Marcelo Cicali, el dueño del Liguria, camina todos los días desde su casa, en el barrio Diego Almagro, hasta su oficina en el segundo piso de su emblemático restaurante de Av. Providencia. Con su ojo de “vecino-comerciante”, como él mismo se define, pero también con el de su cargo de presidente de la Cámara de Comercio de Providencia, ha visto como han ido bajando sus cortinas lugares emblemáticos de esta avenida. Como las telas Grayde, que estuvo por más de 70 años en la esquina nororiente con Manuel Montt y que cerró poco antes de la pandemia. “Ahí compraba el género para los manteles del Liguria. Era de esos lugares de antes, donde su dueño estaba con las tijeras en manos cortando telas. Es una pena que ya no exista. Tampoco he visto abierto el Normandie. Ese restaurante debe llevar 20 años ahí, es importante para los vecinos. Y a la vuelta, el Teatro Nescafé todavía no puede volver a funcionar”, resume el empresario gastronómico.
Pese a que la circulación de gente es incesante en Av. Providencia, la recuperación del comercio y el regreso de tiendas, restaurantes, bares, cafés y hoteles del sector ha sido gradual, al igual que en otros emblemáticos ejes comerciales de la capital.
Si bien en la Cámara de Comercio de Santiago aun no tienen cifras de la tasa de apertura de las tiendas tras el desconfinamiento de la Región Metropolitana, su gerente general, Carlos Soublette, asegura que “son buenas, pero seguirán estando muy por debajo de un óptimo, dado que los aforos actuales no permiten una recuperación efectiva del comercio”.
En Providencia, desde el gremio comunal calculan que alrededor del 80% del comercio ya está funcionando. “Del porcentaje restante, muchos todavía no abren por miedo a un posible rebrote. Y otros, lamentablemente, cerraron de forma definitiva”, afirma Cicali.
La Tercera recorrió el eje comercial más importante de esa comuna, Av. Providencia, y pudo constatar en terreno que entre Manuel Montt y Tobalaba, hay varios lugares con sus cortinas abajo y carteles de “se arrienda”. Algunos nos las volverán a subir más, los que ya venían afectados por el estallido social y que la crisis del coronavirus terminó por darles el mazazo final.
Como la tienda Ecoropero, que estaba a un costado de la Iglesia de la Divina Providencia, y que decidió cerrar por la pandemia. “No sabíamos cuánto tiempo podríamos pagar el arriendo sin abrir”, cuentan Carolina y Gustavo, sus dueños. En la misma vereda, el lugar donde estaba Piero’s Restaurante también está en arriendo y cerrado desde marzo. Funcionó durante 13 años y en agosto pasado le entregaron el local a su dueña.
Subiendo por Av. Providencia también tienen sus cortinas abajo en pleno día hábil varios negocios pequeños, de ventas de jugos o energizantes deportivos y algunos servicios técnicos de celulares. Lo mismo pasa con la tienda de vestidos de novia La Casa Blanca, que quebró con la crisis, y el Instituto Gastronómico Internacional, que tenía una deuda con el arrendador de espacio donde operaba. Mientras, la Librería Inglesa ya no recibe clientes, aunque sí lo hace en sus locales de Huérfanos y Vitacura.
En el emblemático Drugstore, en estos últimos meses cerraron siete negocios, entre ellas la disquería Needle y la tienda de mochilas Coyote. Pero como la lista para conseguir un espacio ahí es larga, ya se arrendaron y sus nuevos ocupantes abrirán prontamente.
En tanto, el regreso los restaurantes y bares de Av. Providencia ha sido más lento. Si bien la mayoría ya está recibiendo clientes en sus terrazas, lo hacen con un aforo de entre 25% y 30% de lo normal. “Y eso también es como un 30% de las ventas históricas y con eso hay que pagar arriendo, sueldos y leyes sociales”, acota Marcelo Cicali, quien tiene tres de sus locales abiertos con terrazas.
Para facilitar la reactivación del gremio gastronómico, la Municipalidad de Providencia implementó el Plan De 0 a 100, que permite a restaurantes y bares instalar terrazas en las veredas y en las calles que se cierran los fines de semanas. “Eso está funcionando con éxito en zonas como Orrego Luco y barrio Italia y que la gente los está aprovechando para pasear”, explica Patricio Ovalle, director de Desarrollo Local del municipio.
Pese a los incentivos, varios locales de Av. Providencia todavía siguen cerrados, como La Vera Pizza y Goemon, uno de los buenos japoneses de Santiago y que no tiene la posibilidad de tener terraza. Para alivio de sus comensales, el Normandie reabrirá dentro de un par semanas, aunque con solo 12 mesas y la mitad del personal.
Irarrázaval
Es mediodía de un jueves de octubre en Av. Irarrázaval y las filas frentes a los negocios son la tónica en el eje comercial más importante de Ñuñoa. Hay que esperar para poder entrar, porque los aforos dentro son reducidos, para evitar los contagios.
Frente a otros no se ven filas y, en cambio, sus cortinas están abajo, como en un outlet de zapatos y en la tienda Bottero, también dedicada al calzado.
