan sus propias posturas sin la disposición al diálogo”, terminarán aislados y que las mayorías que se han configurado proyectan buenas señales para lo que viene. “Las decisiones que toma la constituyente cuentan con los 2/3 que se van a requerir luego para aprobar las normas constitucionales”, sostiene.
Es una caótica mañana de viernes en la Convención Constitucional. Tras confirmarse varios casos positivos de Covid-19, que obligan a posponer la sesión del pleno, desde su oficina en el Congreso de Santiago, el vicepresidente Jaime Bassa hace un balance de los avances del proceso.
En una semana marcada por el tironeo entre el organismo y el gobierno por un aumento presupuestario y la aprobación de más de 130 artículos del reglamento que regirá la discusión de los contenidos, el convencional del Frente Amplio aborda los altos y bajos que ha atravesado su mesa en las últimas semanas. “Lo de Rojas Vade ha puesto sobre la mesa que el carácter de la discusión que estamos enfrentando es político y no moral (...). Esta no es una disputa entre buenos y malos”, advierte a modo de lección.
A su vez, Bassa se muestra optimista sobre las alianzas mayoritarias que se han configurado hasta ahora. “Ha habido un ejercicio de diálogo y construcción de confianzas que es una muy buena señal para lo que viene en el debate de fondo”, dice, aludiendo a las distintas votaciones en el marco del debate reglamentario en que sectores de la centroizquierda terminaron inclinando la balanza hacia propuestas de Vamos por Chile o, por el contrario, hacia la izquierda.
Se inició el debate sobre el reglamento y se votaron ya 130 indicaciones. ¿Cuál es su evaluación?
Aprobamos más de un tercio del reglamento el día jueves. Lamentablemente, el viernes tuvimos que suspender por Covid, pero la dinámica del proceso de generación de la norma jurídica ha alcanzado un muy buen ritmo. Es muy esperanzador ver lo que ocurrió de cara al debate del texto constitucional.
La discusión dejó en evidencia que sigue abierto el debate respecto de los límites del poder que tiene la constituyente. Usted votó a favor de conferirle la calidad de poder originario a la Convención. ¿Por qué?
Para mí la distinción entre poder constituyente y poder constituido es muy clara, es una distinción teórica, pero para efectos del tipo de trabajo que estamos haciendo la distinción más relevante es entre poder constituyente y poder constituido. Esa distinción es mucho más clara, porque permite marcar diferencia, primero, de lo que hay en materias de poderes constituidos y, segundo, de lo que viene en materia de cómo el ejercicio del poder constituyente se materializa en instituciones nuevas. Desde esa perspectiva, claramente, la lectura del poder desde lo constituyente es mucho más cercana a lo originario que a lo derivado.
¿Pero cuál es el alcance que tiene esta norma? Desde la derecha lo ven como un riesgo hacia la legitimidad del proceso.
Hasta ahora, la Convención ha reafirmado su capacidad para dotarse de reglas a sí misma. Considerando ese elemento, uno ya puede decir que estamos en presencia de un poder constituyente que es capaz de generar reglas con independencia de las previamente vigentes. Ese acto de reafirmación de la existencia de un poder constituyente se materializa en la capacidad que tiene para generarse sus propias normas y luego un nuevo texto constitucional (...). Ahora, como hemos explicado muchas veces, eso no significa borrón y cuenta nueva ni reconocer límites.
¿No ve que el concepto de poder originario pueda ser usado para ampliar el mandato?
No. El mandato que tiene la constituyente es muy claro y es redactar una nueva Constitución. El ejercicio de ese mandato se materializa en un rango del ordenamiento jurídico muy concreto. No tenemos competencias a nivel legal ni a nivel reglamentario o de tratados internacionales; nuestras competencias están en el rango de la Constitución. En términos políticos, la materialización es distinta, porque supone analizar la configuración de las relaciones del poder político, social y económico, para generar condiciones para el agenciamiento político del pueblo de manera autónoma, desde la libertad o de la igualdad.
También votó a favor del mecanismo de reemplazo para convencionales independientes. Ahí también hay una crítica, porque la norma fija un procedimiento contrario a lo que dice la Constitución.
