La guerra interior del Liceo Lastarria

Felix Alumno Liceo Lastarria
Javier prefiere no mostrar su rostro para esta nota. Dice que tiene miedo de los grupos violentos que hay entre los jóvenes que comparten su propio liceo. Foto: Andrés Perez / La Tercera

La llegada de una veintena de alumnos de liceos emblemáticos de Santiago generó un quiebre en la comunidad del Lastarria. Las tomas, funas y actos vandálicos degradaron la convivencia escolar. Por eso, un grupo de 50 estudiantes se organizó para enfrentar la violencia y a los “overoles blancos”. El miedo de sus padres es que ese conflicto escale al punto de que uno de sus hijos resulte herido.


Javier -no es su nombre de pila-, de 17 años, cursando cuarto medio, se quiso poner su uniforme del Liceo Lastarria para ilustrar esta nota. Estudia allí hace cinco años. Pide que no se muestre su cara y dice que no puede lucir el escudo de su colegio tranquilo. Cuenta que tiene miedo de la violencia que ejercen algunos grupos de estudiantes que tienen tomado el colegio. Javier no reside en Providencia. Tal como él, el 92% de los alumnos que estudian en liceos de esa comuna no viven ahí.

El estudiante dice que cuando llegó, en séptimo básico, se encontró con un liceo con tradiciones. Un colegio que, sentía, ofrecía seguridad y tranquilidad. Los profesores que lo introdujeron le dijeron algo que lo marcó.

-Se hablaba mucho de que era un liceo de excelencia. Que los estudiantes que salían de allí entraban a universidades prestigiosas y terminaban siendo personas destacadas en esas áreas.

En ese tiempo, recuerda, fue entendiendo cómo funcionaba el “sistema político” del Lastarria. Las decisiones se tomaban entre todos los estudiantes, representados por los presidentes de curso y el centro de estudiantes. Los petitorios que levantaban, dice, tenían un sentido.

-Era muy recurrente que en los petitorios estuviera la higiene del liceo, que aumentara la calidad de los baños, o que las comidas de la Junaeb fueran mejores -dice-. Antes del estallido social y de la pandemia fue una época muy buena del Lastarria. Cuando ocurrían movimientos políticos, eran organizados y pacíficos. Eran por una causa justa, o una en que la gran mayoría estuviese de acuerdo. La toma era vista como algo extremo, de última necesidad.

Estudiantes del Liceo Lastarria regresan a clases presenciales 02/03/2022
Liceo José Victorino Lastarria. Foto: Dragomir Yankovic / Aton Chile.

A Sonja del Río, una técnico jurídico de 44 años, excandidata a diputada por republicanos, también le atrajo la idea de meter a su hijo al Lastarria. Dice que junto a su esposo no les alcanzaba el dinero para ponerlo en un colegio privado. Eso, además de ver los puntajes de la PSU que obtenían quienes estudiaban en el liceo, los hizo decidir que entrara a kínder. Era 2012. Ese año, Angélica, otra apoderada que pidió reservar su identidad, tomó el mismo camino para que su hijo entrara en 2022.

Esta estructura se fue alterando frente a los ojos de Javier y sus compañeros.

El año 2022, dice, comenzaron estos cambios. Luego de dos años sin clases normales por la pandemia, volvió al liceo en segundo medio. Ahí, con su curso y amigos, con quienes compartía hace años, se dieron cuenta de que las movilizaciones y las asambleas, que eran usuales en un colegio que siempre ha sido activo políticamente, eran distintas.

-Empezó a llegar mucha gente del Instituto Nacional. Ese año fueron unas 20 personas que llegaron desde allí. Llegaron más que nada a mi curso, que era tercero medio. Era gente que expulsaron, que le acomodaba postular por tómbola al colegio, porque tenía jornada de tarde -dice-. Y no quiero estigmatizar, pero llegó gente que no tenía la intención de dedicarse a estudiar. Esas personas trajeron la costumbre de imponerse sobre otros solamente por hablar más fuerte.

Javier sigue esta explicación.

