Tal como se esperaba, gracias a un electorado pasivo y con miedo, el Presidente Vladimir Putin se prepara para su coronación como el ganador de los comicios que se están llevando a cabo desde el viernes hasta hoy en Rusia y que le permitirán estar al mando del país hasta 2030.
Así, el mandatario completará tres décadas completas de liderazgo, ya sea como presidente o primer ministro, las que ha llevado adelante con la supresión de las voces efectivas de la oposición interna -especialmente tras la muerte de Alexei Navalny en febrero pasado mientras estaba en una cárcel en el Ártico-, consolidando de esta forma su poder con mano muy fuerte, que se espera solo se extienda durante estos próximos seis años.
“La campaña presidencial expuso el mito de la consolidación total en torno a un presidente irreemplazable. Puede que Vladimir Putin esté ganando en el corto plazo, pero está sembrando minas bajo el futuro del país. Aparentemente resignado al lema ‘après nous, le déluge’ (después de nosotros, el diluvio), el régimen es incapaz de definir sus objetivos y está agotando el suministro a largo plazo de recursos políticos, económicos, demográficos y psicológicos”, escribió en su última columna para el centro de estudios Carnegie, Andrei Kolesnikov, experto en política rusa.
Los analistas concuerdan que su posición se ha visto reforzada por la sorprendente resiliencia de la economía rusa a pesar de las amplias sanciones occidentales tras la invasión de Ucrania. También se ha visto fortalecido por los avances incrementales, pero consistentes, de Moscú en el campo de batalla en los últimos meses, y la demora de Occidente en entregar la ayuda requerida a Kiev. Esto le ha entregado una posición fortalecida, una situación distinta que hace un año.
“La posición de Putin parece más fuerte que hace seis meses”, dijo a Newsweek John Hall, profesor de derecho en la Universidad Chapman, en California. “Los intentos de aislar económicamente a Rusia han resultado mucho menos exitosos de lo esperado, principalmente debido a la voluntad de India de comprar petróleo ruso”.
“Creo que ciertamente así es como él está retratando las cosas, que es más fuerte. El verano (boreal) pasado hubo un desafío realmente sustancial a su poder por parte de (el fallecido líder del grupo Wagner) Yevgeny Prigozhin, que ya pasó. Lo que hemos visto ahora es que el pueblo ruso no se va a levantar contra esta guerra. No se van a levantar contra Putin. La élite no se va a levantar. De modo que algunas de las incertidumbres que teníamos al principio de la guerra se han resuelto a favor de Putin. El problema que todavía tiene es el futuro de Rusia, que pueda ganar algo de territorio en Ucrania. Pero lo que ha hecho a la posición de Rusia en el mundo es bastante devastador. Y entonces, le duela personalmente o no, ha sido una guerra terrible para Rusia. Y es por eso que muchos observadores dicen que Rusia ya perdió la guerra. No creo que Putin lo vea de esa manera. Pero a largo plazo para Rusia esta guerra habrá sido un desastre”, dijo a La Tercera, Paul D’Anieri, cientista político estadounidense y autor de Ukraine and Russia: From Civilized Divorce to Uncivil War.
Lo que hemos visto ahora es que el pueblo ruso no se va a levantar contra esta guerra. No se van a levantar contra Putin.
Paul D’Anieri, cientista político estadounidense
Para el periodista y analista ruso Konstantin Eggert, “Putin piensa que tiene más posibilidades de ganar hoy la guerra en Ucrania que hace un año. Él espera varias cosas. En primer lugar, que Estados Unidos y Alemania sigan manteniendo esta política de no dar a Ucrania las armas de largo alcance. En segundo lugar, cuenta con el resultado de las próximas elecciones al Parlamento Europeo, que influirán en el liderazgo de la Unión Europea. Espera que las fuerzas aislacionistas, las fuerzas antiamericanas ganen una posición significativa en el Parlamento Europeo, y que afecte la forma en que se forme la Comisión Europea. Y eso significa que la próxima Comisión Europea será menos decidida a resistirse a él”.
“El cálculo número tres en el Kremlin, por lo que tengo entendido, es que espera que Donald Trump gane las próximas elecciones presidenciales en EE.UU., y que termine el apoyo a Ucrania y abogue por las llamadas ‘conversaciones de paz’. Espera que los estadounidenses presionen a (Volodymyr) Zelensky y lo obliguen a empezar a hablar con Moscú. Creo que, por ahora, él piensa que mientras no haga nada espectacular, como asaltar Kiev de nuevo, sobrevivirá hasta el próximo año o hasta el final de este año, y esto traerá un cambio positivo en lo que a él respecta”, dijo Eggert a La Tercera.
A juicio de Kolesnikov, desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania, el 24 de febrero de 2022, el régimen de Putin “ha reconstruido cada elemento de sí mismo para adaptarse a un estado de guerra permanente: en la propaganda y en la vida cotidiana, en el modelo político de unificación del comportamiento de las élites y la gente corriente, en la educación, la justicia y, fundamentalmente, en la economía”.
