La Resistencia: El grupo extremista que amenaza con desestabilizar Perú
La organización afín al fujimorismo realiza ataques contra políticos, busca la salida de Pedro Castillo y tiene facciones radicalizadas con presencia de militares en retiro. “Mientras no haya una condena clara a este tipo de acciones por parte de los partidos, la ciudadanía se va acostumbrando a que el debate político incluya violencia”, señala a La Tercera la politóloga peruana Paula Távara.
Bajo el lema “Dios, Patria y Familia” nació La Resistencia, un grupo extremista, religioso, vinculado al fujimorismo y que asegura tener la misión de defender la democracia en Perú. Es uno de los brazos del Frente Popular Democrático, organización que en los últimos años fue testigo directo del nacimiento de movimientos más violentos, como Los Combatientes y La Insurgencia. Juntos, han sido los protagonistas de un centenar de ataques contra una abultada lista de víctimas, que incluye un expresidente, políticos, fiscales, periodistas y quien sea oposición a su retórica difundida en redes sociales.
En el último mes se apostaron en las afueras de la casa particular del Presidente Pedro Castillo para exigir su vacancia, mecanismo legislativo de destitución, pero después del rechazo a la moción por mayoría en el Congreso, advierten que mantendrán la presión, en lo que el gobierno catalogó como un “golpe de Estado en marcha”.
Mientras las crisis políticas de Perú avanzaban con la implicación de todos los jefes de Estado desde 2001 a 2020 en investigaciones por escándalos de corrupción, se profundizó entre los peruanos un sentimiento de descontento y desconfianza hacia la política tradicional, que en un sector de la sociedad terminó por gestar una radicalización de posturas antiizquierda con discursos cada vez más agresivos.
“La Resistencia es un grupo extremista, violento, todavía de un volumen no muy numeroso. Tiene un fuerte vínculo con los partidos políticos de derecha y está sirviendo, por tanto, como brazo violentista de la protesta que la extrema derecha está teniendo con el gobierno actualmente. Es el resultado de un nivel de organización que se empezó a dar alrededor del fujimorismo, aunque no necesariamente es representativo de toda la derecha de Perú, sino de un conjunto de actores políticos que buscaban desestabilizar y que está generando acciones complejas para quienes creemos en la democracia. Es una movilización social minoritaria y su uso, junto con recursos económicos, permiten poner más personas en las protestas para golpear al gobierno y a figuras que están de acuerdo con un conjunto de principios democráticos que aparentemente ellos no consideran positivos”, explica en conversación con La Tercera la politóloga y docente peruana Paula Távara Pineda.
La Resistencia está sirviendo como brazo violentista de la protesta que la extrema derecha está teniendo con el gobierno actualmente.
Paula Távara Pineda, politóloga y docente peruana
Para la analista política peruana Francesca García Delgado, “La Resistencia es un movimiento de extrema derecha, cuyos integrantes realizan actos de amedrentamiento, hostigamiento e incluso han protagonizado actos violentos contra quienes piensan distinto a ellos, sobre todo personas con una tendencia política de centro o de izquierda”. “El líder de La Resistencia es Juan José Muñico Gonzales, llamado ‘Jota Maelo’, quien se autodenomina ‘fujimorista albertista’, esto en referencia a que es seguidor del expresidente Alberto Fujimori y no de su hija Keiko Fujimori. De acuerdo al propio Jota Maelo, La Resistencia nace para hacer frente a los movimientos ciudadanos de izquierda, a quienes ellos llaman ‘caviares’. Sin duda, el surgimiento del movimiento responde a la polarización de la política peruana en los últimos años y la radicalización de los grupos de derecha frente a la debilidad de los partidos políticos tradicionales”, agrega.
Blancos de ataques
Con parlantes, micrófonos y carteles, el grupo extremista empezó con actos de apoyo a la líder de Fuerza Popular (FP), Keiko Fujimori, y sus integrantes se tomaban fotografías con la excongresista fujimorista Rosa Bartra. Entre los primeros focos de disturbios figuran plantones ante el fiscal del caso Lava Jato, José Domingo Pérez, que pidió 30 años de cárcel para Keiko por presunto lavado de activos.
