Jorge Bermúdez versus Dorothy Pérez: la eterna guerra que atraviesa la carrera por la Contraloría
La próxima semana se reactivará la negociación por la jefatura del órgano contralor. En una disputa casi sin candidatos, la balanza se inclina por la actual contralora (S), quien ha aprovechado con astucia los cuatro meses que lleva subrogando: reestructuró el organismo, se desplegó en terreno e incluso comprometió un plan de fiscalización municipal. Bermúdez mira de lejos los movimientos para designar la sucesión, ha tenido contacto con parlamentarios clave y no es indiferente a que sea su enemiga pública quien tome la posta de su mandato.
El senador y presidente de la Comisión de Constitución, Alfonso de Urresti (PS), estaba almorzando en un restaurante en el centro de Santiago cuando vio a un viejo amigo suyo. A solo un par de metros estaba el abogado integrante de la Corte Suprema Juan Carlos Ferrada. El senador de inmediato fue a saludar. Ambos se conocen desde hace varios años. Ferrada, cercano al PS, no solo comparte amistad con el parlamentario de Los Ríos, sino que, además, fue su socio en un estudio de abogados hace varios años.
El encuentro tuvo una llamativa coincidencia. Ferrada estaba almorzando con otro cercano suyo, a quien conoce de Valparaíso y por el derecho administrativo: el excontralor Jorge Bermúdez. Testigos de ese improvisado encuentro comentan que uno de los tantos asuntos de la conversación fue la búsqueda de un nuevo contralor. De Urresti conoce a Bermúdez desde hace varios años. No solo votó por él en 2015, también comparten el gusto por los temas medioambientales y, además, fueron contraparte en la Comisión de Constitución que ahora le toca presidir.
Cercanos a Bermúdez comentan que desde que se fue de la Contraloría optó por “enfriar” su exposición mediática. Al abandonar Teatinos 56 tomó su bicicleta y se fue de vacaciones a Chiloé. Luego retomó su vínculo académico con la Universidad Católica de Valparaíso, preparó sus cátedras y volvió a hacer clases de derecho administrativo.
Pese a su interés por estar desconectado, la coincidencia en ese almuerzo tuvo como telón de fondo el intento del gobierno por terminar con el misterio y mostrar sus cartas para dirigir la Contraloría. Algo en lo que el excontralor busca influir.
La sombra de Bermúdez
-El Presidente quiere nombrar a Dorothy Pérez como la candidata del gobierno para la Contraloría. Lo quiere hacer el 8 de marzo, en el Día de la Mujer.
El jueves 7 de marzo, uno de los senadores de la Comisión de Constitución tomó su celular y recibió una llamada del ministro Segpres, Álvaro Elizalde (PS). De inmediato, el parlamentario supo que el Ejecutivo se la jugaría por ella para el cargo que dejó Bermúdez el 17 de diciembre.
En la conversación, el ministro transmitió que el Presidente Gabriel Boric quería ocupar esa fecha para aprovechar el simbolismo: en sus casi 100 años, el organismo nunca ha sido dirigido por una mujer.
El senador transmitió que el gobierno tenía derecho a nominar a quien quisiera, pero que al hacerlo debía explicar sus argumentos y no solamente hacerlo por una razón simbólica. Pese a que el entorno de Elizalde matiza el hecho y comenta que el ministro sondeó tres nombres, en la Cámara Alta reconocen que ese jueves el gobierno tanteó la idea de presentar a Pérez como la carta de La Moneda para suceder a Bermúdez.
De esa forma, el Ejecutivo se acercaba a concretar la peor pesadilla de Bermúdez: dejar la institución que dirigió por ocho años en manos de su enemiga pública.
Ha pasado más de un mes desde esa llamada y la inacción del gobierno volvió a desatar lentamente las conversaciones. Uno de los interesados en que Pérez no llegue al cargo es justamente el excontralor. Los senadores comentan que antes de dejar su cargo, Bermúdez mostró interés en que su sucesor o sucesora se nombrara antes de que culminara su periodo.
Desde el entorno de Bermúdez dicen que no son “indiferentes” al candidato del gobierno y que existe preocupación de que se escoja a Pérez. No porque quieran posicionar a un candidato específico -de hecho, dicen que no tienen-, sino que les interesa que quienes tomen la decisión tengan toda la información sobre Pérez antes de nominarla. El principal punto, afirman las mismas fuentes, es que esperan que exista la “capacidad crítica” para entender que “ su actitud como contralora (S) en campaña no será la misma cuando sea titular”.
La influencia de Bermúdez en el eventual nombramiento de Pérez no es solo un mito. Algunos senadores de la Comisión de Constitución comentan que si el gobierno se inclina por la contralora (S), lo primero que harán será -precisamente- consultar la opinión del excontralor.
El miércoles de esta semana, el ministro de Justicia, Luis Cordero, avisó a los senadores de la comisión que se juntarán el martes para retomar los nombramientos pendientes. No solo está congelada la Contraloría, sino que tres cupos en la Corte Suprema. Además, en la oposición esperan que la próxima semana Elizalde se reúna con el presidente del Senado, José García (RN), para ordenar y negociar los nombramientos.