-A la hora de las asambleas, el que no tiene miedo de hablar o el que grita más termina teniendo una opinión más válida que el otro. La gente que no quería clases y quería irse a toma, si bien no era mayoría, terminaba tomando las decisiones.

Esas tomas, dice Angélica, la apoderada, fueron perdiendo cada vez más el sentido.

-Una del año pasado fue para pedirle al gobierno que bajara la Ley Nain Retamal. Una ley que ya estaba promulgada, y a la que el gobierno se opuso. Decían que iba en contra del estudiantado. Yo creo que nadie se enteró siquiera que el liceo estaba en toma por eso.

Las asambleas, dice Javier, se empezaron a hacer cada vez más frecuentes. Lo que veía es que los alumnos nuevos se imponían al resto en sus modos. Por eso, empezaron a tomar las decisiones que ellos querían. Lo otro que explica es que muchos de sus compañeros también los apoyaron en un inicio.

-Mira, ellos son pocos comparados a todo el colegio. Pero lo que hacen se contagia. Además, cuando hablan contigo no te hablan de sus motivaciones políticas. Van convenciendo al resto. Dicen: esto te conviene porque vas a perder clase, o te conviene porque vas a perder una prueba.

Felix Alumno Liceo Lastarria
Foto: Andrés Pérez / La Tercera

Lo que alteró todo, dice Javier, fue el 2 de mayo del 2023, a mediados del primer semestre. Dice que a esa altura las clases online estaban cada vez más validadas. “Muchos las veían como estar de vacaciones”, dice.

Esa mañana empezó a escuchar chiflidos. Luego, un grupo de estudiantes vestidos de overoles blancos y otros encapuchados reventaron el portón y salieron a la calle. Esa fue la primera vez, dice, que vieron con sus compañeros a otro alumno portar una molotov.

Cuando pasó esa primera salida, dice Javier, nadie sabía qué hacer. Los profesores no estaban preparados para esto. No había protocolos.

Javier dice que no sabía qué contarle a su madre cuando llegó a la casa.

-Tuve que decirle ¿sabes qué?, me mandaron para la casa porque entraron una molotov al colegio.

Los compañeros nuevos

La alcaldesa de Providencia, Evelyn Matthei, dice que las tomas del Liceo Lastarria en los últimos dos años se han puesto cada vez más violentas:

-Empezamos a notar algo raro el 2022: con la tómbola, empezaron a llegar chicos que se cambiaban en tercero o cuarto medio desde liceos emblemáticos de Santiago. Eso es raro y poco frecuente.

Si bien la alcaldesa admite que no tienen manera de saber si fueron expulsados o no, dice que hay una relación con los hechos de violencia en el colegio y la llegada de esos alumnos.

Lo explica con cifras: de los 13 alumnos que han sido identificados en incidentes dentro de los colegios o en las afueras con artefactos incendiarios, siete vienen de liceos de la comuna de Santiago.

Un dirigente del Centro de Apoderados del Lastarria, que habló con reserva de identidad para este artículo, cuenta que el Centro de Apoderados representa a casi 2.400 padres que son miembros de la comunidad lastarrina. De ellos, no más de 150, estima, están a favor de las tomas.

Lo otro que explica este apoderado es que el centro de estudiantes, electo a principios de este año con 1.400 votos, de una matrícula de 2.400, mostró una postura a favor de las tomas.

Esto permitió que esas salidas de overoles se hicieran cada vez más frecuentes. Javier lo describe como un ciclo que no se detenía: si en una salida detenían a un overol, la siguiente salida incendiaria era para reclamar por la detención de ese overol.

El ambiente cada vez se puso más tenso, dice el adolescente. Sobre todo después de marzo de este año, cuando el grupo integrado por estudiantes de liceos de Santiago creció.

-Si el 2023 las salidas eran una vez al mes, yo diría que ahora las manifestaciones son una vez a la semana. Es más: la semana antes de salir de vacaciones de invierno pasó todos los días.

Javier dice que el punto de inflexión fue cuando, el 23 de mayo pasado, alumnos rociaron con bencina al director del liceo.

