La democracia y su desempeño en la mira de los chilenos
Un estudio del Laboratorio de Encuestas y Análisis Social (LEAS), de la UAI, revela un importante nivel de insatisfacción con el funcionamiento de la democracia. Al mismo tiempo, un 41,6% no considera necesario un nuevo proceso constituyente para resolver los problemas del país.
El triunfo del “En Contra” en el plebiscito del 17 de diciembre dio por cerrado el proceso constitucional luego de cuatro largos años de debate y votaciones. Si bien la mayoría de los chilenos valora el sistema democrático por encima de cualquier otro modelo, hay más insatisfechos que satisfechos con el funcionamiento de la democracia en el país. Además, la ruta para una nueva Constitución provocó tal nivel de agotamiento, que casi cinco de cada 10 ciudadanos estima que cualquier tipo de debate respecto de la Carta Magna debería tener lugar en el próximo gobierno.
Esas son parte de las conclusiones a las que llegó el estudio “Chile Post Plebiscitos”, llevado a cabo por el Laboratorio de Encuestas y Análisis Social (LEAS) de la Universidad Adolfo Ibáñez y la empresa Datavoz. “Se esperaba que hubiese un hastío muy fuerte con todo el proceso constitucional y que no haya ningún ánimo de retomarlo en el corto plazo”, dice Andrés Scherman, realizador del estudio e investigador de LEAS.
La encuesta, que se realizó durante enero a través de correo electrónico a un grupo de 1.147 personas mayores de 18 años, arrojó que un 61,8% considera que “la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno”, mientras que un 25,8% se inclinó por la afirmación “en algunas circunstancias, un gobierno autoritario puede ser preferible a uno democrático”. También, un 12,4% manifestó que “a la gente como uno, nos da lo mismo un régimen democrático que uno no democrático”.
Según datos del LEAS, ante la misma consulta en diciembre de 2021, un 45,9% de chilenos consideraba la democracia como forma de gobierno preferible. Así, Scherman interpreta las elecciones en el marco del proceso constitucional como “una ciudadanía que cree en la democracia. O sea, que mejor muestra de creer en la democracia que haber ido a votar dos veces y rechazar dos veces las propuestas, ¿no es cierto?”.
Al desglosar las preferencias de forma de gobierno según inclinación política, la encuesta arrojó que, respecto a la valoración de la democracia, quienes tienen una posición de izquierda la consideran en un 89,9% como la mejor forma de gobierno, quienes son de centro la eligieron en un 54,6% y los de derecha en un 43%. La posibilidad de un gobierno autoritario fue avalada por un 5,7% de la izquierda, un 22,2% del centro y un 49,5% de la derecha.
“La ciudadanía tiene una identificación con el sistema democrático, pero está tremendamente insatisfecha con cómo está funcionando la democracia y los partidos políticos”, explica Scherman. En ese sentido, apenas el 5,2% de los chilenos manifestó sentirse muy satisfecho con el funcionamiento de la democracia en el país.
De hecho, ante la pregunta sobre qué tan satisfecho está con el funcionamiento de la democracia en Chile, el 39,5% dijo estar insatisfecho, mientras que el 23% señaló estar satisfecho. Las percepciones sobre la democracia y su funcionamiento están directamente relacionadas con la evaluación de las instituciones, consideran distintos expertos.
Según la encuesta Cadem de noviembre de 2023, las dos instituciones públicas con menor aprobación en ese momento eran el Congreso y los partidos políticos, con un 21% y 15% de aprobación, respectivamente. En “Chile Post Plebiscitos” del LEAS, la tendencia continua a la baja: los partidos políticos se mantuvieron como los peor evaluados, con un 66,7% de desconfianza, mientras que un 54,4% expresó no confiar para nada en el Congreso.
Al mismo tiempo, el 44,5% dijo no tener nada de confianza en el gobierno -apenas el 7,9% señaló tener “mucha confianza-, mientras que el 46,4% reveló que no confiaba en los tribunales de justicia y apenas el 1,5% dijo tener “mucha confianza” en estos.