En la esquina nororiente de Av. Irarrázaval con Chile España, la clásica Cervecería HBH no tiene el tradicional ambiente festivo que la caracterizaba. Favorita de los ñuñoínos para ir por un shop, no funciona desde marzo y en su Facebook aseguran que recién volverán cuando la comuna pase a fase 4. Mientras, no tendrán delivery ni ningún tipo de venta.
Otros en cambio cerraron para siempre con la crisis, como el restobar Rey Toro. Fernando Stagnaro, hijo del dueño, explica que hace tiempo tenían la intención de vender el local y que la recesión aceleró esa decisión, por las cifras negativas que tenían. Frente a la Plaza Ñuñoa, el italiano La Taverna della Pizza también luce sus cortinas cerradas y su dueño prefirió no hacer comentarios para este artículo.
Cruzando la plaza, en la esquina norponiente de Irarrázaval con Jorge Washington, están sin funcionar una botillería, el emblemático Teatro UC y el bar rockero La Batuta. También un histórico del sector, el restaurante El Dante, que aún no reabre y no ha dado señales de hacerlo.
Alonso de Córdova
La crisis también se hace notar en Alonso de Córdova, la calle con las tiendas y restaurantes más exclusivas de Santiago. Varias vitrinas se ven vacías y algunas cocinas ya no se encenderán más. Como la de Arrocería Cienfuegos, el ondero lugar que se especializaba en platos con arroz y que, tras dos años funcionando, se despidió de sus clientes hace algunos días: el 29 de septiembre fue su último servicio.
También cerraron en los últimos meses el café Maillard Deli y, en el bulevar CV Galería, La Brasserie de Franck & Héctor. El espacio de este último lo ocupará Fe, la nueva apuesta del chef y dueño de Sarita Colonia Gino Falcone.
A pasos de ahí, una tienda de lapislázuli también tiene el local en arriendo, al igual que otras pequeñas boutique, aunque ninguna de las renombradas de esta avenida.
“Actualmente hay muchas tiendas vacías y lo cierto es que está costando ocuparlas. Según nuestros registros, la vacancia para retail en los ejes de Nueva Costanera y Alonso de Córdova está cercana al 20%. El impacto producto del COVID para pequeños negocios boutiques, restaurantes, cafés, tiendas de decoración fue muy grande, y muchos no pudieron resistir seis meses sin ventas”, explica Víctor Danús, gerente general de ProUrbe Gestión Inmobiliaria.
Desde Sotheby’s International Realty, la corredora que tiene a su cargo varias propiedades de lujo en este avenida, agregan que la disponibilidad de locales comerciales en el sector aumentó en más de un 200% en el último año. Mientras, la disponibilidad de oficinas se disparó en 350%.
Esa es también la principal razón para que los precios de arriendo de los locales comerciales cayeran en aproximadamente 15% desde septiembre del año pasado. “Además, el tiempo que demoran en arrendarse también ha aumentó en el mismo período, de tres meses hace un año a seis meses o más actualmente”, señalan Carolina Uribe, gerente comercial de Sotheby`s.
Patronato
“Hasta el año pasado, casi había que matar a alguien para encontrar un local disponible en Patronato. Ahora, es fácil hallar uno en arriendo”, grafica Óscar Hernández, comerciante de este popular barrio de Recoleta y hasta hace un tiempo vocero de la asociación gremial del sector.
Y tiene razón. Basta hacer un recorrido por sus calles estrechas y atestadas de comerciantes para ver los avisos de “se arrienda”. Caminando un par de cuadras en Manzano se pueden divisar varios locales vacíos y disponibles y que hasta hace poco albergaban negocios de venta de vestidos de fiestas, carteras, bisutería y otros accesorios a buenos precios.
Algunos se trasladaron a espacios más baratos, unos cuantos decidieron apostar por la venta en Instagram y otros cerraron de manera definitiva. Según Ulises Riquelme, presidente de la Cámara de Comercio de Patronato, con esta crisis cerró entre el 30% y el 40% de los negocios del sector y se perdió un tercio de los empleos directos.
"Esto tiene que ver con la pandemia, pero también con el estallido social, que nos golpeó fuerte y afectó al comercio de este lado del río. También acá los arriendos son caros. Hasta hace poco, un local dentro una galería o pasaje no bajaba de los $600.000 al mes y de $ 2.000.000 millones los que dan directo a la calle. Aunque ahora que hay más disponibilidad están bajando, afortunadamente.
Un ejemplo del impacto de la crisis en este barrio es el Paseo Santa Filomena, el bulevar que la gente conoce simplemente como Mall de Patronato. Ahí es posible ver varios espacios disponibles y con carteles que señalan a sus clientes que se trasladaron o que ahora atienden solo por WhatsApp. Mario Zacarías, gerente comercial de este recinto, confirma que hoy el 25% de los locales de ahí están cerrados.
Los restaurantes del barrio, en su mayoría picadas coreanas y árabes, también están funcionando a medio gas y varios de ellos, como Banchan Nara, hoy se pueden probar solo con delivery.