Catalina Pérez no esperaba sentirse traicionada. Al menos no por él. Ese lunes 26 de junio, la diputada de RD vio la entrevista que su compañero de bancada Jorge Brito dio en La Tercera. En ese artículo, el parlamentario decía que Pérez tendría que “responder ante la justicia en un proceso que la Fiscalía ya está llevando adelante”. Y eso fue lo que le dolió. Hasta entonces, ella veía a Brito como su mejor amigo.

La frase fue a raíz del lío de platas que se había destapado 10 días atrás por el medio Timeline, en el que se acordaron tres convenios por $ 426 millones entre la Seremi de Vivienda de Antofagasta, encabezada por el exasesor de la parlamentaria Carlos Contreras y la fundación Democracia Viva, liderada por la entonces pareja de Pérez, Daniel Andrade. En ese minuto todos eran militantes de Revolución Democrática.

Hasta ese momento Catalina Pérez ya había advertido una presión en su contra desde las bases y alcaldías del partido, lo que forzó a la directiva encabezada por el senador Juan Ignacio Latorre a solicitar la suspensión de su militancia el 23 de junio. “Ella ha manifestado toda su disposición a que la investiguen, a abrir sus cuentas corrientes, a mostrar sus correos electrónicos, sus mensajes de WhatsApp”, dijo ese día el timonel de RD, quien aún mantenía contacto con la diputada. Es más, esa semana la fue a ver a su casa, para brindarle apoyo en medio de la crisis.

Pero la parlamentaria nunca se había esperado que fuera Jorge Brito el primer cercano en darle la espalda. Como vicepresidenta de la Cámara -rol en el que suspendió su participación el 20 de junio-, Catalina Pérez rompió uno de sus protocolos en favor de su compañero RD: no inmiscuir su rol en polémicas políticas evitables. El 16 de mayo el embajador de Israel en Chile, Gil Artzyeli, con quien Brito -de origen palestino- había tenido discusiones por redes sociales, expuso en la Comisión de Defensa de la Cámara. El acto fue interrumpido por el bloque FA-PC, quienes se manifestaron contra el diplomático con banderas de Palestina y portando kufiyas (vestimenta típica de la zona aludida), un espaldarazo a su par en el Congreso en el que participó la diputada por Antofagasta y que le costó críticas en la interna.

El gesto fue encabezado por la también RD Ericka Ñanco, quien le exigió al embajador de Israel disculparse con Brito. En enero, el diputado arremetió contra el diplomático en Twitter, afirmando que no se podía lamentar el holocausto “al mismo tiempo en que se defiende un apartheid y matanza criminal”. “Eres un miserable”, le respondió Artzyeli. Del espaldarazo también formaron parte figuras clave del oficialismo, como Karol Cariola (PC), Diego Ibáñez (CS) y Boris Barrera (PC).

Pero el mismo día que Brito apuntó contra Pérez, también lo hizo otro diputado de RD, Jaime Sáez, con quien la parlamentaria comparte oficina en Valparaíso. Al día siguiente, el martes 27 de junio, se sumó Consuelo Veloso, y la directiva del partido incluyó su nombre en una querella. Esa jornada Latorre habló de “sospecha de corrupción” y de una “organización que se forma”.

Los respaldos a Catalina Pérez disminuyeron. El mismo Latorre se había puesto detrás de ella en la primera conferencia de prensa, en la que apuntó a la responsabilidad de “dos hombres adultos”, refiriéndose a Daniel Andrade y Carlos Contreras.

El 20 de junio le renovó el apoyo, pero el 27 de ese mes el vuelco del timonel de RD fue total y le terminó de quitar el piso a una de las figuras con mayor proyección en el Frente Amplio. “Es muy poco probable que no supiera, es su propia región, es su círculo cercano”, planteó el senador, quien, de hecho, había sido informado de los antecedentes del lío de platas con 10 días de anticipación.