El Servel fue el único organismo público mencionado a los encuestados que no obtuvo una desconfianza mayoritaria. Cinco de cada 10 chilenos manifestó confiar en el ente electoral y un 31% expresó lo contrario. Ante esto, el académico concluye que “podemos tener una crítica muy fuerte a cómo funcionan los partidos y cómo han conducido el proceso político, pero no hay un problema de integridad electoral del sistema”.
Scherman asegura que, pese a la tendencia a desconfiar en las instituciones, “eso no significa que la gente desconfíe por igual de todo el mundo, porque de lo contrario, también desconfiaría del Servel. La gente es capaz de percibir que el Servel es una institución que hace de forma adecuada su trabajo”.
El investigador explicó que la desaprobación de estas instituciones es algo que viene de hace tiempo y por ahora no hay señales de revertirse, en especial porque el último proceso constitucional vino a “hacer más intensa esta idea de que la élite o la clase política está distante y no supo leer lo que quería la gente. No pudo generar una propuesta que les hiciera sentido a las personas. Eso pasó dos veces, y en los dos extremos del arco político”.
Proceso constituyente
Según el estudio de la UAI, un 41,6% consideró que un nuevo proceso constitucional es “nada necesario para resolver los problemas del país”. Al mismo tiempo, el 18,9% dijo que era “poco necesario”, mientras que el 13,9% consideró que es “muy necesario” y el 10,5% “bastante necesario”.
Para la mayoría, el debate constitucional ya no es prioritario: un 47,1% cree que debería retomarse en el próximo periodo presidencial, mientras que un 32,9% afirma que es un tema que se debería resolver en 10 años o más.
Sherman interpreta que este cambio en las prioridades se debe a que, luego de dos procesos constituyentes, existe “un nivel de cansancio, de hastío y de distancia enorme. La clase política tuvo dos veces la posibilidad de presentar una nueva Constitución. Se eligieron órganos constituyentes, se generaron mayorías capaces de crear propuestas. Y ambos textos se rechazaron por una votación muy amplia”.
Tras dos intentos fallidos de sustituirla, un 24,2% considera que la Constitución vigente está muy legitimada y otro 18,6% estima que lo está bastante. Solo para un 21,8% no se vio nada legitimada tras ambos procesos constitucionales.
El sondeo de LEAS reveló que un 33,6% de los votantes definió su voto de cara al 17D desde un inicio, incluso antes de que se realizaran las campañas por el “A favor” o el “En contra”. “Pareciera que ni la campaña ni la franja electoral lograron modificar muchas intenciones de voto. Probablemente porque las campañas tienen una menor capacidad de persuadir cuando lo que están en juego son cosas tan fundamentales como en este caso”, estima Scherman.
La campaña televisiva se transmitió en cadena nacional, en dos horarios distintos y durante todo el mes previo a la votación. De los ciudadanos encuestados por LEAS, un 36,8% afirmó que nunca la vio y un 25% lo hizo sólo un día a la semana.
Ante la pregunta, ¿Cree que la franja electoral se debería mantener en las próximas elecciones? un 55,5% manifestó que no. “Hay bastante escepticismo del rol que puede tener la franja dentro del sistema electoral. Más o menos es la misma cantidad de gente que no ve la franja y que tampoco es muy partidaria de que esta siga”, concluye el investigador.
Para Scherman, otro tema interesante está en el debate previo a las votaciones. “Las personas de Chile desde hace algún tiempo concentran su conversación política primero con su familia y luego con sus amigos, pero tienen muy poca capacidad o interés en llevar esas conversaciones a otros lugares. Lo más probable es que asuman que puede haber una relación conflictiva”, explica el académico.
Los chilenos conversaron sobre el plebiscito constituyente de forma muy frecuente, en un 49,1% con su familia y en un 32,6% con sus amigos. Por otro lado, un 46,2% manifestó no hacerlo nunca con sus vecinos. Con los compañeros de trabajo la tendencia está dividida, un 25,2% manifestó haberlo hecho de forma muy frecuente y un 25,2% no lo hizo nunca.
“Es interesante, porque se supone que la Constitución es lo más público, es lo más político de todo, pero la conversación la dejan para el espacio más íntimo, que es la familia. No socializan mucho ese tema con otras personas en el espacio público, sino que se lo llevan al ámbito privado”, concluye el académico.
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