Según el diario Perú21, luego de la crisis política de 2019, que condujo a la disolución del Congreso, hubo una ruptura entre FP y La Resistencia, este último terminó por acercarse al conservador derechista Rafael López Aliaga.
En el período de campaña, La Resistencia tomó fuerza y comenzó a protestar frente a las oficinas del Jurado Nacional Electoral (JNE) y con acciones contra el presidente del JNE, Jorge Salas, y en la casa del director de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (Onpe), Piero Corvetto, hasta llegar a manifestarse afuera del Palacio Pizarro.
Después llegaron los ataques contra blancos específicos. Uno de los más recientes fue contra el expresidente Francisco Sagasti, que asumió en noviembre de 2020 tras la salida de Martín Vizcarra. En octubre pasado, un grupo de personas irrumpió con “palos, piedras, petardos y cohetes” en la librería en la que el político presentaba un libro. En ese momento, Sagasti calificó a la agrupación de “energúmenos” y acusó que “no es la primera vez que hacen esto. Estamos ante un esquema predeterminado que requiere realmente pararlo de una vez”.
Para fines de noviembre, alrededor de 30 miembros de La Resistencia llegaron hasta el domicilio del excandidato presidencial de Acción Popular Yonhy Lescano, sitio en el que, de acuerdo a la denuncia, lo golpearon con palos a él y a su familia cuando ingresaban al estacionamiento. Lescano acusó que “este grupo está financiado. Se sienten protegidos por estos grupos políticos. Hago responsable al fujimorismo y a Renovación Popular”. A su vez, el excandidato solicitó al Ministerio Público el levantamiento del secreto de comunicaciones para los integrantes identificados y de esta manera saber quién o quiénes los dirigen.
El actual ministro del Interior y exfiscal que condenó a Fujimori por crímenes de lesa humanidad, Avelino Guillén, también enfrentó a los extremistas en septiembre, cuando fue agredido. Tres meses después, en una reciente entrevista al diario La República, Guillén señaló que la “actividad de estos grupos de extrema derecha tiene la finalidad de crear una sensación de ingobernabilidad, de desorden, de violencia, para justificar la vacancia presidencial. Estamos ante un golpe de Estado en marcha que ha sido debidamente planificado”.
En el historial de La Resistencia aparecen protestas frente al domicilio del también excandidato presidencial y líder del Partido Alianza para el Progreso, César Acuña; una interrupción en la presentación del libro del excongresista del Partido Morado Daniel Olivares, a la que tenía programado asistir la primera ministra Mirtha Vásquez, así como varios periodistas. De acuerdo con el diario Ojo Público, además de estas acciones realizaron campañas anónimas en redes sociales llamadas “Chapa tu caviar”, en las que promovían la difusión de teléfonos y direcciones de políticos, artistas, activistas, excongresistas y periodistas críticos a Fujimori.
Integrantes de La Resistencia
Al analizar el actuar de la agrupación, que según el diario Perú21 apareció por primera vez en 2018, mantienen un claro organigrama. A la cabeza está Juan José Muñico Gonzales, de 45 años, que utiliza sus perfiles en redes sociales para convocar manifestaciones. Antes de la segunda vuelta presidencial, del pasado 6 de junio, que enfrentó a Pedro Castillo y Keiko Fujimori, amenazó a todos los votantes de Perú Libre (PL) por apoyar al “candidato comunista”.
La Resistencia nace para hacer frente a los movimientos ciudadanos de izquierda, a quienes ellos llaman ‘caviares’.
Francesca García Delgado, analista política peruana
“Jota Maelo” fue candidato por el distrito de Lima con el partido Solidaridad Nacional -rebautizado como Renovación Popular- en las elecciones extraordinarias de congresistas en 2020. De acuerdo con la Onpe, el líder de La Resistencia obtuvo 1.246 votos válidos, quedando fuera del hemiciclo.
En medio de la campaña, la prensa peruana destapó la participación de Muñico en el homicidio de Ezequiel Huamaní Ñuhuinlla, un excombatiente en la Guerra del Cenepa, una confrontación entre Ecuador y Perú que estalló en enero de 1995 y que se extendió durante 34 días, dejando una treintena de fallecidos. De acuerdo a un informe de IDL-Reporteros, el líder de La Resistencia interceptó al militar en retiro el 2 de agosto de 1998 y junto a dos personas lo apuñalaron en el tórax, causando su muerte.