Una de las razones que circulan entre los senadores para explicar por qué nunca llegó el decreto con la nominación apunta a que Elizalde transmitió que no estaban los votos para ratificar a la contralora (S), sobre todo por dudas en la bancada de RN.
Sin embargo, eso no calza con el apoyo que existe en los senadores UDI, al menos cinco RN, Evópoli, algunos votos del PPD, otros del PS y los votos de Demócratas. La duda del gobierno, dicen en el Senado, se vincula con la negociación paralela que se está dando con la bancada RN, sobre todo con Galilea, para que el nombre que encabece la Contraloría sea una figura del oficialismo, a cambio de que dos de los tres supremos sean para la oposición. Para otros, la duda del gobierno es señal de la división que existe en el Ejecutivo: mientras Cordero se inclinaría por Pérez, Elizalde persistiría con las dudas.
Otra de las razones apunta a que La Moneda se enteró de que el caso audios -el de la trenza que enreda a Leonarda Villalobos, Luis Hermosilla y los hermanos Sauer- salpicaría a la contralora (S). Una semana después, Ciper informó que de la revisión del celular incautado de Hermosilla aparecieron chats que dan cuenta de que en marzo de 2023, ocho meses antes de que se destapara el audio, Pérez acudió junto a su marido a una comida en la casa de Villalobos.
La eventualidad de que la contralora (S) pudiese estar vinculada con el caso en que se indagan coimas frenó al gobierno. Desde la Contraloría confirmaron la comida, descartaron cualquier irregularidad y comentaron que los únicos chats que existen se explican porque Pérez agradeció a Villalobos por una segunda invitación, le preguntó qué llevaba para comer, pero finalmente no acudió al segundo encuentro. Para responder sobre esto, fue citada por la comisión investigadora de la Cámara que indaga el caso, sesión a la que asistirá este lunes.
De aliados a enemigos
Las vidas de Pérez y Bermúdez se cruzaron en la Quinta Región. El excontralor Ramiro Mendoza nombró a Pérez como contralora regional de Valparaíso en 2007. Estuvo ahí tres años. En ese periodo se topó en actividades universitarias con Bermúdez, un conocido académico de derecho administrativo del Puerto. Tanto así que Pérez lo invitó a participar de una charla en la contraloría regional. Esos fueron los primeros nexos entre ambos.
Tres años después, en 2010, Mendoza la ascendió y designó como subjefa de la División de Auditoría Administrativa que era liderada por María Isabel Carril. Los cuatro años que estuvo ahí no fueron tranquilos. Pérez presentó licencia siquiátrica por casi nueve meses, algo que derivó en una investigación en la Asociación Chilena de Seguridad por acoso laboral. Esas tensiones se sumaron a las diferencias que acumulaba con la exsecretaria general de la Contraloría Victoria Narváez, una de las mujeres de confianza de Mendoza. Ambos elementos hicieron que renunciara y se fuera a trabajar como jefa de la División Jurídica del Ministerio de Educación (Mineduc) en tiempos del exministro Nicolás Eyzaguirre (PPD). Fue ahí cuando conoció a su entonces colega Luis Angulo, marido de Villalobos, quien la invitó a la polémica comida de marzo de 2023.
En enero de 2016, Bermúdez tomó su teléfono e hizo una llamada de la cual se arrepiente hasta el día de hoy: trajo a Pérez desde el Mineduc de vuelta a la Contraloría. Esta vez como su nueva jefa de gabinete. La era Bermúdez recién había partido en diciembre de 2015, cuando llegó al poder de forma imprevista tras el fracaso de La Moneda con Enrique Rajevic y luego de que el exsenador Andrés Allamand (RN) propusiera su nombre. En septiembre de 2016, Bermúdez tomó otra decisión que años después le pasó la cuenta: la designó como su subcontralora.
La convivencia de la dupla Bermúdez-Pérez estuvo en paz hasta agosto de 2018. Ese mes las confianzas se rompieron y la relación llegó a un punto de no retorno. Bermúdez le pidió la renuncia argumentando pérdida de confianza y diferencias “irreconciliables de principios éticos”. La gota que rebasó el vaso, según se comentó ese año, fue el rol que tuvo Pérez cuando fue subjefa de uno de los departamentos que auditaba a Carabineros entre 2010 y 2014.
En ese periodo ocurrió el megafraude, por lo que el excontralor consideró que no correspondía que siguiera en su cargo luego de haber fallado en la fiscalización para detectar a tiempo el fraude de miles de millones que golpeó a la policía uniformada. “La persona que me reemplaza no puede estar vinculada al mayor fraude de la historia, por acción u omisión”, comentó a Revista Sábado en diciembre de 2018.