-Eso poca gente lo vio, porque ya nos habíamos ido. Pero luego nos enteramos, porque los mismos encapuchados lo celebraban como un logro en sus páginas de redes sociales.

Eso los marcó como comunidad. Desde ese momento las comunicaciones se intensificaron.

-Lo que cambió todo fue que la gente que antes los apoyaba se dio cuenta de que ya no correspondía seguir así. En especial la gente de cuarto medio. Yo mismo me doy cuenta de que la pérdida de clases me está perjudicando. No hemos podido tener pruebas, porque esta gente sale y nos mandan a la casa.

Javier dice que las constantes salidas de encapuchados consiguieron que un grupo de estudiantes empezara a cuestionar esas acciones por su inconsistencia.

-Nosotros somos una comunidad que nos conocemos hace años. Y estamos acostumbrados al orden del colegio. Pero lo que veíamos de estas manifestaciones era que defienden la lucha estudiantil, pero no exigen algo, ni tienen un objetivo claro. Quieren imponer algo que solo saben ellos.

Por eso, en una de las salidas, un grupo de 40 alumnos decidió, a modo de broma, sentarse en las afueras del liceo, a modo simbólico, exigiendo clases.

Lo que pasó ahí cambió algo, dice. Se generó un sentimiento de pertenencia. Las conversaciones sobre lo que pasó los llevaron a formar un grupo de WhatsApp. Le pusieron FRUL, a modo de broma: Frente Revolucionario Unido Lastarria.

-Decidimos que el lastarrino no se puede quedar sin hacer nada, de brazos cruzados. Que no se puede quedar callado ante la violencia.

Hoy, son 50 alumnos en ese grupo. Aunque los que los apoyan en secreto, por miedo a las funas, dice Javier, son más de 100.

El dirigente del Centro de Padres que habla en reserva dice que este grupo es conocido entre los apoderados. La gran mayoría de los estudiantes del liceo, sostiene, tiene miedo. Es por eso que el FRUL es la cara visible de los alumnos que se atrevieron.

“Yo les digo a mis hijos que no se metan en nada -dice el apoderado-. Porque imagínate: si fueron capaces de rociar al director, son capaces de tirar una bomba y quemar a alguien dentro del colegio”.

El conflicto, dice este mismo padre, ha escalado hasta los apoderados. “Hay grupos de WhatsApp entre kínder y cuarto medio, donde hemos tenido que limitar los mensajes, porque empiezan a haber conflictos políticos -describe-. Se dicen cosas cada vez más fuertes. ‘Tú no sabes los problemas que tenemos, a lo mejor ya te pusiste burgués’, decía una apoderada el otro día.

Javier añade que al grupo incluso se han ido uniendo alumnos que antes apoyaban a los encapuchados. La idea, dicen ellos, es que el diálogo vuelva a ser la forma en que se solucionan los problemas en su liceo.

El problema, dice el lastarrino, es que esto les ha costado caro a varios.

-Cuando tú no estás de acuerdo con ellos, te denigran como persona. Difunden imágenes en sus redes sociales con nuestras caras. Dicen “esta persona no nos apoya”, o te tratan de “amarillo”. Te dicen que eres de derecha porque quieres tener clase. O te insultan en el patio. Siempre usan el acoso para intentar mantener ese miedo para imponerse sobre el resto del alumnado.

Ese acoso, dice, es a través de memes, videos mofándose de esa persona, o bien a través de fotos que les sacan sin consentimiento. Cuando eso pasa, dicen, se activa el grupo FRUL.

-Ahí nos vamos acompañando. Tratamos de salir en defensa de esa persona. Porque para los que no saben, o no entienden, o solo se guían por las redes sociales, esa persona queda marcada como un peligro para la política lastarrina. Por eso, también tratamos de convencer al curso de la persona afectada de que no tengan miedo, que ellos no tienen la capacidad de asociar a un estudiante con una imagen negativa o de decir quiénes somos nosotros solo porque no pensamos como ellos. Además de que no dan la cara, y lo hacen a través de redes sociales.