“El público en general no tiene más remedio que seguir adaptándose. Este ya no es un régimen autoritario que sólo requiere silencio del pueblo, sino un régimen semitotalitario (totalitarismo híbrido) que exige complicidad. La gente debe pagar sus deudas al Estado sacrificando a sus seres queridos en las trincheras, asistiendo a mítines masivos en apoyo de la guerra y realizando actividades socialmente aprobadas, desde denunciar a un colega (o un estudiante, profesor o vecino) por expresar oposición a la guerra”, añadió.
Para los expertos, lo que Putin tiene planeado para Rusia en estos próximos seis años por lo general se conoce tras los comicios. “Las elecciones presidenciales de Rusia no son tan importantes como lo que viene después. Putin a menudo ha pospuesto medidas impopulares hasta después de las elecciones”, dijo a la agencia The Associated Press Bryn Rosenfeld, cientista política y académica de la Universidad de Cornell.
Una nueva élite
Después de las elecciones y por primera vez desde 2020, Putin podría llevar a cabo una reestructuración importante del gobierno. Si bien Moscú aún no ha finalizado una lista de nombres y designaciones, es probable que se produzcan varios cambios potenciales a medida que el mandatario busca renovar su equipo al comienzo de otros seis años en el poder, han señalado cercanos al Kremlin a la prensa estadounidense y británica.
Putin piensa que tiene más posibilidades de ganar hoy la guerra en Ucrania que hace un año.
Konstantin Eggert, periodista y analista ruso
De hecho, en su discurso sobre el Estado de la Nación del 29 de febrero, señaló que había que prepararse para un cambio de élites, las que estarían nerviosas pendientes de los posibles cambios. Para los expertos, el sistema político estrictamente controlado que ha construido y consolidado bajo su mando durante más de dos décadas ofrece menos seguridad laboral a sus subordinados, incluso a los de la misma generación, dada la necesidad de renovar las filas para prepararse para el futuro.
Además del ministro de Defensa, Sergei Shoigu (68), y el de Relaciones Exteriores, Sergei Lavrov (73), algunos de los miembros más antiguos del gobierno actual incluyen al ministro de Energía, Nikolai Shulginov, de 72 años, al ministro de Transporte, Vitaly Savelyev, de 70 años, y al vice primer ministro Yuri Trutnev, de 68 años, quienes serían candidatos a ser reemplazados por caras más jóvenes.
“Para el Kremlin es importante enviar una señal de rotación y se necesita sangre fresca”, dijo a Bloomberg, Mikhail Vinogradov, director de la Fundación Política de San Petersburgo. Las expectativas de cambio “están aumentando en todos los puestos” del gobierno, aunque el nivel de especulación sobre quién podría ser trasladado corre el riesgo de distraer a los altos dirigentes de abordar las cuestiones militares, indicó.
Uno de los cambios que se esperaba y que divulgaron distintos medios rusos el viernes, fue el de Boris Kovalchuk, quien se espera que renuncie como jefe del holding Inter RAO para asumir el puesto de jefe adjunto del departamento de control presidencial, un puesto que, si bien no tiene gran espectacularidad, fue el mismo que ocupó Putin de 1997 a 1998.
Incluso después de que Putin fuera nombrado director del FSB en mayo de 1998, Nikolai Patrushev, aliado del actual mandatario y secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, ocupó ese puesto. Por lo que se especulaba de la relevancia dada por el mandatario a Kovalchuk.
Por otro lado, durante la campaña no hizo ninguna promesa antes de las elecciones, sino que utilizó su discurso sobre el Estado de la Nación para anunciar cinco nuevos “proyectos nacionales”, titulados “Personal”, “Juventud de Rusia”, “Familia”, “Vida larga y activa” y “Economía de datos”. Cuatro de ellos tienen obviamente una orientación social e implicarán hipotecas subsidiadas, ayudas sociales a las familias y sueldos más altos para los empleados estatales, así como la construcción y modernización de escuelas, universidades y hospitales.
Para el analista ruso del centro Carnegie, Andrei Pertsev, el razonamiento del mandatario es claro: “El Kremlin obtiene los mayores dividendos políticos del gasto social. La gente siempre se da cuenta cuando se renueva una escuela u hospital local. Por supuesto, los gobernadores y el partido gobernante Rusia Unida se benefician de estos proyectos, pero el principal beneficiario es Putin”.
En este contexto, el diario opositor Novaya Gazeta, escribió que “todos los derechos, acuerdos y libertades están determinados exclusivamente por un sujeto: el Estado ruso y su gobernante absolutamente soberano e inamovible”. A juicio del periódico, se trata de un “feudalismo declarado oficialmente”.
“La clase militar es proclamada clase absolutamente privilegiada, la ‘nueva nobleza’, y el país avanza hacia una nueva versión de la formación histórica tradicional: la ‘nueva Edad Media’”, concluyó.