El equipo de Pérez había optado por un resguardo. La última semana de junio fue distrital, por lo que se pudo alejar de los focos. Pero el 1 de julio reapareció con la publicación de un video trabajado junto a sus cercanos y difundido en sus redes sociales apuntando contra Latorre. “Como una muestra de su falta de talento político y de liderazgo, el presidente del partido, senador Latorre, ha sido errático, cambiante y, además, ha faltado a la verdad”.

A esas alturas, el desamparo de su partido -y del Frente Amplio- ya era total, salvo una parte del lote interno que lideraba “Despierta”, que se dividió y tuvo que bajar sus candidaturas para las elecciones internas de este fin de semana. Entremedio de todo el escándalo terminó su relación con Andrade, se mudó desde el departamento en Pedro Aguirre Cerda y su madre, Ángela Salinas, viajó desde Iquique para estar con ella, situación que se mantiene hasta hoy. El 3 de julio, Catalina Pérez se ausentó del retorno a las labores parlamentarias y presentó una licencia por 20 días, la que hizo llegar mediante correo electrónico a la Cámara. De este modo, quien fuera la diputada más prometedora de RD comenzó su travesía por el desierto.

Aló, ¿ministro?

Hasta el domingo 23 de julio se extendió la licencia médica de Catalina Pérez. Durante los 20 días la parlamentaria estuvo acompañada por su madre y sus asesores más cercanos: su jefa de gabinete, Romina Neumann (RD), y su encargado de comunicaciones, Christopher Jerez (RD), quienes la visitaron constantemente. Su equipo la intentó alejar del consumo de noticias, pues todos los días su nombre figuraba vinculado a Democracia Viva y el lío de platas que le generó al gobierno del Presidente Gabriel Boric una de sus mayores crisis.

El 10 de julio, el entorno de Catalina Pérez se contactó con el secretario ejecutivo de RD, Edson Dettoni, a quien Latorre le encomendó el manejo de la crisis. La intención era solicitar una reunión en la que se abordaría el cese al fuego cruzado, pero desde la mesa negaron esta opción, aludiendo a que aquello no se vería bien.

La ansiedad de Pérez no bajó. Quienes conocieron sus días más difíciles advierten que perdió peso por no comer bien -bajó cerca de ocho kilos- y que estuvo siempre desanimada. La prensa no dejó de buscarla e incluso algunos medios fueron a preguntar por ella a la casa de su madre, en Iquique, y a la casa de su padre, en Arica.

Por otro lado, en ocasiones se contactó con Daniel Andrade, para consultar por temas operativos, principalmente respecto del caso que estaba investigando la justicia, así como por otros temas personales. Desde el entorno del representante legal de Democracia Viva aseguraron que este último también pasó por una etapa de ostracismo, pues se habría ido a vivir unos días a Antuco, en la casa de una de sus hermanas. Como sea, el protagonista de los polémicos convenios regresó esta semana para defenderse e iniciar una estrategia en la que presentó un recurso de reposición con el que busca reponer solo $ 294 millones de los $ 391 millones que le solicitó el Ministerio de Vivienda a la ONG.

Con quienes también tomó contacto figuran sus amistades de Antofagasta. Entre sus cercanos en la zona figuran la presidenta regional de RD, Paula Orellana; el seremi de Gobierno de Antofagasta, Pablo Iriarte, con quien coincidió en las Juventudes Comunistas, y sus exasesores parlamentarios Llankiray Díaz y el seremi de Medio Ambiente de Antofagasta, Gustavo Riveros. Con estos dos últimos reforzó lazos en la Universidad Católica del Norte, pues ambos la ayudaron con el preuniversitario social que Pérez impulsó. Desde la bancada de RD, en tanto, su entorno advierte que no hubo acercamientos.

Quienes sí se comunicaron con ella fueron sus abogados. Para recibir una asesoría legal, Pérez contrató a los penalistas que en su momento defendieron a Pablo Wagner en el marco del caso Penta: Gonzalo Medina y Sebastián Dal Pozzo.

