La mochila de Boric: el peso constituyente en La Moneda
A tres meses de la derrota en el plebiscito, el Presidente aún no logra sacarse de encima la discusión para definir el mecanismo para componer el nuevo proceso constituyente. Pese a sus constantes llamados para cerrar el acuerdo, las tensiones entre el oficialismo y la oposición no lo dejan avanzar.
“No nos vamos a mover de la mesa si es que no llegamos a un acuerdo”.
El viernes, a las 17.30, mientras algunos integrantes de oposición pedían alargar el debate hasta el lunes para llegar a un acuerdo para un nuevo proceso constituyente, en el oficialismo insistían en que no iban a salir del ex Congreso Nacional sin haber cumplido con los plazos y objetivos que el Presidente Gabriel Boric ordenó a su sector: entregar certezas lo antes posible a la ciudadanía y terminar el debate durante esa misma tarde.
El Mandatario -que ha seguido las jornadas en comunicación directa con los representantes oficialistas y de oposición- había llamado a ceder para llegar a un acuerdo cuanto antes.
“Como Presidente de la República, tengo la convicción de que es preferible un acuerdo imperfecto que no tener acuerdo”, dijo el miércoles poco antes de las 9 de la mañana, en medio de la presentación del Presupuesto para el próximo año. También fue tajante para apurar a los actores: “Es importante que los partidos políticos lleguen pronto, esta semana, a un acuerdo respecto al proceso constituyente”.
Pero su jugada desesperada -94 días después de que llamara a la clase política a buscar una solución al proceso constituyente tras la aplastante derrota en el plebiscito del 4 de septiembre- fracasó la noche del viernes, cuando la oposición rechazó la oferta oficialista que planteaba un mecanismo compuesto por 70 miembros elegidos mediante elección popular y 30 expertos -designados por el Congreso- que tendrían derecho a voto, pero solo durante el proceso de armonización del texto.
La negativa de Chile Vamos fue un golpe duro para el oficialismo y los planes del Presidente, quien buscaba zanjar la discusión en la semana que hoy termina.
Así lo graficó el presidente del Senado, Alvaro Elizalde, el sábado en la mañana: “Lo quiero señalar con toda claridad, lo que ha ocurrido esta semana ha sido decepcionante, porque por más de tres meses de trabajo, y en conjunto con el Presidente de la Cámara, hemos hecho un esfuerzo por mantener un clima de entendimiento, que nos permita arribar a un buen acuerdo para Chile, estando muy cerca de un acuerdo en tres jornadas de esta semana, esto no ha sido posible porque ha primado la intransigencia”.
La Biblia
El emplazamiento del Presidente, advierten entre los negociadores del acuerdo, solo sirvió para entorpecer un debate que se fue enredando cada vez más.
En Chile Vamos, las declaraciones del Mandatario fueron tomadas como una manera de ceder a la posibilidad de establecer un órgano mixto -conformado por expertos designados por el Congreso que puedan votar en todas las instancias y por integrantes electos democráticamente- al que se ha negado el oficialismo desde el comienzo, ya que siempre ha insistido en la importancia de que el órgano sea 100% elegido por la ciudadanía. Por eso en Apruebo Dignidad, en el Frente Amplio y en el Partido Comunista hubo que hacer intensas gestiones para plantear una propuesta que convenciera a todos y calmara a los más críticos. Pero ese esfuerzo tampoco fue suficiente.
“El Presidente es como la Biblia, todos lo interpretan de una manera diferente”, bromeó un representante oficialista a mediados de la semana, buscando explicar la confusión sobre sus declaraciones, que provocaron que Chile Vamos se pusiera aún más duro en su postura.
De hecho, los mismos dirigentes de su partido, Convergencia Social, el presidente, Diego Ibáñez, y la vicepresidenta, Ximena Peralta, transmitieron que las palabras de Boric no significaban que el Presidente estuviera a favor de los expertos designados, sino que lo que buscaba era apurar las conversaciones para por fin sacarse de encima el debate sobre el proceso constituyente. Una mochila de la que necesita desprenderse para atender otros asuntos y asumir las prioridades que el mismo gobierno se ha puesto para esta etapa, como la seguridad y el costo de la vida.
Pero pese al optimismo que han manifestado antes de cada larga reunión en el ex Congreso -se ha escuchado más de una vez “este sí que es el día”-, las pretensiones de La Moneda de dar por cerrada esta discusión no han resultado.
La señal
“Presidente, los líderes de los partidos nos están pidiendo que dé una señal sobre el proceso constituyente”.
Mientras Boric estaba en Tailandia, en medio de la APEC 2022, recibió esa alerta de parte de una de las ministras del comité político.
Así, desde Asia, Boric decidió apurar, por primera vez, la mesa de negociación:
“Espero que este acuerdo no se siga dilatando porque quienes hicieron campaña, legítimamente, por el Rechazo pero prometiendo una nueva Constitución, es importante que se hagan cargo de esa promesa también (...) No esperemos otra crisis para preguntarnos de nuevo cómo lo hacemos”, dijo el 19 de noviembre, dando un paso al frente en un tema que había preferido dejar en manos del Congreso.