Pérez devolvió el golpe y ese mismo año reveló cuál fue, a su juicio, la verdadera razón de Bermúdez para removerla: “Yo no quise firmar de manera sumisa documentos que eran improcedentes. Me negué a firmar sumarios que estaban prescritos”. En la causa llevada adelante por la Fiscalía por el fraude en Carabineros, Pérez declaró como testigo. Ahí se indaga, además, el famoso sumario perdido en la policía uniformada. En la Contraloría además le abrieron un sumario secreto, formularon cargos en su contra, pero la investigación sigue abierta y está pendiente en los cajones del jefe de la División de Infraestructura y Regulación, Osvaldo Vargas.
Cuando Bermúdez la removió, en agosto de 2018, Pérez no aceptó la renuncia, pasaron 48 horas y el excontralor declaró la vacancia. De ahí en adelante se desató la guerra. Pérez no dio su brazo a torcer: recurrió de protección a la Corte de Santiago y su caso fue resuelto por la Tercera Sala de la Corte Suprema. La larga batalla judicial tuvo una contundente ganadora: la justicia determinó que la remoción de Pérez fue ilegal, que su cargo no era de confianza, sino que inamovible hasta los 75 años, y que al ejercer el rol de jueza de cuentas solo podía ser destituida luego de un juicio de amovilidad.
El porrazo judicial de Bermúdez fue duro. Él mismo reconoció que su decisión terminó provocando “una crisis institucional”, que su actuar no fue “imprudente” y que pensó en renunciar varias veces: “Perdí ocho cero en los tribunales y eso para un contralor es muy fuerte”.
Bermúdez se vio forzado a reincorporar a Pérez a su mismo cargo e iniciar una cohabitación. La batalla más grande la había ganado ella, pero el excontralor no se quedó tranquilo. En la ley de reajuste del sector público del año 2019, negoció con el Congreso y el gobierno del expresidente Sebastián Piñera una indicación para que la subrogación no la ejerciera la subcontralora, sino que un funcionario de su exclusiva confianza. Así fue como, en diciembre de ese año, designó a Vargas para esa función. Con ese último golpe, Pérez quedó relegada al tribunal de cuentas. La subcontralora salió de la primera línea, desapareció de los titulares y empezó a preparar silenciosamente lo que sería su periodo de subrogancia.
Huracán Dorothy
El 18 de diciembre de 2023, Pérez se bajó de su auto, subió al séptimo piso y entró a su oficina. Eran las 7.30 horas y despachó dos resoluciones que había preparado con anticipación para modificar la estructura orgánica de la Contraloría. El entorno de Bermúdez entendió de inmediato que Pérez usaría su subrogancia no solo para darle continuidad al servicio -como dicen ha sido la tradición-, sino que para ejercer el cargo como si fuera titular.
Pérez echó por la borda el diseño de la era Bermúdez. Eliminó el Departamento de Medio Ambiente y lo destinó a la División de Infraestructura y Regulación. Además, redujo el personal de la secretaría general y del gabinete, trasladando a cientos de funcionarios.
También revivió la antigua División de Municipalidades que Bermúdez eliminó, pero lo hizo bajo el nombre de División de Gobiernos Regionales y Municipalidades. En sus cuatro meses, no solo reestructuró la Contraloría. Visó un decreto para dinamizar la construcción de obras públicas, realizó una visita inspectiva al Servicio de Salud de Los Ríos para conocer el proceso de quema de drogas incautadas, viajó hasta la Región de Los Lagos para fiscalizar la construcción del Puente Chacao, informó de gastos sin rendir en los Juegos Panamericanos, reveló irregularidades en las Becas Chile, tiró un salvataje al gobierno al no agravar la crisis que desataron las comidas en la casa de Pablo Zalaquett y comprometió ante la Asociación Chilena de Municipalidades un plan de 323 acciones de fiscalización.
Además, ha afiatado su relación con el gobierno. Tiene línea directa con los ministros y se ha preocupado de darle movimiento a los temas urgentes. Por eso no fue sorpresa que a fines de marzo, para su cuenta pública, asistiera el Presidente Boric acompañado de 11 ministros.
En el Senado creen que el tiempo juega a favor de Pérez. Además, los senadores dicen que el gobierno y quienes voten en contra deberán dar buenas razones para no apoyar su candidatura.
A eso se suma que en esta carrera la contralora (S) corre sola. La derecha no tiene candidatos. La oposición exploró cartas como Gabriel Bocksang, José Luis Lara, Eduardo Cordero y la subcontralora (S) María Soledad Frindt, pero no tuvieron éxito. De Urresti empujó a Ferrada, pero la derecha notificó que no cuenta con sus votos. Por el lado pierde fuerza el secretario general de la Cámara, Miguel Landeros, y la subsecretaria Segpres, Macarena Lobos. La exsecretaria general de la Contraloría Nelly Salvo ya quedó descartada.
Si se consolidan sus apoyos, se irá afirmando cada vez más su camino a la titularidad. Entremedio, dejará nuevamente derrotado a Bermúdez. “¿No ha pensado en renunciar por el bien de la institución?”, le preguntaron al excontralor en 2018 en esa misma entrevista con la Revista Sábado. Él respondió: “¿Y dejársela a ella?”.
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