Pese a que esa era la intención inicial, durante su licencia la diputada no logró alejarse de la contingencia. “Aló, ¿ministro?”, fue una frase que Catalina Pérez reiteró en al menos dos ocasiones, ambas el 11 de julio. El primer integrante del gabinete de Boric en contactarla fue el titular de Educación, Marco Antonio Ávila, quien se enteró de la preocupación que tenía su compañera de militancia respecto del resultado de la acusación constitucional en su contra que se votaría en la Cámara al día siguiente.

Ávila la tranquilizó. El oficialismo contaba con los votos y le transmitió que no sería necesario que interrumpiera su licencia, acto que Pérez estaba dispuesta a hacer. Como sea, la parlamentaria desconfió. Tras culminar la llamada, se contactó por teléfono con el titular de la Segpres, Álvaro Elizalde, quien se encontraba realizando las gestiones para el rechazo del libelo contra el ministro de Educación. El integrante del comité político del Presidente también le dio un respiro.

El 18 de julio, Pérez y Latorre evitaron el contacto nuevamente. A las 20 horas de esa jornada, el Tribunal Supremo de RD sentenció el futuro de la parlamentaria en el partido. En representación de la diputada estuvieron Gonzalo Medina y Romina Neumann, mientras que Edson Dettoni participó en nombre de la mesa dirigida por el senador. El TS decidió suspender su militancia por un año, resultado incómodo para sus compañeros de bancada, que en la interna advertían mayor interés en un castigo de dos años en el congelador o, incluso, la expulsión.

El temido retorno

La medida estuvo en análisis toda la semana anterior. El regreso de la diputada Pérez al Congreso dependía de su estado de salud. La opción se zanjó el lunes 24 de julio en la mañana, en un café de Santiago.

La parlamentaria se reunió con su equipo. Estaba tensa, sensación que se mantuvo durante casi todo el día. Esa jornada se elegía en la Cámara la nueva testera de la corporación. La otra alternativa era extender su licencia médica, pero sentía que su imagen se dañaría más si seguía faltando a sus labores como diputada.

De este modo, la expresidenta de RD se decidió y partió en la tarde a Valparaíso, en el auto de su jefa de gabinete. Ingresaron al Congreso por el estacionamiento. Ese día se maquilló, pero de forma sobria, sin su característico labial rojo. En los pasillos del recinto, que no pisaba desde el 28 de junio, los primeros en saludarla fueron los funcionarios de la Cámara. Uno de ellos le regaló un bombón de chocolate. Todos le daban ánimo. Cerca de las 17 horas ingresó al hemiciclo y se ubicó entre el diputado Patricio Rosas (Unir) y Claudia Mix (Comunes). Se había cambiado de puesto, pues antes se sentaba junto a Andrés Giordano.

Según compartió con sus amistades, su pensamiento seguía en cómo iban a reaccionar los otros diputados. El análisis que hicieron en el sector de Pérez siempre fue que Socialismo Democrático había logrado sortear mucho mejor la crisis que el Frente Amplio, pero Pérez no imaginaba la recepción que tendría desde el Partido Socialista, desde donde más diputados se acercaron.

Pese a las dudas, de Apruebo Dignidad también se acercaron, e incluso algunos advierten que se tomó un café con el presidente de Convergencia Social, Diego Ibáñez. Gael Yeomans y Camila Rojas también se mostraron cercanas.

¿Y RD? Desde la bancada impulsarán homologar el castigo del Tribunal Supremo del partido y evitar que Pérez forme parte de las reuniones clave en donde se tomen las decisiones del sector. Además, en un inicio intentaron sacarla de la Comisión de Constitución -algo que habrían empujado Jorge Brito y Consuelo Veloso-, pero tras una publicación de La Tercera decidieron mantenerla, con la condición de que si renuncia a la colectividad le cederá ese espacio a Ericka Ñanco.

Esta última habría sido la más cercana a Pérez en su retorno e, incluso, se habría acercado en privado para darle apoyo. Si bien su regreso no fue tan complicado como lo esperaba, hubo un mensaje que sí caló hondo, que se dio en medio de un abrazo de Marisela Santibáñez, el martes. En ese momento la diputada comunista le dijo: “Te dejaron sola”.