Y desde ahí las intervenciones continuaron. Luego de semanas en las que había optado por alejarse, al menos públicamente, de las negociaciones del acuerdo para no incomodar a la oposición -y para evitar el mismo error de la campaña, de apostar su capital político en el proceso-, el Mandatario cambió de postura y optó por involucrarse más, escuchando el llamado de sus representantes.
Diez días después fue más allá: el miércoles 30 de noviembre, Boric recibió al senador Javier Macaya, presidente de la UDI, en La Moneda, para diseñar una propuesta que dejara contentos al oficialismo y a la oposición. Pero la movida no resultó: el parlamentario no tuvo el respaldo de su sector, lo que sorprendió y generó molestia en Boric, quien dos días después se reunió con el comité político ampliado para nuevamente instarlos a llegar a un acuerdo.
Nada de eso sirvió. Tampoco las conversaciones fluidas que Boric mantiene desde su celular con varios de los protagonistas de la mesa de negociación, como Diego Ibáñez, Ximena Peralta, el senador Juan Ignacio Latorre (RD), Paulina Vodanovic (PS), Natalia Piergentili (PPD), Álvaro Elizalde (PS), y desde la oposición, Javier Macaya (UDI) y el diputado Diego Schalper (RN).
Este último le hizo llegar su molestia a través del diputado Ibáñez cuando el partido del Presidente, Convergencia Social, complicó los avances con un mensaje publicado en Twitter el lunes, a las 19:00.
“La democracia se construye con elección, no con designación. ¡Por una Constitución electa por la ciudadanía!”, decía el tuit. Pero el problema no fue solo el texto, sino que las imágenes de líderes de oposición que lo acompañaban. En la foto aparecían Macaya, Schalper, María José Hoffmann (UDI) y los senadores Iván Moreira (UDI) y Francisco Chahuán (RN).
“Cómo es posible que el partido del Presidente ataque directamente a quienes somos parte de la mesa de negociación”, le dijo Schalper a Diego Ibáñez.
“Le manifesté al diputado Ibáñez nuestro malestar, pues nos parece que no es la forma de entenderse y llama a la desconfianza”, explica el diputado RN.
Ibáñez se vio obligado a pedir disculpas al día siguiente en la mesa de negociación, porque la imagen había sido visada por la directiva del partido. De todas formas, cercanos al Presidente se opusieron al mensaje desde el principio porque sabían lo sensible que era el tema para él, quien mantiene un diálogo sincero y fluido con parte de los aludidos directamente en la foto.
Los cálculos
En La Moneda no solo el Presidente ha estado alerta de la negociación. Todos los ministros, sobre todo del comité político, están conscientes de la incidencia que esto tiene en el rumbo del gobierno.
Por ejemplo, desde septiembre que el ministro de Hacienda, Mario Marcel, ha hecho ver el costo que tiene para la economía la prolongación del anuncio. Mientras que la ministra del Interior, Carolina Tohá, aseguró esta semana que la discusión “se ha dilatado más de lo que todos quisiéramos”.
Y la ministra Segpres, Ana Lya Uriarte -que ha estado atenta al apoyo que tienen las diferentes fórmulas en el Congreso-, dijo el viernes a ADN que creía que ese día “podría haber acuerdo y además de creerlo lo espero realmente con muchas ansias”, mostrando un optimismo muy distante a la tensión con la que se enfrentaban las dos coaliciones en la mesa de negociación.
Pero la preocupación no estaba solo en la primera línea. Al igual que los partidos que están en la mesa negociadora, La Moneda también ha puesto la calculadora electoral sobre la mesa, a través del área de estudios del Segundo Piso, liderada por Carlos Durán y Luis Eduardo Santa Cruz.
Ambos -militantes de Convergencia Social- mantienen contacto fluido con los representantes oficialistas que desde el 6 de noviembre decidieron reunirse semanalmente en la sede del Partido Socialista, para ver escenarios electorales ante los mecanismos que debate la mesa de negociación.
Por ejemplo, entre los asesores del Presidente la idea de que solo fueran 50 integrantes electos -que tomó fuerza el miércoles, pero que después fue desechada- era vista como un “sacrificio” desde el punto de vista electoral, ya que los cálculos decían que la alianza de gobierno puede alcanzar la mitad, pero les hacía más sentido desde el punto de vista de los símbolos que se entregaban a la ciudadanía. No así la fórmula mixta, que puede ser más conveniente en los números, pero no en el mensaje. Además, porque en el Frente Amplio y en el Partido Comunista -que sacó una declaración en esa línea tras el comité central del jueves- han sido duros en la importancia de que el órgano sea elegido completamente en las urnas.
Otro análisis que han transmitido Durán y Santa Cruz son los escenarios en los que se puede llegar a dar una eventual elección: en el gobierno aseguran que el próximo año estará marcado por dos hitos, los 50 años del golpe militar, en septiembre, y el debate del “sexto retiro”, posiblemente en abril, que es el mes tentativo para llevar a cabo la elección. Y ahí también están puestos los esfuerzos en La Moneda, porque tienen claro que hablar de retiros del 10% en medio de una elección puede abrirle paso al populismo.
Y con esa preocupación en mente, el Presidente -dicen en la oposición- ya activó el celular para buscar una fórmula en conjunto que permita evitar revivir ese debate.
Pero esa discusión, dicen en La Moneda, vendrá después, cuando logre sacarse de encima la mochila constituyente.
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