Aunque finalmente fue sobreseído del proceso y solo se le exigió pagar una reparación de US$ 123, no es la única causa legal de Muñico. Fue condenado en enero a un año de cárcel suspendida y un pago de US$ 2.400 por difamación agravada ante una demanda presentada por el Instituto de Defensa Legal (IDL), en 2019, luego de ser acusado por “Jota Maelo” de ser una “organización criminal, filoterrorista y corrupta”.
La número dos de La Resistencia es Flor de los Milagros Contreras, de 44 años, que en 2020 fue detenida por no utilizar mascarilla en la vía pública. Más atrás aparece Álvaro Subiria Alegría, de 48 años, al que se le dictó esta semana una medida de prohibición de acercamiento a las integrantes de la Asociación Nacional de Mujeres Afectadas por las Esterilizaciones Forzadas (Ampaef) tras un ataque. Además, se le ordenó una evaluación y terapia psicológica obligatoria.
Hasta ahora, cuatro fiscalías mantienen investigaciones por ataques violentos de La Resistencia. La Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH) y la Asociación Pro Derechos Humanos (Aprodeh) presentaron una nueva denuncia penal ante la Fiscalía de Crimen Organizado contra quienes resulten responsables por “planificar y coordinar actuaciones con utilización de violencia”.
Facción radical de exmilitares
Una investigación de Ojo Público dio cuenta de que más allá de las agresiones llevadas a cabo por La Resistencia aparecen otros grupúsculos de choque. La facción radical es llamada Los Combatientes, que pasó de manifestarse afuera del penal en el que estaba recluida hasta inicios de 2020 Keiko Fujimori, a marchar contra las restricciones sanitarias y fueron protagonistas en las protestas acusando el presunto fraude electoral de Castillo.
De acuerdo al medio, visten de negro y posan con el brazo en alto, emulando el saludo fascista. Su líder es Roger Ayachi, un exprofesor de colegio que en su cuenta tiene videos quemando banderas rojas y con discursos violentos.
Además, la Dirección General de Inteligencia del Ministerio del Interior informó la existencia de una veintena de grupos similares. Entre ellos aparece Legión Patriótica, el con más adherentes y que entre sus filas tiene a diversos funcionarios en retiro de las Fuerzas Armadas, que en su mayoría habrían combatido anteriormente contra Sendero Luminoso y que exigen la salida de Pedro Castillo del Ejecutivo. Su principal vocero es el teniente (R) Augusto Arenas Ávalos, integrante del colectivo Arica no se Rinde, fundado por excomandos del Ejército.
Otros colectivos similares son La Insurgencia, Los Patriotas, Zarumilla Fuerza Azul, la Brigada Angamos, la Legión Cívica Militar, Las Antonios, Ciudadanos por la Democracia y Salvemos la Democracia, que están siendo investigados por presunta organización criminal por la Dirección de Investigación Criminal y de la Policía Nacional ante el peligro que significa su experiencia en el uso de armas y vínculos con las filas castrenses.
En noviembre de 2020, Keiko Fujimori tomó distancia del surgimiento de estos grupos asegurando que “rechazamos sus acciones y no tienen nada que ver con nosotros”.
“La responsabilidad política recae en las fuerzas de oposición menos dispuestas al diálogo, hablamos de Renovación Nacional y del fujimorismo, así como de Avanza País, que construyen desde la intención de desestabilizar al gobierno y al país para retomar ellos la conducción de la vía política. Ahora se intenta mostrar un deslinde, pero por algunas figuras hay vinculación entre estos partidos con La Resistencia, La Insurgencia, Los Combatientes. Hasta ahora no se ha atacado a nadie de Perú Libre, pero las manifestaciones han empezado a perder fuerzas y tener menos participantes, pero mientras no haya una condena clara a este tipo de acciones por parte de los partidos, la ciudadanía se va acostumbrando a que el debate político incluya violencia, golpes, insultos, y esto debilita la ya frágil democracia que tenemos”, finaliza Távara.
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