Felix Alumno Liceo Lastarria
Foto: Andres Pérez / La Tercera

Atados de manos

Lo que dice Javier es que el grupo, si bien lleva poco tiempo establecido, les ha demostrado que, como comunidad de estudiantes, pueden hacerle frente a este pequeño grupo de estudiantes que está desarmando su liceo.

-Ahora es un grupo pequeño de personas que tiene herramientas y artículos violentos para tomar el poder de la decisión para ver si puede manifestarse en imagen del Liceo Lastarria. Pero en la realidad interna del liceo, la gran mayoría está en desacuerdo. Antes, los clásicos estudiantes que pedían toma para perder clases, ahora ni siquiera esas personas están de acuerdo con estos movimientos, porque son demasiado violentos. Y, además, no representan a nadie.

Matthei dice que esto es clave. Afirma que, como municipio, su estrategia durante años ha sido intentar formar una comunidad.

-Lo que nosotros tratamos es que los alumnos que entren a estudiar a los liceos de Providencia se queden con un mismo curso en todo ese proceso. Eso genera dos cosas: una, que todos los alumnos tienen la misma base. Por ende, los profesores pueden ir enseñando la materia sabiendo que todos la entienden -dice-. El problema es que estamos recibiendo chicos que no entienden lo que leen después de 11 años en el colegio. O que no saben multiplicar ni dividir en tercero medio. Eso perjudica a los que están estudiando duro para entrar a Ingeniería o Medicina.

Matthei sigue su argumentación.

-Lo segundo, es que se produce un sentido de grupo, de cariño, de equipo. Los profesores los conocen desde niños, y se produce una comunidad que les da un soporte de por vida. Entonces nosotros estamos tratando lo más posible de que se dé ese continuo que en los colegios privados se da: entran en primero básico y salen los mismos en cuarto medio.

Pero la alcaldesa señala que esta idea topa con algo: no pueden evitar que entren estos alumnos a sus liceos. Dice que comenzó con la Ley de Inclusión y con el Sistema de Admisión Escolar, en 2017.

-El Sistema de Admisión Escolar los envía y tenemos la obligación de matricularlos. Nosotros desconocemos su origen en ese punto, hasta que entran.

Según cifras de la Municipalidad de Providencia, desde el 2022 han entrado 192 estudiantes nuevos al Lastarria en tercero y cuarto medio. De ellos, el 39% provino de establecimientos educacionales de Santiago. Y de estos, aclaran desde el municipio, solo son 13 los que se ha confirmado que han participado de actos vandálicos.

Lo que quiere evitar Matthei es que el Lastarria termine como el caso del Instituto Nacional. Por ello, dice, el municipio se querelló por el rocío de bencina al director contra dos estudiantes. Además, están aplicando el Reglamento Interno de Convivencia Escolar (RICE). Los 13 casos de alumnos que participaron de incidentes están entre ellos. Los estudiantes que no son de Santiago, que están entre los violentistas, provienen de establecimientos de Ñuñoa, San Bernardo, Maipú y Quinta Normal.

El problema de todo esto, dicen algunos apoderados, es que los más perjudicados de todo esto son precisamente los alumnos que quieren estudiar.

Luego de 11 años en el Lastarria, Sonja del Río, agotada de las tomas, paros y funas, decidió sacar a su hijo de ahí. Dice que cuando le comunicó esto a él, se deprimió.

-Él terminó cuarto medio en otro colegio, pero siente que egresó del Lastarria- dice.

Javier cuenta que su liceo se volvió irreconocible en dos años. Dice que ya no existe el orden que veía cuando entró.

-Se ve mucho la falta de representación real. Esa pequeña democracia que teníamos se perdió completamente. Porque, además, un dato importante, es que en este último año los centros que han sido electos mayormente son centros que no toman ningún tipo de solución.

Por todo esto, Javier tiene miedo de que su cara salga en el diario con el uniforme del liceo. Aún así, hoy quiere lucirlo.

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