Lo que mejor permitiría la implementación de ese mecanismo es que este sea acogido por la Constitución y avancen los proyectos de ley que se han presentado.
¿No cree que sea inconstitucional, como acusan sectores de Vamos por Chile, que incluso están evaluando recurrir al TC o a la Suprema?
Hay sectores que cometen el error de pensar que este es un reglamento como aquellos que emanan de la potestad reglamentaria del Presidente de la República, a través de los cuales se regula la ejecución de una ley. El reglamento de la Convención no es de esos reglamentos, sino una manifestación de la potestad normativa del poder constituyente. Por eso, la lógica de lo inconstitucional está reducida incluso en la propia Constitución a las infracciones reglamentarias. Esa es la única hipótesis en la cual podría reclamarse ante la Suprema, por infracción del reglamento, no por infracción constitucional. ¿Por qué? Precisa- mente porque el reglamento tiene una jerarquía normativa muy distinta.
Se entiende que esta Convención no podía modificar sus límites. ¿No ve que se transgrede eso al proponer, por ejemplo, que sea el pleno el que califique una renuncia?
No podemos decir lisa y llanamente que las decisiones que tome la constituyente sean contrarias a la Constitución solo porque o se va más allá de lo que se establece en ella o porque eventualmente se modifique lo que dice. Porque el resultado de este proceso es precisamente cambiar la Constitución... Si el concepto de inconstitucionalidad se lleva al extremo y se radicaliza, claro, todo podría ser argumentado como contrario a la Constitución. ¿Establecer un Congreso unicameral es contrario a la Constitución? No, porque forma parte de las atribuciones nuestras. Entonces, ¿dónde está el límite? Entre el ejercicio de nuestras atribuciones y la configuración jurídica actual.
Quedó pendiente la votación por el quórum de 2/3, pero probablemente va a ratificarse. ¿Con la aprobación de este reglamento definitivo se cierra el dilema?
Efectivamente, el tema va a quedar zanjado prontamente. Uno de los efectos que tiene la deliberación constituyente es que permite tomar decisiones y avanzar. Nos hemos enfrentado a coyunturas complejas, entre ellas, la discusión en torno a los 2/3, la que forma parte de aquellas condiciones que hacen posible el proceso.
¿Hay garantías de que no se volverá a abrir eso una vez aprobado el reglamento?
En democracia nunca hay garantías de que las diferencias políticas no se vayan a manifestar en el futuro (...). Una de las reformas al reglamento y que no ha sido votada todavía es la que establece un quórum para modificar el reglamento. Eso va a permitir que esas diferencias se puedan expresar, por ejemplo, en la forma de una eventual propuesta de reforma al reglamento, pero ya -al menos- dentro de los cauces institucionales.
El debate del reglamento evidenció que hay una mayoría -que supera los 2/3- que es capaz de ponerse de acuerdo y votar coordinados. Algunos esperan que ese espíritu pueda proyectarse. ¿Cómo lo ve?
El promedio con el cual fueron aprobadas o rechazadas, según corresponda, las indicaciones al reglamento fue de 108 votos. Es decir, las mayorías que sostienen las decisiones que toma la constituyente cuentan con los 2/3 que se van a requerir luego para aprobar normas constitucionales. Lo interesante es que esos votos, que a veces son muchos más y a veces menos, no son exactamente de los mismos colectivos políticos. Y eso es muy interesante, porque permite identificar que hay ciertas materias en las cuales el eje se desplaza más hacia la izquierda o más hacia la derecha, según el contenido de lo que se esté deliberando. Lo que ha habido acá es un ejercicio de diálogo, de construcción de confianzas y acuerdos comunes. Esa es una muy buena señal para lo que viene en el debate del texto constitucional.
Justamente quienes inciden en si ese eje se corre hacia la izquierda o hacia la derecha ha sido el FA. Junto a los socialistas han jugado de “bisagra” en distintas votaciones.
Hay una disposición importante de participar del proceso de construcción de acuerdos. Más que llamar al resto a sumarse a lo que uno propone, se trata de generar las condiciones para que podamos buscar espacios de encuentro. En eso, efectivamente, desde distintos sectores se ha asumido ese rol de articulación. A veces pasa por el FA, a veces por el Colectivo Socialista, por los Movimientos Sociales o los pueblos originarios. Hay muy buenas razones para pensar que están dadas las condiciones para que estos acuerdos puedan sostenerse en la discusión de contenidos.
¿Da cuenta esto de un clima distinto al que había en la instalación de la Convención Constitucional?
Ha ido mejorando muy significativamente el clima y el formato de trabajo de la constituyente. Las condiciones de trabajo de las comisiones fueron muy favorables para conocernos, escucharnos, levantar nuestros puntos de vista y tomar acuerdos. Estos tres meses han ayudado a superar muchos de los prejuicios con los cuales varios llegamos a este espacio y eso nos ha permitido poder avanzar desde nuestras diferencias.
Ha quedado claro que el FA no tiene complejos en desmarcarse de sus socios del PC ...
Es normal que una coalición formada por sectores políticos distintos concurra en ciertas decisiones y difiera en otras. Sería más raro que viéramos un alineamiento perfecto y unívoco entre fuerzas políticas distintas, porque entonces uno podría preguntarse: bueno, qué tan distintas son. Desde esa perspectiva, no me preocupa ni me complica que tengamos posiciones políticas distintas, porque, en el grueso, con el PC defendemos un proyecto de transformación social común.
Pero se han visto diferencias profundas en temas significativos…
Las diferencias más significativas en términos políticos están vinculadas muchas veces a la estrategia que se impulsa para conseguir ciertos objetivos políticos antes que a los objetivos políticos propiamente tales.
Algunos sostenían que las votaciones también reflejaron que los sectores que están en los extremos han quedado aislados. ¿Ve algo de eso?
Cuando hay que tomar una decisión constituyente el desafío es identificar lo que tenemos en común, que los distintos sectores políticos, culturales, económicos de un país puedan convivir pacíficamente y democrá- ticamente. Y para llegar a eso, los acuerdos que hay que construir requieren apoyos muy mayoritarios, más allá de los quórum, culturalmente mayoritarios, lo que, por defecto, va dejando un poco en los márgenes a los grupos que radicalizan sus posturas. Y no lo digo pensando en la extrema derecha y la extrema izquierda, sino que en aquellos grupos sociales que llevan sus propias posturas sin la disposición al diálogo. Las formas de extremismo, efectivamente, van quedando al margen de la discusión.
Hubo críticas a la forma en que votó el FA. La convencional Sepúlveda decía que le generaba decepción. Desde la Lista del Pueblo los acusaban de haberse sacado la careta. ¿Cómo lo toma?
Todas y todos tenemos que acostumbrarnos a que nuestra verdad, nuestra forma de ver las cosas, no solamente no es la única, sino que muy probablemente no es ni siquiera la correcta. Criticar la legitimidad de la decisión que toma otro sujeto político solo porque es distinta es desmerecer también la legitimidad de los procesos democráticos.
¿Ve que las tensiones con el PC podrían tener implicancias en la elección presidencial?
Para nada, precisamente, porque se trata de una coalición que reúne a colectivos que comparten un proyecto político de transformaciones y solamente tienen diferencias en las formas en que este proyecto se implementa.
Las platas de la Convención
Acusaron al gobierno de querer torpedear el proceso tras negarse a aumentar el presupuesto. ¿Lo reafirma?
El tono de las conversaciones institucionales mejoró significativamente durante el día jueves, después de la reunión con Hacienda y Segpres. No creo que haya un intento por entorpecer el funcionamiento de la constituyente, más bien, al menos desde la relación que la constituyente tiene con la Segpres, hemos tenido un ánimo colaborador muy importante, muy interesante en el último mes y medio. Pero sí notamos que en un cierto sector del gobierno, del oficialismo, hay un cuestionamiento a la legitimidad que tiene la constituyente para tomar ciertas decisiones y, lamentablemente, se metió en un mismo saco el diseño presupuestario, lo que entrampó las conversaciones.
La interpretación que hubo desde la Dipres era que había una interpretación muy amplia por parte de ustedes respecto de esta prerrogativa que les da la Constitución para definir sus asignaciones…
En términos jurídicos, la Constitución es muy clara en entregarle a la Convención, a su reglamento, la competencia para determinar las asignaciones y esa dimensión del presupuesto. Y esa competencia no debiera interpretarse políticamente. Hemos tenido diferencias, como seguramente ocurre en todos los servicios públicos, respecto de la formulación del presupuesto, siempre hay tensiones, siempre hay un ejercicio de ajuste a la baja por parte de Hacienda y Dipres, eso lo entendemos y, por cierto, hicimos un ajuste luego de que se retomaran las conversaciones. Lo que nos parecía impropio era que se cuestionara políticamente las facultades que la Convención tiene, precisamente porque se mezclan consideraciones técnicas con las consideraciones políticas.
Rojas Vade y la inestabilidad política
¿Cómo lee ahora, con un poco más de perspectiva, lo que ocurrió con Rodrigo Rojas Vade?
Fue un golpe bien duro al proceso. Pensando en que llega en el momento en que estábamos desplegadas y desplegados dando la cuenta pública del segundo mes del trabajo de la constituyente. Y eso generó una inestabilidad política e incluso emocional en la Convención, que fue siendo superada progresivamente. Mirándolo con alguna perspectiva… habría que partir por agradecer el gesto de la disposición a la renuncia por parte de Rojas, porque permite descomprimir la situación en la que estamos hoy y abrir un canal de solución. Reafirmo la disposición que tuvo la mesa desde el principio de investigar esto, de poner todos los antecedentes a disposición de los organismos respectivos, tanto dentro de la Convención como fuera, y la fiscalía para que esto se zanje y se solucione lo más pronto posible y podamos, de alguna manera, recuperar ese tranco normal de trabajo de la Convención.
Algunos interpretaron que el caso de Rojas, no solo para la LDP, sino que para la Convención, implicó una suerte de golpe de humildad. ¿Ve algo de eso?
De alguna manera el episodio de Rojas Vade ha permitido poner sobre la mesa que el carácter de la discusión que estamos enfrentando es político y no moral. En el sentido de que esto no es una disputa entre los buenos y lo malos, ni siquiera entre las buenas prácticas y las malas prácticas, es una disputa por la transformación, por empujar modos de convivencia, de organización social, de relaciones sociales distintas de las anteriores. Distintos en clave de mayor autonomía, de mayor emancipación, mayor democracia, pero no distintos en clave de que se van los malos y llegaron los buenos.
Sobre la disminución de expectativas que ha habido entre los ciudadanos por el proceso constituyente. ¿Cómo lee eso?
Hay varios factores que influyen en esto... las dificultades del proceso de instalación, cómo hemos debido enfrentarlas echando mano a los recursos que tenemos, hemos cometido errores propios en el camino, por cierto, pero también hemos debido enfrentar una cierta hostilidad hacia el proceso constituyente, más o menos organizada, permanente. Ahora está terminando el proceso de instalación, dentro de los próximos días va a terminar de ser aprobado no solo el reglamento en general, sino que todos los reglamentos de participación, de ética, participación indígena, y vamos a dar paso a la etapa siguiente, que va a estar caracterizada por la discusión de contenido constitucional, de los temas de fondo, y eso va a generar condiciones distintas. Eso muy probablemente permitirá mejorar la percepción de la ciudadanía respecto de nuestro trabajo.
Cuando dice que hay una hostilidad organizada. ¿A quiénes se refiere?
Es difícil saberlo con precisión, pero hemos visto estudios de distintas formas de activismo digital que han estado levantando información falsa, contradictoria, respecto de la Convención, hemos visto que parte de la campaña del Rechazo se ha proyectado sobre el proceso constituyente, pero sabemos que son sectores minoritarios que si bien pueden generar mucho ruido por la amplificación de su discurso, la verdad es que sabemos que la amplia mayoría del país apoya el proceso y entiende que el éxito del proceso constituyente es muy importante para el país y para el futuro del país.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.